O
Abril de 2017
De un portazo, Jimin salió del bloque de apartamentos. La noche era oscura y fría, y, a esas horas, la calle estaba desierta casi en su totalidad. Sus piernas, bien trabajadas por las horas de ejercicio, quisieron correr, pero se sentía tan débil que no se vio capaz de ir más rápido, así que se tuvo que conformar con andar apresuradamente.
Le dolía el pecho, su corazón estaba frenético, bombeando sangre para combatir la ansiedad. Sus ojos estaban aguados, por lo que el chico se pasó la mano bruscamente por la cara, impidiendo así que las lágrimas cayesen. Sorbió por la nariz mientras le daba vueltas a la cabeza, aunque todavía no había descubierto por qué lo hacía, si la conclusión era la de siempre; no era más que un estúpido por esperar un resultado distinto ante la misma situación.
Estaba seguro de que jamás olvidaría la escena que acababa de presenciar. Los cabellos rubios de esa desconocida esparcidos por las sábanas de la cama de Yoongi, y él detrás de ella, montándola como un animal, poseyéndola. No tenía sentido. Hacía mucho que nada tenía sentido cuando se trataba de él.
Jimin soltó un alarido que se hizo eco en medio de aquella solitaria calle de murales grafiteados. Era una necesidad, una acción que le urgía para quitarse la desagradable sensación de atragantamiento. Se detuvo y apoyó las manos sobre sus rodillas, teniendo que flexionar las piernas para ello. Lo único que quiso en ese momento fue morirse por ser tan iluso. Era patético e ingenuo. Sabía que seguir adelante con Yoongi no sería un camino de rosas, pero no se esperaba esa clase de comportamientos irrespetuosos de su parte. Probablemente le había sobreestimado.
— ¡Jimin!
El nombrado alzó la cabeza, pero no para mirar hacia atrás, sino para calcular el camino que le quedaba por recorrer. ¿Cuántos metros tendría que hacer hasta despistar a aquel cretino? No lo pensó demasiado y avanzó, rápido y a paso firme.
Los gritos continuaban, pero Jimin huía de ellos aumentando su ritmo, y funcionó hasta que una mano consiguió agarrarle de su apreciada chaqueta de cuero color azul, arrugándola. El pelirrojo se sintió súbitamente molesto y profundamente incordiado, por lo que respondió con una evasiva hostil; apartó aquella mano alzando el brazo con brusquedad. Yoongi se vio desconcertado por su reacción —pues era poco propia de él—, pero no se amedrantó por mucho tiempo. Volvió a la carga, esta vez empujándole contra la pared de ladrillo cubierta de diferentes colores gracias a los jóvenes artistas callejeros del barrio.
La espalda de Jimin crujió, pero aquello no fue suficiente para detenerle. No quería verle la cara, y muchos menos ansiaba hablar con él. Sabía que ninguno de los dos sería capaz de responder por sus actos en un estado tan susceptible como en el que se encontraban, por eso no se demoró ni un segundo en intentar escapar. Sin embargo, Yoongi insistió y lo tomó de los hombros, volviendo a pegarle contra la pared.
— ¡Déjame en paz de una vez, Yoongi! —gritó el pobre chico, desesperado, mientras sus uñas se clavaban en las muñecas del pelinegro para que le soltase.
— ¡No te me pongas así, niñato, no tienes ningún derecho! ¿¡Me oyes!? ¡No lo tienes!
— ¡No quiero saber nada de ti, vete a la mierda!
Jimin se negaba a abrir los ojos. Cuanto más lo zarandeaba, más apretaba sus párpados mientras suplicaba internamente que todo acabase pronto. Quería estar en casa, arropado y leyendo su libro preferido; o con Jungkook jugando a su PlayStation. Deseaba estar en cualquier sitio menos allí, compartiendo aire con Min Yoongi.
De un momento a otro, la fuerza del mayor lo separó de la pared y lo tiró al suelo. A pesar de que el rapero no parecía gran cosa a simple vista, escondía un empuje asombroso. A Jimin no le importaba si le pegaba una paliza allí mismo. A fin de cuentas, nada le dolería tanto como lo hacía en ese momento su pecho. Intentó reincorporarse como pudo, pero solo alcanzó a sentarse, buscando el soporte de la pared para descansar su espalda afectada. Se abrazó las piernas y lloró con la cabeza gacha durante un buen rato, asumiendo que no podría irse hasta que Yoongi diese la pelea por terminada. El moreno lo miraba estoico.
