N (II)
20 de octubre
— Me cago en sus muertos.
Jimin agachó la cabeza al instante, como si las palabras de Jungkook fueran un saco lleno de hormigón aterrizando sobre su nuca. Vika, sentada en el sofá al lado del muchacho, se percató de ello y decidió tomar la palabra.
—Jungkook, cálmate.
—¿Que me calme? —El moreno se giró hacia ella, dejando de resoplar y de deambular por la estancia con las manos echadas al cuello. Había una vibra intimidante en sus ojos, pero Vika no dudó en combatirla con su mirada, la cual poseía un color similar a la avellana oscura— ¿Has escuchado lo que ha dicho?
—Sí, lo sé —afirmó, asintiendo. Llevando una mano a la espalda de Jimin, continuó—. Pero eso ya se acabó. Yoongi no volverá a acercarse a Jimin.
—Desde luego que no lo hará —gruñó el chico en respuesta, apartándose bruscamente el largo flequillo que le tapaba prácticamente los ojos—. Si vuelvo a verle por aquí cerca, no respondo de mis actos. Le patearé el puto culo y lo devolveré a Daegu —Jungkook remarcó su promesa apuntando a Vika con su índice, a pesar de que ella no era su objetivo.
—Por favor, Kookie... —La voz del más mayor de los tres sonó insegura en medio del ambiente inundado por la tensión— No le hagas nada. Déjale en paz.
Las cejas de Jungkook se fruncieron, no dando crédito a lo que su pareja le estaba pidiendo. ¿Por qué? ¿Por qué después de todo seguía cubriéndole las espaldas a ese cabrón?
—Que le deje... —murmuró mientras se humedecía los labios, incrédulo. Justo a continuación, soltó una carcajada escéptica e insulsa— Joder, Jimin... ¿Te estás oyendo? Ese puto gilipollas te ha puesto la mano encima, y estaba abusando de ti desde el principio. ¿Cómo no has podido decírmelo antes?
No sonó como un reproche. En su tono se distinguía preocupación y aflicción, angustia y consternación. Vika pensó que, probablemente y al igual que ella, se sentía responsable de lo que había ocurrido.
—Jungkook, por favor, para... —le pidió la muchacha al ver cómo sus palabras afectaban al pelirrojo. Su novio la miró, con ojos vagamente cristalinos y expresión abatida. Vika quiso ir hacia él para darle un abrazo que pudiera reconfortarle, porque eso era precisamente lo que parecía necesitar; alguien que le ayudase a borrar de raíz los remordimientos— A todos nos da rabia esta situación, pero ponernos así no cambiará nada. Lo hecho, hecho está, y ahora solo nos queda seguir hacia adelante.
Kook apretó los labios para contener su frustración, pero también para no dejarse llevar por faceta más susceptible. No era débil, de hecho, Jungkook podía presumir de ser un chico muy maduro para su edad, pero había ciertas situaciones en la vida que podían superarle, y una de ellas era que hiciesen daño a las personas que amaba.
Desgraciadamente, la víctima se trataba de Jimin. Su pequeño y dulce Jimin, que seguiría siendo así para él por el resto de su vida aunque le sacase dos años de diferencia.
Jungkook sabía que no era ningún héroe, tampoco pretendía convertirse en uno, y aun así sintió el imperioso deseo de salvarle y protegerle de todo mal en el mundo. Sinceramente, le daba igual cuántas veces tuviese que rasparse las rodillas mientras se labraba una experiencia vital; le daba igual ser el blanco de los insultos y las mofas; que lo ridiculizasen. Le importaba una soberana mierda lo que pudiese ocurrir siempre y cuando las consecuencias recayesen única y exclusivamente sobre él.
Porque estaría bien, lo superaría.
Pero no era capaz de perdonar fácilmente a aquellos que se atreviesen a tocar a su familia, a Vika o a Jimin. Ellos eran su todo, y nadie tenía el derecho de ponerles siquiera un dedo encima.
