Este relato pertenece al #demoniochallenge propuesto por @degelallard y @Nadabrovitchka para crear drabbles durante el confinamiento por el COVID-19. 

"El demonio sobre tacones de aguja". Así es como la llamaba cada vez que se citaban, dos pretendidos extraños a solas en la cafetería de un hotel cualquiera en la gran ciudad. Él la saludaría a su peculiar manera y ella le devolvería una sonrisa de medio lado antes de tomar asiento y cruzar las piernas, tan alto que la sala entera se giraría a contemplar sus muslos.

"El demonio sobre tacones de aguja" era ella, la mujer capaz de caminar en stilettos de 12 centímetros con la sensualidad hollywoodiense de una diva de los años 30, contoneando la cadera y sacudiendo la melena como si la vida fuese, indefectiblemente, una película donde ella era la única estrella posible. Y él tragaba saliva y le apartaba la silla, con galantería clásica, ofreciéndole a continuación su encendedor para prender el extremo de su cigarrillo, que apuraría en breves y sensuales caladas.

Volutas de humo azulado envolviendo su silueta misteriosa, su mirada esquiva delineada de negro, sus labios rojos como sus zapatos. Y locura absoluta cada vez que decidía honrarle con el placer de su compañía. Pues ella era diabólicamente adictiva y no había modo de empacharse de sus gemidos y su contacto. No lo había, porque después del amor, se marcharía, como siempre hacía, dejándole herido, aullando a la luna como un perro callejero.

Cuero negro, charol rojo. Sus empeines blancos sobre los que destacaban finas venas violáceas; sus talones suaves, sus tobillos delgados como cañas de bambú.

Medias con costura, a veces. Ligueros de encaje. Satén y blonda envolviendo toda la perversidad de este mundo en una visión irresistible. Y el susurro ahogado en el momento del clímax, la voz quebrada, el dulce y efímero desmayo en brazos del contrario.

Ahí llegaba ella, con su paso inconfundible y su estilo de dama italiana. Se levantó para retirarle el asiento, tanteando en su bolsillo el encendedor con el que daría comienzo a su ritual privado. Ah, la media sonrisa y el perfume embriagador y la hipnótica presencia y el abandono y el dolor irracional...

- "El demonio sobre tacones de aguja", cuánto tiempo... Arrebatadora, como siempre, querida... Usted, sin duda, es el embrujo perfecto.