Capítulo 9; {Problemático}
—Está bien —Neir aceptó encogiéndose de hombros— Me sorprende que le quieras abandonar, después de todo, has visto sus sueños.
El rostro de Bill lució confundido antes de pasar a colocarse nervioso. Sus dedos temblaron mientras recordaba esas imágenes. No podía creerse el tipo de visiones que tenía el chico Pines, no eran normales.
—¡Sólo me he aburrido! Acepté porque quería molestarlo, pero me odia —el demonio mordió su labio inferior, estaba dando una excusa.
La bruja le miró con profundidad— Perfecto—su voz se oía repentinamente fría, sus ojos turquesa le dedicaban absoluto desprecio— Buscaré a alguien más, pero te despedirás de Dipper tú—dijo, colocándose de pie mientras extendía un frasco a Bill— Tú favor está pagado. Cuando te vayas, dale esto al chico.
Lo tomó entre sus manos, caminando con lentitud hacia la salida. La bruja estaba molesta con él, pero no tenía derecho. Ella quería verle con el pequeño de Dipper y él en definitiva no tenía intenciones de pareja, mucho menos una que Neir pensaba forzar.
A paso aburrido, intentando calmar su repentino enojo, se dirigió flotando a la Cabaña. Podía chasquear los dedos, aparecer ante el chico y despedirse de una vez, pero estaba alargando el tiempo mientras no dejaba de maldecir al nombre de su amiga. ¿Por qué lo confundía? ¡Era un demonio! Esas necesidades estaban ajenas a él, y no pensaba que ello cambiase por Dipper, mucho menos por ese chico tímido con un par de problemas de cambiante personalidad. Aunque, por otro lado, estaba todavía un poco arrepentido por lo que hizo. Después de todo él era un niño, no tenía que meter al chico en un odio que tenía hacia ese tritón.
En fin. No es que supiese pedir disculpas en realidad.
Miraba el techo de la cabaña con intranquilidad. ¿Qué estaba pasándole? No podía sacar de su cabeza a ese rubio, mucho menos con todas las palabras de Neir. ¿Tanta importancia estaba tomándole a ese isósceles? No se lo creía. El problema realmente venía con la realidad, con lo que pasó hace algunas horas, con lo que haría. De alguna manera no estaba de acuerdo en que todo quedase de forma incómoda, Cipher en buenos tiempos podía ser un gran compañero, sarcástico e insoportable, pero divertido al fin y al cabo, más que nada porque suelen escapárseles detalles importantes de la historia que usa para bromear, y saber un poco más respecto a aquellos hechos le encanta.
Bill hace bien de maestro.
En este momento tenía un dilema.
Y era un maldito problema que Bill Cipher estuviese flotando a escasos centímetros de él justo en este momento.
—Pinetree~ —el rubio demonio le llamó la atención, quitándole las manos del rostro para dejarse ver. Sus narices estaban al borde de rozar, pero al mayor no parecía importarle en lo absoluto, es más, lucía divertido.
—¿Qué sucede, Bill? —contestó pasivo, con el rostro sonrojado. Las escenas sucedidas y su actitud poco madura para reaccionar le pasaban cuenta, haciéndolo avergonzar.
Esa reacción pareció adorable al moreno, que se recriminó rápidamente solo por pensar algo semejante. ¡¿Cómo el Pines estaba pareciéndole tierno?! ¡No tenía sentido! O al menos, no debería tenerlo.
—Neir me pidió entregarte esto. Mencionó que lo olvidó —el demonio movió el frasco frente a él, pero rápidamente la dejó en la mesita de noche del menor. Las miradas de ambos seguían fijas en el otro. —¿Me concederías un favor? Esta noche saldré, por eso...
—¿Qué quieres? —la voz de Dipper se oía baja, casi como suaves murmullos que solo acariciaban los oídos de Bill.
—Déjame estar aquí, de esta forma. Desapareceré en un rato —pidió, con su cuerpo apoyándose con suavidad sobre el otro, no lo suficientemente fuerte para asfixiarlo. La cabeza del rubio se enterró en su cuello y él se quedó inmóvil, sintiendo cada toque del mayor contra él, cada roce y hasta aquellos dulces aromas que desprendía.
Lo permitió, sin responderle. Simplemente se dejó estar. Todavía no sabía qué camino tomar; por una parte estaba enfadado, principalmente porque el demonio lo trató como objeto con aquellas marcas, pero por otra, estaba cómodo con él. De alguna extraña forma, incluso con sus típicos regaños debido a sus metidas en problemas regulares. Cipher le estaba teniendo paciencia.
Inconscientemente, sus manos rodearon la espalda del otro, en un abrazo.
Disfruta el momento. Por ahora, permite no pensar en nada.
Sus ojos se abrían con pereza, su cuerpo estaba abrigado por las cobijas, aunque no recordaba dormir así. Se estiró, sentándose sobre su cama, dándose cuenta de la falta de alguien. Bill no dormía en la cama de Mabel como acostumbraba, solo para perder el tiempo, no, el demonio tampoco estaba con él como ayer se habían dormido.
Sobre su mesa de noche estaba la pócima que Neir le envió, junto a una nota para él como remitente Bill.