— Lo siento —dijo tras una prolongada pausa en la que nadie abrió la boca—, necesito dar una vuelta. Podéis quedaros aquí si queréis. Ya sabéis dónde está la llave de repuesto. Yo... Volveré tarde, o eso creo.
Vika quiso decir algo para detenerle, pero las palabras se quedaron estancadas en su garganta. Jimin tenía la mente jugando entre dos mundos; por una parte, era consciente de todo lo que se decía en la habitación, y, por otra, pretendía evadirse de su presente reprimiendo cualquier tipo de reacción emocional. Jungkook no vio la necesidad de añadir nada más, así que, con tranquilidad, se dio la vuelta y salió de la habitación, cerrando la puerta con suavidad.
La morena se vio envuelta en un serio dilema: ¿qué debía hacer; seguir a Jungkook o quedarse con Jimin? Ambos parecían necesitar su ayuda más que nunca. Sin embargo, ninguno de ellos se la pidió en voz alta.
Súbitamente, el silencio era el protagonista. La muchacha observó la puerta mientras oía cómo su novio salía del apartamento. Después, dirigió la mirada a su mejor amigo, todavía sentado en la cama y concentrado en sus propios pies.
Se arrodilló, haciéndose un hueco entre sus piernas para que no le quedase más remedio que volver a sus sentidos. Masajeó sus rodillas, dándole toda la atención que parecía necesitar, y después acarició una de sus mejillas con detenimiento. Jimin la miró a los ojos, consumido por un sentimiento abrumador.
—La he fastidiado, ¿verdad? —pronunció, con una voz que se resquebrajó en mil pedazos, al igual que un espejo al ser golpeado con una piedra. Sorbió por la nariz y unió sus labios con fuerza, siendo el resultado de aquello uno de los pucheros más sobrecogedores que Vika había presenciado.
—No, no es cierto. —Los dedos de la chica se apresuraron a recoger los mechones que cayeron sobre los ojos de Jimin y los echó hacia el lado, encontrándose con su mirada rasgada de párpados hinchados— No has fastidiado nada, Jiminnie. Nada de esto es culpa tuya.
—Jungkook está triste. Tú también. Pero yo no quería que pasase esto, lo juro. Lo siento... Lo siento mucho. No tendría que haberos metido en esto a ninguno de los dos.
A Vika le comenzó a temblar la barbilla y un dolor se centralizó en su frente. Antes de que se le escapasen un par de lágrimas, rodeó el cuello del pelirrojo y lo estrechó entre sus brazos. A pesar de ser un acto muy repentino, Jimin no vaciló a la hora de encajar el rostro en su cuello, abrazándola muy, muy fuerte, haciendo incluso que sus dedos quedasen enganchados en su jersey amarillo de lana fina.
Vika se sentía fatal. Desde su punto de vista era fácil identificarse como la responsable de lo que acababa de suceder. Ella fue la que alentó a Jimin a decir la verdad porque quería ayudar y, sin embargo, parecía que su intervención lo hubiese empeorado todo. En el fondo estaba segura de que habían hecho lo correcto. No obstante, a veces hacer las cosas bien implicaba provocar daños colaterales.
Se le escapó un sollozo ahogado contra el hombro de Jimin que, por mucho que lo intentó, no pasó desapercibido.
—¿Por qué estás llorando? —preguntó su amigo, con una voz entrecortada a la par que atónita.
Al escucharle, se refugió incluso más en el cuerpo del chico, aferrándose a su espalda y aplastando su mejilla izquierda contra su clavícula. Su pecho temblaba, sacando un nuevo llanto ahogado desde el fondo de su garganta.
—No es justo —murmuró, con un inspirar gangoso. Jimin intentó separarse de ella para poder mirarle a la cara, pero Vika se lo impidió. No quería que la viese llorar, no quería que presenciase en primer plano su pequeña crisis, que la viese derrumbándose, no cuando se suponía que debía ser fuerte por él y darle ejemplo—. Todo esto no debería estar pasándote a ti. No, no y no. Joder, n-no lo entiendo...Tú... Las cosas horribles solo deberían pasarle a las malas personas, pero tú eres tan bueno, Jimin. Tan, tan bueno...
