3
Annie dormía plácidamente en su habitación. Había tenido una noche linda. Bailó con el chico que le gustaba, era más que suficiente para ella.
Pero no todo era felicidad, la escuela era un deber muy grande y la alarma, molesta.
Se talló los ojos y fue hacía el baño de su habitación. Se lavó los dientes y se colocó el uniforme de Gotham Academy. Fue al comedor para desayunar con su familia.
—Buenos días.
—Buenos días.— Contestaron todos al unísono.
Sus padres trabajaban en una empresa importante. No tenían demasiado dinero como Bruce Wayne, pues no tenían un gran puesto comparado con el de él. Pero tampoco sufrían de hambre. Era algo como un nivel medio.
—¿Cómo te fue con mí aún no cuñado?— Los mayores miraron sorprendidos a la pequeña Larsson. Ella a cambio, los miró como diciendo "¿Qué?".
—B-bien.
No era secreto que Damián le gustará a Annie, para Lisa. De hecho, aunque hubiera una diferencia de edad algo grande, ambas se contaban casi todo. La pequeña amaba a ese chico y amaba la idea de que algún día ese chico pudiera salir con su hermana.
Fueron a la escuela. Lisa a la primaria con sus amigas para contarles que su papá le había comprado un bonito unicornio con el cabello color morado. Y Annie para encontrarse con Damián.
—A veces pienso ¿por qué la física es tan difícil?
—Sólo debes tener un poco más de paciencia.- Mencionó el oji-verde con una sonrisa divertida por la expresión de su amiga.
—Pero es que...¿de qué me va a servir esto sí yo voy a estudiar psicología?— Damián soltó una risa. Se veía tan adorable con las mejillas sonrosadas por el estrés que tenía y con el cabello alborotado por tanto jugar con él. El examen de física estaba a la vuelta de la esquina y el profesor Thompson no era muy entendible.
—El conocimiento no está de más.
—¡Es que no entiendo!— Volvió a soltar un suspiro de frustración. El chico se paró de su asiento y se acercó más a su amiga. La tomó por los hombros y le hizo un pequeño masaje.
La sensación de las manos del muchacho era demasiado relajante. Esa cercanía otra vez, la ponía un poco nerviosa.
—Relájate Larsson.
—Lo intento pero...imagina, sólo imagina, sí no apruebo el examen, no apruebo la materia y sí no apruebo la materia no apruebo el semestre y sí no apruebo el semestre no apruebo la escuela y sí no apruebo la escuela no tengo una profesión y sí...
—¡Hey! Tranquila.— La chica pataleó de forma infantil.—Yo te voy a ayudar. —Dijo el chico con una sonrisa para tratar de calmarla.
—Pero ¿me tendrás paciencia?— Preguntó con un puchero.
¡Diablos! Esa expresión tan adorable lo hacía derretirse. Y esa sonrisa la hacía perder la cabeza. Pero el problema era ¿por qué ninguno decía algo?
—La tendré...o por la menos trataré de tenerla, así como tú la tuviste conmigo.
Hace unos años...
—¿Por qué eres tan malo?
—¿Por qué eres tan blanda?
—¡Yo no soy blanda!
Ambos jóvenes debían entregar un proyecto juntos y no se llevaban para nada bien. ¡Eran completamente distintos!
—¿Sabes que? ¡Ya me tienes harta!
—¿Ah si? ¿Y qué vas a hacer?—Preguntó él con una ceja alzada. La chica tomó sus cosas y las metió en la mochila. Se puso de pie dispuesta a irse.
—¡Me largo!
Salió hecha completamente una furia. Azotó la puerta y se fue en dirección a su casa.
Una vez que llegó, su madre le preguntó él porque había llegado tan temprano, ella le contestó que su compañero ya la tenía enfadada, que lo único que hacía era molestarla y criticar cualquier cosa que hiciera. Su madre le dijo que tuviera paciencia. Después de todo, la mejor virtud de la muchacha era la paciencia. Jessica le dijo que le diera una última oportunidad, qué tal vez el chico no sabía trabajar en conjunto y que esa era su primera misión como futura psicóloga.
