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Capítulo 7; {Trampa de miel; Termino}

III.

—Con qué ahora soy un fenómeno, ¿eh? —respondió Dipper de mala gana, recibiendo la figura del tritón que se alzaba ante él. Odiaba que le llamasen así, incluso siendo normal su marca de nacimiento siempre fue un motivo por el que todos lo apartaron. Incluso con verdaderos fenómenos, como los tritones, estos lo tachaban de raro.

—Por supuesto—sonrió divertido el mayor, tomándole el mentón con agresividad. Su mirada llegaba a parecerse a la de Bill Cipher de maniático—¿Es que acaso aún se te puede considerar humano? No tienes ese nivel.

—Cierto—sonrió Dipper, apartando la mano de este—Tengo, según veo, un nivel muy superior al tuyo, ¿cómo piensas retenerme?—era una trampa, pero se creía capaz. De algo debía servirle tener un estado mitad demonio en ese instante.

—¡Fácil! —el tritón parecía juguetón, satisfecho de la actitud rebelde del castaño. Oh, cuánto esperaba poder hacerlo más sumiso. Se acercó al menor inmovilizando sus manos para dirigirse al cuello de este. Admiró su piel perlada y perfecta antes de hundir su cabeza en ese pequeño espacio, chupando con salvajismo. Pretendía dejar un chupón lo suficientemente rojo.

—¡P-para!—rogó casi jadeando, dolía en extremo, su cuerpo repentinamente se sentía más débil—E-estúpido depravado...—reclamó, sus ojos caían de pesar y apenas podía mantenerse consciente.

—Ya ha funcionado, ¿eh?—el de cola roja se separó, con una actitud altanera. Limpió el rastro de sangre de sus labios. Había mordido y chupado tanto esa zona que le quitó un poco de esencia al menor, lo suficiente para que este quedase inútil físicamente por varias horas. Una sonrisa maliciosa se extendió por su boca cuando vio que, encerrando el chupón que dejó, yacía su marca personal con tintes negras, como si fuese un tatuaje justo encima de su reciente trabajo rojo—Esto te servirá de lección, pequeño rebelde—advirtió, tomándole del mentón de nueva cuenta, pero girándole la cabeza para que alcanzara a ver la marca y el sello que ahora ahí estaban.

—¿Qué es...?—la voz de Dipper caía, sin siquiera ser capaz de completar su frase. Su rostro estaba rojo, pero de la ira. Quería lanzarse contra el mayor y golpearlo, pero su cuerpo no era capaz de, ni siquiera bajo el agua, mantenerse en pie.

—Mi marca personal~—canturreó el tritón, pasando las yemas de sus dedos por sobre la reciente marca. ¿Hace cuánto no tenía un esclavo tan interesante? La última vez que lo tuvo todo acabó mal y no pudo tener esa presa, no dejaría que eso sucediese nuevamente—Con ella estarás débil y a mi merced.

—De-depravado...—logró insultarle, sus ojos pesaban en demasía, por lo que acabó cerrándolos. Sus sentidos se agudizaban de aquella forma, pero se sentía estúpidamente pesado, por lo que comenzaba a marearse.

—Claro que sí—respondió como si no le importase, lo cual era así—pero tú, niño, me ayudarás a subir mi posición. Mientras tengas ese nivel alto, eres mi perfecto juguete, aunque tendré que deshacerme de tú forma física.

El cuerpo de Dipper tembló. Esto sería como lo que sucedía con Bill ¿no? O como cuando el Cipher lo utilizó como marioneta. Sin cuerpo, eres parte del Mindscape, no eres nada. No quería perder su forma, quería huir lejos, pero su voluntad ahora poco servía.

—Ol-olvídalo...—su voz se cortaba cada vez más. Estaba a punto de no soportar más y caer en la inconsciencia.

—¿Podrás evitarlo? No soportas el peso de tus palabras—se burló, tomándole de los pies para arrastrarle hacía la salida—Ya es hora, chico, olvídate de tu familia—anunció, jalándole por los pasillos. Pronto en vez de sus pies tomó su camisa, el menor dejándose llevar debido a que no era capaz de contrarrestar la fuerza del tritón.