—Vika... —la llamó el muchacho, acariciándole el pelo para tranquilizarla. Jimin se sintió egoísta, y pensó que, tal vez, debería haberse contenido para evitar contagiarle su desánimo. Vika había estado tragando tanto con sus penas que era casi una maldad someterla una vez más a ello.
—Odio lo que Yoongi te ha hecho —soltó de pronto, masticando las palabras con tanta rabia que quedaría grabado por siempre en la memoria de Jimin—. Si lo hubiéramos sabido, habríamos podido ayudarte. No habríamos dejado que nada te pasase, y tú no tendrías que haber...
Siente odio. Llora porque está enfadada. Llora porque el sentimiento se la está comiendo viva por dentro, y yo solo estoy aquí, viéndola desmoronarse.
Interrumpiendo su discurso, Jimin la tomó por los brazos, separándola de su cuerpo, y acercó su rostro al de ella antes de que pudiese deducir sus intenciones. La besó en los labios, resultando un acto superficial, pero lo suficientemente profundo para que el mayor pudiese percibir el sabor del chicle de fresa que Vika había estado masticando de camino a casa de Jungkook. Sus labios se hundieron dulcemente en los de ella, sin querer propasar las fronteras de lo que ya podría considerarse íntimo.
La joven brasileña quedó desconcertada, tanto que no fue capaz de reaccionar de primeras. Sus ojos estaban cerrados por inercia, pero también porque se sentía jodidamente bien. Había pasado mucho tiempo desde que Jimin la había besado en los labios por última vez y, al hacerlo, un cúmulo de sentimientos y recuerdos que habían quedado enterrados, emergieron.
Siempre vería a su Jiminnie como un amigo, pero no podía negar que existía una clara atracción sexual entre ambos. De lo contrario, jamás habría accedido a acostarse con él en más de una ocasión. Muchos dirían que eso no era correcto ni apropiado, pero poco les importaba lo que pudieran opinar terceras personas, porque sabían de sobra que su amistad no cumplía con el prototipo convencional.
Sin embargo, ¿qué más daba mientras que ellos estuviesen a gusto?
Se ayudaban, se apoyaban, se querían y, si les apetecía, se daban amor como solo ellos sabían hacerlo.
Nadie les diría cómo clasificar sus sentimientos.
Sus labios se desprendieron con suma lentitud, cosa que dejó a Vika boqueando como un pececillo, suplicando por más inconscientemente. Al fin se había tranquilizado; Jimin le había robado el aliento. Ahora, ninguno de los dos lloraba. Las lágrimas se habían quedado congeladas en el tiempo y la superficie cristalina que cubría sus ojos desaparecía poco a poco.
Jimin logró sonreírle, conmovido.
— Estaré bien mientras os tenga a vosotros, bebé. Por favor, no llores más por mí —Dirigió uno de sus pulgares a la mejilla húmeda de su mejor amiga y apartó las lágrimas que, a su juicio, sobraban. Vika permaneció inmóvil, hipnotizada por la sensación vibrante que los labios de Jimin habían dejado sobre los suyos. Una nueva sonrisa, más grande que la anterior, la eclipsó por segunda vez—. Vamos, con lo preciosa que eres. No merece la pena venirnos abajo, tú misma lo has dicho antes... Me duele verte así.
—¿Qué...? —Vika salió de su trance, sacudiendo la cabeza mientras sus pestañas aleteaban para desprenderse de la confusión— Pero, Jimi-
—Ve con Jungkook —le pidió, cortándola.
—¿Por qué? —quiso saber la chica, sin entender a qué venía el cambio de tema.
