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5

—¿Puedo ir a tu casa?— Ella asintió como si pudiera verla.
—Si.
No pasaron más de diez segundos cuando Damián ya estaba tocando la ventana del cuarto de Annie.
—Así que ya estabas aquí.— Comentó sonriendo, al mismo tiempo que le abría el ventanal a su amigo.
—Si.
Lo primero que ella vio, fue su rostro de decepción. Él se veía triste, molesto y frustrado a la vez. ¿Qué es lo que había pasado? Lo que sea que pasaba por la cabeza de Wayne, era algo que realmente lo estaba afectando. Aunque tal vez, no era cuestión de su mente. Tal vez, era algo del corazón, pero obviamente no pensaba contarle en ese momento a ella.

No lo pensó más. Lo envolvió en un abrazo que lo sorprendió. Tardó en corresponder pero cuando lo hizo, la abrazó con fuerza. Era lo que definitivamente necesitaba.
—¿Quieres contarme?— Él negó con la cabeza.
Estuvieron así por un largo tiempo. ¿Cuánto fue? Eso es lo de menos. Lo único que ambos sabían es que ese abrazo fue lo mejor que les había pasado. Fue...hermoso.
Damián se apartó de ella con delicadeza. Se sonrieron. La peli-negra se acostó en la cama y le hizo una seña al chico para que el se pusiera a su lado.
—¿Te he contado sobre como eran los entrenamientos con Thalia?— Ella negó con la cabeza. —Era bastante dura.— El chico hizo una mueca.—Pero me enseñó a ser fuerte, a ser un guerrero...no tenía piedad...no me trataba como una mamá "normal" trata a su hijo.
—Oye...
—Y aunque no haya sido la madre perfecta, en cierta parte le agradezco que me haya enseñado a ser lo que soy...tal vez pienses que era demasiado cruel conmigo, pero...no lo sé, tal vez era para que no fuera débil, tal vez ella pensaba que darme el amor que dan las madres "normales" me haría débil.
—¿Crees que el amor y todo lo que tenga que ver con eso, es malo?—El oji-verde soltó un gran suspiro. Su amiga lo miraba preocupada. Lo había visto crecer y ser mejor hombre cada día. Lo había visto progresar.
—No...puede a que veces sea una debilidad y otras, una fortaleza.— La chica empezaba a sentir sus ojos pesados. ¿De casualidad no existía un tipo de entrenamiento para soportar estar horas sin dormir? Porque parecía que su amigo y toda su familia lo tenía.
—Puede que tengas razón...pero para mi es más una fortaleza que una debilidad, es lo que nos hace ser mejores.— No quería dormirse pero, eran las 2:30 pm, no estaba acostumbrada a estar despierta a esa hora.
—¿Crees que soy mejor? ¿Crees que no soy malo?
—Tu eres demasiado bueno, ser Robin lo demuestra...has cambiado mucho, y para bien.—Cerró los ojos. No pudo resistir más. Simplemente cerró los ojos y sintió que ya se había dormido profundamente.
El muchacho se quedó admirándola un buen tiempo. «Eres demasiado hermosa...y tonta por no darte cuenta de ello». Pensó mientras acariciaba la mejilla de la chica.
—Te amo tonta.— Le dio un beso en la frente y se fue.





—¡Lisa! ¡Lis!— La de ojos café, corrió hasta la habitación de su hermana menor. Tocó repetidas veces a la puerta. Como Lisa no abría, decidió entrar. —¡Lisa Mackenzie Larsson! ¡Despierta!
—¡¿QUÉ?!— La niña se sentó en la cama muy molesta. Miró a su hermana con el ceño fruncido. La mayor se veía muy feliz.
—No sé sí soñé o fue real, pero el punto es que...¡Él dijo que me amaba!
—¿Quién es él?
—¿Cómo qué quién? Él.— Su hermanita rodó los ojos y se volvió a acostar.
—Cuando estés segura de que fue real, me avisas.— La pequeña de cabellos ondulados se cubrió entera con la cobija. La mayor rodó los ojos y salió con una sonrisa.
—Annie, ¿qué pasó?— Scott, el padre de Annie y Lisa, preguntó preocupado.
—Escuchamos unos gritos, ¿todo bien?—Prosiguió Jessica.
—Todo bien, sólo fui a...sólo fui a decirle a Lisa que...Mulán ya se estrenó...¡si! Eso.- Los mayores asintieron un poco confundidos. A los segundos, una Lisa despeinada y emocionada salió.
-¡¿Mulán ya se estrenó?! ¡Tenemos que ir al cine papá!