Al parecer, no. No podré evitarlo. Se sentía humillado de sí mismo, de ser incapaz de defenderse, de tener que estar constantemente dependiendo de los demás y ser débil frente a los que lo utilizan. Por alguna razón, sin saber si es que por algo bueno o algo malo, recordó a Bill. Esbozó una sonrisa. Se sentía extraño y no entendía el porqué, recordarlo causaba un cúmulo de sensaciones diferentes. Entre el rencor y rozando el cariño, no entendía por qué esta última, es decir, un demonio isósceles que igual lo utilizó. A saber. Podía deberse seguramente a las repentinas acciones de Bill, como salvarle.

Ya tampoco podría entenderlo. Después de todo, el estúpido tritón pretendía arrebatarle su cuerpo físico.



El rubio se acercó hacía donde la multitud se reunía. Podía destruir el lugar y jugar con el espacio, pero los problemas que una vez causó ya en el reino marino prefería ahorrárselos. Estaba un poco enojado, su cabello estaba tornándose peli-rojo, pero se mantenía en el naranjo todavía. Se escondía de la vista de los otros, pero lo suficiente para ver el escenario que todos los demás observaban.

En pocos segundos, al lugar entraron dos tritones de joven apariencia. Distinguió a uno de ellos, pues fue el que atrapó a Dipper. ¿Por qué el chico era tan terco? Se lo dijo, se lo advirtió, aun cuando estaba seguro de que Ford ya lo había hecho. ¿Tanto le molestaba su presencia? Dipper se metía en problemas solo con tal de alejarse de él.

Eso de alguna manera le dolió.

No le dio demasiadas vueltas al asunto, ya después trataría de aclarar su mente, por ahora, lo importante era lo que veían sus ojos. Ese tritón se adentró al escenario arrastrando las cadenas de Dipper, quién tenía aprisionadas sus manos tras la espalda, pero sus ojos apenas se abrían con las mejillas encendidas del más puro rojo. Sus labios estaban fruncidos, dejando ver una pequeña línea. Bill observó con detenimiento el resto de la escena, sus propios labios siendo mordidos con fiereza. Algo en él similar a la rabia crecía. Estaba enojado, demasiado. Su traje se había tornado rojo y el parche en su ojo no podía ocultar las flamas que este desprendía.

Contrólate, Cipher. Se dijo a sí mismo. Sus manos temblaban, tenía unas inmensas ganas de abalanzarse contra los del escenario y quitarles a Dipper para llevárselo devuelta. Considerando la cantidad de guardias, eso solo provocaría que al menor lo golpeasen, cosa que no quería. Apretó sus manos contra su bastón. Paciencia, seguía pidiéndose, pero poco a poco perdía el último atisbo de razón.

Especialmente porque el depravado viejo que ya enfrentó una vez lo tocaba como si le perteneciera.

Sus dientes castañeaban, habiéndose puesto filosos.



—¿E-es ne-necesario que te-tengas que pre-presumirme... a to-toda tú co-comunidad?—tartamudeó Dipper, notablemente cansado por hacer uso de su voz.

El tritón rió, tirando de las cadenas para que el menor avance a su paso, cosa cruel, pues Dipper no podía siquiera moverse. La marca tenía un terrible mal efecto en él—¡Por supuesto! Presumir mis joyas es costumbre mía. Así saben con quién se están metiendo—comentó el tritón, mientras avanzaban por los pulcros pasillos del lugar.

—¿Pre-presumir? —cuestionó con dificultad el menor—¿P-para qué to-todos vean lo depravado y asqueroso que e-eres?

El de cola se detuvo. Se devolvió para mirar al castaño, su rostro mostrando su enojo. Sus ojos eran oscuros, por fin Dipper los miró, pero tan pronto como fijó su vista en ellos, el otro azotó su mejilla cerca de su labio, la otra que aún no golpeaba. Comenzó a escurrir sangre del labio del menor, al igual que su mejilla se tornó morada rápidamente. Se golpeó contra la pared más próxima, dejando heridas en su cabeza.

—¿Te crees con el poder de tratarme así? Te lo advierto, a partir de ahora, será mejor que cierres tu boca, a menos de que te pida lo contrario—amenazó, tirando de sus cabellos para continuar arrastrándolo.

