11
—¡Exacto! Después de todo, pareces ser un chico listo.— Comentó Scott mirando a Damián, el cual tenia una sonrisa de satisfacción en el rostro.
Annie, Lisa y Jessica se miraban entre ellas. La cena no había estado mal, al contrario, Scott aceptó a Damián como novio de su hija. La situación era extraña, porque al principio esos dos se daban miraditas de odio y hacían comentarios desagradables el uno al otro...pero luego pudieron encontrar un tema interesante de que hablar y en el que ambos tenían opiniones similares.
—Uhm, mamá, papá es algo extraño.— Exclamó Lisa con el entrecejo fruncido. —Annie, tu galán también es extraño.
—Prefiero que sean extraños y que se lleven bien a que se quieran matar.— Respondió Annie con la mirada puesta en su padre y novio.
—Bueno, el muchacho es lindo, me agrada. Es perfecto para ti...ya sabes, lo que una madre quiere para su hija; un chico listo, guapo, que te respeta y quiere.— Comentó Jessica sonriendo.
Al parecer Scott Larsson y Damián Wayne se habían vuelto mejores amigos. ¡Genial! ¿No? Es decir, ¿quién no querría eso? Es mejor a que se odien a muerte.
Aunque, no todo lo bueno dura para siempre, pues después cambiaron el tema de conversación y los conflictos no se hicieron esperar.
—¿Quién quiere postre?— Exclamó Annie para calmar el momento de tensión. Se puso de pie y tomó a Damián de la mano. —Acompáñame, ¿si?
—Claro.
—¡Hey! No quiero que...
—Scott, cariño, por favor.— Jessica posó una mano en el hombro de su esposo para que se calmara un poco.
—Que Lisa los acompañe.— Ordenó el mayor.
—¡¿Y yo por qué?! Quiero que me traigan el postre hasta acá, no ir por...un segundo, ¡si, si los acompaño! — Se puso de pie y corrió detrás de la joven pareja. Tenía un plan divertido para ellos.
Llegaron a la cocina. Annie tomó de los hombros a su novio y le pidió, le rogó que por favor dejara de hacer enfadar a su padre. Así también, Jessica le pedía a su esposo que dejara de pelear como niño de preescolar.
—¡Damián! Tengo información de importancia para ti.— Exclamó la más pequeña llamando la atención de su...¿cuñado?
—¿Información? ¿Información sobre qué?
—¿Sabías que Annie tiene un amigo secreto?— La mencionada arrugó el entrecejo. ¿Un amigo secreto? ¡Ni siquiera ella lo conocía! Todos sus amigos los conocía Damián.
—¿Ah sí?— Preguntó el joven mirando a su novia. Eso sí que le interesaba. —¿Y quién es?
—¡Calmado, amiguito! Primero, debes darme algo a cambio.— Dijo de forma chantajista.
—¡Lisa! Deja de...
—No, Annie, deja que la niña hable...te daré lo que quieras, pero antes dime el nombre de "ese amigo secreto".
Lisa sonrió de forma traviesa. «¡Todo sea por los dulces!» Pensó. Se quedó un rato pensativa.
—De acuerdo, agáchate.— El chico hizo lo que la menor le pidió, con curiosidad. Annie también tenía curiosidad de saber quién era "su amigo secreto". Pensó que no podía contarle un secreto a su hermanita, porque ella la delataría fácilmente, claro, a menos que le diera dulces o juguetes, la mantendría en silencio.
—¿En verdad quieres saberlo?
—En verdad quiero saberlo, dime y mañana temprano tendrás una enorme bolsa de dulces.
—¿De los de calidad?
—De los de calidad.
—¡Bien!— Se acercó a su oído y se lo susurró. Por un momento, Damián quiso reír. Resultó que el amigo secreto, no sólo pretendía ser amigo de Annie, sino que también era su competencia. ¡Y él mismo era su competencia! Bueno, así se podría decir.
—Oh, ¿así que, Robin pretende robarme a mi chica?
—Ajá.
—Bien.— Miró a Annie con una sonrisa divertida, mientras seguía agachado. Ella también había querido reír. —Tu recompensa será dada.
—Cuándo venga él y tenga más información, te la puedo dar...pero, ya sabes...a cambio de algo.
—De acuerdo, esperaré la nueva información.— Se puso de pie y tomó la mano de Annie para dejarle un dulce beso. —He de admitir que tengo a un gran oponente.
—¡Me voy!— La más pequeña salió de la cocina dando saltitos. Cuando se quedaron solos, se soltaron a reír.
