Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 5; {Trampa de miel; Atrapado}

I.

Su labio inferior comenzó a sangrar. Bill le veía de reojo impaciente, mientras él había mordido con tanta fuerza su labio que este tenía una herida en el mismo. Sus manos sudaban y sentía pronto que iría a desmayarse de la presión. El rubio se contenía de asaltar su mente y dejarlo inconsciente, estaba aguantándose las ganas, pero poco a poco el último de su paciencia se iba. No es como si no pudiera asumir que Dipper había sido simplemente un suicida, eso podía hacerlo a la perfección e incluso haberlo dejado morir, lo cual resultaba lógico si era su enemigo, pero algo le estaba dando vueltas y era por aquello que no quería zanjar el asunto con un Dipper depresivo.

—Pines, no tengo tú paciencia ni tú tiempo—su voz iba lenta, pero se notaba la amenaza en su tono.

No, pero bien que lo desperdicias molestándome todo el día. Dipper rápidamente creó su respuesta mental, pero no era hora para estar discutiendo con el rubio. Soltó un último suspiro para asegurarse de que no cometía un error al decirle.

—Sí, sí...—se detuvo, su mirada recién se dirigía al mayor—Fue... una voz—expresó con dificultad. Realmente no es que no confiase en Bill, pero se sentía avergonzado de la verdad—Hubo una voz que me lo decía. No era yo, pero fue tan rápida que no sé porque me adapté a lo que dijo "Nada importa", se parece a las de mis... pesadillas.

Una alarma se encendió dentro del rubio. Maldijo internamente, imaginándose de quién podía tratar. Los dientes le llegaban a castañear, con la furia subiendo a su cabeza.

—Bill, tienes el ojo en llamas...—informó extrañado el castaño, señalando al ojo visible del mayor, el izquierdo, del cual salían flamas rojas, aunque no parecían hacerle daño.

—¿Eh? Lo siento—el moreno lo miró con confusión para luego volver a la normalidad. Estaba consciente de que en el cuerpo humano se descontrolaba más fácil, pero le resultaba increíble aún que no pudiese distinguir por sí mismo ni darse cuenta de sus cambios

—¿Qué crees que sea?—preguntó el menor, pero el rubio no pareció entender—Sobre la voz—aclaró.

Bill colocó su mano bajo su mentón, tenía una idea, pero no creía que fuese lo adecuado compartir sus teorías aún. Especialmente porque solo alarmaría a Dipper y el chico ya era lo bastante paranoico, lo siguiente que podría hacer sería pedir una pócima a Neir, pero viendo como acabó la última prefería negarse. Finalmente dirigió su mirada al castaño, estaba consciente de que era un niño que no debería estar viviendo estas facetas de la vida, ni mucho menos siendo amenazado, incluso en sus sueños. Mordió su lengua, esto que haría era demasiado amable incluso para él, para aguantaría a conversarlo bien con la bruja antes de decirle en el mártir en el qué está por entrar.

—Realmente no lo sé—acabó diciendo, mirando los ojos de Dipper, algo le llamo la atención de ellos, ¿desde cuándo que no ponía atención al color de estos?—Podría ser un demonio de pesadillas o algo similar, pero no sé qué busca de ti—explicó, al borde de decir una verdad, pero la contiene.

—¿Tú no eres un demonio como esos, verdad? Quiero decir, eres de los sueños—el menor dijo, mirándolo con extrañez. A decir verdad, jamás ha puesto demasiada atención al tema, por lo que es difícil ubicarse con especificaciones de demonios o especies similares a Bill Cipher.

—A ver, Pinetree, no me confundas—comenzó el rubio—Soy un demonio que no tiene límites, literal, por eso es que fui capaz de crear algo tan loco como lo de hace años atrás, puedo aparecer o desaparecer cosas, meterme a los sueños, a la mente, leer pensamientos o unos muchos más millones de habilidades, pero soy originario de algo como la mente, la imaginación o el sueño, esa es mi especialidad. Puedo saber todo y hacer de todo, pero no todos los de mi especie son igual—se frenó, incluso él encuentra complicado el tema. Hay muchos fenómenos como él, creados de la nada y todos son diferentes—Hay algunos que específicamente pueden realizar tan solo un objetivo o poseen tan solo un poder, es decir, algunos son más normales, al grado de no tener ningún poder. Yo soy de los pocos que consideran aterradores. Hay más del sueño, pero como digo, ninguno tenemos el mismo grado, ellos podrían estar más limitados que yo o no tener ningún límite.