—Porque te necesita para pensar —le confesó Jimin, sus labios articulando palabras como si estuviese formulando alguna especie de hechizo—. Nunca lo dice, pero no le gusta estar solo. Hazle comprender que no es culpa suya, al igual que tampoco tuya. Ve con él, por favor. Ve y dale un abrazo. Bésale, dile que le quieres, que le quiero y que todo va a salir bien. Dile lo que yo ahora mismo no soy capaz de decirle porque no me siento con las fuerzas suficientes. Soy yo el que necesita un momento a solas, no él. —A continuación, sus dedos recogieron uno de los mechones que enmarcaban el rostro de Vika y se lo colocó tras la oreja con especial cariño— Y, por favor, asegúrate de que no hace ninguna tontería.
—¿Te refieres a...?
Yoongi, completó el mayor mentalmente.
—No creo que haga nada —admitió, suspirando—, pero está disgustado. No quiero que esté solo en un momento así. Aunque no lo parezca, se come mucho la cabeza.
—¿De verdad quieres quedarte aquí, Jimin? —interrogó Vika, asegurándose de que el pelirrojo no estaba diciendo aquello por mera modestia.
Él asintió y sonrió sinceramente.
—No tienes que preocuparte por mí. Venga, corre. Si no sales ya mismo, probablemente no puedas alcanzarle.
Recuperando fuerzas, Vika se puso de pie, ayudándose del impulso que consiguió al apoyar las palmas sobre los muslos de su amigo. Justo después, se inclinó, tomando al joven de las mejillas, y le plantó un beso en la frente.
— Llámame si necesitas algo, ¿entendido?
—Sí.
—Prométemelo.
—Qué cabezota eres, aigoo —rió Jimin, facilitando así el encontrar una semejanza entre sus mejillas y las de un recién nacido.
—Jimin...
— Está bien, está bien. Te prometo que te llamaré si necesito algo, ¿de acuerdo?
Esbozando una pequeña sonrisa tras oír su respuesta, Vika se deshizo lentamente de la mano de su amigo, la cual agarraba su muñeca con ternura. Se acercó hasta la puerta, pero justo cuando se disponía a cruzarla, Jimin la llamó.
— Oye, Vix.
— ¿Sí? —contestó, girándose.
—Te quiero —le dijo, no sin antes haber intercambiado miradas tan silenciosas como significativas.
Las piernas de Vika temblaron y, a continuación, notó algo parecido a un huracán poniendo boca abajo su corazón junto a cualquier idea previamente ordenada en su cabeza. Pero aun así fue capaz de pronunciar cuatro valiosas palabras que llenarían con su calidez el pecho de Jimin.
— Y yo a ti.
***
Vika encontró a Jungkook de camino a Namsan.
El muchacho solía seguir aquella ruta para hacer algo de ejercicio por las mañanas o, simplemente, dar un paseo mientras escuchaba música. No tenía ni punto de comparación con las playas de Busán, le había dicho él una vez, pero los paisajes oriundos de Seúl tenían su encanto personal.
Jungkook era un chico nervioso, alguien que necesitaba estar ocupado las veinticuatro horas del día, por eso podía pensar con mayor claridad cuando estaba activo. No se veía capaz de quedarse encerrado entre cuatro paredes, sentado o echado sobre la cama, dándole vueltas a la cabeza una y otra vez sumido en un rotundo silencio. No, eso le agobiaba.
En cuanto divisó su silueta alejándose del gentío para adentrarse en una calle más estrecha y solitaria, la morena aceleró. Su aliento era pesado y el ritmo cardíaco que mantenía le estaba advirtiendo que pidiese pronto una tregua si no quería desfallecer. Vika no pudo evitar replantearse la oferta que tantas veces le había hecho su novio acerca de irse a correr con él por las mañanas y que, por pura vagancia, siempre rechazaba.
Sin duda, necesito ponerme en forma.
La figura de Jungkook, de piernas musculosas y hombros anchos cubiertos por una chupa de cuero, parecía más cercana con cada zancada que daba. Su novio andaba a un ritmo lento y con aire distraído, como si estuviese evadido del mundo. Gracias a eso, Vika tardó menos en alcanzarle.
— ¡Jungkook!