Le temblaron las manos mientras leía. Se sentía decepcionado y abandonado, pero lo entendía. Toda su vida la gente a su alrededor le abandonaba... No es como si le importase que Bill lo dejara, claro que no, pero... era típico de la gente. Lo conocían para abandonarlo, y realmente esperó un poco más de un demonio maniático. Me equivoqué, ¿eh? Una sonrisa dolida surgió por sus labios y tapó su rostro, por sus ojos estaban cayendo lágrimas que quería ocultar. No iba a llorar, definitivamente no lloraría por Bill Cipher.
Eso se decía, pero sus palmas solo servían para que nadie más que él se diese cuenta del cálido líquido abandonando sus ojos.
Era patético, estaba doliéndole que un demonio le abandonase como el resto, no podía evitarlo.
Ford miró de reojo a su sobrino, dejando una punzada de tristeza al ver ese rostro decaído, perdiendo su mirada en la comida que no había tocado en todo momento. Otra vez la misma actitud. No tenía idea de que sucedía con Dipper en los últimos días y sus cambios de ánimo, tampoco había tenido tiempo para preguntárselo a Neir con la actividad irregular sobrenatural que rodeaba Gravity Falls, y esta vez no parecía ser el isósceles, por eso estaba preocupado. Vio su reloj, dándose cuenta del tiempo que marcaba, asustándose. El cronómetro había saltado tiempos, lo que le hacía pensar que algo malo estaba por suceder, la última vez que registró frecuencias de ese tipo, tuvo que ver a Bill Cipher nuevamente.
Volvió su vista a Dipper, pero este ya no se encontraba en la mesa, y lo último que escuchó fue la puerta de entrada cerrándose. Seguramente volvía al bosque. Suspiró. Algo debía hacer por su sobrino, no soportaba verle así e incluso Stanley, con esa mirada de reojo se lo decía. No podían dejar pasar esto.
El castaño se echó a andar por el bosque. Ahora que Bill no estaba, no tenía más opción que aprender lo que necesitase por sí mismo. Quería intentarlo.
Vagó algunos minutos hasta hallarse en un claro qué le convenciera. Las llamas grises cubrían su mano en cuanto dejaba escapar sus emociones, aunque ahora concretamente las retenía, apretando sus dientes. ¿Tan molesto estaba solo porque Bill se fue? ¿Había algo más o era solo aquello? ¿La decepción?
No lo sabía.
Su piel estaba tornándose gris, con sus ojos dándose al carmín. Su parte demonio tomaba control y estaba consciente de ello, sin embargo, no de las consecuencias que esto estaba trayéndole. Su consciencia humana se perdía, consumiéndose por una parte que no debía ser rebelada. Todavía poseía su mitad humana, y estaba desechándola por medio de esto.
Poco aguantaría que todos aquellos poderes que poseía se saliesen de control, pues desde ya comenzaba a perder la razón nublándose su vista. Eres un maldito experto para meterte en problemas.
Apreciaba el paisaje, tratando de evitar pensar en aquel castaño que dejó atrás. Neir estaba muy molesta con él como para ir a su hogar y mientras, no le quedaba más que vagar. Realmente no sabía cómo sentirse, estar solo era costumbre para él y mientras no lo estuvo resultó bastante extraño, confiaba en que al menos Dipper estaría feliz de no verle. Después de todo, siempre había sabido del odio del menor por sí mismo, y no quería manipularlo, no estaba muy de ánimo para esos juegos.
Claro, Dipper Pines tenía la costumbre de tentar a la mala suerte y al parecer, esta últimamente estaba muy interesada en él también.
—Maldita seas, mocoso... —murmuró irritado, dando un chasquido de dedos llevándolo a donde sea que se producía esa energía tan flamante que asustaba a los habitantes del bosque.
Uno de ellos, de los tantos como tropa de ese Señor, se arrodilló ante él mientras este bajaba la copa de licor, mirándole con desagrado y desinterés. Su galante vestimenta permanecía pulcra, pero su color oscuro lo resaltaban, haciendo quedar claro quién estaba al mando en ese gran y extraño lugar. El siervo, conociendo el temperamento de su amo, se apresuró a hablar en cuanto este le prestó atención.
—El híbrido se negó a su posición humana. Al parecer, resultó —informó, siguiendo la sonrisa escalofriante de su jefe que comenzó a reír, dándose a lo maniático y loco que esta se escuchaba.
—¡Perfecto! —su risa cesó, pero sus ojos rubí mantenían aquella malicia— ¡Ese chico es lo que he estado buscando!
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Well, well, well...
Okay uwu. Realmente aquí no termina el drama(? (*cofcofreciénempiezacofcof*), pero bien, ¡Terminado el noveno capítulo de Demon Sir! Son un poco más cortos, creo que el siguiente será considerablemente más largo, pero es que ahora me doy tiempo de escribir un poco durante la semana para acabar el fin de semana y publicar. En fin, perdón por los posibles errores ortográficos / gramaticales que puedan presentarse en general D:
Gracias por leer hasta aquí♥ Además de todos sus votos y comentarios♥ ¡2,4K de lecturas! Ahsjhdjahd*-* Muchísimas gracias, enserio♥ (Quizá haga una maratón o algo, se lo merecen uwu) Bien, ya veremos después que haré~
¡Nos leemos!
Sum~
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