—¿Por qué a alguien como tú se le ofrecería tanta poder?—murmuró Dipper, notablemente molesto.

El rubio sonrió, encogiéndose de hombros—Realmente no lo sé, nosotros solo despertamos, Pinetree. Por eso tú ahora eres peligroso. ¡Tú eres humano aún! eso no debería ser posible, nadie con su vida terrenal debería desarrollar las habilidades que tú estás aprendiendo, además, como has podido comprobar, tienes más de una.

—Entonces...—comentó risueño, con cierta sonrisa maliciosa impregnada en sus labios—¿También soy aterrador?

—Pero no para mí, niño—contestó Bill, ahora a centímetros del menor con su fría mirada, cerrándole cualquier vía de escape. Rió satisfecho con el nerviosismo y presión que provocó en el otro—En fin, volviendo a lo de la voz de tu cabeza... Creo que esto te servirá—extendió un frasco, con líquido turquesa—Neir me advirtió que algo así pasaría por lo que esto servirá para resguardar tu mente, al parecer es bastante deseada. Me reservo el derecho de leer tus pensamientos, pero la próxima vez que me hagas enfadar primero piensa si me quieres constantemente revisando cada cosa que piensas.

—No lo haré.—sentenció Dipper, con gran sinceridad sin la mínima intención de tener al rubio leyéndole los pensamientos, que era lo único en que últimamente podía resguardarse, aunque tampoco parecía buena idea.

Tomó el frasco con mirada agradecida, tomando todo el contenido de un trago, el frasco desapareció envuelto en flama azul mientras su garganta picaba por segundos antes de volver a la normalidad.

—Con esto espero que empieces a comportarte, ya por tus berrinches hemos perdido mucho tiempo—regañó Bill, su cabeza echándose hacia atrás hasta dar con la pared.

—Sí, sí, maestro gruñón—se burló una vez más Dipper. Un cojín voló hasta su rostro gracias a Bill, pero ambas acabaron riendo.

Por hoy era suficiente. Muchas experiencias en un solo día.



¿Se había quedado dormido? Miró a través de su habitación, con una sonrisa posándose en sus labios al ver al otro a su lado. Ambos se quedaron dormidos en la misma posición en que conversaban ayer, con sus espaldas apoyadas en la pared, sentados en la cama del castaño. Bill tenía su cabeza inclinada hacia el lado izquierdo, con un pequeño hilo de saliva resbalándose al costado de su labio inferior.

Era una gran oportunidad para molestarlo, ahogarlo o quizá lanzarle el cojín, pero optó por salir silenciosamente de la habitación en dirección al baño. Todavía no había quitado la tierra de todo su cuerpo desde la caída, a diferencia de Bill que con un chasquido de dedos estaba siempre restaurado. Tomó una de las toallas y se dirigió al baño, desvistiéndose con rapidez para hundirse bajo el tibio agua. Había dormido en una posición tan incómoda que el cuello le dolía, así que necesitaba un momento de relajo para armarse de paciencia en soportar a Bill Cipher por las siguientes horas del día.

El baño sirvió, pronto comenzó a tararear alguna melodía que recordase, moviendo con suavidad su cabeza mientras su cuerpo iba cayendo e hundiéndose aún más bajo el agua. El castaño solo reaccionó cuando estaba tan bajo que ya no podía respirar. Tosió con dificultad levantándose de golpe. Buscó con su mirada algún cercano reloj, encontrándose uno en el mueble, donde indicaba que había pasado más de una hora desde su entrada. Se enrolló la toalla y volvió a la habitación, encontrándose con el triángulo Bill que estaba cómodamente recostado sobre la cama de Mabel.

Le echó una mirada de desagrado, dirigiéndose al armario para buscar un poco de ropa, sacando de sus prendas más comunes, como acostumbraba. Bill negó con la cabeza, flotando a su lado mirando su armario.