Damián estaba entrenando junto a todos sus hermanos. En su mente aún estaba Annie. Sólo quería encontrar la manera de decirle lo que sentía. Nunca había sido muy bueno para hablar sobre sus sentimientos, era una cuestión que sí de por sí era difícil para los hombres, según los estereotipos, para él era lo que seguía de complicado. En cambio, su Annie siempre mostraba lo que sentía, con sus expresiones o con sus palabras. Su Annie, era distinto a él. Y eso le preocupaba. Le preocupaba el hecho de que de alguna manera él pudiese hacerle daño y ella lo botará. Porque sí, ella era muy lista. Podría ser algo sensible, adorable y para algunos, frágil, pero eso no significaba que no pudiese defenderse.
—¡Hey enano!— Jason agitó su mano frente al rostro del menor para que prestara atención.
—¿Qué quieres Todd?- Preguntó irritado.
—Estábamos hablando de la misión de está noche...Bruce no irá, sólo nosotros cinco.
—¿Y?
—Y necesitamos un plan.— Comentó la menor.
—Para eso tenemos a Drake.— El tercer petirrojo lo miró con indignación, como diciendo "Sólo para eso sirvo, ¿eh?".
—Dami, tu te ves raro.—Grayson se acercó a su hermano y le tocó la frente, de inmediato el menor le dió un manotazo.
—No sé sí no sabías Dick, pero la bolita de odio es raro.— Comentó Drake.
—¡Oye! No molestes a mi hermano.— Protestó la más pequeña de los Wayne.
-aEl favoritismo.— Susurró el segundo chico maravilla.
—Ya les dije que...bueno, ya no importa.—La chica miró a su hermano, mayor-menor, con un poco de preocupación. —Dami, ¿estás bien?
—Si, dejen de preocuparse por mi.—Damián salió de la habitación. Se veía algo molesto. Y eso era lo que les preocupaba a sus hermanos. Se veía molesto por algo y nadie sabía que era ese algo que le molestaba.




—"¡Oh, baby, I'm sorry! ¡I'm not sorry!"La peli-negra bailaba y cantaba mientras acomodaba su habitación. —"Being so bad got me feeling' so good."
Sus padres no estaban, pero no tardaban en llegar. Y su pequeña hermana,se entretenía jugando con sus muñecas, en la misma habitación que ella.
—¡Oh Señorita Monroe! Lamento tanto no haberla reconocido.
—Lisa ¿podrías no poner a la Señorita Marilyn Monroe en el mismo lugar en el que limpió?
—¿Por qué?—Exclamó la menor con inocencia.
—Porque me estorba.
—¡Annie! ¡No digas esas cosas frente a la Señorita!— La pequeña cubrió con sus manos los oídos de la Señorita Monroe.
—Como sea.— Siguió acomodando, dejando a su hermana seguir jugando con sus muñecas, la Señorita Monroe, Camila Cabello y Michelle Obama. Sus muñecas no se parecían en nada a esas famosas celebridades pero ella imaginaba que lo era.
—Annie.
—Dime.
—¿Tú como sabes que un niño te gusta?— La mayor abrió los ojos ampliamente. ¿Por qué le hacía esa clase de pregunta?
—Tu...tu, ¿para qué quieres saber?
—Sucede que a Ariana le parece lindo un niño, pero no sabe sí le gusta.—Annie suspiró aliviada. Por un instante pensó que a su pequeña hermana le gustaba un niño. —¿Cómo supiste que Damián te gustaba?
—Ah...este...bueno...como te lo digo...¿Ariana no es muy pequeña para que le guste alguien?— La niña rodó los ojos.
—Eso no fue lo que te pregunté.
—No vas a entender Lis.— La de cabellos ondulados hizo un puchero. Quería saber el porque le gustaba ese chico que a veces solía ser un poco enfadoso, pero que aún así adoraba.
Lisa lo quería demasiado, porque él se la supo ganar. Damián sabía que para poder ganarse a Annie, debía primero, ganarse a la pequeña Larsson. Y ¿cómo lo hizo? Pues le compraba cosas, como golosinas.
—Dime.
—Bien...él...es que no lo sé.—Lisa frunció el ceño.— Simplemente sé que me gusta verlo, me gusta que sonría y esté feliz.
—Eso ya no es gustar...eso ya es amor, y eso es asqueroso.— Comentó la menor com una mueca de asco.—Ya suenas como mamá cuando habla con sus amigas sobre su historia de amor con papá...¡puaj!

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