M (I)
10 de octubre de 2018, miércoles.
Vika cerró el paraguas antes de entrar en el establecimiento.
Su mejor amigo le había pedido quedar en la cafetería favorita de ambos, donde pasaban a menudo sus ratos libres. Según la conversación que habían mantenido por Kakao hacía un par de horas, Jimin tenía algo importante que decirle. La chica no dudó en acudir en cuanto intuyó que necesitaba su ayuda, y se sintió agradecida por que le hubiese contactado, ya que, en los últimos días, no había sabido nada del pelirrojo, y la preocupación comenzaba a hacer mella en su pecho.
Visualizó al chico de rostro anguloso en una mesa del fondo, al lado de las amplias cristaleras por las que la lluvia caía, tiñendo con hilos de agua la deformada imagen de la ciudad que había detrás. Aquel lugar simulaba una casita rústica con tonalidades blancas y marrones claro, haciéndola un sitio acogedor, con mucho encanto y, lo más importante, apropiada para mantener una charla tranquila.
Se acercó a Jimin mientras se quitaba su bufanda y se desabrochaba su chaqueta. La muchacha lo llamó cuando estuvo a unos escasos metros y levantó una mano, sonriente. Jimin parecía ensimismado, pero fue capaz de doblar sus labios en una diminuta sonrisa para darle la bienvenida a su amiga. Verla allí lo animó, y, de hecho, su presencia lo ayudó a recobrar un poco la compostura.
— Hola, ¿llevas mucho tiempo esperando? —inició Vika, acomodándose en la silla que había en frente de él.
— No, tranquila. He llegado hace nada.
En realidad, llevaba allí sentado diez minutos, pensando en cómo explicarle a su amiga lo que le pasaba. Vika había llegado puntual; era él el que se había propuesto comparecer con antelación en el punto de encuentro, porque no soportaba más estar en casa comiéndose la cabeza.
— ¿Quieres que te pida tu batido de chocolate con nata montada y tarta de limón?
Jimin se dio cuenta de que Vika se olía algo. Ella sabía perfectamente que esos eran sus sabores favoritos y que siempre recurría a ellos cuando estaba bajo de ánimos. Que fuese tan atenta le conmovió, pero aquella actitud no era una novedad en lo absoluto. La joven siempre había sido muy buena con él, de la misma forma que Jimin fue cariñoso con ella desde el primer momento. Los dos se tenían en muy alta estima, y cada vez era más notorio.
— Eso me gustaría mucho, sí —aceptó, con una voz que se antojaba tan relajada como adorable.
— Bien. Enseguida vuelvo, Jiminnie —le avisó, la ternura deslizándose en cada palabra, y sus dedos rozándole el hombro con cariño y delicadeza.
Jimin observó cómo Vika se acercaba al mostrador y pedía el tentempié con el que se colmarían. Mientras esperaba, se dio el lujo de perderse entre sus pensamientos más disparatados. Imaginó que protagonizaba una escena crítica de esos dramas tan famosos que echaban en la televisión, con personajes casualmente muy apuestos, pero con vidas de lo más rutinarias. De la misma manera, fantaseó con versionar el estereotipo americano de la ruptura, el cual consistía en una chica quedándose en la comodidad del sofá de su casa, viendo películas tristes mientras se hinchaba a chocolate y helado. Pensándolo bien, él estaba haciendo algo parecido, con la diferencia de que se encontraba en un sitio público, en compañía y dispuesto a comerse un trocito de tarta.
El universitario se había obligado a sí mismo a concertar la quedada en un lugar donde hubiese mucha gente, porque así no le quedaría otra que aguantarse las ganas de llorar. Sabía que si hablaba con Vika en privado no podría resistirse y acabaría con un pañuelo bajo su nariz, limpiándose los mocos y llorando a mares.
Había estado así desde que rompió con Yoongi.
Antes de poder darse cuenta, ya estaba pensando en él. ¿Por qué todo conducía siempre al mismo cauce, a ese que estaba terminantemente prohibido, podrido y envenenado?
No supo por cuánto tiempo estuvo empecinado con esa metáfora, pero, por suerte para él, su mejor amiga apareció y le salvó de sí mismo y del suplicio que lo atosigaba. Se obligó a sonreír, primero porque quería agradecerle que se hubiese tomado las molestias de haber traído su pedido, y segundo, porque no quería inquietarla en exceso.
Ella había escogido un capuccino de vainilla y una porción de tarta de queso. Conociendo sus capacidades, ambas cosas cabrían indudablemente en su estómago.
— Gracias por venir.
Fue lo primero que dijo Jimin después de que ambos permaneciesen en silencio durante un minuto y medio, tan solo dándole vueltas a sus respectivas bebidas mientras contemplaban la lluvia. Las gotitas eran una buena banda sonora, relajante y mansa. Jimin era consciente de que Vika no había hablado antes porque quería respetar su espacio y esperar a que él estuviese listo, aunque, de normal, tampoco solía empezar las conversaciones. Por mucho que los nervios y la curiosidad se la estuviesen comiendo por dentro, sabía aguardar y ser paciente. Esa era una de las muchas cosas que a Jimin le gustaba de ella.
Vika estiró las comisuras, formando una diminuta sonrisa.
— Sabes que no es ninguna molestia... ¿Qué ocurre?
Jimin apartó los ojos de su batido. Todavía no lo había probado. Se acercó la pajita a los labios y sorbió antes de decidirse a hablar. El sabor a chocolate lo reconfortó.
— Pues, en primer lugar, quiero pedir perdón si te he preocupado. No he estado muy atento al móvil estos últimos días, y mandarte ese mensaje de repente... Habrá sido chocante para ti. Lo siento, pero tenía cosas en las que pensar...
Se relamió los labios mientras jugaba con uno de los anillos en su mano derecha. No quería agobiarse antes de contarle el principio siquiera, así que fue por partes, poco a poco.
— Tranquilo, lo entiendo —dijo Vika en respuesta mientras ladeaba el tenedor para partir un trocito de su tarta—. Pero... ¿tú estás bien?
Sonrió con amargura, acto que Jimin imitó.
— Bueno, no del todo... Por eso quería hablar contigo. He tomado una decisión y... N-No sé si he hecho lo correcto, pero yo... Yo solo he hecho lo que pensaba que era mejor para mí. Tú y Jungkook me lo dijisteis tantas veces que... —Se detuvo, ahogando un suspiro tembloroso.
La expectación que se creó fue tal que Vika paró de comer. Con una mano en el aire, sosteniendo la cuchara, los ojos bien abiertos y los labios tan separados que cualquier mosca podría adentrarse en su cavidad bucal, se echó hacia adelante. Jimin no era de la clase de persona que se encerraba en su cuarto sin motivo alguno. Es más, era una actitud que chocaba con su forma de ser.
La situación requería toda su atención.
— Jimin, ¿qué has hecho? —le preguntó a la vez que fruncía las cejas con desasosiego.
— He roto con Yoongi.
Los ojos de Vika se fueron agrandando hasta llegar a su límite. Por una parte, había estado esperando a que llegase el día en el que Jimin se diese cuenta de que no le convenía estar con ese chico, pero, por otra, no cabía en su asombro. ¿Cómo no se lo había visto venir? Se sintió algo estúpida y no lo suficientemente observadora, pero, sobre todo, sintió impotencia, porque no supo qué decir.
No quería soltar el típico discurso cliché para salir del aprieto. Con un "cuánto lo siento", estaría mintiendo, y dudaba que un "hay muchos más peces en el mar" pudiese animar a Jimin encontrándose en la fase post-ruptura. Un pequeño comentario inadecuado podría sentarle terriblemente mal al pobre, o al menos así lo veía ella al tratar de ponerse en su piel.
Vika deseaba con todas sus fuerzas dedicarle unas palabras que pudiesen ayudar y confortar a Jimin. Por desgracia, era pésima para las situaciones serias y, la mayoría de las veces, acababa metiendo la pata.