— ¿Por qué te jode tanto si tú haces lo mismo con el mocoso?
Sus sospechas se confirmaron. Aquel encuentro con la chica rubia lo había preparado concienzudamente. Yoongi quería vengarse por celos, para hacerle pagar todas esas veces en las que prefirió irse con Jungkook antes que quedarse con él. Jamás pensó que llegaría a tener intenciones tan perniciosas y rastreras.
Tampoco era capaz de asimilar que el chico que le gustaba había buscado hacerle daño a propósito.
Esperó a tranquilizarse y se limpió los ojos, hipando.
— ¡No, por supuesto que no es lo mismo! N-No es lo que acordamos...¿Por qué me has llamado si ibas a estar con ella, Yoongi? ¿Querías que os viese haciéndolo? ¿Es eso?
— Según las normas que establecimos, cada uno puede follar con quien le dé la gana, ¿no? Tú te tiras a Jungkook y yo puedo hacerlo con cualquiera. Tú mismo lo dijiste; somos libres de hacer lo que queramos, porque no hay ningún compromiso entre nosotros. No deberías darle importancia, y mucho menos pegarte ese rebote.
Jimin odió cómo le hizo sentir. Yoongi siempre conseguía girar las tornas a su favor. Ahora parecía ser que el pelirrojo era el infantil, el celoso, el malo de la película. Pero nada más lejos de la realidad.
El muchacho apretó los puños, indignado, e hizo un puchero en un intento de no romper a llorar de nuevo como un bebé enrabietado. No obstante, era difícil ignorar la impotencia y la humillación a la que se le había expuesto. Pensó que no se merecía aquello y, de hecho, pensaba plantarle cara a Yoongi para demostrarle que todavía le quedaba suficiente amor propio.
— ¡Las cosas no funcionan así, idiota! ¡No lo entiendes! No me importa que tengas sexo con esa chica, no me importa que te folles al primero que se te cruce por delante. Te juro que me importa una jodida mierda con quién estés, Yoongi, pero creí haber dejado claro que debía haber comunicación entre nosotros a la hora de tomar decisiones. No habría estado mal que me hubieses dicho que ibas a estar con ella, porque lo habría entendido. Lo que me molesta es que hayas tenido las intenciones de hacerme daño para vengarte, porque estás celoso de Jungkook. ¡No tienes derecho a castigarme de esa forma como si fuese un perro! —Su voz reflejaba todo el dolor que le había causado. Resultaba desgarradora y rota. No le importaba si se dejaba la garganta. Quedarse afónico no era una de sus preocupaciones en ese momento. Tan solo quería que Yoongi se diese cuenta de que lo que había hecho estaba mal, pues era una actitud muy propia de alguien mezquino y manipulador, y recapacitase.
— ¿Te estás escuchando? No dices más que gilipolleces —fue la tosca respuesta del pelinegro.
— Si esto va a seguir así, prefiero que dejemos nuestro trato.
Yoongi se dio la vuelta e inspiró bruscamente, notando cómo se le aceleraba el ritmo cardíaco mientras sus dedos se enredaban nerviosamente entre las hebras oscuras de su cabello.
— Que te den por culo, Jimin —espetó finalmente, retrocediendo hacia el muchacho y apuntándole amenazadoramente con un dedo—. Haciéndote la víctima no haces más que ser un injusto de mierda y un egoísta. Quería que supieras cómo me siento yo cada vez que tú te vas con Jungkook, porque parece importarte una mierda lo que yo tenga que decir. ¿Esto te molesta? ¡Pues es lo que yo tengo que soportar cada puto día!
— ¡Jungkook es mi novio! —vociferó el menor, tenso, y con los ojos sumergidos en un mar de lágrimas.
— ¡No me gusta que estés con él! —gritó Yoongi de vuelta, inclinándose hacia adelante para encararle.