La chica al final, volvió a buscar a Damián y cuando lo hizo, el joven se sorprendió. Pensó que realmente se había deshecho de ella.
—Creí que ya te tenía harta.
—Así fue pero, decidí que TÚ necesitas de mí.—Respondió con una sonrisa triunfante.
—¿Yo?
—Así es...necesitas dejar de ser tan amargado y YO personalmente te ayudaré con eso.
—Recuerdo muy bien que eras más amargado.
—¿Y ahora lo soy?
—Menos que antes.
—¿Menos que antes?— El chico se puso frente a Annie. Estaba demasiado cerca de ella.
—S-si.— No quería mostrarse vulnerable ante él. No quería levantar sospechas sobre lo que sentía por él.
El timbre de fin del receso sonó. Wayne maldijo por lo bajo. Le gustaba tener a Annie muy cerca de él.
La clase de Matemáticas estaba a punto de empezar. La profesora Margaret entró con un montón de papeles en la mano, eran los resultados del examen final. Todos los alumnos estaban nerviosos. La maestra se puso frente a toda la clase y los miró con gran decepción.
—Tengo cinco alumnos aprobados.— La señora era realmente terrible. Era una mujer mala. Su mirada siempre era de desprecio. —Entre ellos está el joven Wayne.
Era más que obvio que Damián iba a tener las mejores calificaciones de entre todos sus compañeros.
—Los otros cuatro son... Michel con un triste seis, Hamilton e Irwin con un aburrido siete y....Felicidades Larsson, te pusiste a la par de Wayne.
La chica sonrió. Todos los alumnos empezaron a cuchichear entre ellos. En Gotham Academy y en toda Ghotam, en general, las chicas buscaban la posibilidad de poder salir con un Wayne. Y al parecer, la más cerca de ganarse al heredero Wayne, era Annie. Era la única chica con la que se reía y conversaba sin hacerle expresiones de horror.
Después de clases, Damián invitó a su amiga a ver una película, pero dado a qué ella no podía ir por tener que cuidar a su hermana, ambos jóvenes fueron en dirección de la casa de la chica. Ahí buscarían algo que ver.
—¡Annie tengo hambre!— Fue lo primero que la menor dijo al ver a su hermana.
—Tengo la solución.— Contestó la mayor, señalándole la caja de pizza que traía su amigo en las manos.
—Por eso eres mi cuñado favorito.— Comentó Lisa quitándole la caja al chico, para después tomar una rebanada.
—¿Tú cuñado favorito?
—Sip...pero pensándolo bien, eres el único.
—Pero él no es mi novio.
—¡No me importa!
Los tres tomaron asiento en el sofá. Lisa encendió la televisión y puso el canal de las "películas de terror".
—Mira Annie, ese chico se parece a Damián y esa chica a ti.— La pequeña nunca dejaba de tratar de emparejarlos. —Ellos son una bonita pareja.
—Si, Lis, lo que tú digas.— Su hermana le revolvió el cabello.
Seguían viendo la película, que para nada daba temor, salvo a la pequeña Larsson que no dejaba de soltar grititos y cubrirse con su manta para no ver a "los malos espitirus", como le decía ella a los fantasmas.
Al final de la película, todos los buenos murieron y el dichoso fantasma, se adueñó del cuerpo de uno de ellos y blah, blah...una historia totalmente aburrida para los mayores y totalmente aterradora para la pequeña Larsson.
—Annie, ¿y sí velas mi sueño por cinco dólares?
—Ay, Lis, es sólo una película.
El mayor se puso de pie. Ya era tarde y debía volver a su casa para tomar su traje y empezar con la patrulla.
—Nos vemos mañana Annie.
—Adiós.— Se despidió con una sonrisa.
El chico se fue dejando solas a dos de su chicas favoritas, porque a pesar de que Lisa Larsson a veces solía ser un poco enfadosa con Robin, ella amaba a Damián Wayne y él amaba que ella lo quisiera como su "cuñado".
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