— P-Pero, ¿qué...? Dios mío, ¿qué ha pasado?
Reposó ambas manos sobre la mesa, muy cerca de las de Jimin en caso de que este necesitase algo de apoyo a través del contacto físico. El chico se humedeció los labios, ansioso y sin querer mirar a la morena. Continuaba cambiando sus anillos de sitio mientras trataba de hallar las palabras más adecuadas para dar una explicación breve y concisa.
— Hacía un tiempo que no estábamos muy bien... Es decir, nuestra relación siempre ha sido algo caótica, ya lo sabes. Teníamos nuestros altibajos, como todo el mundo, pero el rumbo que estábamos tomando estas últimas semanas... —Al muchacho se le aguaron los ojos sin que pudiese hacer nada por evitarlo. Ciertos recuerdos se paseaban por su cabeza, torturándolo. Tardó unos segundos en recuperar la voz, pero, cuando lo hizo, continuó con un tono más flojito y consternado— No pude soportarlo. Simplemente, no pude lidiar con ello, Vika. Necesitaba alejarme de él.
La última declaración puso los pelos de punta a la joven. Inconscientemente, agarró su taza, aún tibia, y presionó las palmas a ambos lados de esta para recuperar la calidez que le habían robado las palabras de Jimin.
— ¿A qué te refieres...? —El pelirrojo agachó la cabeza por completo, pasándose una mano por el flequillo, pero, a diferencia de otras veces, no se lo retiró, sino que se lo echó más hacia adelante para cubrir su mirada. Vika frunció el ceño, preocupada por su reacción. Entonces, su voz se llenó de fuerza y se irguió con aire decidido— Jimin. Jimin, cielo, está bien, ¿de acuerdo? Tómate tu tiempo. —Extendió su mano y tomó los pequeños dedos del pelirrojo, consiguiendo que la mirase con unos ojillos acuosos y apocados. Su amigo se llevó disimuladamente la otra mano a la nariz, intentando no moquear—... ¿Te ha hecho algo? ¿Es eso?
No se podría decir cuál se asustó más de los dos: si Vika al verse obligada a formular tal pregunta o Jimin al ser el cuestionado que tenía que responderla. Lo que estaba más claro que el agua era que el ambiente ya no les resultaba tan hogareño; la calidez se había esfumado como una cobarde, no sin antes dar paso a la conmoción.
Jimin absorbió por la nariz disimuladamente y se limpió con rapidez las lágrimas para que nadie le viese.
Qué sorpresa, pensó, tocando sus húmedas pestañas.
Estaba hecho un llorón desde muy pequeño, ya se lo decía su madre, y parecía que los años no le habían cambiado mucho en ese aspecto. Al chico no le avergonzaba que le viesen derramar unas cuantas de lágrimas. Lo que realmente podía con él era la razón que le provocaba la angustia y el llanto.
— No ha sido su culpa... Él no lo hace a propósito, de verdad. Te aseguro que es un amor de chico, Vix. Créeme. Yo debería haber tenido más cuidado con lo que dije.
— ¿De qué estás hablando? —quiso saber ella, más intrigada que nunca y apretando con fuerza la mano de su amigo. Para ser sinceros, no estaba muy segura de querer descubrir la verdad.
El pelirrojo cogió aire y confesó.
— Hace unos días, Yoongi y yo discutimos en su apartamento. Ni siquiera sé cómo empezamos, pero recuerdo que nos dijimos cosas horribles. Yoongi se enfadó muchísimo conmigo y, bueno... Se le fue de las manos. —Parecía altamente avergonzado a juzgar por la forma en la que hundía el cuello entre sus hombros— Me pegó.
Fue como un suspiro. Uno cargado de mil punzones de punta ardiente. Vika desencajó su mandíbula, resultándole imposible disimular la estupefacción que la poseyó. Era consciente de que la relación que tenían nunca había sido muy sana, pero jamás se imaginó que podría pasar a mayores. Sin embargo, ¿qué podía esperarse de una pareja tan agridulce?