— ¡Cuando empezamos todo esto, tú me dijiste que no tenías ningún problema con que tuviese pareja porque no te interesaba tener nada serio conmigo! —Jimin se levantó para quedar a la misma altura que el rapero. No pensaba permitir que le hiciese sentir inferior. Con voz más moderada pero temblorosa, intentó explicarse— Te he dejado pasar muchas cosas, pero no voy a tolerar que juegues conmigo, Yoongi. Eso sí que no. Te dije que si había algún problema, podíamos hablarlo y encontrar una solución juntos, pero tú prefieres comportarte como un crío.
— Yo no soy el que juega a dos bandos, pelirrojo —atacó el muchacho, mordaz—. Estás acostumbrado a que todo te salga bien y que nadie te diga que no por tu cara bonita. Pues jódete. No me gusta que estés con otro mientras te lías conmigo.
— Yoongi, eso no es...
— Rompe con él.
Al joven se le cayó el mundo encima. Aquella orden fue mil veces peor que tirarse de un avión sin paracaídas. Yoongi no lo dijo expresamente, pero Jimin intuía un ultimátum. Quiso sollozar del estrés, la presión, el agotamiento y la impotencia. Nunca se imaginó acabar así, en una situación tan violenta.
— No puedes estar hablando en serio...—murmuró, ojiplático.
— ¿Tengo pinta de estar bromeando, imbécil?
Yoongi no era capaz de medir sus palabras cuando se alteraba, y las circunstancias lo ponían muy, pero que muy nervioso, aparte de que era impulsivo por naturaleza. En otras palabras, no estaba pensando con claridad y solo se dejaba llevar por el frenesí.
Jimin se encontraba en un estado de obnubilación demasiado alto como para procesar el insulto, por lo que pasó desapercibido para él.
— No puedo... No puedo seguir con esto. Lo siento, Yoongi. Ojalá... Ojalá esto no tuviese que ser así, pero no voy a dejar a Jungkook por ti.
Yoongi se quedó helado. El frío de la noche le caló hasta los huesos, y Jimin supo que todavía respiraba porque salía vaho de sus labios y nariz. Era consciente de que le había hecho daño, de que se esperaba una respuesta diferente a la que dio, pero tanto su cabeza como su corazón sabían que había hecho lo correcto. Quería demasiado a Jungkook, ese niño de ojos de cervatillo, como para traicionarle.
— No me lo creo.
Jimin arrugó el ceño.
— ¿C-Cómo dices...?
— Esto no es cosa tuya —dijo Yoongi, convencido de sus palabras—. Ha sido el mocoso el que te ha dicho que acabes con esto, ¿no es así?
La extrañeza en el semblante del pelirrojo se reforzó, sin comprender de dónde salía esa conclusión tan repentina y disparatada.
— Jungkook no tiene nada que ver. Es mi decisión, Yoongi. La he tomado aquí y ahora.
— No —insistió Yoongi, riéndose descaradamente con aire peyorativo. Absorbió por la nariz bruscamente y negó con la cabeza varias veces. Se rehusaba a creerlo. Le sonaba tan surrealista que era casi imposible convencerle. Con una sonrisa retorcida, clavó sus ojos mortíferos en el menor— Tú no tienes suficiente criterio propio como para tomar tus decisiones, Jimin. No eres tan listo como te crees.
En ese momento, Yoongi consiguió anular completamente al muchacho como persona. A través de sus palabras, le hizo comprender que no era nada, solo un cuerpo hueco, totalmente insignificante, carente de personalidad, porque, pensándolo bien, sí era cierto que Jungkook, en más de una ocasión, le dijo que estar con Yoongi no le hacía ningún favor.
¿Y si se había visto influenciado sin ser consciente? ¿Realmente pensaba así por sí mismo o se limitaba a obedecer lo que otros le decían o sugerían?
Una pregunta todavía mayor ocupó su mente:
¿Y si realmente no quería dejar ir a Yoongi?
***
Domingo, 14 de octubre de 2018
Jimin despertó, encontrándose en medio de una oscuridad leve. Tardó un par de minutos en recobrar todos sus sentidos, y otro más en darse cuenta de con qué estaba soñando, o, más bien, con quién. ¿Por qué últimamente recordaba tanto aquella noche? No hacía más que remover su conciencia y avivar sus miedos.
