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28

—¡Que bueno que estás aquí! ¿Sabes? Pensé que renunciarías a la obra — Exclamó Lana, sentándose al lado de Annie, que sonreía de lado.
—¿Por qué lo haría? Prometí ayudarte y eso hago.
—¡Uff! Es que Calum decidió irse... porque, ya sabes... temía incomodarte... y bueno, no hay obra sin protagonistas y uno se fue.
—Ya encontrarás uno — Murmuró sacando de su mochila, el guion de la obra.
—Ah bueno... es que ya lo encontré — La vió con una sonrisa nerviosa.
—¿Y cuál es el problema, entonces? — Fijó su vista en ella y entrecerró los ojos. —. Dime, ¿lo conozco?
—Si... es Damian — Soltó de forma rápida, mientras cerraba los ojos.
—¡¿Qué?! ¡¿Por qué hiciste eso?! ¡¿Acaso quieres hacer que colapse?! ¡¿Por...?!
—¿Tienes algún problema, Larsson? Creí que eras más profesional — Comentó Damian, detrás de ella con una expresión seria.
—No — Respondió dando la media vuelta a la vez que le dedicaba una sonrisa forzada. —. Lana, ¿crees que pueda reemplazar el trabajo que ha hecho Calum?
—Bueno, yo...
—Lo haré incluso mejor que él, ya lo verás — Respondió de forma egocéntrica, mientras subía al escenario. Annie miró a su amiga de forma asesina y subió también.
Definitivamente, la situación se estaba poniendo incómoda; los dos se miraban sin emitir una sola palabra, ¿y cómo hacerlo, sí no habían terminado en las mejores condiciones?
Lana dió la orden de empezar con el ensayo, quiso que se diera inicio con la tan famosa escena del beso, que había causado desgracias en la relación de Damian y Annie.
El chico dijo su línea, sin la necesidad de voltear a leer el guion. Annie lo miró sin decir nada, era muy incómodo para ella actuar como sí estuviese enamorada y feliz con él... bueno, lo de enamorada no le faltaba, pero lo de feliz, si.
—Annie, este es el momento en el que tú respondes — Le dijo Lana amablemente.
—Ah si... claro — Murmuró volviendo a la realidad.
Sí tuviese que definir el peor día de su vida, elegiría ese.
Al término del ensayo, cada quien tomó su propio camino. Larsson fue a dejar unas cosas a su casillero y luego siguió caminando a la salida de la escuela, pero tuvo que detenerse pues la persona a la que no quería ver la había interceptado.
—Vamos a hablar — Dijo el chico con un tono serio.
—No — Respondió cortante, tratando de seguir, pero la tomó del brazo. —. Suéltame.
—Dije que vamos a hablar.
—¿De qué? ¿Acaso ya te arrepentiste de todo lo que me dijiste? ¿Te arrepentiste de ser un niñito berrinchudo? — Se cruzó de brazos y alzó una ceja.
Era verdad, se sentía arrepentido por lo que había dicho. Lo estuvo pensando e incluso dejó que Adele lo aconsejara y así logró aceptar que él había sido el problema. O bueno, lo aceptó dentro sí, porque aún no lo podía decir en voz alta.
—No empieces, Larsson.
—Te recuerdo que fuiste tú el imbécil. Y sí aún no estás dispuesto a reconocer que fuiste tú quién arruinó todo, será mejor que lo dejes así y no me hables. Me voy — Se dió la media vuelta y siguió caminando, se detuvo por cinco segundos con la esperanza de que él corriera a detenerla, la besara y le pidiera perdón. Pero eso sólo pasaba en las películas clichés. Sacudió la cabeza y siguió con lo suyo, un par de lágrimas recorrieron sus mejillas; era muy doloroso saber que la persona de quien estaba enamorada, no tuviera indicios de querer mejorar lo que habían tenido. Y aunque lo amase, simplemente no podía ir corriendo a decirle que lo intentaran de nuevo, porque él debía aceptar lo que había hecho mal.







