31
—¿Te encuentras mejor? — Le preguntó Damian, mientras tomaba su mano con suavidad. Al no recibir respuesta, volvió a insistir. —: Annie...
—Si — Susurró con los ojos cristalizados. —. Eso creo...
—Me quedaré contigo, ¿de acuerdo? — Besó su cabeza y dejó que ella recargara la cabeza en su hombro. Acarició su cabeza con dulzura. Annie cerró los ojos y disfrutó de las caricias, pero de inmediato empezó a llorar al recordar lo que había pasado dos horas antes.
—¡Vamos, despierta! ¡Te lo pido, por favor! — Se hincó a su lado izquierdo e hizo presión en la herida del mayor. —. Te lo pido... d-despierta... — Susurró con la voz temblorosa.
Ver como alguien moría entre sus brazos, era la peor sensación de todas. Su corazón era demasiado sensible en esos temas y no importaba quien fuese, siempre tenía ese sentimiento de tristeza ante la muerte de alguien.
Damian se había enterado de que ella estaba en la casa de Slade y no dudó en ir para sacarla de ahí, pues pensaba que ese hombre era un peligro para ella. Al llegar, se encargó de detener a su madre y a los hombres que la acompañaban.
—Annie... — Exclamó el azabache acercándose a su lado. —. Vamos, de pie...
—N-no... espera...
Realmente a él no le importaba si Slade moría, pues le estaba dando muchos dolores de cabeza; intentó sacarla, pero no lo logró, porque no se movía de su lugar.
—¡Tienes que ayudarlo! — Chilló entre sollozos. —. Por f-favor...
Al ver su rostro y las lágrimas recorriendo sus mejillas... tragó su odio hacia él, olvidó el hecho de que no lo quería a ayudar y decidió llamar a una ambulancia.
—Gracias... — Murmuró con la vista hacia abajo.
—Sabes que lo hice por ti — Respondió volviendo a besar su cabeza. —. Porque en verdad me importas.
No respondió y se dejó abrazar por él. Se sentía protegida entre sus brazos, tanto, que había olvidado el hecho de que estaban molestos.
Damian no sabía que pensar. Le preocupaba que ella se hubiese encariñado con Slade, pues si algo caracterizaba a Annie, era que sin importar que, sus seres queridos estaban primero y los defendía con lo que tuviese al alcance. Y después de todo, no estaba mal que le tomara cariño, pues era su padre... pero de ser así, no lograría alejarla de él y apuesto a que pondría primero a su "padre" antes que al chico del que estaba enamorada.
Además, también le preocupaba que Slade la hiriera, que la convirtiera en otra persona... que influyera en su inocencia y la hiciera un ser irreconocible.
Pero la verdad era que... Annie no quería a su padre biológico y en cierta parte, se sentía mal por eso, pues se suponía que los padres y los hijos debían amarse, sin importar las circunstancias, ¿no?
Y no sentía eso, ni una pizca de afecto. A quien en verdad quería con todas sus fuerzas, era a Scott, que a pesar de todo, lo veía como a una figura paterna.
Sin embargo, el no querer a Slade, no significaba que no lo iba a ayudar al verlo desangrado, porque Thalia Al Ghul lo había herido de gravedad. Por más malo que él fuese, su corazón no le permitía dejarlo abandonado.
—¿Dónde está? — Preguntó Rose llegando frente a quien se suponía era su hermana. —. ¿Y se puede saber porque diablos lo trajeron aquí?
—Porque en casa no había nadie que lo atendiera — Explicó la peli-negra levantándose de su asiento, a la vez que se limpiaba las lágrimas. —. Puedes entrar a verlo si quieres... yo no lo hice... no quiero.
—Lo que sea — La mayor entró a la habitación señalada y dejó a los dos jóvenes solos.
La verdad era que Rose y Annie no se llevaban para nada bien. No tenían nada en común, además de que eran completas extrañas.
—Iré a mi casa — Informó mirándolo.
—Yo te llevo — Empezó a caminar a su lado, en silencio.
Al llegar a la casa, se miraron sin saber que decir exactamente. Se quedaron así por unos minutos hasta que Damian, decidió hablar.
—Quiero que hablemos de lo que ha pasado.