Yoongi continuaba torturándole en sus horas de sueño, tal y como lo hacía cuando estaban juntos. Jimin descubrió que aquel chico le había marcado excesivamente, como un hierro candente, y entendió que por ese mismo motivo, iba a ser un infierno superar su estigma.
Suspiró sin fuerzas y estiró el brazo izquierdo libremente sobre la cama. No había nadie más que él en ella, enredado entre las sábanas blancas con olor a lavanda. A simple vista, no había ningún problema... Pero luego recordó que anoche, cuando se fue a dormir, no estaba solo.
— DAME EL PUTO MÓVIL O TE REVIENTO, PAYASO.
Jimin frunció el ceño y, rápidamente, se incorporó con la ayuda de las palmas de sus manos. La puerta de la habitación no estaba cerrada del todo, por eso pudo escuchar con más claridad el grito puesto en el cielo desde la cocina.
— ¡Deja de pegarme así, bruta!
Jimin destensó sus músculos, esbozando una somnolienta sonrisa. A saber qué se traían esos dos entre manos.
Viéndose venir una escena de lo más divertida, amplió su sonrisa inevitablemente y arrastró los pies fuera de la cama. Se puso la primera cosa que encontró, una sudadera de color gris con capucha que le cubriría el torso y parte de los bóxers. El pelirrojo supuso que era de su novio, ya que él era más de jersey.
Frotándose los párpados, los cuales estaban hinchados de dormir tanto, salió del cuarto a paso de tortuga. Hizo una mueca de molestia al ver que el resto del apartamento estaba iluminado con una luz más cegadora, ya que las ventanas estaban al descubierto. A pesar de que no podía abrir demasiado sus ojitos rasgados, logró entender parte de lo que pasaba entre su novio y su mejor amiga.
Ambos estaban junto a la encimera. Jungkook sostenía por alguna razón el móvil de Vika mientras que esta le pegaba en el brazo para que se lo devolviese.
— Pero, a ver, en vez de ponerte como una energúmena, podrías explicarme de qué va la aplicación esta que te tiene tan enganchada, ¿no? Digo yo. No sé, llámame loco.
La chica resopló y, fastidiada, echó hacia atrás con un solo gesto de mano el pelo de la coleta que le caía por el hombro. El cabello le había crecido bastante desde que se lo cortó después de su cumpleaños, por lo menos tres dedos más. Ella, soberbia como nadie, retó a Jungkook con la mirada, manteniendo los brazos cruzados.
— Es solo una aplicación para leer fanfics, ¿vale?
— ¿Fanfics? —repitió el joven, alzando una ceja con curiosidad— ¿Te refieres a esas historias que hacen los fans de sus ídolos donde se montan romances y movidas súper turbias?
— Sí, eso. ¿Me devuelves ya mi móvil?
Extendió la mano, esperando que su novio le hiciese caso, pero no fue así. El moreno quería divertirse un poquito más.
— Espera, espera, ¿de quién es la que te estás leyendo tú?
— ¿Por qué te interesa? Venga, dámelo.
Vika estiró su brazo para coger de una maldita vez lo que le pertenecía, pero Jungkook alzó el móvil sabiendo que, debido a la diferencia de altura, no sería capaz de atraparlo. Mientras que ella se quejaba, el joven toqueteó la pantalla en busca de algo que pudiese revelarle la información que buscaba.
— ¿Taeyang y TN? ¿Quién es "TN"?
— No pienso explicártelo —aclaró la chica, roja como un tomate.
— ¿Por qué? ¿Es algo muy indecente? —La provocó, con una sonrisita traviesa y meneando las cejas. Por ello, se llevó otra reprimenda en el brazo— Por cada golpe que me des, te doy yo un azote, ¿te parece?
— Deja de hacer el idiota, Jungkook; me estás hartando —advirtió, con una mirada severa. No le gustaba nada que tocasen sus cosas, y el moreno estaba consiguiendo llevarla a su límite.