— ¿Qué coño? —espetó, atónita.
— Shh, shh —le pidió Jimin apresuradamente, moviendo las manos hacia abajo para que modulase el tono.
— ¿Cuál es su problema?
—Por favor, no se lo digas a nadie —suplicó en lugar de sacarla de dudas.
Vika parpadeó confusa, analizando el rostro de Jimin. Tenía las cejas fruncidas, ojos hundidos en temor y tristeza, párpados rojos e hinchados, y sus labios temblaban, haciendo su mayor esfuerzo por no formar un penoso puchero.
Era la primera vez que le veía en tal estado, y rezaba para que no hubiese una segunda, porque su pecho se revolucionaba embravecido y colérico ante un Jimin maltratado.
Joder, no es que el mundo fuese injusto, sino que era directamente una mierda para las buenas personas.
Jimin se merecía ser feliz, tener a su lado alguien que lo apreciase, que lo quisiese, que lo respetase, que lo cuidase, que le aportase unos valores en vez de penurias y desgracias.
Maldito Yoongi. ¿Por qué tuviste que aparecer en su vida?
— ¿Que no se lo diga a nadie? Jimin, ¿te das cuenta de la gravedad del asunto? Si se ha atrevido a levantarte la mano, yo...
— No fue tan horrible como ha sonado.
— Entonces, ¿por qué no quieres que nadie lo sepa?
Vika se cruzó de brazos al tiempo que Jimin percibía un tembleque en sus extremidades.
— Es que él ... Él no suele ser así —dijo en su defensa, con un respirar ahogado—. Normalmente se controla, te lo juro. Fue... B-Bueno, fue un puñetazo, pero no me ha dejado apenas marca. ¿Ves? Ahora estoy bien. —Señaló su mandíbula, donde se estaba formando un moratón, pero la morena apenas pudo verlo, ya que Jimin volvió a cubrirse con su bufanda de inmediato. Sonrió temblorosamente, envolviendo las manos de la chica entre las suyas. Vika no supo si trataba de convencerla a ella o a sí mismo— Yoongi no quería hacerme daño, fue un accidente. Otras veces ha calculado mejor su fuerza...
El rostro de Vika cambió de repente al reparar en un detalle.
— Espera, ¿cómo que "otras veces"?—Alzó una ceja, tornándose muy, pero que muy recelosa. Jimin selló sus labios, nervioso— ¿Es que ha habido más de una?
— N-No... Es decir, alguna que otra vez me ha dado un empujón, pero eso no cuenta. —Jimin se vio obligado a añadir una palabras tranquilizadoras al ver el rostro horrorizado de la chica— No es tan malo como tú te piensas, bebé, de verdad. A menudo teníamos peleas así, luego nos disculpábamos cuando estábamos más tranquilos y todo volvía a la normalidad. Son cosas que pasan, ¿no? Lo importante es arrepentirnos y pedir perdón... —se explicó, aunque de forma dudosa, y con una sonrisa trémula que no la apaciguó en absoluto.
Vika mantuvo su ceño fruncido, molesta e intolerante ante los hechos. Muy seria, se dispuso a responder.
— Yo he discutido muchas veces con Jungkook y jamás se ha atrevido a levantarme la mano, Jimin, por muy enfadado que estuviese conmigo.
Jimin apretó los labios, sabiendo en el fondo que su amiga tenía razón; las acciones de Yoongi no tenían justificación. Pero algo en él, tal vez el cariño que todavía le guardaba a su ex, le impedía admitirlo y ver más allá de la venda que alejaba su visión de la verdad.
