Demon And The City
Este capítulo inicia ántes del prólogo
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En un principio...
El ángel Lucifer fue expulsado del Cielo y condenado a gobernar el Infierno por toda la eternidad.
Ahora su hijo mayor se encarga de matar y guiar a los pecadores para asi llevar a sus almas al infierno.
Estados Unidos: Los angeles
El Lux uno de los mejores Club nocturnos de los Angeles con un Dueño bastante... Único.
El The Lux no era solo un club nocturno; era una obra maestra de la decadencia. Ubicado en el corazón de la ciudad, este santuario del hedonismo y la lujuria atraía a políticos corruptos, magnates ambiciosos y a todo aquel que quisiera perderse en el pecado. Decorado con candelabros dorados, paredes de ónix negro y un enorme piano de cola en el centro, el ambiente estaba diseñado para desarmar las inhibiciones de cualquiera.
Cada detalle del lugar reflejaba la esencia de su dueño, Drake Morningstar. El The Lux era su reino en la Tierra, y los mortales, sin saberlo, se entregaban a él en cuerpo y alma con cada copa, baile y secreto confesado en sus rincones oscuros.
Al ingresar al Lux, hay un entrepiso con un ancho de pasillo que da al piso principal. entre el club y el Penthouse hay mazmorras sexuales, cocina, y varios pisos de apartamentos para los empleados del lugar.
De todo este edificio el penthouse donde Vive Su Apuesto, Coqueto, Carismático, algo extraño, y Extrovertido Dueño.
En el minibar del Penthouse se encontraría el mismísimo dueño del Lux. Drake Morningstar. un hombre de unos 25 años. cabello corto rubio claro. unos ojos de un color Ámbar ligeramente marrón.
la tranquilidad del penthouse que lo domina, un lugar de lujo moderno mezclado con un toque de lo infernal. Drake se encuentra detrás de un minibar, sirviéndose un Manhattan Apple Twist. Con movimientos precisos y elegantes, mezcla el licor como si fuese un arte, añadiendo el toque final de una rodaja de manzana verde en el borde del vaso.
Mientras se recarga contra el mármol negro, da un sorbo largo y satisfecho, disfrutando del equilibrio de sabores. La calma que proyecta contrasta con el caos del mundo que lo rodea, pero en su mirada se percibe un destello de poder contenido, como un volcán listo para despertar.
Sareena entra en la habitación sin anunciarse, sus tacones resonando suavemente en el suelo. Con una bandeja de documentos en mano, sugiere:
Sareena: Otro contrato firmado. Esta noche ha sido especialmente fructífera. Parece que los humanos nunca aprenden, ¿verdad, jefe?
Drake sonríe, sin apartar la vista de su trago.
Drake: ¿Aprender? No es su propósito, Sareena. Están aquí para fallar, para tentarse... y para pagar por ello. Solo les doy una pequeña ayuda en el camino.
Drake sirvió con destreza un Manhattan Apple Twist en un vaso de cóctel perfectamente enfriado, mientras Sareena, con una ceja levantada y una sonrisa que denotaba paciencia, se apoyaba en el marco de la barra del penthouse.
Drake: Uno especial para mi asistente favorita.
comentó Drake mientras deslizaba el vaso hacia ella.
Sareena: Soy tu única asistente, Drake,
respondió Sareena, tomando el vaso con elegancia y llevándolo a sus labiosSu mirada analizaba a Drake con un toque de desdén mezclado con diversión.
Sareena: Aunque no negaré que al menos sabes preparar buenos tragos.
Drake se sirvió uno para sí mismo, levantando el vaso para brindar con ella.
Drake: Pues, si no fuera por mis encantos y habilidades, mi club no sería el lugar para estar. Pero bueno, Sareena, cuéntame, ¿cómo es que no has sucumbido aún a mi insuperable magnetismo?
Ella rió, un sonido bajo y seductor.
Sareena: Oh, por favor, Drake. Si fuera tan fácil como un trago y unas palabras bonitas, no estaríamos aquí ahora mismo. Además, ¿qué te hace pensar que no estoy aquí solo por el entretenimiento?
Drake se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en la barra y sonriendo con ese aire pícaro que siempre llevaba como segunda piel.
Drake: Porque sé que te divierto, querida, pero también sé que en el fondo disfrutas la libertad de estar lejos del infierno... aunque trabajar para mí sea otro tipo de castigo.
Sareena entrecerró los ojos con una sonrisa.
Sareena: Tienes razón en parte, pero no te hagas ilusiones. No me encariño fácilmente... ni siquiera contigo.
Drake tomó un sorbo de su trago antes de mirar hacia las luces de la ciudad desde el ventanal.
Drake: ¿Sabes? Papá estaría horrorizado si viera lo que hago aquí arriba. "Drake Morningstar, el príncipe cazador, disfrutando de cócteles y manejando un club nocturno" Supongo que nunca fui el hijo más obediente.
Sareena inclinó su cabeza con interés, su mirada aguda.
Sareena: ¿Eso te molesta? ¿La decepción de Lucifer?"
Drake rió suavemente, con un toque amargo en su tono.
Drake: Digamos que me encanta recordarle que soy algo más que su verdugo personal. Aquí arriba, no soy solo el cazador de almas que él quiere que sea. Aquí soy libre de disfrutar… y, bueno, de hacer lo que él no puede: vivir entre los humanos como uno de ellos.
Sareena: Y aún así {tomando un sorbo pausado} sigues cumpliendo con tus deberes, asegurándote de que esas pobres almas se deslicen hasta el infierno cuando pecan lo suficiente."
Drake encogió los hombros con indiferencia.
Drake: ¿Qué puedo decir? No soy un rebelde completo, solo lo suficiente para divertirme. Y hablando de diversión... {Hizo una pausa, inclinándose un poco hacia ella} ¿Te has dado cuenta de que pasas demasiado tiempo conmigo? Tal vez, inconscientemente, ya te he conquistado.
Sareena lo miró con un destello desafiante en sus ojos.
Sareena: Sigue soñando, Morningstar. Eres entretenido, pero no tanto.
Drake sonrió ampliamente, levantando su copa una vez más.
Drake: Bueno, por ahora me conformo con ser entretenido. A tu salud, Sareena.
Ambos brindaron, la tensión entre ellos oscilando entre la camaradería y el coqueteo, mientras la ciudad humana bajo ellos seguía con su interminable vida nocturna.
Cambio de escena
El The Lux, normalmente vibrante y lleno de vida, ahora estaba sumido en un silencio casi reverente. Las luces bajas creaban un ambiente íntimo, reflejando sus tenues brillos en las paredes de cristal y los muebles pulidos. Eran las 2:00 de la madrugada, y la última de las almas festivas ya había abandonado el lugar, dejando a Drake completamente solo en el piso principal.
Caminó lentamente por la pista de baile vacía, sus botas resonando contra el suelo de mármol. Su mirada se dirigió al pequeño escenario en una esquina, donde descansaba un piano de cola negro, brillante como un espejo en la penumbra. Un artefacto de otra época, pero tan elegante y eterno como el mismísimo Drake.
Sin decir una palabra, se acercó al instrumento y se sentó en el banco de terciopelo. Sus dedos largos y pálidos descansaron sobre las teclas por un momento, como si buscara una conexión con el pasado, antes de que una suave melodía comenzara a llenar el espacio vacío. Claro de Luna de Debussy empezó a cobrar vida bajo sus manos, cada nota resonando con una melancolía que contrastaba con el caos que normalmente definía su existencia.
Drake cerró los ojos mientras tocaba, dejando que la música lo envolviera. En ese instante, parecía un hombre común, uno perdido en sus propios pensamientos y emociones. Pero cualquiera que lo conociera bien sabría que este momento de vulnerabilidad era tan raro como un eclipse. Cada tecla presionada era un eco de las emociones que nunca mostraba: la añoranza de una libertad verdadera, el peso de sus deberes infernales, y la interminable lucha por encontrar un propósito en un mundo que, aunque fascinante, no le pertenecía.
Cuando la melodía llegó a su clímax, su mente divagó hacia recuerdos de su padre, Lucifer, y las expectativas que siempre había impuesto sobre él. ¿Había algo de humano en este ejercicio de tocar música? ¿O simplemente era su forma de rebelarse, un recordatorio para sí mismo de que no era solo el cazador que su padre quería?
Mientras la última nota resonaba en el vacío, Drake abrió los ojos y dejó escapar un largo suspiro. Se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en el piano y mirando al vacío. En ese instante, el silencio lo rodeó nuevamente, como si el universo aguardara sus próximos movimientos.
???: Siempre tan dramático,
dijo una voz femenina detrás de él. Sin necesidad de voltear, reconoció el tono familiar de Sareena, quien lo observaba desde la penumbra con una copa de vino en la mano.
Drake esbozó una sonrisa ladina y giró ligeramente la cabeza hacia ella.
Drake: No es dramatismo, querida. Es arte. Pero qué sabrás tú de eso.
Sareena rodó los ojos, pero no pudo evitar sonreír.
Sareena: Arte o no, suena a que piensas demasiado para alguien que dice estar de "vacaciones"
Drake se levantó del banco, colocando las manos en los bolsillos de su chaqueta.
Drake: Tal vez porque incluso en vacaciones, el peso del infierno nunca me deja en paz.{Miró el escenario vacío y luego a ella} Pero al menos, aquí arriba, tengo el lujo de jugar a ser alguien más. Aunque sea solo por un rato.
Drake observó a Sareena mientras ella se alejaba, dejando su copa vacía sobre la barra y desapareciendo entre las sombras del piso superior. La presencia de su guardaespaldas siempre era reconfortante, pero había momentos, como este, en los que prefería la soledad. Sus dedos regresaron al teclado del piano, esta vez sin ninguna melodía en mente, solo dejando que las notas fluyeran según su ánimo. Pero no estaba solo por mucho tiempo.
Un leve pero nítido aplauso rompió el silencio, haciéndolo detenerse. Drake alzó la vista hacia el origen del sonido y vio a un hombre sentado en uno de los sillones más oscuros del lugar. Incluso sin ver completamente su rostro, reconoció la figura inconfundible: Amenadiel.
El ángel, con su porte altivo y su expresión de desaprobación casi constante, estaba ahí como un recordatorio de todo aquello que Drake prefería evitar. Vestía una túnica de tonos negros que resaltaba como una anomalía en el ambiente oscuro y decadente del The Lux.
Amenadiel: Siempre tan teatral, sobrino.
Dijo Amenadiel mientras se ponía de pie, avanzando con pasos calculados hacia el escenario.
Amenadiel: Aunque debo decir que estoy sorprendido. Nunca pensé que encontraría a un Morningstar en un lugar tan... deplorable.
Drake se recostó en el piano, apoyando el codo sobre la tapa y esbozando una sonrisa burlona.
Drake: ¿Deplorable? Qué palabra tan fuerte, tío. Yo prefiero llamarlo encantadoramente decadente. Pero, claro, alguien como tú no podría apreciarlo. ¿Qué te trae a mi humilde establecimiento? ¿Decidiste finalmente aprender a divertirte?
Amenadiel frunció el ceño, ignorando la provocación.
Amenadiel: No estoy aquí por diversión, Drake. Estoy aquí por tu trabajo. Tu... "misión" Este lugar, este antro, es un hervidero de pecado. Y tú, con tus manipulaciones, aseguras que las almas caigan en la oscuridad. No puedo quedarme de brazos cruzados mientras observo cómo haces que los mortales se condenen.
Drake soltó una carcajada baja, poniéndose de pie.
Drake: Ah, ahí está el discurso celestial que tanto extrañaba. Dime, tío, ¿cuántas almas has salvado esta semana con tus sermones y tu mirada fulminante? ¿Cinco? ¿Diez? Porque, si somos honestos, el cielo tiene un récord bastante bajo últimamente.
Caminó hacia el bar, sirviéndose otro Manhattan Apple Twist, pero manteniendo la mirada en Amenadiel.
Drake: ¿Sabes lo que realmente me fascina de ustedes, los ángeles? {continuó, levantando la copa como si brindara}Es que se creen tan superiores, tan inmaculados, pero, al final del día, no son tan diferentes de nosotros. Mira a Miguel, con su ego gigantesco, o Uriel, con su obsesión enfermiza por el equilibrio. Ni hablar de Azrael, siempre tan sombría con su toque final. Y, aun así, todos me juzgan por hacer mi trabajo. Qué irónico, ¿no crees?
Amenadiel: Esto no es un juego, Drake
respondió Amenadiel, su voz grave resonando en el salón vacío.
Amenadiel: No se trata de ellos ni de sus fallas. Se trata de las almas que condenas. Cada humano que entra a este lugar buscando un escape termina cayendo más profundo en el abismo. ¿Es eso lo que quieres? ¿Ser recordado como el verdugo de los inocentes?
Drake tomó un sorbo de su copa, dejando que el silencio se extendiera antes de responder.
Drake: Verdugo, cazador, enviador... llámalo como quieras. Pero hay algo que tú, con toda tu moral celestial, no entiendes. Estas almas que caen al pecado no son inocentes. Yo solo les muestro lo que ya llevaban dentro. Si caen, es porque el infierno siempre fue su hogar, no el tuyo.
Amenadiel se cruzó de brazos, su semblante endurecido.
Amenadiel: Justificas tus actos con una arrogancia que te llevará a la ruina. Crees que puedes escapar de lo que eres, pero tu destino ya está escrito, Drake.
Drake: ¿Mi destino? {Arqueó una ceja, acercándose lo suficiente para mirar directamente a los ojos de Amenadiel} ¿Sabes cuál es la verdadera diferencia entre tú y yo, tío? Tú te aferras a un destino que alguien más escribió para ti. Yo, en cambio, escribo el mío. Y si eso significa manejar este club y disfrutar de unas vacaciones mientras hago el trabajo sucio de mi padre, entonces que así sea.
Amenadiel permaneció en silencio por un momento, evaluando a su sobrino. Finalmente, dejó escapar un suspiro y retrocedió un paso.
Amenadiel: Sigues siendo el mismo. Siempre tan lleno de orgullo y sarcasmo. Espero que algún día veas el daño que haces, no solo a los demás, sino a ti mismo.
Drake se encogió de hombros, regresando al piano.
Drake: Lo dudo, pero agradezco la preocupación. Es bueno saber que alguien se interesa por mí, aunque sea para sermonearme. ¿Algo más, tío, o puedo seguir disfrutando de mi noche?
Amenadiel: {negó con la cabeza} Solo una cosa más: no importa cuánto corras o te escondas detrás de este lugar, el juicio siempre llega. Incluso para ti, sobrino.
Con esas palabras, el ángel se desvaneció en un destello de luz, dejando a Drake solo nuevamente. Este soltó un suspiro, sus dedos regresando al teclado mientras murmuraba para sí mismo:
Drake: Siempre tan dramático... parece que eso sí lo heredé.
Y así, comenzó a tocar otra melodía, dejando que el eco de las teclas llenara el vacío del The Lux.
Cambio de Escena.
El ding del elevador resonó en el silencio del penthouse. Drake salió con un paso despreocupado, ajustándose la chaqueta mientras un destello de luz se reflejaba en los cristales de la habitación. El lugar, usualmente vacío y pacífico, tenía ahora una atmósfera distinta. Dos figuras femeninas estaban sentadas en uno de los sofás, irradiando una presencia inconfundible: autoridad y devoción.
Drake arqueó una ceja, deteniéndose por un momento antes de esbozar una sonrisa relajada.
Drake: Bueno, bueno... Esto sí que es una sorpresa. ¿Quiénes son las valientes que decidieron colarse en mi pequeño paraíso sin invitación?
Las dos mujeres se levantaron al unísono. La primera, una joven de cabello azul corto, tenía una postura rígida y una mirada seria, como si analizara cada movimiento de Drake con desconfianza. La segunda, una de cabello castaño claro con una actitud más nerviosa, evitaba hacer contacto visual, sus mejillas teñidas de un leve rubor.
???: Drake Morningstar. {comenzó la joven de cabello azul, con un tono frío pero profesional.} Soy Xenovia Quarta, y ella es Irina Shidō. Somos exorcistas de la iglesia, enviadas para investigar reportes clasificados sobre este lugar y sus... actividades sospechosas.
Drake dejó escapar una carcajada baja, avanzando lentamente hacia el bar mientras las observaba con interés.
Drake: ¿Actividades sospechosas? Vaya, eso suena intrigante. Aunque debo admitir que esperaba algo más emocionante que un par de exorcistas en mi sala. ¿Qué exactamente están buscando, chicas?
Irina, visiblemente incómoda, intercambió una mirada nerviosa con Xenovia antes de hablar.
Xenovia; No es personal, señor Morningstar. Solo hemos recibido informes de que este lugar podría estar relacionado con... con eventos sobrenaturales que preocupan a la iglesia.
Drake sirvió un vaso de whisky, girándose para apoyarse contra el bar.
Drake: ¿Sobrenaturales, dices? Bueno, supongo que no sería un club del todo interesante si no tuviera un toque de lo extraño, ¿no creen?