— Vale, vale. Pero, respóndeme a una cosa. ¿Qué tiene ese tal Taeyang que no tenga yo? Que aquí te lo describan como que tiene un trabuco entre las piernas, no significa que en la vida real sea así, eh. Lo digo para que lo tengas en cuenta antes de contestar.
— ¡Eres insoportable! —Atacó, propinándole una serie de manotazos en el hombro. Entonces, Jungkook cumplió con lo dicho: le dio un buen azote en el culo— ¡Ah!
— Te lo has buscado —se mofó el joven.
A Jimin le pareció un buen momento para intervenir, de lo contrario, no podía asegurar que Jungkook saliese vivo de la discusión.
— Kookie, deja de meterte con ella, anda —A pesar de que su tono se escuchó ronco, todavía tenía una dulzura intrínseca. Eso acompañó a la tierna imagen de un Jimin recién levantado, que solo era capaz de mantener uno de sus ojos abiertos al completo. Bostezando, volvió a frotarse los párpados.
Ninguno de los dos se había dado cuenta de que el chico estaba allí, presenciando la absurda conversación, pero sus caras cambiaron radicalmente una vez que fueron conscientes. Vika pareció olvidarse entonces de su móvil y salió disparada hacia Jimin, rodeándole el cuello en un cálido abrazo y dejando un beso dulce en su mejilla.
— ¡Buenos días, Jiminnie! ¿Cómo has dormido?
Jimin sonrió suavemente ante el recibimiento y le devolvió el gesto besando su frente. Después, tomó a su amiga de la cintura con gentileza, y lo seguiría haciendo mientras que ella estuviese cerca de él. Era algo llevado a cabo casi insconscientemente, pues su familia le había inculcado desde muy pequeñito que debía rendir atención a los seres queridos.
— He dormido bien, bebé. ¿Y vosotros?
— Bueno, hubiese podido dormir mejor si cierta persona no hubiese estado dando patadas toda la noche —comentó, fulminando con la mirada al moreno junto a la encimera. Este se encogió de hombros.
— Compréndeme, nena. Estaba jugando un partido de fútbol en el mundial y no podía perder.
— Pues vaya tontería, porque Corea siempre pierde, y porque estés tú, no va a ser diferente.
— Eso suena a reto. ¿Nos marcamos un Brasil vs Corea en la cama?
Jimin se echó a reír por lo bajo, pero Vika puso los ojos en blanco, sabiendo que Jungkook no tenía remedio a esas alturas.
— En fin, ¿quieres café? —le preguntó al pelirrojo.
— Por favor y gracias —respondió, agradeciéndoselo con una sonrisa.
Vika tomó a Jimin de la mano —la que tenía en su cintura— y lo guió hasta la encimera para que se sentase en uno de los taburetes frente a Jungkook. Seguidamente, rodeó la plataforma y encendió la máquina de café.
Jungkook dejó de trastear con el móvil de su novia, mas no lo soltó. Apoyó los codos sobre la encimera a la vez que tomaba asiento, y miró a Jimin con una medio sonrisa coqueta.
— ¿No hay beso de buenos días para mí?
— No me he lavado los dientes.
— Me va el riesgo, precioso.
— No seas idiota —contestó el mayor, cubriendo su boca mientras reía. Luego, añadió:— ¿De qué hablabais?
Kookie jugó con el teléfono pasándoselo de una mano a otra mientras se disponía a responder.
— Ahora mismo de nada importante, solo de una aplicación que tiene a Vika enganchadísima. Es algo así como leer porno sobre tu ídolo.
— No va sobre eso, idiota. ¿Por qué inventas? —se quejó la muchacha, que en esos momentos sacaba una taza de café— Y tampoco es que esté "enganchadísima". De hecho, es algo frustrante leer en esa plataforma. Cada dos por tres fallan los servidores. Vamos, una mierda. Pero es lo que hay de momento.
— Bueno, pero, volviendo al tema, ¿a que te gustaría tirarte a ese Taeyang? —interrogó Jungkook, girando la cabeza hacia la chica.
— ¿Taeyang? ¿El de BigBang? —interrumpió Jimin, curioso. Vika afirmó— Oh, es muy guapo.
— ¿Verdad que sí?
