2
La chica de cabellos negros trataba de terminar su delineado, pero una pequeña enfadosa se lo impedía. La menor saltaba y aventaba un balón. Corría y reía, de cierta forma todas esas cosas que hacía molestaban a su hermana.
—Lisa...Lis...—La de ojos café seguía a su hermana a todas partes, pues ella era muy energética y en ocasiones terminaba lastimada por tanta energía.
—¡Yo soy Supergirl!—Se subió al sofá y saltó. Cayó de rodillas. Annie se acercó de inmediato para saber sí su pequeña hermana estaba bien.
—¿Te encuentras bien Supergirl?
—¡Si! ¡Que divertido, otra vez!— Salió corriendo y esta ocasión fue a su habitación. Lo último que Larsson mayor pudo ver, fue la capa roja.
—¿Cuándo vendrán mis padres?— Soltó un suspiro. Resignada con que no habría delineado, se sentó y no pasaron ni cinco segundos cuándo alguien llamó a la puerta. —Al parecer han llegado.
Abrió la puerta y para su sorpresa no eran sus padres, era su NO cita.
—Ho-hola.
—¿Damián? Creí que vendrías a las...ocho.- Miró el reloj de la casa. Las ocho. —Y ya son las ocho.—Sonrió. El chico la miraba igual, con una sonrisa.
—Te ves...te ves bien.— Pudo decir 'hermosa' pero de su boca sólo salió 'bien'. Realmente estaba nervioso.
—G-Gracias...tú también te ves bien.
—¡Annie! ¡Juega conmigo! Yo soy Supergirl y tú serás un Luthor.— La pequeña de cabellos ondulados alzó una ceja al ver a la NO cita de su hermana.
—Hola Lisa.
—¡Hola Damián!...supongo que tú también puedes jugar.
—Oye Lis, mamá vendrá dentro de diez minutos a lo mucho, así que, por favor no incendies la casa.— La pequeña soltó una risita traviesa.
Los señores Scott y Jessica Larsson, le habían dado permiso a Annie de ir a la fiesta con su amigo. Se supone que Jessica llegaría a las ocho para que su hija pudiera irse y no preocuparse por su hermana pero había tenido un pequeño retraso.
—Supergirl cuidará de la casa.— Hizo una pose de héroe.
—Bien, pues no uses "tu láser".— Sentenció la mayor. La pequeña asintió. La de ojos café tomó su bolsa y salió.
—Nos vemos Lisa.— Dijo el joven con una sonrisa amigable.
—¡Adiós guapo amigo de mi hermana!
Annie cerró los ojos esperando que su amigo no haya escuchado eso, pero era más que obvio que si había escuchado el comentario de la pequeña Larsson. El de ojos verdes sólo soltó una pequeña risa.
—Siento que todos me ven raro...más bien, todas me ven raro.— Mencionó Annie. Su amigo la tomó de la mano para que no se sintiera insegura. Todo el camino, Larsson se la pasó hablando sobre si la familia Wayne la iba a aceptar o si las amistades la iban a ver raro.
—No prestes atención.
—Pero, míralas...no me parezco en nada a ellas.
—Y eso me alegra...detesto a esas chicas.— La joven sonrió. No sabía sí le quería dar a entender que podía tener una oportunidad con él o sí simplemente estaba siendo cortes.
—Bien...¿qué se supone que hace uno aquí para no aburrirse?— El oji-verde hizo una mueca. Realmente no había nada que hacer para evitar el aburrimiento.
—No sé con exactitud la respuesta.
—Bien, entonces ¿qué haremos?
—Por lo pronto, evitar a mis hermanos.
—Aww, los llamaste hermanos.— Wayne rodó los ojos. Era extraño que los llamara así pero, al final entendió que eran los hermanos que le había tocado tener. —¿Por qué debemos evitarlos?
—Porque son sumamente enfadosos.
—Entiendo...¿uno de tus hermanos tiene un mechón blanco?
—Si, ¿cómo lo sabes?
—Porque creo que viene hacia acá.— El chico volteó a todos lados. Pensó lo más rápido que pudo en una escapatoria pero no la encontró.
—Enano, veo que trajiste a tu novia.— Comentó el mayor con una sonrisa juguetona.
—N-No es mi...
—N-No soy su...
—¿Tú amiga entonces?
—Si.— Por un instante Annie, sintió su corazón romperse en mil pedazos.
¿Siempre sería así? ¿Siempre la conocerían como la amiga de Damián Wayne? ¿No había a caso una pequeña oportunidad para ser algo más de él?
—Mucho gusto, soy Jason.
—Soy Annie.— La peli-negra sonrió con amabilidad.
—Lindo nombre, así como tú.
—G-Gracias.— Larsson se sonrojó por un instante. El menor gruñó. ¿Trataba de robarle a su chica?