Su tono burlón hizo que Irina bajara la mirada, mientras Xenovia mantenía su postura firme.
Xenovia: Deberías tomarnos en serio, {respondió con dureza}. Sabemos quién eres, Drake Morningstar. Sabemos lo que representa tu familia y el peligro que supone para la humanidad. No estamos aquí para jugar."
Drake se acercó un par de pasos, su sonrisa ensanchándose mientras tomaba un sorbo de su vaso.
Drake: Oh, créeme, no estoy jugando. Pero ustedes, chicas, están en mi casa, en mi ciudad, acusándome de cosas sin pruebas. ¿Qué esperan que haga? ¿Confesar que soy el hijo del mismísimo Lucifer y que dirijo este lugar como fachada para mis traviesos negocios?
Irina levantó la cabeza de golpe, sus ojos ampliándose.
Irina: ¡Entonces es cierto!
Drake: Relájate, princesa, {respondió con una risa suave}. Era un chiste. Bueno, en parte. Pero cuéntame, ¿qué es lo que realmente creen que van a encontrar aquí? ¿Unos demonios bailando en la pista de baile? ¿Algún ritual oscuro en la bodega de vinos?
Xenovia cruzó los brazos, claramente irritada.
Xenovia: Tal vez algo peor. Lo que no puedo entender es cómo alguien como tú, con tus orígenes, se rebaja a dirigir un lugar tan... decadente.
Drake fingió estar ofendido, colocando una mano en su pecho.
Drake: ¡Ay, Xenovia! Esa fue una puñalada al corazón. Este lugar no es decadente, es arte. Un espacio donde las almas perdidas pueden ser ellas mismas, sin juicios ni restricciones. Pero supongo que eso va en contra de su código, ¿no?
Irina, que había estado en silencio, murmuró en voz baja: No parece un lugar... tan malo. Aunque... sí es un poco intimidante.
Drake le guiñó un ojo, disfrutando de la reacción de la pelicastaña
Drake: Gracias, Irina. Al menos alguien aquí tiene buen gusto.
Xenovia rodó los ojos.
Xenovia: Mira, no estamos aquí para debatir la estética de este lugar ni para ser convencidas por tus encantos. Solo queremos respuestas claras. ¿Estás involucrado en algo que atente contra el equilibrio entre el cielo y la Tierra?
Drake vació su vaso de un solo trago antes de dejarlo sobre la mesa.
Drake: ¿Atentar contra el equilibrio? Eso suena como algo que haría Miguel o alguno de mis otros "queridos tíos" Yo simplemente... disfruto la vida. Y en cuanto a sus reportes, estoy seguro de que todo es un gran malentendido. ¿Por qué no se relajan y disfrutan de una copa? Después de todo, están en el The Lux. La primera ronda va por la casa.
Xenovia estrechó los ojos, claramente frustrada, mientras Irina parecía debatirse entre aceptar la oferta o mantener su postura profesional.
Xenovia: Esto no ha terminado, Morningstar {Declaró finalmente, antes de girarse hacia Irina.} Vamos, tenemos que hacer un informe."
Drake las observó marcharse hacia la puerta con una sonrisa en los labios.
Drake: Hasta la próxima, chicas. Y no olviden mencionar en su informe que tenemos el mejor whisky de la ciudad.
La puerta se cerró, y Drake se recostó en el sofá, soltando una carcajada baja.
Drake: Exorcistas... cada vez es más interesante este trabajo.
Cambio de escena
Drake, con una copa de vino en la mano, se encontraba en el balcón de su penthouse. El panorama nocturno de la ciudad iluminada se extendía ante él, pero sus ojos parecían perdidos en el horizonte. De vez en cuando, dejaba escapar un suspiro, reflexionando sobre todo lo ocurrido en los últimos días.
???: Siempre estás así cuando algo te molesta.
Drake se giró levemente, viendo a Sareena apoyada en el marco de la puerta. Llevaba una bata sencilla, su cabello suelto y su expresión tranquila pero preocupada.
Drake: ¿Qué te trae aquí, Sareena? Creí que habías decidido descansar.
dijo Drake, esbozando una leve sonrisa.
Ella se acercó, cruzando los brazos mientras lo miraba con una mezcla de curiosidad y ternura.
Sareena: No puedo descansar cuando tú estás aquí, con esa cara de quien lleva el peso de tres mundos encima. ¿Qué pasa, Drake?