Dipper no dijo, ni soltó absolutamente ningún sonido. Cuánto le gustaría ser más obediente en este momento. Al menos no estaría con el estúpido que ahora abusaba de él. Sonrió ladino. Algo en él estaba quebrándose de saber que no podía huir del lugar. Mientras era arrastrado junto al otro para presentarse frente a toda esa gente del mar y humillarse. Como si ya no fuese suficiente. Debía estar de rodillas tras del tritón mientras la comunidad de sirenas se reía de él. Otro juguete de mala suerte que había caído en sus manos.

—¡¿Dipper?!—la voz de uno de los tritones tras del de cola roja, el señor, llamó, mientras apuntaba al castaño. Pines estaba enojado, su piel grisácea había tomado posesión de él. Su esclerótica estaba negra en su totalidad y su iris roja. Su cabello castaño poco a poco se teñía de azabache, asustando a los tritones menores.

El señor de cola roja se volteó, solo para presenciar el espectáculo. Las cadenas que mantenían preso a su pequeño nuevo juguete se había desintegrado en las que parecían estelas negras alrededor de las manos del menor. Este sonrió triunfante, colocándose de pie, con una mirada que al mayor aterró. ¿Cómo ese chico podía tener una mirada tan escalofriante? ¡Era la misma que Bill Cipher le dio antes de casi matarlo!

—Oh, perfecto~—susurró el menor, mirando sus muñecas rojas, con recientes heridas de quemadura que habían producido todas las esposas que había tenido en estas últimas horas.

—¡¿Qué estás...?!—gritó el mayor, aterrado. Retrocedía mientras todos se largaban del lugar. Casi le había dado una parálisis al recordar el anterior incidente y comparar a Dipper con el otro demonio maniático. ¡No era posible! ¡El chico no había mostrado de saber usar sus poderes! Por eso decidió usarlo, ¿cómo es qué justo ahora podía?

—Silencio.—ordenó el Pines. A su orden, la boca del tritón desapareció, dejando el espacio de piel.

Los menores, uno de ellos, el que le capturó, pretendía huir justo cuando, el ahora azabache, se dirigía hasta él. Dipper sonreía. En un chasquido de dedos, el cuerpo del tritón se encontraba tirado por cadenas que se perdían más allá del fondo del mar. El menor se acercó hasta él, solo para mirarle más de cerca, aterrando al tritón al ver aquellos ojos oscuros que se burlaban de él.

—¿Qué podría hacerte...?—sonrió Dipper—Por tú maldita culpa este depravado ha estado golpeándome.

—L-lo s-siento... —lucía patético, y eso era lo que el chico buscaba.

El azabache se volteó para dirigirse al tritón sin boca, sus ojos desprendían poco menos que flamas, y su nuevo aspecto asumido era de temer. Más por su oscura presencia que por su apariencia en sí. Se acercó a este, sin mover ni un atisbo de sí mismo, como si volase, para llegar a colocarse junto a él, que pasaba sus manos con pánico por la zona donde debería encontrarse su boca, encontrándose con nada, solo piel. Estaba que reía. Humillarlos repentinamente se le hacía divertido.

El tritón dirigió su mirada al menor que tenía una sonrisa pintada en sus labios. Enfureció. Le tomó por uno de sus pies, arrastrándolo para dejarlo bajo él. Nuevamente Dipper veía como ese señor levantaba su puño contra su cuerpo, amenazándolo.

Bastó levantar su mano frente al mayor para ocasionar que este se detuviese. El tritón no podía moverse.

—¡Muy bien! ¡Ha terminado el espectáculo! —escuchó una voz, reconociéndola al instante. El Pines se alejó del inmóvil tritón, solo para observar como Bill se acercaba hasta él.

Quería gritar. No sabía si sentir furia hacía él, por aparecer tan tarde, o si colocarse a llorar porque igualmente había venido. Sin embargo, por más que el demonio de los sueños se mostrase tranquilo, su cabello y traje color rojo decían lo contrario. Estaba hirviendo en furia, por lo que el menor no pudo más que volver sus ojos a su color, un poco asustado del Cipher. Sus emociones volvían desbordar, no sabía que exactamente sentía, si estaba feliz de verle o, por el contrario, estaba molesto.