Pensó en su relación con Jungkook. Nunca había tenido discusiones demasiado fuertes con él, por lo que pocas veces lo había visto fuera de sí. No obstante, conocía esa parte de su novio, porque si había alguien experto en sacarle de sus casillas, ese era Taehyung, y por muchas veces que este le dijera de arreglar sus diferencias a puñetazo limpio, Jungkook siempre optaba por la palabra. El muchacho podía tener su mal carácter —Jimin y Vika eran testigo de ello—, y podía maldecir, gritar, y despotricar sin vergüenza alguna. Pero jamás de los jamases llegó a ponerle un dedo encima a alguien por iniciativa propia.
— Jungkook es muy diferente a Yoongi.
— Eso no es excusa.
— Pero...
— Vale, cambiemos de ejemplo. ¿Te parecería bien si Taehyung me diese una bofetada en medio de una discusión?
— ¡No! Por supuesto que no, es solo que...
— ¿Entonces?
— Yoongi estaba arrepentido —reiteró cuando no tuvo argumentos en los que respaldarse—. Me dijo que no volvería a pasar y me pidió perdón. Él... Él siempre se disculpa. Fue culpa mía, no suya.
La joven bajó los hombros y le observó con desaliento. No parecía que fuese Jimin el que hablaba. En su lugar, un total desconocido asumía el mando, con líneas programadas para sacarlas por su boca en caso de que alguien intentase hacerle entrar en razón.
¿Hasta qué punto había sido manipulado?
De entre los dos, Vika fue la única que se dio cuenta de que su amor por Yoongi se había convertido en una virulencia. Le protegía y asumía la culpa con una inercia enfermiza, aparte de que se empeñaba en excusar actitudes inaceptables.
Aquel era un falso amor. Una ilusión tóxica que borraba la esencia de Jimin para convertirlo en una simple marioneta. O, más bien, en un diana perfecta en la que Yoongi podría descargar sus dardos envenenados. De alguna forma, se las había apañado para moldear su ponzoña y hacerla atractiva para que el pelirrojo bebiese de ella.
Era espeluznante.
— Jimin... No tienes razón.
Al final, el pelirrojo expulsó todo el aire atorado en su pecho, derrumbándose al darse cuenta de que intentaba engañarse a sí mismo, porque la realidad dolía demasiado.
— Lo sé. —Se llevó una mano al centro de la cara y se frotó la frente, rompiendo a llorar otra vez— Joder, lo sé...
— No, no... —gimió Vika; no soportaba verle así de mal.
Sin dudarlo, se levantó de su asiento y se situó justo al lado de Jimin, pasando un brazo por sus hombros para abrazarle. El chico dejó caer su cabeza en el pecho de su amiga, escondiendo su rostro, avergonzado. Vika le estrechó contra su cuerpo y acarició mimosamente su espalda, dándole consuelo mientras le susurraba que todo iría bien.
— Le quiero mucho, Vika. Le quiero tanto...
Los sollozos eran casi incomprensibles, gangosos.
— Lo sé, bebé, lo sé. —Dejó un beso en su coronilla antes de apoyar la mejilla contra esta.
— ¿Qué he hecho mal? —se preguntó, atragantado por su propia saliva— ¿P-Por qué... Por qué no soy lo suficientemente bueno para él?
— No pienses que es culpa tuya, Jiminnie, porque no es así —dijo Vika, por una vez segura de sus palabras al cien por cien. Dejó de tocar su espalda y hundió los dedos en su cabello anaranjado, en el cual comenzaban a ser visibles las raíces negras—. Has hecho lo que tenías que hacer. Él no ha sabido valorarte, así que, que le den. Te irá mucho mejor sin él, créeme.
— ¿De verdad crees que lo he hecho bien? —preguntó el mayor, alzando un poco su mirada, pero sin querer salir del todo de su escondite.
Vika le miró a los ojos y asintió.
— Sí, y estoy orgullosa de ti por haber tenido el valor de tomar esa decisión, Jimin. Sé que no es fácil.
Un voto de confianza arrojado con tanta certeza sobró para que el muchacho se abrazase a su cintura como un bebé buscando el calor maternal. Sentaba bien que alguien se esmerase en comprenderle y quitarle el peso que cargaba sobre sus hombros, pero, por otra parte...