El chico, al reconocer la voz que vociferaba su nombre, se detuvo y dio media vuelta, revelando un rostro invadido por el más genuino desconcierto. La joven trotó en su dirección, intentando respirar regularmente, y cuando llegó hasta él, soltó un largo suspiro que fue como dejar escapar el alma propia por la boca.
— ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Y Jimin?
La nariz de Vika estaba roja por el frío, y el mismo se encargó de mostrar el vaho con cada bocanada de aire que liberaba su agitado pecho. A pesar de que iba bien abrigada, podía sentir el soplo gélido del clima calándole hasta los huesos.
— Se ha quedado... En casa —alcanzó a decir. Inspiró en profundidad y miró directamente a su novio, quien todavía la observaba con aturdimiento y curiosidad. Sus finísimos labios, semejantes a los que curtiría un escultor renacentista, estaban separados y algo resecos; se había olvidado el bálsamo en su apartamento—. Ha dicho que necesitaba estar solo —aclaró Vika, haciendo una mueca mientras se llevaba una mano a las costillas, justo donde le atacaba el flato.
— Madre mía, parece que te hayan metido setenta y dos puñaladas. Venga, tus últimas palabras antes de palmar. —A pesar de tratarse de una burla, sonó entrañable. Jungkook mostró un indicio de sonrisa cuando Vika le pegó en el pecho, creando un sonido seco contra la piel sintética de cuero.
— Eres idiota.
El muchacho simuló una clásica cara de póker.
— Yo habría dicho algo más épico, pero vale.
— Sabes que no estoy acostumbrada a correr...
— Y... ¿Por qué lo hacías? Podrías haberme mandado un mensaje o algo para que te esperase, no sé. ¿Te crees la protagonista de una película de esas que echan los domingos por la tarde? —El flequillo oscuro cubría sus cejas, pero aun así no fue difícil percibir el movimiento socarrón en una de ellas.
— ¡Ay, y yo qué sé! No se me ha ocurrido en el momento. Y deja de incordiar ya, pesado.
Vika recuperó la compostura paulatinamente. Se llevó las manos a la bufanda y estiró de ella, tratando de desajustarla un poco para atenuar la sensación de ahogamiento. Jungkook se fijó en sus nudillos, enrojecidos, y, a continuación, frunció los labios, descontento.
— ¿Qué haces sin guantes? Se te van a quedar las manos congeladas —Sacó las suyas propias de los bolsillos de su chaqueta y tomó la mano de Vika, masajeándola cuidadosamente para mantener activa las circulación sanguínea. Después la arrimó a sus labios y echó su aliento sobre el dorso, calentándolo.
— Tú tampoco llevas guantes. ¿Y qué haces con esa chaqueta? Tendrías que haberte puesto una más gorda con el frío que hace —le regañó de igual manera Vika, arrugando el ceño.
Jungkook sonrió de medio lado, ablandado por su preocupación.
— Llevo un jersey de cuello vuelto, ¿eso no cuenta?
— Vas a resfriarte tontamente —opinó tras echarle un vistazo de arriba abajo.
— Umm, vaya, entonces supongo que tendrás que ayudarme a entrar en calor.
En vez de reír, Vika se mordisqueó el labio, mirándole con indecisión. Jungkook lo percibió, cambiando su expresión radicalmente a una de inquietud.
— ¿Qué ocurre?
— Jungkook, ¿adónde ibas?
A pesar de no entender a qué venía aquella pregunta, el moreno se limitó a responder tras encogerse de hombros.
— Solo estaba siguiendo el camino que lleva a Namsan, como de costumbre... ¿Por qué?
Le dio la sensación de que la chica ocultaba algo, y a eso le siguió un intento fallido de huir de la mirada atenta y escrutadora de Jungkook. El muchacho comenzó a pensar entonces en algún detalle que se le pudiera haber escapado de aquella conversación, tal vez algo relacionado con el hecho de que hubiese decidido seguirle.
— Quería asegurarme de que estabas bien —respondió Vika, acercándose tímidamente a él para buscar refugio en su pecho. Coló las manos bajo la chaqueta de cuero y las acomodó en la cintura del muchacho para resguardarlas del frío. Ella continuó hablando, con la cabeza agachada—. Jimin estaba algo preocupado, así que le he prometido que estaría pendiente de ti.