— Pues tiene cara de pasivo —opinó el moreno, con indiferencia.
— Para ti todo el mundo tiene cara de pasivo, Jungkook —replicó la morena, echando algo de azúcar en el café y sirviéndoselo a su amigo. Este le dio las gracias y se esperó un poco antes de probarlo.
— Te equivocas; yo sé reconocer a un semental cuando lo veo —El chico alzó la barbilla y se cruzó de brazos, metiéndose en un papel de porte petulante. Con ello, consiguió cambiar el humor de Vika y hacer que sonriera.
— Sí, ya.
La chica se posicionó detrás de él, que, sentado, le sacaba menos de media cabeza, y le abrazó por detrás. La respuesta inmediata de Jungkook fue tomar sus muñecas delicadamente y echarse un poco hacia adelante para elevarla unos milímetros del suelo, llevando su peso en la espalda.
A Jimin le enterneció tal escena. A pesar de que ambos estaban hechos un par de gruñones y discutían a menudo por cualquier tontería, era evidente lo mucho que se querían.
— Ah, por cierto —Jungkook no paró de hacer sus monerías, pero miró atentamente a Jimin, ya que tenía que informarle de algo—. Hemos dicho de ir al cine esta tarde. ¿Vienes?
El muchacho pelirrojo escuchó la propuesta de su novio mientras bebía de su taza de café y saboreaba el líquido amargo. Últimamente no tenía muchas ganas de salir, pero sabía que lo necesitaba. Debía hacer un esfuerzo, obligarse a sí mismo a hacer vida normal para evitar caer en un pozo de depresión. Divisó a su amiga asintiendo tenuamente detrás del moreno, pidiéndole con la mirada que aceptase. Así pues, no tuvo otra opción.
Puso una sonrisa en sus labios y pestañeó rápidamente para disimular que había necesitado meditarlo. Conocía a Jungkook. Si notaba que le pasaba algo, preguntaría, y no estaba preparado para contarle la verdad. Necesitaba algo más de tiempo.
— Sí, vale. ¿Cuál veremos?
— No sé, depende de cómo esté la cartelera, aunque, últimamente, no está muy allá...
— Podemos dejar que Tae elija —sugirió Vika, mirando a los chicos alternativamente—; tiene buen gusto para eso.
— Oh, ¿Tae se apunta? —interrogó el mayor de los tres, ligeramente ilusionado por la noticia.
— Sí, esta noche no trabaja.
Jungkook abandonó el móvil de su chica en la encimera, pues ahora carecía de interés, y les dirigió una mirada ceñuda a ambos. Seguidamente, giró su torso hacia atrás para colar un brazo tras la cintura de Vika y acercarla a su costado. A pesar de esto, la chica siguió explicándole a Jimin detalles de la quedada, y no se desvió en ningún momento, ni siquiera cuando Jungkook introdujo sus dedos en el pantalón corto de la joven para acariciarle el hueso de la cadera.
La morena pasó un brazo por los hombros del atleta por inercia.
— ¿Seguro que es buena idea dejar que Taehyung escoja la película? —interrumpió Kook, poco convencido y con temor de gastarse dinero tontamente— ¿No nos hará ver ningún bodrio?
— A Tae le gusta el cine, Jungkook. Sabrá escoger una peli que nos guste a todos.
— ¿Y por qué tiene que escoger él? —apuntó, haciendo un puchero.
— Porque, si no, no nos pondríamos de acuerdo —aclaró la muchacha, llevando una mano al flequillo despeinado que cubría la frente de su novio para apartarlo; lo tenía larguísimo, hasta el punto de cubrirle los ojos. Vika emitió un sonido de reflexión antes de hablar de nuevo— Creo que es hora de que te cortes el pelo, cariño.
— ¿Ves, Kookie? —dijo Jimin, con una sonrisa divertida que era visible a pesar de tener la taza cerca de los labios— No soy el único que lo dice.
Jungkook resopló.
— Vale, a ver, ¿y cómo me lo hago? ¿Debería dejarme la frente despejada?