— Entonces, ¿por qué me siento tan mal? —dubitó.
— Supongo que es porque todavía tienes sentimientos por él. Es muy reciente, al fin y al cabo... Pero creo que lo mejor que puedes hacer es olvidarte de él, y, cuanto antes, mejor. Yoongi no se merece que le quieras.
— Yoongi necesita a alguien a su lado... Es justo lo que necesita, Vika. Si le conocieras... Dios. Ha sufrido tanto que ha llegado al punto de creer que no se merece ser amado. Yo quería demostrarle que se equivocaba, que no tenemos por qué estar solos. No quería dejarle, te juro que lo último que deseaba era hacerle daño como los demás... Pero no he podido ayudarle. A pesar de que lo he intentado, no ha sido suficiente. Soy un inútil.
— No digas eso, Jimin. No voy a dejar que creas ni por un segundo que lo que le pasa es culpa tuya, ¿me oyes? No podemos ayudar a alguien que no quiere ser salvado.
Y esa era la única verdad, porque Yoongi era como un perro famélico merodeando por los callejones, lamiéndose las heridas, pero siempre dispuesto a morder a la mano ajena que intentaba darle de comer. ¿Significaba eso que era un caso perdido, que su pobre alma resquebrajada ya no tenía salvación alguna? Aquel pensamiento tan solo entristeció más a Jimin, y el mismo agravaba el dolor en su corazón, porque sentía que amaba a Yoongi con locura, pero, al mismo tiempo, advertía que no era un sentimiento recíproco.
Si de verdad me quisiera, no me haría tanto daño, concluyó.
Transcurrieron unos minutos más y los jóvenes no cambiaron de posición: Vika permaneció abrazando a su amigo y le susurró palabras que pudieran animarle, mientras que Jimin se acurrucaba cada vez más entre sus brazos, con la cabeza apoyada en su hombro. Era una estampa muy tierna que hubiese captado la atención de más de uno de no ser porque se encontraban en las mesas más alejadas de la entrada, junto al hueco de las escaleras que conducían hasta la segunda planta.
Jimin comenzó a separarse y Vika aprovechó para tenderle una de las servilletas que había en la mesa para que se sonase los mocos.
— Gracias por escucharme... —agradeció cuando acabó, doblando poco a poco el trozo de papel— Necesitaba hablar con alguien, y a Jungkook le tengo muy harto con mis tonterías...
Vika tenía muy presente los momentos en los que su novio le habló sobre Jimin y Yoongi. No le gustaba dar muchos detalles, pues decía que no era asunto suyo, pero a veces le frustraba tanto lo que le contaba Jimin que necesitaba desahogarse con alguien y, ese alguien, era ella. Así que, sí, estaba al tanto.
Frunciendo el ceño, la chica no dudó en mostrar su desacuerdo.
— No es verdad. Jungkook siempre va a estar ahí para escucharte, Jimin, pase lo que pase. Te quiere y se preocupa por ti.
El pelirrojo asintió lentamente. Las palabras de su amiga habían conseguido sacarle una diminuta sonrisa, ya que no estaba diciendo ninguna mentira.
— Sí... Sí, sé que lo hace. Precisamente por eso no quería hablarle de esto por el momento. Conociéndole, se pondría muy nervioso. Ni siquiera sé si debería contárselo.
— Debes hacerlo —opinó la morena, plenamente convencida.
— Pero, ¿para qué? Lo hecho, hecho está. Decírselo no cambiaría nada —contrarrestó su amigo, mirando sus propias manos siendo presionadas contra su regazo—. Tan solo complicaría las cosas, y yo quiero pasar página.
Se quedaron en silencio. Vika supo por qué su amigo no estaba dispuesto a revelar nada. Todo se resumía a un solo sentimiento: miedo. Jungkook podía llegar a ser muy impulsivo, y cuando un ser querido se veía afectado, le costaba quedarse al margen. Era un defecto casi imposible de corregir en su persona. No sería de extrañar que fuera en busca de Yoongi para decirle cuatro cosas y, teniendo en cuenta la hostilidad del rapero, ¿quién sabía cómo podría acabar la cosa?
