Con el tiempo Annie había formado una especie de lazo de amistad con Rose. Después de todo eran hermanas, aunque ese tipo de relación estaba lejos de suceder, pues habían sido criadas durante mucho tiempo por personas distintas y a penas empezaban a conocerse.
La chica de cabellos blancos le tenía un gran aprecio a las gemelas Wayne y estas últimas a ella, solían llevarse bien, hasta tal punto de verla como a Lisa, como a una tía; la verdad es que no sabían que ella era hermana de su madre, tampoco sabían de la existencia de un tal Slade Wilson porque Annie había preferido ignorar esa parte de su vida en la que él había aparecido. Y es por ello que cuando ese hombre apareció aquella tarde después de las clases, las menores no tuvieron ni idea de quien era o del porque les estaba hablando.
Hannia lo veía con desconfianza, múltiples veces le dió a entender que no era de su agrado; en cambio, Dania tenía curiosidad de saber quien era realmente, pues había dicho que conocía a su madre, eso último le había hecho pensar que podía confiar un poco en él... si conocía a su mamá, significaba que tal vez eran amigos y era una buena persona.
—¿Y cuál es tu nombre? —Preguntó la menor de las dos con inocencia, mientras sonreía. —. Cuando venga mami le puedo decir que estabas aquí.
—No es necesario que le digas a ella.
—¿Y por qué no? —Interrumpió Hannia con el ceño fruncido, misma expresión que le recordaba totalmente a Damian. —. ¿Cuándo te vas?
—Me iré cuando vengan por ustedes, algo malo les puede pasar estando fuera y solas... las clases terminan más tarde, ¿qué hacen afuera?
—Podemos cuidarnos solas, papá nos enseñó como, y no le importa que hacemos solas.
—Veo que no te agrado mucho, ¿cierto? —Comentó divertido el mayor acariciando sus cabellos azabaches.
—Cierto —Apartó su mano con indiferencia. Se paró de puntitas viendo si su madre ya venía, estaba cansada de esperar y soportar a ese extraño hombre.
—¿Qué hay de ti?
—Supongo que puedes ser mi amigo, pareces ser una buena persona —Las palabras de la menor sonaron reconfortantes para Slade. Esa niña parecía estar hecha de pura inocencia y bondad, como Annie, ella sólo buscaba tener nuevos amigos. Acercó su mano a la de él y la tomó con delicadeza, rió mirándolo a los ojos. —. No me has dicho como te llamas.
—¡Mami ya viene! —Anunció Hannia señalando a un punto de en frente suyo. El mayor supo que el momento con sus nietas había terminado, despeinó el cabello de ambas y se despidió. Era la primera vez que las veía de cerca, pues por obvias razones no tenía permitido ni siquiera saber de su existencia, aunque por sus propios medios solía verlas a lo lejos.
Cuando ellas nacieron, fue a visitarlas al hospital sin que nadie se diera cuenta. Notó que Scott Larsson estaba vuelto loco con sus pequeñas princesas y uff, ¿qué decir de Damian? Se había convertido en padre y no había nada que cambiara ese sentimiento de calidez y orgullo en su corazón. Lo había visto sonreír, pero su sonrisa era diferente a las que en algunas -muy pocas- ocasiones mostraba. No era una sonrisa arrogante o falsa. Era una de emoción y satisfacción.
No podía negar que de cierta forma sentía un pequeño vacío al no poder ser una de las personas que acompañara a su hija en un momento tan especial. Pero ella ya había elegido su propio camino, uno en donde lo había excluido. Y era razonable, pues nunca demostró ser un buen padre como Scott, nunca demostró quererla como Scott lo hacía. Si ella hubiese elegido acompañarlo ese día, muchas cosas serían diferentes, probablemente ella no sería tan feliz como lo era ese día... estaría lejos de quien era el amor de su vida.
Le había ofrecido convertirla en una mujer valiente, capaz de defenderse sin la ayuda de nadie, de saber manejar armas y pelear como una profesional... pero ella no pensaba como él, buscaba algo diferente. Y a pesar de todo, estaría cerca suyo para protegerla.
—¿Qué hacen aquí? Se supone que deben esperar dentro del aula —Regañó Annie acercándose.
—Es aburrido esperar junto a esos niños extraños —Respondió su hija mayor jugando con las tiras de su pequeña mochila.
—Saben perfectamente donde deben esperar, porque algo les puede pasar... además, ¿cómo lograron salir?
—Fue fácil. Salimos por el jardín, la maestra se distrajo con unos niños que le mostraban sus dibujos —Explicó Dania sonriendo. —. Pero no te molestes, no nos pasó nada porque tu amigo nos estaba cuidando.
—¿Mi... amigo? —Frunció el ceño y sintió que su corazón latió rápidamente. Volteó a todos lados en busca de alguien que estuviese cerca y pudiese haberse acercado a sus hijas.
—Sí... es el señor que tiene cabello blanco y un ojo cubierto... es gracioso, creo que no sabe su nombre porque no me lo dijo.
—Mamá, yo le dije que se fuera pero no quizo porque nos cuidaba —Rodó los ojos y se cruzó de brazos.
—Está bien, vayamos a casa —Tomó de la mano a ambas y siguió buscando con la mirada al hombre que describía su hija, ya sabía de quien se trataba, entonces necesitaba tener precaución. —. Es la última vez que hacen esto, ¿entendido?
—Pero es aburrido mamá...
—Dije que es la última vez.
Esa fue la única oportunidad que Slade tuvo para acercarse a las gemelas Wayne, pues después de ese día, sus padres tuvieron mucha más precaución, en especial Damian que hacía cualquier cosa con tal de ver bien a sus hijas.

Y bueno, decidí hacer este pequeño extra contando un poco sobre el como las pequeñas Wayne conocieron al padre biológico de Annie, fue sólo un corto acercamiento y pues, después de todo Slade siguió cuidando a su hija a su manera.
De mi parte ya es todo, la historia queda oficialmente culminada; pero antes quiero agradecer infinitamente a los que me acompañaron hasta esta parte, por sus lindos comentarios y los votos que le dieron a la historia, en verdad me quedo muy feliz con saber que hubieron personas a las que les gustó lo que escribí. ¡Muchísimas gracias por todo su apoyo!
¡Les mando un cálido abrazo!
❤️❤️❤️🥰