Jungkook ladeó la cabeza, aguantándose las ganas de sonreír ampliamente clavando sus dientes en el labio inferior. Hizo un sonido de absorción, como si tratase de sacarse sangre a sí mismo, y envolvió el cuerpo de Vika con sus brazos.
— ¿Estás cuidando de mí?
Su novia asintió, devolviéndole la mirada con decisión.
Jungkook mostró su graciosa dentadura, brotándole una risita suave justo después. Sin poder resistirse, puso una mano sobra la cabeza de la morena y despeinó ligeramente su cabello.
— Qué mona ereeees —canturreó, inclinando la cabeza para juntar su frente con la de ella.
Vika gruñó por lo bajo y tomó su muñeca con gesto severo antes de que Jungkook alcanzase a darle un beso en los labios.
— Sabes que conmigo no hace falta que finjas, Jungkook. Sé sincero, por favor.
El chico se mostró sorprendido por su respuesta. No esperaba una reacción como aquella, pues habitualmente le seguía el juego, pero no parecía que Vika estuviese allí para perder el tiempo bromeando. Bajó su mano lentamente y volvió a posicionarla en la cintura de la joven, esta vez con más precaución.
— ¿A qué te refieres? —preguntó, siendo riguroso.
La brasileña relajó su expresión y apretó levemente la cintura de su chico con sus dedos.
— Sé de sobra cómo te sientes. Todo este asunto de Yoongi...
Al mencionar al rapero, Jungkook apartó la mirada y comenzó a pellizcarse la cara interna de las mejillas con los molares. No quería hablar del tema. De hecho, se había ido de su apartamento precisamente para no tener que escuchar nada más al respecto. Le hacía sentir un completo inútil y un mal novio. Lo que necesitaba en aquel momento era organizar sus pensamientos, y lo estaba consiguiendo hasta que...
— Nena, ahora no, por favor... —le rogó, dejando caer los hombros con cansancio y moviendo la cabeza con tedio.
La chica subió sus manos y cubrió las mejillas de Jungkook con ellas. Ambos estaban helados, pero a ninguno pareció importarle. Se centraron en sus miradas, que tenían más que decir que sus bocas.
— Eh, tranquilo, que no he venido a echarte el sermón. Solo quiero que tengas una cosa en mente: tú no podías hacer nada —Las cejas de Vika se habían fruncido, preocupada por el tipo de pensamientos destructivos que podrían estar abarcando la mente del mayor en aquel momento— , y yo tampoco. Nadie ha tenido la culpa de nada en este asunto, ¿me oyes? —Jungkook no dejó de mirarla ni un instante. Se negaba a pestañear, y cuando ella le preguntó, asintió con dilación— Bien. Ahora, si piensas hacer tu camino hasta Namsan para reflexionar, adelante, pero ni se te ocurra martirizarte. Es más, te lo prohíbo. No voy a permitir que creas que le has fallado a Jimin, porque él jamás pensaría algo así de ti, y yo tampoco, ¿te queda claro, Jeon Jungkook?
El joven suspiró, estirando seguidamente los labios para formar una inocente y débil sonrisa. Delicadamente, atrajo a la muchacha por los hombros y le ofreció un lugar calentito entre sus brazos. Vika unió sus manos tras su cintura y apoyó la mejilla derecha contra su pecho. El moreno bajó los labios hasta que los tuvo presionados contra la coronilla de su novia, la cual colmó a besitos.
— ¿Cuándo has madurado tanto? —susurró, soltando una suave risita entre dientes—. Me encantas. Lo sabes, ¿no?
— Yo también me encanto —Vika permitió que sus párpados descansasen al verse atraída por la ardiente sensación que libraba a sus extremidades del entumecimiento.
— Por cierto, ¿te dolió cuando te caíste del cielo?
La joven abrió los ojos de golpe, sabiendo lo que venía a continuación.