Vika evaluó la posibilidad, echándole el flequillo hacia atrás con los dedos. El cambio era tremendo. Sus cejas, al ser definidas, le daban un toque más maduro a su rostro. Su mandíbula parecía incluso más afilada y su mirada pasaba de ser la de un pequeño cachorro a la de un lobo feroz.
Estaba muy sexy.
La morena apartó la mano, y el cabello oscuro volvió a cubrir sus cejas, otorgándole un aspecto inocente.
— Te quedaría muy bien, sin duda.
— La verdad es que sí —secundó Jimin, asombrado por el resultado—. Creo que deberías probar ese estilo.
— Está bien, no me lo digáis dos veces... Me lo apunto. —Después, en voz baja, añadió— Qué mal esto de que os pongáis de acuerdo en todo...
Vika estuvo a punto de exigir que lo repitiese en voz alta, pero, en ese momento, su móvil comenzó a vibrar debido a una llamada entrante. Tanto Jimin como Jungkook miraron la pantalla, curiosos, justo antes de que la chica lo cogiese.
— Es Taehyung —anunció—. Tal vez quiera hablar sobre algo de esta tarde.
Estuvo a punto de descolgar, pero el moreno la distrajo al hablar.
— ¿Y por qué te llama a ti? ¿No puede decirlo por el grupo de Kakao como una persona normal?
Vika ahogó un suspiro amargo y, en su lugar, rodó los ojos con hastío.
— Tal vez lo haría si dejases de acosarle sexualmente.
— Insisto en que Taehyung sería mejor pasivo que activo. Además, tiene un culo que sería un desperdicio si...
—Bueno, vale, me voy a la habitación, porque aquí está claro que no podré hablar con él tranquilamente.
La chica echó a andar, alejándose de la pareja para tener algo de privacidad. Jungkook alzó una mano y la despidió dramáticamente.
— ¡Mándale muchos besitos de mi parte!
— Vete a la mierda, Jungkook.
Y cerró la puerta sin más.
El muchacho rió entre dientes, negando con la cabeza, para después mirar directamente a su novio.
— Estoy orgulloso de ella.
— ¿Porque ahora te manda a la mierda con más frecuencia? —quiso adivinar Jimin, con una mueca en los labios que, en su mayoría, resguardaba burla.
— Sí, y porque ha aprendido a exteriorizar lo que siente. —El moreno lanzó una mirada cauta y disimulada hacia la puerta que había sido cerrada por su chica hacía apenas unos segundos— Todavía le cuesta expresarse, pero, por lo menos, ahora no intenta silenciar sus problemas.
El pelirrojo se lamió los labios, observando cómo el poco café que le quedaba se zarandeaba en círculos por los movimientos de su muñeca. Fue raro escuchar tal comentario precisamente en un momento como aquel, apenas unos días después de haber estado ahogando las penas en alcohol para huir de sus inquietudes. Jimin todavía estaba avergonzado por su comportamiento. Al parecer, acabó llamando a Vika a medianoche, lloriqueando, y la muchacha tuvo que escaparse de casa para socorrerle. Fue horrible.
No solo puso en riesgo su salud, sino que podría haber metido en un buen lío a su amiga. Sin embargo, Vika dijo que no tenía importancia y que lo mejor era fingir que nada había pasado. Es decir, una cosa más que añadir a la lista de las mentiras. Tuvo la sensación de que, como continuase así, acabaría por completarla.
Jimin se preguntó si su Kookie se sentiría decepcionado con él por haberle ocultado algo que le estaba afectando seriamente a nivel psicológico. No quería preocuparle, y tampoco veía el momento para contarle la verdad. De repente, tuvo miedo a la posible reprimenda y a sus consecuencias, aunque se vio obligado a disimularlo. Forzó una sonrisa y miró a su chico a los ojos durante el tiempo que le duró la brizna de valentía.
— Estar contigo le hace bien.
— No me atribuyas todo el mérito, Jimin. La hemos criado bien entre los dos.
Los jóvenes rieron al unísono, pero, unos segundos después, se formó un extraño silencio del que Jimin ni siquiera se percató, pues se quedó sumido en sus pensamientos mientras le daba vueltas al líquido oscuro con su cuchara. Vika le había echado poco azúcar y, aunque estaba demasiado amargo para su gusto, quería bebérselo, porque era una buena forma de empezar a rebajar sus niveles de glucosa.