—¿Cómo te fue en la escuela? — Preguntó Slade, mientras caminaban juntos al comedor.
—Estuvo bien — Murmuró mirando hacia abajo, con una mueca de tristeza.
—¿Qué sucede? Por tu expresión, no parece haber estado bien.
—No es nada — Soltó un suspiro y se limpió una lágrima traicionera con la manga de su blusa. Se sentó en su lugar correspondiente y trató de dejar de pensar en la relación fallida con Damian y sus padres.
—Cuando te decidas a hablar, estaré para escucharte.
Ese comentario la dejó sorprendida. ¿En verdad Slade Wilson era un asesino? Porque ante sus ojos, no lo parecía. Se portaba como un buen... padre. Como una persona con una conducta diferente a como se lo habían descrito. ¿Peligroso? No lo parecía. ¿Frío? Pues se estaba portando como un hombre de familia. ¿Él un asesino? Bueno, a veces uno se fia de quien piensa no lo va a traicionar.
—¿Vendrá alguien? — Cuestionó la joven, mirando dos espacios más con la comida servida.
—Así es.
—Oh vaya... no sabía que tenías novia — Mencionó confundida. El mayor soltó una risa y negó con la cabeza, cosa que la confundió aún más de lo que ya. —. ¿Qué?
—¿Qué te hace pensar que tengo novia?
—B-bueno, yo sólo supuse... uhm, pero pensándolo mejor, sería extraño que tuvieses novia.
—¿Por qué? — Preguntó con curiosidad, mientras la miraba con suma atención. —. ¿Crees que no merezco algo como eso? ¿Crees que no merezco tener mi propia familia?
—¡No! Yo no quise decir eso — Bajó la cabeza y carraspeó. —. Yo... bueno, sí no es "tu novia", ¿quién viene?
—Antes dime, ¿qué fue lo que quisiste decir?
Fijó su vista en él y tomó una gran bocanada de aire. Se sentía apenada por el mal entendido y debía arreglarlo.
—Sólo supuse... muchas personas desean forman una familia, otros no... pero yo pensé que eras de las personas que quería una familia. Y bueno, mi cabeza imaginó que tu novia vendría junto a su hijo... fue tonto, lo siento — Escondió un mechón de cabello detrás de su oreja y sonrió nerviosa.
—Annie... ¿tú en verdad crees que merezco algo como eso? He tomado la vida de muchas personas...
—Pero yo creo que todos merecemos una segunda oportunidad, sí tú te has arrepentido y quieres ser mejor persona, incluso tener una familia, no está mal — Explicó con mucha calma, lo cual logró plasmar una sonrisa en el mercenario.
—¿Por eso le diste una oportunidad al pequeño demonio de Thalia? — La sonrisa de la menor se esfumó al escuchar eso. Slade la vió con una ceja alzada.
—No hablemos de él, ¿está bien? — Pidió mirando la comida con incomodidad.
—Como quieras... yo sólo digo que ese chico no te merece, ese chico... fue criado para ser un asesino y ni tú ni nadie cambiará eso...
—Slade, por favor...
—Ese chico sólo robará tu inocencia, te convertirá en algo diferente... él no merece nada, porque es un monstruo...
—¡Cállate! — Gritó levantándose de golpe, con el ceño fruncido. —. ¡Te prohibo que hables así de él! ¡Ni siquiera lo conoces!
—¿Y tú si? — Se levantó también, pero con mayor calma.
—¡Por supuesto que si!
—Annie, ¿podrías recordarme todo lo que te dijo? Te rompió el corazón y aún así lo sigues defendiendo, ¿qué ocurre contigo, cariño? — Tomó su mano con suavidad y la miró tratando de transmitirle calma.
—Yo mejor que nadie sabe quién es en verdad.
—Entonces, ¿sabías que él te rompería el corazón? ¿Cierto?... dime, Annie, ¿lo sabías?
La mencionada guardó silencio. Quiso responder, pero las palabras no salían. La verdad es que llegó a pensar que él rompería su corazón, si sabía de esa posibilidad. Pero es que todo parecía ir tan bien, que borró ese pensamiento.
Su vista se nubló, por las lágrimas. Sus sentidos dejaron de captar las demás palabras de su "padre". Se dejó caer en la silla y se abrazó a sí misma, con temor. Siempre supo que él la lastimaría, siempre supo lo que conllevaba salir con Damian Wayne y aún así aceptó el riesgo. Entonces... ¿por qué después le sorprendió lo mal que le habló y trató, sí siempre lo supo?
¿Había caído en su juego? ¿Se había cegado?
Definitivamente, Slade plantó dudas en la cabeza de su hija menor...
—Señor, sus hijos llegaron — Informó Lincoln.
Y fue ahí cuando la chica pudo reaccionar. ¿Hijos? Volteó a ver al mayor con el ceño fruncido, esperando obtener una explicación.

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