—Si, ajá como sea, Annie y yo tenemos cosas que hacer...vámonos.— Damián tomó la mano de su amiga y se la llevó lejos de Jason. No quería que los molestara esa noche. Para él era una noche muy especial. Era la noche en la qué tal vez, sólo tal vez, empezaría a "ser feliz" como lo decía su hermana y las amigas de su hermana, porque existía la posibilidad de que empezara una bonita relación con la chica. Y no es que no fuese feliz, ya lo era, pues la relación con su padre y la esposa de su padre había mejorado. Confiaba un poquito más en sus hermanos. Habían encontrado a su hermana y no resultó ser tan odiosa como imaginó.
A lo que se referían Adele, Steph y Holly, con "ser feliz", era que muy pocos súper héroes podían llevar una vida normal, muy pocos héroes podían encontrar a alguien con quien compartir sus victorias y pérdidas, aunque algunos encontraban a esa persona especial, no todos lograban cuidarla o lograr formar una vida con ellas. Y "ser feliz" era cuidar, amar y estar con esa persona especial.
—Es divertido.
—¿Todd? Es un idiota, a mi parecer.
—Un idiota divertido.— Comentó ella con una sonrisa.
—Annie.— La chica fijó su vista en los ojos verdes del muchacho. ¡Ya estaba listo! La situación era perfecta. Estaban lejos de toda la gente. Estaban juntos y solos. Y la noche junto al clima hacían ver la escena como a una de las películas de romance que su amiga, hermana y Grayson veían.
—¿Si?
—Y-yo...no sé cómo decirlo.
—Sólo dilo, a veces nos estresamos buscando la forma correcta en decir algo y termina siendo peor— Sonrió. ¿Por qué tenía una sonrisa tan bonita? ¿Por qué siempre se mostraba tan sonriente? ¿Por qué tenía esa bonita sonrisa que hacía a su corazón latir con mucha fuerza y que a la vez lo hacía sentir tan vulnerable? ¿Por qué su sonrisa lo hacía sentirse protegido?
—Creo que...—¿Y sí lo arruinaba? ¿Y sí sus deberes como héroe lo arruinaban todo? ¿Y sí ser Robin, lograba lastimar de cierta forma a esa chica tan bonita?
—¿Crees que...?
—Mejor olvídalo.
—De acuerdo.
Ambos se quedaron en silencio. Larsson soltó un suspiro. Tenía tantas ganas de confesarle a su mejor amigo que sentía algo por él, pero ¡demonios! ¡Era Damián Wayne! A duras penas logró ser su amiga y ¿ahora quería algo más con él? Era ridículo. Era pedir demasiado. Era hacerse demasiadas ilusiones.
—Creo que me gusta un chico.— Soltó de repente la chica. Su amigo volteó a verla sorprendida. Annie jamás hablaba de chicos. Bueno, sí lo hacía, pero decía cosas como "ese chico me parece lindo" "Cody, el chico de tercero me parece el chico más atractivo de la escuela...eso no significa que me guste ¿eh?" "Dylan O'Brien es lindiiiisimo". Jamás, jamás, nunca en su vida Annie Larsson hablaba sobre qué le gustaba alguien.
—¿S-si?— Wayne sentía que le hervía la sangre. Quien fuese ese chico, no viviría por más tiempo.— ¿Quién es?
—No te lo puedo decir...además, sólo dije, que creo que me gusta.
—Sólo dame una pista.
—Uhm...lo conoces muy pero muy bien.
El mayor frunció el ceño. ¿Lo conocía bien? ¿Quién podía ser? ¿Uno de sus hermanos? ¡Imposible!
—¿Vive en mi casa?
—Quedamos que sólo una pista...pero, sí, vive en tu casa.— El chico abrió los ojos ampliamente. Su amiga no podía interesarse en alguien que a penas conocía o que ni siquiera conocía, así que descartó a Dick y a Jason. Pero a Tim lo conocía y muy bien, y para ella ese chico era todo un amor.
—¿Drake? ¿Te gusta Drake?— Cuestionó casi alterado.
—Dije que sólo una pista.
—Entonces...
—Suficiente, ya no te diré más.— La chica se cruzó de brazos. Su amigo quería saber quien era aquel tipo que se estaba robando a su chica.
—Bien.— Dijo rindiéndose.
—¿Volveremos adentro?
—Vamos.
Ambos jóvenes volvieron hacia la mansión. Dentro todos bailaban una música tranquila. El chico pensó en invitar a Annie a bailar.
—¿Quieres...quieres bailar?— La de ojos café asintió con una sonrisa. Nadie nunca la había invitado a bailar, salvo su padre en su fiesta de graduación de secundaria.
—Te advierto que no soy una muy buena bailarina.
—Yo te enseño.
Damián la tomó de la cintura con delicadeza y Annie posó una mano en su hombro y con la otra tomó la mano libre del chico. Empezaron a moverse lentamente.
Podría decirse que era la primera vez que estaban muy cerca. Y esa cercanía los hacía ponerse nerviosos, sin embargo ellos no lo demostraban.
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