Después de todo, Jimin era una de las personas más importantes en la vida de Kookie, y le atesoraba como al que más. Vika no podía imaginar hasta qué punto podría enloquecer si se llegase a enterar de lo que había sucedido con Yoongi, pero le dio un escalofrío al imaginarlo. Probablemente, Jungkook entraría en tensión, transformando su dulce mirada en una letal. A continuación, un silencio sepulcral se haría con el control, y después... No supo qué pensar, pero el instinto le dijo que nada bueno podía pasar.
Por un breve instante, consideró darle la razón a Jimin para que todo quedase entre ellos, pero su parte más razonable actuó a tiempo, gritándole que no podían ocultarle algo tan importante a Jungkook. Una mentira tan solo podía llevar a más mentiras, y Vika no estaba dispuesta a que la estrecha relación que existía entre los tres se contaminase por una cuarta persona que ni siquiera conocía.
La comunicación era lo más importante.
La sinceridad era esencial, aunque... ¿hasta qué punto?
— Yo estaré contigo —Vika tomó las manos de su mejor amigo y acarició el dorso de estas con sus pulgares primorosamente. Jimin la miró a los ojos, y ella le dedicó una suave sonrisa—. Te apoyaré en lo que haga falta, Jiminnie... Pero debes contárselo a Jungkook. Tarde o temprano, lo acabará sabiendo, y si se lo ocultamos será incluso peor. En el fondo sabes que es así, pero tienes miedo, y lo entiendo. Creo... Creo que yo también lo tengo. —Pestañeó, dudando sobre si debería haber dicho eso, pero ya era demasiado tarde, así que se aclaró la garganta y continuó— No tienes que hacer esto solo. Te ayudaré, estaré para lo que necesites, lo juro... Pero debes prometerme que se lo dirás, Jimin. Por favor, prométemelo.
El muchacho se vio envuelto en un dilema que tuvo que enfrentar en ese preciso instante. Valoró apresuradamente en su cabeza los pros y los contras, pero no pudo hacerlo como era debido. Sus pensamientos estaban hechos un lío, un matojo de inseguridades e indecisiones. Un nudo se instaló a la altura de su garganta y un peso invisible le dificultó el respirar. ¿Era una buena idea seguir el consejo de Vika o debía insistir en que guardase su secreto?
A él no le parecía tan grave. Al menos, quería creer que no era para tanto. Los seres humanos cometían errores y no se les podía condenar eternamente por ellos. Le costó percatarse, pero se sorprendió cuando descubrió que estaba planteándose perdonar a Yoongi y aceptar las miles de disculpas ante las que había prometido no volver a ceder. ¿De verdad era tan débil? ¿Eso era todo lo que podía resistir? ¿Acaso su destino era ese, convertirse en el esclavo de sus demonios, aprender a amar las espinas que oprimían su corazón?
No quiero ser amante del sufrimiento; solo quiero que Yoongi me quiera y que se deje querer.
Sonaba como una quimera, que, además, estaba a años luz de hacerse realidad.
Solo quedaba dejar de soñar, y de vivir entre calumnias, para poder asumir de una vez la verdad.
Siguiendo lo que le dictaba la razón, hizo su elección.
— Te lo prometo.
A partir de aquí, el dramón se intensifica. Btw, no falta mucho para que salga Jungkook en el presente y tengamos al cast original de Sinners en Demons :)
Por si alguien no se ha percatado todavía, la cara oficial de Vika es Jeon Somi, y si no os gusta, os imagináis a otra y ya, pero yo voy a estar utilizando su imagen ñasldfñsldf (esto ya lo expliqué en su día por Instagram) Y ME PARECE QUE NO HEMOS TENIDO SUFICIENTE VIMIN, ASÍ QUE DEJO ESTO POR AQUÍ. Por qué son tan bONITOS @ universo.
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