Bill llegó por fin al lugar. Su mirada, fría, se posó en Dipper. Estaba con solo esa mirada, recriminándole por desobedecer. Se lo había advertido ya una vez, estaba harto de sus actitudes infantiles, pero al contrario de lo que el menor pensó, que lo golpearía o parecido, cosa que merecía, el peli-rojo le envolvió en sus brazos. Bill Cipher estaba abrazándolo. Y no sabía porque eso lo hacía sentir feliz.

—¿Bill?—cuestionó debutante. Las mejillas de Dipper se habían colorado, y su piel estaba vuelta casi a su color natural.

—¿Debí llegar antes? Perdóname, Pino—pidió el demonio mayor, alejándose un poco del castaño para verle el rostro. Sus ojos volvieron a arder, volviéndose fríos de nueva cuenta. La rabia le envolvía, el rostro del pequeño estaba lleno de magullones, todos y cada uno de ellos causados únicamente por el de cola roja.

Sin decir nada, el demonio de los sueños se separó totalmente del tímido menor que se quedó mirando la nada, para dirigirse con los peces tras de este. Subió sus mangas hasta el codo, con un pequeño chasquido de dedos que volvió la movilidad y la boca del tritón mayor. La mirada de Cipher no era maniática ni loca, estaba serio. Eso daba incluso más miedo.

—¡¿Cipher?!—el mayor no tuvo tiempo a reaccionar. Un puñetazo de parte de Bill casi le sacó la mandíbula. El demonio podía chasquear sus dedos y desaparecerlo, pero estaba disfrutando el golpearlo.

—Creí habértelo dicho la última vez...—susurró Bill, acercándose al pez solo para estamparlo contra otra pared—¿No me has entendido? ¿No fui lo suficientemente claro?

—¿Es-esperas que te obedeciera? —trataba de sonar amenazante o retador, pero no estaba consiguiéndolo. La presencia de Bill Cipher devuelta en el lugar lo estaba descolocando. No esperaba que el de los sueños viniese al lugar para salvar a un primerizo como lo notaba en Dipper.

—Creí que apreciabas tú vida —expresó Bill suspirando, en su mano alzándose las que deberían ser flamas azules, solo que bajo el agua parecían estelas. —Disculpa por pensar que tenías cerebro, me he equivocado —se disculpó el peli-rojo, pronto el tritón se vio consumido en las flamas, mientras que los dos menores que seguían ahí mirando parecían aterrados.

—¡NO! ¡No, no, no! ¡Espera... C-cipher! —rogaron tres voces en conjunto.

Bill se volteó, con una sonrisa maniática.

—¿Por qué debería? —su risa retorcida, con sus ojos brillando. Relamía sus labios deseosos—Has lastimado a mi pequeño~ ¿Crees que lo perdonaré una segunda vez?

—No...

—¡Correcto! —Bill había vuelto a ser rubio, mientras reía. Tomó a Dipper de la muñeca, jalándolo lejos del lugar mientras aquellos tres guardaban silencio, dejándose consumir.



—¿'Tú pequeño'?—preguntó el castaño, notablemente enfadado. Internamente estaba muy agradecido con el demonio por no dejarlo cometer locuras y llegar con él, pero por otra, no quería que el rubio lo llamase como si fuese de su propiedad, porque, en definitiva, no lo era.

—¡Vamos, Pine tree!—rió el mayor, mientras ambos flotaban centímetros sobre el agua, todavía empapados. El sol estaba a todo dar, en su máximo resplandor. Había pasado un día completo desde que Dipper cayó en la trampa de un tritón—Estaba enojado, no me culpes. Agradece que llegué. Estarías llorando por matar a alguien si yo no hubiese estado ahí.

—Hubiese preferido que estu...—Dipper decía por lo bajo, susurrando, ambos flotando para llegar a la orilla.

—¿'Estuviese antes'?—completó Bill, interrumpiéndolo. Sonrió juguetón, como burlándose de Dipper. Este recordó lo que le había dicho hace tan solo unos minutos, ¿Había vuelto a leerle la mente? —Agradece que he ido. Me has desobedecido por enésima vez. —y ahí estaba ese sentimiento otra vez, como de cierto dolor y culpa dentro de él. No entendía por qué. ¿Por qué Dipper hacía todo por huir lejos de él? Él no era el tipo de personas que se interesaran en eso, ¿por qué con el castaño sí?.

