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19

—Por favor no, deja de ser tan celoso.— Exclamó Annie con una mueca de desagrado, el chico rodó los ojos y se acercó a ella. —Además, no habrá ningún beso durante los ensayos...aunque, es posible que para el día de la presentación sí lo haya.
—Maldición...no quiero que ningún hombre se atreva a sí quiera verte a los ojos...eres mía.— Acarició sus mejillas y unió su frente con la de ella.
—Deja de ser tan posesivo, odio esa faceta tuya.
—Sabes que así soy.— Besó sus labios con suavidad. —Pero está bien...dejaré que hagas esa estúpida obra.
—No te estaba pidiendo permiso.— Replicó con el entrecejo fruncido.
—Pero sí ese tal Calum...— Ignoró el anterior comentario y con un tono de voz muy molesto siguió hablando. —...intenta propasarse contigo, lo voy a matar a golpes, ¿escuchaste?
—Punto número uno: no vas a matar a nadie a golpes. Punto número dos: él tendrá que respetar lo que yo diga.
—¿A qué hora son los ensayos?
—Uhm...no lo sé, Lana me dirá mañana.
Damian asintió. Quiso hacer que su novia pensara que todo estaba bien y que nada malo haría, pero tenía planes para ese tal Calum; planes de los que Annie no debía enterarse.









Una semana después, en la Mansión Wayne...

—¡Déjame! ¡Deja que me libere!— Chilló Annie sosteniendo la daga contra su pecho. La chica de cabellos morados se negó y dió un paso más adelante. No pretendía dejar que ella acabara con su vida, apreciaba mucho a Damian y sabía que él sufriría sí su querida Annie moría.
—Vamos, ¿en verdad quieres esto? ¿Tienes idea de lo mal que Damian se pondrá? ¿Quieres romper su corazón? ¿Eso quieres?— Trató de persuadirla y distraerla, para así evitar que cometiera una tragedia.
—No sabes lo mal que se siente estar así...él estará bien, es muy fuerte.
—Tú lo haces fuerte...se convertirá en un caos sí te pierde, eres la única que sabe como cuidar de él, vamos, se valiente y derrótala.— La peli-negra dejó caer lágrimas y poco a poco, soltó la daga. Las palabras de Rachel, resonaban en su cabeza y la hacían pensar en lo que era y no correcto. Aprovechó que se distrajo y le quitó el arma, suspiró cuando supo que ya todo estaba mejor.
—E-ella controla mi mente y hace...hace que actúe d-de otra forma.— Temblaba del miedo y lo único que quería, era acabar con ese control mental y el sufrimiento. No quería hacerle daño a su amado, pero de uno u otra manera, lo hacia. Pensaba que con su muerte todo acabaría y Dami estaría mejor.
—Se lo tienes que decir a él...deja que te ayude.
Una semana había pasado desde la llamada de Lana y la pequeña discusión que se había formado entre los dos, por los celos que el muchacho sentía al saber que su novia besaría a otro hombre y que probablemente dedicaría poemas de amor durante la puesta en escena.
Y en esa misma semana, ambas jóvenes coincidían en la mansión Wayne, en ocasiones charlaban sobre cosas triviales. Extrañamente, había una especie de conexión entre ellas, realmente había posibilidades de que una gran amistad se formara entre ellas.
—Thalia..e-ella está aquí, su voz está aquí.— Dijo señalando su cabeza, a la vez que tropezaba con las palabras. —M-me hace informarle todo y cometer cosas que...e-ella me controla.
—Pero tú eres más fuerte que eso...debes decirle a él y pedirle ayuda...has cargado con tanto durante este tiempo, eres muy valiente.
—¿Valiente? ¿Yo?— Arrugó el entrecejo y negó con la cabeza. —Tú eres valiente...admiro tu fuerza y determinación...eres una héroe y siempre te arriesgas para salvar a otros, eso sí es ser valiente.
Rachel sonrió. En verdad ella era muy tierna y adorable. Y lo más impactante, era que sus palabras por más simples que sonaran, llegaban a tocar tú corazón y te daban todas las fuerzas que necesitabas.
—Bajemos, dile todo y termina con esto.
Ella asintió. Tantas cosas habían pasado en tan sólo una semana. Thalia le había ordenado asesinar a Damian y a pesar de que quiso resistirse, su mente fue más débil. Así que, bajó a la cueva y ahí, lo atacó, el joven no pudo siquiera defenderse, pues no creía lo que veía y tampoco tenía la capacidad, para lastimarla. La chica de cabellos morados, logró calmar a Annie y una vez que estuvo fuera del control, corrió para intentar acabar con su vida, por lo mal que se sentía.
—No sé sí pueda hacerlo.
—Claro que podrás.
—Me asusta...me asusta el hecho de que me odie o me quiera alejar de él.
Ambas se vieron, la de ojos color chocolate hizo una mueca y recibió una palmadita amistosa y reconfortante.