—Agh... Creo que te enseñaré rápido a aparecer objetos—comentó con desagrado, con las prendas flotando al compás de su dedo que las mantenía danzando—Así cambiarás de una vez esta ropa tan simple.

—Ajá—asintió Dipper con desinterés, volviendo su mirada hacía las prendas. Aún con la toalla puesta, se colocó la ropa interior antes de quitar esta de encima. No pretendía que el burlón demonio mayor le mirase, aunque no estaba muy atento a él en este momento.

—¿Qué quieres aprender hoy?—cambió de tema, mirándose sus pequeñas manos negras como si tuviese uñas.

—No lo sé—tembló un poco, le encantaría terminar de aprender el vuelo, aunque ya se considera lo suficientemente apto, pero de recordar lo que podría suceder, era mejor para otra ocasión—¿Algo que recomiendes? Ni siquiera sé qué capacidad tengo—bufó, notablemente molesto abrochándose el último botón.

Es lo que más temo. Bill lo expresa para sí mismo, volteándose mientras piensa. Neir lo matará si algo le pasa al niño, así que lo mejor sería enseñarle cosas fáciles que le ayudasen, después de todo, comenzarán a perseguirlo y tendrá que defenderse solo.

—¿Qué tal si hoy te enseño un par de trucos para defenderte?—sus manos permanecen tras su espalda, mientras hace su oferta—Ya sabes, cómo los que uso.

Dipper se encogió de hombros en respuesta, con un suave asentimiento.

Más tarde, cuando el castaño logró escaparse de la vista de sus tíos, ambos caminaban en completo silencio al interior del bosque, buscando algún lugar que no diese tristeza destruir con las pruebas que harían seguramente de quemar cosas o torturar algunas otras, las pasiones de Bill.

—Hey, Pinetree—llamó la atención el dorito, señalando con su bastón al lugar incineradora que hace algunos días atrás había usado como su entretención. Y no, no mató a nadie, a unos cuantos pinos del lugar, no más.

—Vamos—suspiró Dipper, caminando en dirección a donde le señalaron. Todavía tenía el insoportable olor, pero se aguantó las ganas con tal de no recibir burlas por su sensibilidad con los aromas.

Bill limpió los escombros del lugar con un chasquido, Dipper sentándose sobre los restos de tierra incinerada, mirando al demonio mayor. Se sentía cansado, o por el contrario, demasiado relajado, tanto que su propio cuerpo le pesaba. Al dorito le llamó la atención, por lo que rápidamente tomó asiento frente a Dipper, inspeccionándolo.

—¿Puedes prender solo tus llamas?—preguntó, colocando de ejemplo a sí mismo, con sus llamas azules atrapando sus manos, para luego desaparecer cuando él así lo quería.

—Creo que puedo—murmuró, extendiendo su mano derecha, la que fue cubierta por las flamas negras, el color que al parecer le distinguía en esta extraña formación.



—¡Fallaste! ¡Otra vez!—gritó Cipher.

Dipper lo miró malhumorado, con gotas de sudor resbalándose por su frente. Sus ojos se habían tintado de azul, aunque ese no era su color, y su piel estaba pálida, casi pasándose al gris, pero se mantenía. Nuevamente, levantó su mano izquierda apuntando la diana que Bill le había puesto, a cincuenta metros. Apuntando con su índice era más simple, pero mucho más débil y lo había practicado lo suficiente como para empezar a hacerlo con su palma.

Llevaban alrededor de cuatro horas en una práctica intensiva de puntería con las flamas. Dipper todavía no pasaba de la de cincuenta metros con su mano izquierda. Con su mano libre tapó su ojo derecho, tratando de que el izquierdo fuese capaz por sí solo de hacer el trabajo. Una vez más y con un quejido, dejó escapar de sus manos la flama que disparó en línea recta.

—¡FALLO!—nuevamente Bill gritó, señalando el error. Negó con la cabeza, flotando hasta el menor que parecía realmente frustrado. Dipper era ambidiestro, pero su práctica con la mano izquierda a veces le fallaba, especialmente porque su ojo izquierdo no era de gran ayuda, ya que veía borroso por sí solo, pero con ambos, la imagen se torcía y no lograba dar ni siquiera cerca.