Drake soltó una risa amarga y se giró de nuevo hacia la ciudad.
Drake: Es gracioso, ¿no? El hijo del Diablo reflexionando sobre la vida en un balcón humano. Es casi poético.
Sareena se colocó a su lado, observándolo detenidamente.
Sareena: No me vengas con tus metáforas. Sabes que puedo ver más allá de tus juegos de palabras.
Drake metió la mano en su bolsillo y sacó una fotografía envejecida. La sostuvo frente a sus ojos durante un momento, observando las figuras sonrientes en ella. En la imagen se podía ver a Lucifer, Lilith y Charlie, felices y juntos. La ausencia de Drake en la escena hablaba por sí sola.
Drake: Mi encantadora familia {murmuró con sarcasmo} Mira qué felices se ven... sin mí.
Sareena tomó la fotografía con delicadeza y la estudió. Luego miró a Drake, su expresión suavizándose.
Sareena: Eras el primogénito. La presión sobre ti siempre fue diferente. Pero eso no significa que no te quisieran.
Drake se rió entre dientes.
Drake: ¿Quererme? Tal vez. Pero siempre fui el problema, la pieza que no encajaba. Lucifer tenía sus ambiciones, Lilith su perfección, y Charlie... Bueno, ella era la luz que todos querían proteger. ¿Y yo? El caos que todos preferían evitar.
Sareena lo abrazó suavemente, apoyando su cabeza en su hombro.
Sareena: Tal vez es hora de enfrentarlos. No como un cobrador, no como el Drake que huye de su destino. Sino como tú mismo. Quizás sea hora de regresar al infierno... al menos por una visita.
Drake guardó silencio por un momento, mirando la ciudad y luego la fotografía. Finalmente, una pequeña sonrisa se formó en sus labios.
Drake: Vacaciones de mis vacaciones... Suena irónico, pero podría funcionar. Quizás sea hora de darle a la familia Morningstar una pequeña sorpresa."
Sareena asintió, separándose un poco pero manteniendo su mano en el brazo de Drake.
Sareena: Sea como sea, no lo hagas solo. Estoy contigo.
Drake la miró, sus ojos llenos de una mezcla de gratitud y melancolía.
Drake: Gracias, Sareena. Puede que necesite tu ayuda más de lo que estoy dispuesto a admitir.
Ambos se quedaron en silencio, observando la ciudad iluminada mientras un aire de decisión comenzaba a rodear a Drake.
Drake bajó la mirada hacia Sareena, sus ojos reflejando una mezcla de emociones que rara vez permitía salir a la superficie. Había algo en su presencia, en su inquebrantable apoyo, que le daba una sensación de calma que no sentía desde hacía siglos.
Sareena, aún apoyada contra su brazo, levantó la mirada hacia él. Había algo en su expresión que hacía que su usual confianza y sarcasmo se desvanecieran por un momento. Era vulnerabilidad, algo que rara vez mostraba, pero que con ella parecía inevitable.
Sareena: No tienes que cargar con todo solo, Drake {susurró, con un tono tan suave que casi lo hizo titubear}
Drake sonrió, esta vez sin sarcasmo ni burla, una sonrisa genuina.
Drake: Tal vez tienes razón... por una vez
El silencio se instaló entre ellos, pero no era incómodo. Había una tensión, un momento suspendido en el tiempo. Entonces, casi como si fuera lo más natural del mundo, Drake se inclinó hacia ella. Sareena no se apartó, y sus labios se encontraron en un beso que comenzó suave pero se volvió más intenso.
Era un beso que no hablaba de pasión momentánea, sino de algo más profundo, algo que ambos habían evitado reconocer durante demasiado tiempo. Era un refugio en medio del caos, una promesa no dicha de que, pasara lo que pasara, estarían juntos.
Cuando se separaron, sus frentes permanecieron juntas por un momento, ambos respirando profundamente. Sareena sonrió, sus ojos brillando con una calidez que rara vez mostraba.
Sareena: Espero que no te arrepientas de esto
Bromeó ella, aunque su voz tenía un matiz de ternura.
Drake: {rió entre dientes}Sería difícil arrepentirme de algo que finalmente se siente correcto.
Ambos se quedaron allí, mirando la ciudad mientras las luces nocturnas brillaban a su alrededor, marcando el final de un capítulo y el comienzo de algo nuevo.
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