— No empieces, por Dios.
— Ups, se te ha caído el papel que te envuelve, bombón.
— La madre que te... Eres un cutre de mierda.
— ¿No te ha gustado? Bueno, déjame pensar otra.
— No, no. Mejor cállate.
— ¡La tengo! —Jungkook carraspeó y trató de poner una voz seductora, la cual sobreactuó a propósito— Hey, nena, quisiera ser rimmel para correrme en tu ca-
— ¡O.K.! He tenido más que suficiente.
Vika le apartó de un empujón, soltándole una sarta de insultos mientras Jungkook se desternillaba con su adorable —aunque, en aquellos momentos, irritante— risita infantil de villano de Disney.
— Está bien, perdona, he cruzado la línea. ¡Pero no te vayas, mujer! ¡Cariño, he dicho que lo siento!
Jungkook estiró los brazos hacia ella, abriendo y cerrando sus manos como un niño que pide a su madre que lo coja en brazos. Sin embargo, Vika tenía el instinto maternal donde Jungkook el sentido del humor: en el mismísimo culo.
— No, no. Déjame, que te has cargado el momento romántico de lleno —le contestó secamente mientras hacía aspavientos con las manos para que no pudiese detenerla.
Jungkook fingió tener un berrinche como si tuviese cinco años en vez de veintiuno, y persiguió a Vika a lo largo de la calle, dando saltitos e intentando abrazarla por detrás, pero la chica se propuso vengarse no haciéndole ni caso. Diez minutos después, estaban paseando de la mano —ya reconciliados— por una zona serena y más amplia que la anterior. A pesar de tener más transeúntes, no era muy bulliciosa.
— ¿Crees que me he pasado antes? —Jungkook inició un balanceo con la unión de sus manos, su mirada ascendiendo para quedarse pendientes del cielo encapotado, cortado por los cables de alta tensión que conectaban un poste con otro.
— Un poco, sí. Pero ya he asumido hace mucho que eres un guarro.
El chico negó con la cabeza, riendo.
— No hablo de eso. Me refiero a lo que ha pasado en mi casa con Jimin. ¿Crees que he sido algo duro con él?
Su acompañante emitió un sonido reflexivo, manteniendo los labios unidos. Cuando cesó, chasqueó la lengua.
— Nos guste o no, tiene sentimientos por Yoongi, y tú has amenazado con mandar al chaval de vuelta a Daegu de una patada en el culo, básicamente. —Desvió la mirada hacia el joven y aprovechó para torcer el gesto, anticipando su respuesta final— Muy bien no le habrá sentado.
— Yoongi puede irse a la mierda —bufó el mayor. Se le ponía mala sangre tan solo con mencionar su nombre. Llenó su pecho de aire para retomar la calma y lo soltó lentamente por su nariz— Sin embargo, creo que debería disculparme con Jimin... Mi comportamiento ha sido un poco inadecuado.
— Tienes derecho a enfadarte, Kook. No te sientas mal por ser humano —Se arrimó a él, frotándole gentilmente el brazo, para luego engancharse a este. No hubo respuesta por parte de su novio, y eso fue algo que, sinceramente, le extrañó. Por esa misma razón, unos segundos más tarde alzó la cabeza, encontrándose con una medio sonrisa esbozada en los labios del chico, con su prominente nariz graciosamente arrugada— ¿Qué?
— Últimamente hablas como Jimin. Me alegra de que cada vez congeniéis mejor.
Fue automático recordar el beso que hubo entre ellos unos minutos atrás. Vika lamió sus labios sin ser consciente de ello, recreándose en el sabor y el roce de la lengua de Jimin.
— Es una persona con la que es fácil llevarse, ya lo sabes —Se encogió de hombros, sin quere darle más importancia, y observó cómo sus pies se movían acompasados, pisando la acera de un color gris desgastado.
—...Creíais que iba a buscar a Yoongi, ¿verdad? —supuso el joven de la nada.