Sin embargo, no fue lo que dijiste allá abajo. Pensó el castaño, recordando como Bill le abrazaba pidiéndole disculpas. ¿Qué había sido eso? Ahora el demonio actuaba como si no hubiese sucedido. ¿Tan extraño para él era pedir disculpas?

—Ajá, lo siento por eso —suspiró, revolviendo incómodo su cabello. Tenía que aceptar que de haber obedecido a Cipher en ocasiones podrían haberle ahorrado problemas—pero... ¿Qué fue eso de "no lo perdonaré una segunda vez"? ¿Cuál fue la primera?

Bill rascó su mejilla con su índice. No esperaba la pregunta—Fue Neir. —dijo con tono bajo, mirando de reojo a Dipper quién, segundos después de haberlo escuchado, por fin reaccionó.

—¡¿Neir?! ¡¿Qué?! —se asustó. Imaginarse a la morena con el depravado ese era extraño, especialmente por la inocencia y torpeza de la chica.

—Fue hace bastante ya, cuando Sixer estaba joven —el rubio soltó una carcajada, recordando aquellos tiempos— Neir, igual de terca que tú, ayudó a una sirena que la arrastró hasta ese lugar. Yo estaba en otro lugar, por lo que Neir pasó alrededor de una semana con ese estúpido. Cuando me enteré, viajé hasta allí para causar una revuelta que casi dejó sin agua el lugar, es decir, casi acabé con todo. Estaba muy enojado, especialmente porque ella es mi amiga, así que estuve a punto de matarlo—explicó sin mirar al chico, estirando su mano para rozar el agua— Rogó por su vida y lo perdoné, advirtiéndole que no volviera a hacerlo. Me desobedeció y lo maté. Lo hubiese hecho hace tiempo. Odiaba a ese tipo.

Dipper soltó un pequeño gruñido. Bill hablaba de matar como si fuese cosa de la rutina. El rubio se encogió de hombros, no respondió al pensamiento, pero si lo escuchó. No evitaba su curiosidad de oír los pensamientos del castaño de vez en cuando. Se alegraba especialmente cuando no oía insultos contra su persona.


Cuando llegaron a la cabaña, Ford le recibió preocupado, apretándolo en sus brazos, con Stan que no dejaba de preguntarle dónde había estado y porque no llegó en la noche. Respondiendo que se perdió en el bosque y durmió por el lugar, logró zafarse de sus tíos en pocos minutos.

Al llegar a su habitación, el rubio le esperaba con tranquilidad recostado sobre la cama que antes perteneció a Mabel. Se miraba las uñas con desinterés. Tan pronto como el castaño cerró la puerta, con su aspecto totalmente humano vuelto, se desmoronó sobre ella, cayendo al suelo. Había logrado resistir durante algún rato los efectos de la maldita marca, pero aún se sentía mareado y pesado. Jadeó, con la insuficiencia para respirar afectándolo. Bill chasqueó los dedos, apareciendo al adolescente sobre la propia cama, para acercarse hasta él.

—¡Hey, hey, Pine tree! ¿Estás bien?—preguntó el rubio, extrañamente pasando con rapidez su ojo por todo el cuerpo del menor buscando el problema.

Dipper sonrió con dificultad, tosiendo— Aquí—dijo posando su índice sobre el chupón que había dejado ese pez.

Se arrepintió al instante de hacerlo.

Al ver ambas marcas sobre el cuello de Dipper, los ojos del demonio se tornaron rojos, con los dientes a la vista, filosos.

—¡¿Se atrevió a hacerlo?!—espetó, furioso, mientras tomaba por la camisa al castaño con rudeza, posicionándose sobre él, de paso empujándolo para que se recostase totalmente sobre la cama.

—¿Q-qué haces... Bill?—el castaño cuestionó, pues el rostro del todavía rubio se enterró en su cuello. Volteó a ver al moreno, extrañado, tanto por la preocupación que demostraba como por el repentino enojo al ver la marca que el pez había hecho—¡Ah!—soltó un pequeño grito, con los labios temblándole y pequeñas lágrimas asomándose de sus ojos.

