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8

—Annie.— La mencionada se estremeció al escuchar la voz del chico, el cual se había sentado detrás de ella. —Necesitamos hablar.
—¡No!— Dijo alterada. Se puso de pie y se fue a sentar hasta la otra esquina del salón. Eran los únicos dos que estaban dentro, pues era muy temprano. Damián rodó los ojos, se puso de pie y se sentó detrás de ella.
—An..—
—¡Déjame sola! ¡¿Por qué no te compras un bosque y te pierdes?!— La chica nuevamente se cambió de lugar. Y él nuevamente la siguió.
—Annie deja de ser tan dramática y...—
—¡Púdrete! Déjame en paz.— Y otra vez se cambio de lugar y él otra vez la siguió. —¡¿Por qué no me dejas sola?! ¡Aléjate de mí, maldito acosador!
—Cállate Larsson...estás haciendo un escándalo.— Le susurró lo último. Ya había llegado un alumno más al salón. Arthur, un chico que casi no tenía amigos en el salón porque era peor de gruñón que Damián.
—No me voy a callar...es más, me sentaré aquí, a un lado de mi amigo Arthur.— Annie se sentó al lado del chico.
—No soy tu amigo, aléjate de mi niña rara.— El chico de ojos color esmeralda soltó una risa. Ella abrió la boca indignada.
—Grosero...te vas a quedar solo con ocho gatos.— Annie se movió de lugar, uno en el que estaba alejada de Damián y de Arthur.
—Annie.— Exclamó el chico Wayne llamando la atención de Larsson.
—¡Véte al infierno!— Enterró su rostro en su mochila, que estaba encima de la mesa. Soltó un gruñido. Después se sintió mal por decirle algo como eso a Damián.— Lo lamento...no te vayas al infierno, sólo aléjate de mí.
La maestra de Biología llegó al salón. Se sorprendió de ver separados a Damián y Annie, ellos casi siempre andaban juntos.
—¿Y ahora qué pasó? ¿Wayne, qué le hiciste a tu novia?—
—Yo no le hice nada.—
—¡Él no es mi novio!
—Porque no quieres.
—¿Por qué no te callas?
—Porque sólo quiero una pequeña conversación contigo, pero estás loca.
—¡Y tú estás enfermo!
—Ya veo...Larsson es el problema.— Comentó la maestra Crystal.
—¿Lo ves? Hasta la maestra concuerda conmigo.
—No le de ideas.
—Necesito que los dos salgan a hablar sobre sus problemas, son mis dos mejores alumnos y son una linda pareja. —«Debe ser la fan número uno de las telenovelas». Pensaron ambos chicos.











—¡Annie!
La mencionada al escuchar su nombre salir del mismísimo Damián Wayne, salió corriendo. No lo quería ver. Ya lo había evitado toda la mañana, después de la clase Biología, claro. Y lo seguiría evitando.
—¡Lo siento!— Gritaba cada vez que chocaba con alguien. Trataba de esquivar a la gente para buscar un lugar seguro.
—¡Larsson!
Ella siguió corriendo, hasta llegar al cuarto del conserje, que afortunadamente estaba solo. Se encerró ahí y soltó un suspiro. Ya lo había perdido, al parecer.
Minutos más tarde, abrió la puerta y volteó a todos lados. No había señales de Damián. Suspiró nuevamente.
Salió aún mirando a todos lados.
—Annie tenemos que...
Soltó un grito y volvió a encerrarse en el cuarto del conserje. Pero olvidó ponerle seguro. Así que el chico entró.
—Annie no puedes...
—¡No! ¡Déjame en paz!—Trató de salir corriendo, pero ¡vaya que Damián tenía fuerza!
Seguía tratando de escaparse, pero el chico había logrado abrazarla con mucha fuerza.
—¡Suéltame!
—¡Silencio!
—¡No!
—¡Me tienes aquí en contra de mi voluntad! ¡Eso es un delito!
—No seas exagerada.
Annie parecía no querer acabar con el drama. Gritaba y gritaba con muuuucho drama.
—¿Te callas o te callo Larsson?
—¡Pues vas a tener que...!
Y si, él la calló. Pero de la forma más dulce que podía existir.
La besó con dulzura, tratando de transmitirle el amor que sentía por ella. Annie tardó en corresponder, pero cuando lo hizo, puso sus manos tímidamente en la cara del chico.
Al separarse, Annie sólo agachó la cabeza. ¡Vaya que había caído otra vez en sus brazos!
—Annie, te amo.
—¿T-tú me a-amas?
—Demasiado.
—No te creo.
—¡¿Por qué demonios no?!
Ella dio un paso atrás.
—¡Eres un mentiroso!
—No...
—¿Crees que voy a creer que te gusto? Y aunque fuera así, ¿por qué yo? No soy tan bonita ni tengo tanto dinero como las chicas que están detrás de ti.
—¡Eres una tonta!— La de ojos café, pensaba responder pero él no la dejó.—Tu eres hermosa y no te das cuenta...eres hermosa y tienes un corazón increíble...¿no lo entiendes?
—S-sólo lo dices para que te crea y luego...y luego...
—¡BASTA!
La chica se espantó por el tono que Wayne había usado.
—Es que simplemente no te creo.
Larsson soltó un par de lágrimas. No podía creer lo que estaba pasando.
—L-lo siento...es que sólo quiero que entiendas que jamás había hablado tan enserio, como lo estoy haciendo ahora.— Poco a poco, se fue acercando a ella, nuevamente. La abrazó como sí tuviera miedo de perderla, de que alguien quisiera arrebatarla de su lado. —Te amo.—Besó su frente y ella cerró los ojos.
—Te juro que sí estás mintiendo...te voy a asesinar con mis propias manos.—Damián soltó una risa. Ella lo miró seria.
—No hablas enserio, o ¿si?
—Nunca había hablado más enserio.
Se miraron por un largo rato. Iban a volver a besarse, pero el conserje entró.
—Ah, este...
El mayor los miraba confundido.
—¡Este lugar no es para hacer sus cosas, niños!
—N-no estábamos...igual y ya nos íbamos.
Ambos salieron del lugar.
—Así que...
—Así que ahora me voy a casa.—Mencionó la chica. Damián la miró confundido.
—Creí que...
—Pero tú me tienes que acompañar...me hiciste perder tiempo, al estar dentro del cuarto del conserje.
—Tú fuiste la que se escondió.
—Pero no tenías que estar siguiéndome.
—Bien, vamos, no tengo problema con llevarte a casa.— Le extendió la mano y ella la aceptó feliz.
Ambos empezaron a caminar.
—Se supone que ahora no somos amigos...será extraño.— Susurró mirando al de ojos verdes.
—Tendré que cuidarte mejor.
—¿A qué te refieres?
—No voy a permitir que ningún chico se acerque a MI novia.
—Sí empiezas de celoso, te voy a botar.
—Sólo cuidaré lo que es mío.
—Sí te portas posesivo, te voy a botar...quedas advertido.

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