Al principio, a Vika le sorprendía que Jungkook fuera tan perspicaz, pero tras medio año de relación, pocas cosas eran las que no se esperaba ya de él. Al chico no se le escapaba ni una, y era asombrosa la capacidad analítica que poseía, cómo lograba sacar una deducción acertada con solo hilar un par de datos.
La más joven no hizo más que suspirar y darle una respuesta asertiva con un gesto de cabeza.
— ¿En serio me veíais capaces? —Jungkook arqueó una de sus cejas con curiosidad.
— Teníamos dudas. Sabíamos que te enfadarías, pero no sabíamos hasta qué extremo.
— Bueno, reconozco que he tenido días mejores y, no voy a mentir, he pensado en partirle a ese capullo todos y cada uno de los doscientos seis huesos del cuerpo... Pero una cosa es imaginarlo, y otra muy diferente llevarla a cabo. —Movió la cabeza de derecha a izquierda— No, creo que es mejor no rizar más el rizo. Al fin ha terminado esta pesadilla después de dos años, y lo único que quiero ahora mismo es que Jimin pueda superarle lo antes posible —Permaneció ausente por una fracción de segundo, con los ojos bien abiertos, para después realizar un sonido de succión, apretando los dientes, al mismo tiempo que se frotaba el ceño con un par de dedos— Siento que hayáis tenido que verme así. Seguro que he dado una imagen pésima.
Jungkook había dejado atrás su faceta más despreocupada para demostrar que estaba realmente avergonzado. Vika recordó entonces la razón por la que terminó profundamente enamorada de él, y es que Jungkook podía ser un completo payaso la mayor parte del tiempo, pero sabía cuándo debía tomarse las cosas en serio. Su corazón era tímido a la par que sincero. No era una persona que ocultase sus sentimientos, sino que priorizaba los de otros porque sabía gestionar los suyos propios, y aun así trataba de encontrar el momento adecuado para expresar cómo se sentía ante los demás.
Jeon Jungkook era equilibrio, paz y seguridad, pero, principalmente, seguía siendo humano, y puede que eso fuera lo que conquistó a Vika; la falta de pudor a la hora de mostrar su humanidad.
— De eso nada. Ya te he dicho que no tienes que pedir perdón por sentir algo tan normal como lo es la rabia o la impotencia. Yo también me he sentido así, y lo sigo haciendo. Lo importante es que te des cuenta y termines siendo razonable.
Ambos se detuvieron en una curva que hacía esquina con una pescadería. No era el sitio más indicado para tener una charla emotiva, pero qué se le iba a hacer, si Hoehyeondong estaba invadido de comercios tradicionales.
Vika se plantó en frente del chico y estiró sus brazos, dispuesta a rodear su cuello.
— Se acabaron los lamentos, ¿de acuerdo? A partir de hoy, comienza una nueva etapa. Ahora seremos Jimin, tú y yo, y que te quede claro una cosa: aunque haya otras personas, yo siempre os pondré por encima de cualquiera. Que esto nos sirva de experiencia. Pienso protegeros pase lo que pase, Jungkook. Puedes tomarme la palabra.
Una sonrisa pequeña pero repleta de orgullo fue en aumento en el rostro del moreno conforme escuchaba a su novia hablar con tanta convicción. Cuando le daba por ser tan decidida, madura y contundente conseguía despertar en él algo más que su instinto primitivo. Jungkook deslizó un brazo tras su cintura y presionó su espalda baja, apegándola a su abdomen con extrema confianza.
— Me acabas de poner como un tren —ronroneó, acariciando la punta de su nariz con la suya.
— Pues estás de suerte, porque sé cómo manejar los mandos.
Jungkook la tomó de la nuca con su mano libre y devoró sus labios. Acabaron fundiendo sus lenguas con ganas, ignorando el olor a mar a sus espaldas.
Al final iba a resultar que, los daños colaterales, traían consigo lecciones de vida.
El siguiente capítulo será el último y será especial, puede que algo cortito. Pero luego quedará el epílogo, el cual me parece a mí que será muuuy largo ❤ *se va a llorar a una esquina*
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