Eso dolió. Mordió su labio para evitar el resto de pequeños sonidos, mientras buscaba una forma de huir de Bill. Si, en efecto, el rubio, receloso, ahora mordía con fiereza el cuello de Dipper, dejando sus propias marcas rojas que pronto, al igual que con el tritón, se trazó su símbolo sobre estas. Recorría el cuello y bajaba a los hombros, dejando numerosos chupones incluidos sobre el que antes dejó el pez. Su lengua pasaba por las zonas dejándolas húmedas, pero la piel del castaño ardía.

—¡Pa-para!—rogó, presionando sus manos contra el rubio para intentar alejarle. Mal momento para sentirse débil.

—¿Por qué te marcó? —la voz de Bill sonaba fría, pero sus ojos se mantenían cerrados mientras dejaba continuas marcas que el menor tendría que buscar como ocultar— ¡¿Por qué dejaste que lo hiciera?!—gritó, aterrando al menor.

—¡¿Por qué actúas así?!—contraatacó Dipper, aprovechando para empujar al demonio lejos de él. El rubio cayó a los pies de la cama, con ojos sorprendidos mientras miraba la obra que dejó pintada en rojo en el más pequeño. ¿Por qué lo hizo? Se había cegado un momento—¿Tanta importancia tiene para ti lo que hizo?

—Pine tree... y-yo—no sabía que decirle, ahora que veía lo que había hecho, no podía comprenderse. ¿Qué acababa de hacerle al menor? Habían marcas de las cuales escurrían sangre. Por muchas de ellas había mordido con suficiente fuerza para dejar heridas.

Dipper no le dejó explicarse, aunque estaba bastante seguro de que tampoco le iban a explicar algo, mucho menos si era el moreno. Su palma azotó la mejilla del demonio mayor, bajándose la camiseta mal acomodada mientras huía a la azotea, aquel lugar al que subía para lanzar piedras a una diana. Otra vez ahí, nuevamente como otras veces, quería escapar de su realidad.

Su piel ardía. Estaba seguro de que tenía que curar muchas heridas, pero no lo entendía. ¿Qué pasó? ¿Por qué Bill actuó de esa forma? No podía creerse que eran celos o algo parecido, él no tenía nada con el demonio ¿O sí?

"Perdóname, Pino" Recordó sus palabras. Bill Cipher disculpándose. Bill Cipher abrazándolo y protegiéndolo. Llamándolo "mi pequeño". ¿Por qué lo trataba de esa forma? No podía ser posible que el demonio sintiese algo por él. Jamás se había mostrado cariñoso ni mucho menos, solía burlarse de él de formas crudas. ¿Estaba jugando con él? Eso se lo esperaría más del demonio. Algo dentro de él estaba rogando porque no fuese así. No quería ser un juguete de Cipher, porque, después de todo... Ese abrazo y esas palabras habían encendido en él una pequeña chispa que quería desaparecer. Aunque esta misma estaba apagándose. Su cuerpo dolía, ahora más que nunca su cuello y las muchas marcas que tenía.

—No estoy jugando contigo, Pine tree—dijo el demonio a su espalda, su atractiva figura permaneciendo sentada flotando a centímetros sobre el suelo.

Dipper le miró de reojo, volvió su vista a la diana y saltó del techo. Agradecía haberle pedido a Bill que le enseñase volar. Pues desapareció por el bosque mientras flotaba con tranquilidad.

No quería verlo ahora. No cuando él estaba muy confundido y enojado.

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Well, well, well...

¡Terminada el pequeño arco de tres capítulos de "Trampa de miel"! Esto básicamente buscaba un poco de feels entre los dos uwu, algo así como una experiencia que les llevase a dudar, aunque es solo el comienzo ewe. ¡Espero les guste! Entonces, capítulo siete terminado><. 

Ahora, el jueves dentro a clases(? *Llora* Estaba de vacaciones y ya tendré que volver T-T, pero no afectará demasiado o eso espero, a la regularidad con que se suba la novela^^. A menos de que tenga mucha tarea, en cuyo caso me amanezco, pero lo dudo, entonces trataré de no dejarlos sin capítulo por meses u-u, al menos eso puedo prometer~. Creo que este ha sido de mis capítulos más largos en comparación a lo que siempre hago, meh:v, quería que llegase este momento 7u7. 

En fin, muchas gracias por leer~. ¡Ya nos veremos en el siguiente capítulo!  Y perdón por las posibles faltas ortográficas uwu.

¡Hasta luego!

Sum~

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