—¿Puede ser mañana? En este momento sólo quiero descansar — Pidió con una mueca en el rostro.
—Si, está bien... cualquier cosa que necesites, dímelo y estaré ahí para ti — Besó su frente con amor y se fue.
La chica se quedó observando como se iba, sintió como la valentía la inundó y comprendió que en la mirada de él, había arrepentimiento por todo lo que le había hecho. Quizo correr hacia él y besarlo, pero su valentía se esfumó al pensar en eso... probablemente él sólo quería disculparse y terminar lo suyo de buena manera. Dió la media vuelta y tomó el pomo de la puerta, abrió y sin dudarlo más, entró a su casa. Hablarían después.
—¡¿Dónde está Annie?! — Preguntó totalmente alterada, Lana, mientras daba vueltas por todo el escenario, buscando a la protagonista de la obra. Estaban haciendo la prueba del vestuario, durante el receso, todos estaban vestidos con sus respectivos trajes, esperando a la chica Larsson.
—Aquí — Respondió la mencionada, poniéndose en el centro con el vestido que usaría en la presentación.
Damian volteó a verla y a pesar de que fue capaz de disimularlo, se sorprendió. Se veía tan linda a su parecer, la obra que representaría se encontraba en la época del siglo XVI. El vestido era color verde con detalles dorados, las mangas eran ajustadas desde el hombro hasta las codos y la parte inferior tenía cierto vuelo.
Ambos se miraron y sonrieron ligeramente. Ella se veía hermosa con ese vestido, realmente parecía una princesa; y él se veía apuesto, como un príncipe.
—¿Y bien?
—Sus trajes combinan a la perfección — Comentó Lana, con una amplia sonrisa de felicidad. —. En tres días es la presentación, ¿ya están listos?
—Por supuesto — Contestó el azabache rodando los ojos y cruzándose de brazos.
—Si — Murmuró la chica mirando su vestido.
Se prepararon para el ensayo y al terminar, cada quien tomó su propio camino.
Annie dejó algunas cosas en su casillero y tomó otras para una clase que tendría después. Los minutos que le quedaban de descanso, decidió usarlos para sentarse bajó la sombra de un árbol y leer un libro. No llevaba ni cinco segundos de tranquilidad, cuando la voz de un chico se hizo presente:
—¿Podemos hablar? — Levantó la mirada e hizo una mueca. Desde ese día, resultaba difícil poder ver de buena forma a Calum.
—No quiero sonar grosera... pero, creo que no hay nada de que hablar — Se levantó con el libro en manos y lo miró con el ceño fruncido.
—Sólo quería decirte que... no pretendía arruinar tu relación con él... aunque creo que... — Hizo una pausa y se dedicó a sólo apreciar su rostro, que después de unos segundos se volvió incómodo para ella. —... ya sabes, tú y él... son tan...
—Olvidemos esto, ¿de acuer...? — Se quedó a media frase al ver que Damian los miraba a lo lejos. Sonrió inconscientemente. —. Yo debo... nos vemos después.
No lo dejó responder y empezó a caminar hacia el chico de ojos color esmeralda. Se sentía algo temerosa, quedaron de hablar sobre lo que había pasado y debían hacerlo en ese momento. Jugaba con sus manos, mientras se acercaba cada vez más. Siempre se sentía bien de estar a su lado y sólo él sabía como ponerla nerviosa y hacerla sonrojar.
—Uhm, yo...
—Hablemos — Dijo él, tomando su mano para llevarla a otro lugar.
—Uff... parece que el cuarto de limpieza se ha vuelto nuestro lugar favorito — Comentó de forma divertida, a la vez que escondía un mechón de su cabello tras su oreja.
—Eso parece... — Murmuró sonriente. —. Annie... yo en verdad lo siento.
La chica abrió los ojos ampliamente al escuchar eso. Ciertamente estaba arrepentido por el error que había cometido, su disculpa había sonado sincera y lo había dicho sin dudarlo, porque había que aceptar que eso de disculparse, no era una cualidad que él tuviese.
—¿Lo sientes?
—No debí decir todas esas cosas... entiendo si tú prefieres alejarte de mí, porque... ya sabes... no soy lo que mereces.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro