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6

—¡Annie! ¡Abajo, ahora!— Exclamó Jessica algo molesta.
—¡Ya voy!— Gritó Annie desde arriba mientras se ponía el zapato izquierdo y con una mano tomaba la mochila de la escuela. Un completo caos mañanero.
Bajó las escaleras lo más veloz que sus piernas le permitieron y corrió hasta el auto en donde la esperaban, Jessica y Lisa, muy despeinada.
—Ayuda, por favor.— Pidió la menor señalando sus cabellos ondulados.
—Claro.— Respondió Annie.

Unos minutos después ya estaban ambas chicas en la escuela.
—Llegas tarde Larsson.— Comentó el chico de hermosos ojos verdes, mientras bajaba el libro de Cálculo.
—Tuve una mañana dramática, así que no me molestes.— Exclamó la chica de ojos café acomodándose en su asiento.
—Tienes suerte de que el profesor no haya llegado.
—El Universo no puede ser tan cruel conmigo.— El chico miró a su amiga con el ceño fruncido.—¿Qué?
—Tienes algo en la cara.
Annie toco su rostro para después buscar desesperadamente en su mochila un espejo.
Se miró detenidamente para encontrar la imperfección. Abrió los ojos ampliamente.
—¡Damián!
—¿Qué?
—Tengo unas horribles ojeras...eso es culpa de Stone por encargar tanta tarea.— Tocó su frente delicadamente.—Y una horrible imperfección...no debí comerme ese suculento chocolate.
—No es tan malo.
—¿Hablas enserio?— Cuestionó la chica con un tono esperanzado.
—Bueno, en realidad se ve horrible, pero como ayer me dijiste que no debía ser tan duro y ser un poco más sensible al hablar...
—¡Me has mentido! Primero me mientes y luego me sueltas la verdad con mucha crueldad.— Annie se tapó el rostro con ambas manos e hizo como sí estuviese sollozando.—¡Eres un monstruo!— Lo golpeó en el hombro. —Aunque creo que se puede arreglar con maquillaje.— Sonrió ampliamente, y eso asustó al chico.
¿Qué le habían hecho a su Annie?
—Tú, ¿te sientes bien? Te portas bipolar.
—¡Déjame en paz!— Ella se cruzó de brazos como una niña berrinchuda. —Dami.— Le susurró al oído a su mejor amigo. Él se estremeció.
¡Diablos! Odiaba que ella le dijera "Dami", porque sonaba como una melodía cuando salía de su boca.
—¿Qué quieres Larsson?
—¿Serías tan amable de traerme un chocolate?
—Creí que estabas molesta con "el suculento chocolate" porque te produjo una imperfección en la frente.— La de ojos café hizo un puchero.
—Pero ¿por qué me regañas?
—No te estoy...
Facepalm. ¡Claro! Se comportaba muy extraña porque realmente no era su Annie. O, bueno, si lo era, sólo que un poco cambiada. Su bipolaridad, su antojo de chocolate y sus berrinches combinados con sus pucheros; sólo podían ser por ese mes.
—Annie, ¿estás combatiendo con el monstruo rojo?— Ella asintió.
¿Estás combatiendo con el monstruo rojo? Era la clave para decir ¿estás en tus días?
Lo habían acordado mencionar así, pues Annie en ocasiones era algo extraña para elegir claves, además de que odiaba que le recordarán que estaba en sus días. Y el monstruo rojo no sonaba tan malo. Para ella.
—Bien, pudiste mencionarlo antes.
—¿Irás por mi chocolate, entonces?
—Si.— La chica aplaudió y festejó, infantilmente.-¿Quieres algo más?
—¿Gomitas! Quiero gomitas...y bombones ¡amo los bombones!
—¿Para que quieres bombones, sí ya me tienes a mi?— Annie lo fulminó con la mirada.
—Tonto...¡anda! Ve por mi comida.
Wayne soltó una risa y fue a conseguir lo que su amiga le había pedido.
Muchos notaban extraño que Damián Wayne cediera a los berrinches de una chica. Normalmente, él manipulaba a quien se le antojase manipular. Pero era una chica hermosa quien se lo pedía.
Para las chicas de Gotham Academy era totalmente molesto que Annie se robara tanto tiempo a ese chico. Envidiaban a Larsson por haberse robado el corazón de ese chico que se suponía, no tenía corazón.
Aunque, al parecer, la única que no sabía que el corazón del hijo de Bruce Wayne le pertenecía a Annie, era la misma Annie.
Y si, ella lo amaba demasiado, pero creía que eran completamente diferentes y que al final sólo podrían ser amigos y después ella podría contarle a sus hijos que una vez, estuvo enamorada de Robin.
—Listo.— Wayne dejó en la mesa de la chica todo lo que le había pedido.
—Gracias, por eso te amo...como amigos, claro.—Exclamó ella, algo nerviosa al final por soltar algo tan...tan...tan... ¿te amo? Nadie le dice eso a su amigo.
—Como sea.
Larsson le quitó la envoltura al chocolate y lo partió en dos.
—Toma.— Le entregó un pedazo al chico pero luego se lo cambió por el que tenía ella en la mano.— Yo necesito el más grande.
—No importa.
Ambos sonrieron y comieron de la golosina. Después de un tiempo, ya no quedaban dulces pero si clases que recibir.







—Así que simplemente, ¿no le has dicho nada?— El oji-verde asintió.—¿Nada de nada? Uy, estás retrocediendo.
—¿Qué crees que debería hacer?
—¿Me estás pidiendo un consejo?— Exclamó la peli-negra con los ojos muy abiertos.—Bien...ya llevan tiempo siendo amigos, creo que deberías confesártele ya, digo, la espera ya ha sido muy larga.
—¿Y sí ella me rechaza?
—A ti nunca te ha importado tal cosa.
—Pero ella es diferente.
—Bueno, eso significa que ya estás enamorado...¿por qué no mejor le das algunas indirectas? Haces eso y fíjate en su reacción.— Ambos hermanos Wayne sonrieron.
—Ni siquiera sé porque estoy hablando contigo de esto.
—Porque soy tu hermanita, soy muy lista, tengo novio y soy hermosa.- Damián soltó una risa.
Definitivamente, Adele era una diva. Pero ¿qué podía hacer? Así la quería y a veces tenía ideas muy buenas.
—Hablando de novio, ¿dónde está él?
—Metropolis, tal vez lo vea mañana.— Exclamo la menor, dando un suspiro al terminar la frase.
Ambos estaban sentados en la cama del mayor. Era una costumbre entre ellos platicar todas las tardes en la habitación de uno.


Una hora más tarde en la casa de los Larsson...
—¡Lisa!— La hija mayor de Scott y Jessica, gritó corriendo por toda la casa en busca de su pequeña hermana. —¡LISA MACKENZIE LARSSON!
Las risas de la pequeña eran la única respuesta que recibió Annie.
—¡MACKENZIE!
—¡No me digas así!
—¡Pues así te llamas!
Lisa salió de su escondite -un mueble de la cocina- con el ceño fruncido.
Annie la miró molesta. La travesura de Lisa, esa vez fue enorme.
—¿Por qué lo hiciste?
—¿Qué cosa?— Dijo la pequeña sonriendo de manera inocente.
La mayor soltó un gruñido. Tan pequeña y tan...simplemente, no tenía sentido de la vergüenza.
—¡Tú sabes que...!— Un sonido la interrumpió. Alguien tocaba la puerta. Soltó un suspiro y fue a abrir la puerta.
Sonrió cuando vió al chico que estaba frente a ella.
—Ah, ¿hola?
—Hola...¿qué le pasó a tu cabello?— La de ojos café soltó un chillido al recordar la razón por la cual estaba molesta con su hermanita.
Trató de cubrir su cabellera azul -por el momento- con sus manos, pero le fue inútil.
—Este...
—¡Se ve hermosa! ¿Verdad Damián?
—¡Silencio Mackenzie!
—¡No me digas así!
—¡Pues así dice tu acta de nacimiento!
—¡Pero tu siempre quisiste teñirte el cabello de color azul!
—¿Sabes lo que es una metáfora?
La pequeña soltó una risita y fue a su habitación. Después de todo, Annie no tendría tiempo para seguirla, estaba distraída con Damián.
—¿Se ve mal?— Larsson hizo un puchero. Su amigo le sonrió de lado.
—¿Te digo lo que quieres escuchar o la verdad?
—Di lo que quiero escuchar.
—El azul te sienta bien.— De inmediato se plasmó una sonrisa en la chica, que no duró más de cinco segundos, pues era "lo que ella quería escuchar".
—Pero eso es mentira.
—Me pediste que...no importa...se ve como sí te hubieras salido del circo.
—¡Oye!— Annie le dió un golpe en el hombro.
¿Cómo se atrevía a decirle tal cosa? Aunque mejor dicho, ¿cómo es que se había enamorado de él, si era muy duro con las palabras?
—Es la verdad.
—Tienes que ayudar a que me lo quite.
—No soy experto en esas cosas.
—Pero eres muy listo.— Ella le guiñó un ojo. Definitivamente sabía su punto débil. Su ego.
—Bueno, en eso tienes razón.
Ambos sonrieron y fueron a buscar algo con que quitar el tinte azul, que Lisa había puesto en el cabello de su hermana, sin que ella se diera cuenta.

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