𝑿𝑰𝑽
31 de octubre de 1993
Los alumnos estaban más alborotados de lo normal por la fuga de Sirius Black. Por lo tanto en la primera visita a Hogsmeade todos iban mirando por los rincones y de a grupitos, como si el asesino pudiese salir en cualquier momento detrás de una pared y matarlos a todos.
Deneb sospechó que era demasiado alboroto por la cantidad de seguridad que había. Pero se resignó, como tantas otras veces lo haría.
Y aceptó que Matilda fuese junto a Venus Dench y Amanda Sanders, sus otras compañeras de slytherin –insoportables- a un encuentro con unos chicos del curso superior. Bulstrode le había dicho a Deneb que fuera con ellas pero no se llevaba bien con ese grupo, así que le quedaba salir sola o con sus compañeros varones.
Ella caminó por la calle principal de Hogsmeade, metiendo ambas manos dentro de los bolsillos del saco azul. Supuso que Timothy estaría en Las tres escobas o comprando algo en Zonko's, pero lo esperaría en el bar, porque siempre se aparecía allí.
Le hubiese gustado poder arreglar de antemano con él qué hacer en Hogsmeade... pero en cambio se topó con Bletchey en medio del trayecto.
— Hola Miles —le dijo la castaña frenando su paso— ¿Has visto a Tim de casualidad?
— Hola Deneb —murmuró el chico sonriendo— fue con Pucey y Montague a la casa de los gritos —la chica frunció el ceño, algo disgustada.
— Bueno, ojalá vuelvan pronto —dijo esperanzada, en voz baja.
— ¿Estás sola? —preguntó mientras husmeaba con los ojos con rapidez a su alrededor— ¿Quieres ir a tomar algo?... Mientras podemos esperarlos juntos.
Deneb lo pensó dos veces. No se sentía del todo cómoda entablando nuevas relaciones, pero debía de admitir que ya llevaba varios años compartiendo clases y dormitorio y sala común con sus compañeros y en algún momento debía de entablar amistad con alguien más que no fuese Timothy. Matilda entraba dentro de ese grupo también pero no tenía la misma confianza que con Nott.
Y sabía que entre los varones de su edad sólo Miles Bletchey y Graham Montague le caían bien porque la respetaban y respetaban a los demás en cierta medida, no como Warrington y Pucey.
Por eso se lo pensó dos veces. ¿Pero qué habría de malo en compartir una salida con su compañero? Además le parecía un lindo chico y era buena persona, de los pocos que la trataban bien en el colegio.
Ella asintió con la cabeza y se fueron juntos caminando hasta Las tres escobas.
Miles le invitó una cerveza de mantequilla, lo cual le pareció raro. Pero más raro aún fue que se sentara a su lado y no enfrente de ella. Deneb nunca había hablado tan cerca de otro chico excepto con Timothy, pero con Miles era diferente porque no era su amigo, aunque le caía bien.
Y de repente la cabeza se le inundó por primera vez con preguntas acerca de él.
¿Le gustaría ella? ¿Le parecería linda? Por algo le invitó la cerveza y se sentó a su lado. ¿Verdad? Además se lo veía más feliz, sonreía más.
Deneb se descubrió sonrojándose en más de una ocasión en lo que iba de la tarde, solo de pensar que tal vez esta era su primera cita, aunque no oficialmente.
10 de noviembre de 1993
— Vamos, por favor dime —suplicó Matilda. Deneb rodó los ojos y se giró para ver a la morena, antes de salir fuera de la sala común para hacer la guardia de prefectos nocturna.
— Ya te he dicho todo, ni estamos juntos —murmuró en voz baja— nada más salimos en Hogsmeade aquella vez, pero... Ay, ¡Que ni siquiera fue una cita, Matilda! Surgió nada más.
— Pero si desde aquella vez Miles se te pega como chicle Den. Te invitó una cerveza además.
— Bueno pero no nos hemos besado y punto —dijo con firmeza, cruzándose de brazos— no sé por qué sigues sin creerme.
— De acuerdo, tienes razón. Me hubieras contado en ese caso—resopló— pero te gusta ¿Cierto? Conociéndote, ya lo hubieras mandado a contar pétalos si no te interesara —Deneb se sonrojó. Matilda tenía razón sobre eso.
— Quizás... —la castaña no quería continuar hablado del tema allí. Sentía que los pocos alumnos que quedaban despiertos en la sala común podrían llegar a escucharlas— tengo que irme a mi guardia, se me hará tarde.