—Dime, ¿te pusiste celoso de ti mismo?— Preguntó de forma burlona la joven. Él la tomó de la cintura y la atrajo hacia sí.
—Claro que no.
—Eso fue divertido.
—Demasiado.
—Hoy no llegó a la escuela.— Comentó Annie con una mueca, mientras miraba el asiento vacío de Larissa, su mejor amiga.
—Dijiste que cuándo pasó lo de la cafetería la estaban buscando a ella, ¿no?
—Si, el hombre mencionó a Larissa Michels. Y sabía que yo era su amiga. Desde ese día, traté de contactarla y...simplemente parece que se la tragó la tierra.— Se cruzó de brazos aún con la vista fija en el asiento. Quería saber el porque su amiga había huido. Quería saber sí estaba bien y sí la había dejado sola a propósito ese día.
—Tendré que cuidarte más.
—¿Ah?— Giró su cabeza para verlo.
—Si, tal vez esos hombres quieran buscarte y lastimarte para que des información sobre ella.
—Pero yo no sé nada, ¿por qué habrían de herirme?— Exclamó confundida con una ceja alzada.
—¿Y tú crees que a ellos les va a importar eso? Sí no les sirves, se desharán de ti de la forma más fácil que encuentren...pero yo no pienso permitir eso.
La chica frotó sus brazos, sintió un escalofrío. La noche que había conocido a Robin, un hombre había tratado de lastimarla, sintió que iba a morir. No quería volver a pensar eso, que la hirieran o a alguien de su familia, no quería eso.
—Trata de mantenerte acompañada, ¿de acuerdo?
—De acuerdo.— Murmuró con la vista hacia abajo.
—Hey.— La tomó del mentón y la hizo fijar su vista en él. —Te cuidaré siempre, aunque me quieras mantener lejos de ti...estaré vigilándote y aunque me digas que no necesitas de mi protección, incluso sí veo que en verdad no me necesitas... estaré ahí...porque me importas.
—Gracias.— Susurró con una sonrisa en los labios.
Siempre lo hacía, siempre prometía protegerla hasta su último aliento. Recordó la primera vez que él le había prometido eso.
—¿Qué se supone que haces aquí?— Preguntó confundida Annie mirando la silueta del joven enmascarado. Caminó lentamente hacia dónde él estaba. —Dime, por favor que no estás herido.
—No lo estoy.— Dijo acercándose a ella.
—¡Uff! Que bueno, porque se me acabaron las vendas.— Respondió de forma divertida. —¿Qué te trae por acá, sí no es una herida?
—Sólo vine a verte.— Llegó hasta ella y la miró directo a los ojos. Ella sonrió de lado.
—Gracias por la visita, entonces. Aunque aún no acabo de entender el porque Robin tiene tanta curiosidad en una mortal como yo.— Lo vió con una ceja alzada. Se habían hecho amigos después de esa noche. Bueeno, él siempre iba a su casa porque ella curaba sus heridas...las excusas siempre eran: "era la casa más cerca". "Tienes un talento nato para la enfermería." "No me pareces desagradable."
Él tragó saliva. Esa noche acababa de recibir una visita inesperada. Su madre lo había descubierto.
Sabía sobre el interés que él tenía sobre Annie Larsson; le había ordenado que se mantuviera lejos de ella, de lo contrario, las consecuencias no le gustarían. Pero él no quiso rendirse, no quiso ser tan cliché como todos los demás súper héroes que decían abandonar a sus amores para que no los hirieran. En un principio pensó que era egoísta, pero luego cambió eso. Decidió que ya era hora de completar su felicidad.
—Te cuidaré siempre, aunque me quieras mantener lejos de ti...estaré vigilándote y aunque me digas que no necesitas de mi protección, incluso sí veo que en verdad no me necesitas... estaré ahí...porque me importas. No dejaré que ella o que alguien más te lastime.— Acarició su mejilla. Los ojos color chocolate de la chica se llenaron de confusión, no sabía exactamente a que se refería él.
—Uhm...¡wow! Que romántico.— Comentó con algo de diversión y nerviosismo a la vez.
—Te lo prometo.
Annie cerró los ojos, sonrió y dijo:
—Sólo falta el beso.— Abrió los ojos ampliamente cuándo cayó en cuenta de sus palabras. Se había sonrojado. —¿Lo dije o lo pensé?— Soltó una risita nerviosa que causó ternura en él. —Lo pensé muy alto, ¿cierto? Yo...y-yo s-sólo bromeaba, ¿de acuerdo?— Le dió un golpe amistoso en el hombro y bajó la mirada.
«Sí tan sólo supieras lo que tú causas en mí, Larsson.»
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