— Bebé, ¿estás bien?
Se estremeció ante las palabras de Jungkook, pero no tanto como cuando se encontró con su mirada puesta en él, fija y reflexiva. No supo qué decir. Sintió el repentino impulso de darle voz a todos los sentimientos que tenía atorados en el pecho, pero se contuvo en el último momento. Seguidamente, apretó los labios en una delgada sonrisa y asintió.
— Sí, claro... ¿Por qué preguntas?
Esperó una respuesta con una ceja alzada, tratando de mantener el pulso cuando volvió a beber una vez más de su taza para terminar con su desayuno. Sin embargo, Jungkook percibió el pequeño tembleque.
— Anoche estuviste algo distraído... Y distante... ¿Ocurre algo malo?
Era imposible ocultarle algo a Jeon Jungkook, y menos si eras Park Jimin. Le conocía demasiado bien. No obstante, el muchacho no se vio con los ánimos de confesar y prefirió seguir fingiendo, a pesar de que vaciló seriamente por un par de segundos.
— No tienes que preocuparte, cielo, de verdad. Solo estoy algo cansado. Estos últimos días he estado practicando mucho para las pruebas físicas finales, y reconozco que no he cuidado demasiado bien mi alimentación.
El instinto le decía a Jeon Jungkook que desconfiase de las palabras del mayor, pero le pudo la fe ciega que tenía puesta en él.
Le sonrió con suavidad y ternura en vez de seguir indagando.
— ¿Y por qué no lo has dicho? Te habría preparado un buen desayuno. Bueno, qué coño; voy a hacértelo ya mismo.
Jungkook no admitió un "no" por respuesta y, mientras que Jimin le observaba preparar un plato cargado de proteínas, escuchó su charla sobre lo importante que era cuidarse y no excederse con los esfuerzos si no quería experimentar el agotamiento tanto físico como mental. Hablaba como todo un experto en la materia, y no era de extrañar, pues se suponía que ese mismo discurso se lo decía a sus alumnos del centro deportivo.
El pelirrojo consiguió olvidarse de Yoongi durante el tiempo que pasó con su Kookie, y sonrió como un bobo tras darse cuenta de que cada vez se comportaba más como un adulto, pero que no dejaba de ser un niño en el fondo. Siempre fue un chico tan alegre, atento, seguro, extrovertido, cariñoso... No costaba hacer migas con alguien así, pero lo mejor era que sentía que podía ser él mismo cuando estaban juntos. Le amaba tanto que dolía, aunque no dolía de la misma forma que amar a Yoongi.
Con Jungkook, Jimin no se veía obligado a convivir con sus demonios, sino que se veía capaz de ahogarlos en el olvido. De esa forma, nacía una versión mejor de sí mismo.
Con Yoongi, sentía que se había perdido tras recorrer un camino a ciegas y, con frecuencia, se preguntaba en qué se había convertido. Últimamente, alguien inseguro, deleznable e imposible de identificar frente al espejo ocupaba el lugar de Park Jimin.
Ojalá el amor fuese perfecto como el amor en sí mismo, pensó.
Entonces, se percató de un hecho inédito. Un brote de sensatez se abrió paso en su mente justo cuando aquellas personas que tenía en alta estima abarcaron sus pensamientos, dando lugar a una rápida comparación. Puede que lo que sintiese por el chico de Daegu no fuese amor, sino algo mucho más retorcido, confuso y enfermizo. Amar no debía ser sinónimo de sufrir, porque el corazón tenía sus límites y llegaba un momento en el que no era capaz de sanar las heridas por sí mismo. Lo lógico era alejarse del puñal y correr hacia el elixir. Sin embargo, hasta ahora, había estado haciendo lo contrario como todo un masoquista.
Al final del día, Jimin consiguió sonreír con sinceridad.
Decidió que era hora de cambiar. Hora de despertar. De pasar página oficialmente.
Yoongi era el puñal que le había hecho sangrar, pero Jungkook y Vika, por suerte, eran su elixir.
Capítulo dedicado a parknyx porque la quiero mil ❤️
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