— Espera, espera —Matilda la agarró del brazo para que no huyera pero la empujó cariñosamente hacia un rincón de la sala, donde ya nadie podría estorbarlas al salir o entrar por la puerta. Recorrió con una rápida mirada al resto de la habitación y, sintiéndose segura de que hablarían sin ser escuchadas, prosiguió— ¿Te acuerdas que a fines del curso pasado un chico me dijo que le parecías linda y que, bueno, le gustabas? —susurró.
— Si Matilda —el estómago de Deneb se revolvió— lo recuerdo.
— Bueno —se mordió el labio inferior, sonriendo— era Bletchey —ahogó un grito entre sus manos. Deneb la calmó agarrándola de ambos hombros. Bulstrode se emocionaba demasiado cuando de chicos y relaciones se trataba pero Malfoy, al contrario, prefería mantener esos temas en privado y que no se enterara medio colegio.
Más que nada para que las voces no se escurrieran hasta sus padres.
Deneb tragó saliva, nerviosa.
No sabía si el chico realmente estaba interesada en ella o si estaba confundiendo una nueva amistad, pero ahora que Matilda se lo aclaraba, no había muchas más preguntas que hacerse. Le parecía linda a Miles, y a ella le parecía lindo él. Se llevaban bien, podían charlar de idioteces y Deneb no lo quería apartar de su lado como cuando Pucey o Warrington se arrimaban.
¿Así que eso era bueno, cierto?
— ¿Y si cambió de opinión? —Matilda rodó sus marrones ojos.
— ¿Por qué? Si lo hubiera hecho no estaría tras de ti, no seas idiota. Te busca porque quiere algo contigo.
— Tengo miedo, no quiero hacer el ridículo —murmuró algo avergonzada— ¿Has besado a alguien alguna vez?
15 de diciembre de 1993
— Lo siento —dijo un chico pelirrojo, con cara asustada. Había salido de la nada misma y por unos milímetros no había chocado de lleno con Deneb. Los dos se pararon en seco y se miraron sorprendidos por aquel altercado, pero no habían pasado ni dos segundos cuando se dieron cuenta de a quien tenían enfrente.
— ¿Qué haces por aquí, Weasley? —dijo Deneb apartándose del chico. El otro gemelo apareció a las corridas por el mismo lugar que lo había hecho su hermano y chocó con él. Para luego mirarle frustrado.
— De todos los prefectos con los que te podías topar, tenía que ser ella George —murmuró.
— Salió de la nada —le contestó. Pero Deneb lo interrumpió.
— Ustedes salieron de la nada —se quejó ella— Y no pueden estar fuera de su sala común, ya se los he dicho innumerables veces.
— ¿Y qué harás al respecto? —dijo Fred Weasley cruzándose de brazos.
Deneb ya estaba cansada de encontrarse con ellos durante sus rondas de guardia, les había aclarado ya muchas veces que no podían pavonearse por ahí como se les diera la gana. Sobre todo con los dementores dando vuelta por fuera del castillo y con Sirius Black fugado de Azkaban.
— No se irán nada más que con una advertencia esta vez. Les quitaré —George la interrumpió.
— No, Malfoy. Te advierto que —pero ella continuó hablando, no le daría la satisfacción a ninguno de los dos de callarla.
— Diez puntos menos —ahora la interrumpió Fred Weasley.
— No te atrevas a seguir —Deneb hizo una pausa de unos segundos para mirar sus caras, expectantes.
— Para gryffindor —los dos bufaron e hicieron además con sus brazos.
— No lo puedo creer —Se quejó George— Eres un aguafiestas y abusas de tu poder. —Deneb se cruzó de brazos y lo miró desafiante. No estaba comprendiendo que hoy no estaba de ánimos para dejarles pasar sus bromitas. Ya bastante les había perdonado nada más dejándolos irse con una advertencia. Esta vez no.
— Otros diez puntos menos para gryffindor —murmuró ella.
— ¡Por Merlín! —El pelirrojo se rió con sarcasmo— No entiendo cómo es que te aguantan tus compañeros.
— ¿Que sean treinta, mejor? — Una sensación de satisfacción le recorrió el cuerpo a Deneb, cuando Fred Weasley agarró del brazo a su hermano gemelo y le dijo que se callase. Los mandó a ambos a volver a la sala común, pero no se las dejaría fácil, porque sabía que a la primera vuelta de pasillo donde no los vería se escaparían otra vez. Así que caminó con ellos hasta toparse con Percy Weasley, el premio anual, que de casualidad le tocaba hacer guardia en el mismo sector del castillo.
El hermano mayor los miró con ojos furiosos y los reprochó. Pero Deneb no se quedó a ver el espectáculo, pues sabía que ya estaban en bastantes aprietos.
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