Mientras tanto en alguna parte del mundo...

Señor, ya está todo listo para el viaje a Gotham City.— Informó un joven vestido formalmente.
—Perfecto.— Murmuró el hombre guardando la imagen de su hija en el bolsillo de su pantalón.
—¿Piensa decirle todo?
—Por supuesto, no seas idiota.— El hombre se puso de pie y caminó hacia la salida.
Por fin conocería a su hija, sabía que sería difícil para ella afrontar esa situación, pero...valdría la pena, conocería a su pequeña y ella tendría a alguien que la protegiera.
—Pero antes de ir por ella...debo ajustar cuentas con Thalia Al Ghul.
—¿Ajustar cuentas?
—Así es, me enteré de que intentó lastimarla, ahora yo la lastimaré.
Ambos hombres salieron de la casa, subieron a una camioneta, para ir al aeropuerto.
—¿Te encargaste de comprar la casa?
—Así es señor.
—Espero que haya sido donde te dije.
—Por supuesto que si señor...cerca del Puerto, el lugar favorito de la chica.— Respondió empezando a conducir.
—Señorita Wilson para ti, idiota.— Le dijo molesto, a la vez que volvía a sacar la fotografía de su hija. Sonrió. Su hija era muy hermosa y se parecía a su madre, -o bueno, eso pensaba él- sus ojos mostraban una inocencia increíble y su sonrisa, irradiaba felicidad. Ella era todo lo contrario a él, no se parecían en absolutamente nada.
—Investigué más sobre ella.
—Habla.
—¿Qué quiere que le cuente?— Preguntó, Lincoln, su fiel ayudante, mirándolo a través del espejo retrovisor.
—Todo.
—Bien...ha vivido todo este tiempo con su hermana.
—¿Con Jessica?
Lincoln asintió. —Estudia en la Academia de Gotham, es su último año...acaba de cumplir los diecisiete. Cómo sabe, su lugar favorito es el Puerto. Es una alumna muy destacada y de conducta intachable...
Y así, recibió una extensa información sobre su hija. Una chica que era demasiado inocente para ser hija de un hombre cómo él.
—Papá va por ti, Annie.— Murmuró viendo su foto, con un vestido color rosa de encaje y una diadema de brillos en su cabeza.



—¡¿Por qué no me lo dijiste, antes?! ¡¿Eh?!
—Y-yo...l-lo siento...n-no quería lastimarte.— Murmuró cabizbaja con lágrimas brotando de sus ojos. Damian soltó un suspiro y se acercó a ella, para abrazarla.
—Debiste decirme, no tenías porque ocultarlo.
—No quería causarte molestia...tenías tantas cosas en la cabeza y yo...no quise molestar.— Explicó hundiendo su rostro en su cuello. El chico acarició su cabello y besó su cabeza con amor.
—Tú no eres una molestia...en mi lista de prioridades, tú estás primero...dejaría todo a un lado sólo por ti, ¿por qué no lo entiendes?— Tomó su rostro entre sus manos y empezó dejar suaves caricias. —Haría hasta lo imposible por ti.
—Lo siento.
—Ahora...promete que no me ocultarás nada y que sí ocurre algo me lo dirás para poder ayudarte, ¿si?— Ella asintió.







¿List@s para las sorpresas y cambios repentinos?

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