—¡Maldición!—soltó el castaño, pataleando cómo pequeño de cuatro años pisoteando el suelo bajo sus pies; respirar profundo e intentar calmarse.

El triángulo quedó frente a él y con la pura expresión de su único ojo sabía que estaba aburrido y cansado—Extiende tu brazo—pidió, el menor obedeció a la orden, Bill miró un poco de lejos la posición y después la movió centímetros hacía adentro y subió un poco—No cierres tu ojo, inténtalo otra vez así.

Tal como le dijo, disparó de aquella forma. A su vista parecía estar torcido, pero esta acertó dejando su marca perfectamente en el centro. El brillo se asomó en sus ojos, empezando a dar saltitos de felicidad. El de más edad no pudo evitar pensar que los años no habían quitado aún sus típicas expresiones infantiles.

—¿Lo ves? Repítelo, tus ojos no están a la altura de tu mano así que no puedes ver exacto, tendrás que acostumbrarte a medir el ángulo perfecto de esa forma—explicó, haciendo aparecer a una diana a setenta y cinco metros lejos.

El menor asintió, tomando nuevamente posición. La diana cruzaba los árboles quemados alrededor, quedando casi al borde de la laguna, en la que el castaño tenía malos recuerdos. De la vez que ayudó a Marmando por petición de Mabel. Su tío Ford incluyó más tarde una entrada de sirenas y tritones que él no conocía, y que de haberlas conocido, no habría dejado a su hermana acercarse a esas criaturas.

—¡Dispara!—exclamó el de amarillo, sin embargo el ojo de Dipper le mostró la imagen del lago aquel, con un cuerpo tirado a la orilla de este.

Cuando volvió en sí, tapó su ojo asustado. ¿Le había mostrado una visión? ¿Qué fue eso? No comprendió la naturaleza de esto, pero le mostró el lugar a la perfección, como si de una visión futura tratase, rápida, que no demoró más de tres segundos.

—Bill, acompáñame—pidió en un susurro, suficiente para el otro mientras el corría en dirección al lago.

Se asustó ante la vista de la sangre esparcida por la arena, con la poca sombra proporcionada por los árboles a plena luz del día. Miró en busca del cuerpo, metros lejos de los grandes charcos dejados. Igualmente se quedó mudo, pues la persona que él vio ahora la podía observar con mayor atención, tratándose de un tritón por su cola, que estaba metida en la orilla, donde el agua le alcanzaba con suaves olas. Corrió hasta el muchacho, quitándole el cabello húmedo del rostro mientras lo inspeccionaba. Estaba ignorando todas las advertencias hechas por su tío respecto a los de la especie de los tritones, pero no podía dejarlo ahí tirado.

—¡Hey, despierta!—gritó, dando palmadas a la mejilla del moreno, con un profundo cabello azabache. Descubrió la herida en su cabeza, una especie de corte que chorreaba sangre al igual que una en la espalda, que seguramente es la que dejase los grandes charcos cerca que comenzaban a ser removidos por el agua.

No puedo dejarlo así. Al no haber reacción, miró su mano cerrando con fuerza sus ojos. Pronto apareció en sus manos un equipo médico improvisado, con el que curó las heridas, dándole suplementos que ayudarían en su recuperación por la pérdida de sangre.

El triángulo tras de él, se quedó viéndolo pasmado. ¿Qué acaba de hacer este chico? ¡Con tanta facilidad hizo aparecer un objeto con un poco de concentración! ¡Eso era estar demasiado avanzado! Hasta ahora no había mostrado esa rápida destreza, ¡Hasta ahora Dipper ni siquiera sabía que podía hacer aparecer objetos a voluntad! No podía creérselo, no sabiendo qué hacer primero; si gritarle al Pines por la sorpresa llevada, o advertirle que no debería ayudar de ninguna forma a un tritón.

Debería hacer la segunda, sí.

—¡Pinetree!—llamó, acercándose hasta el castaño que trabajaba veloz al limpiar y curar la herida de la espalda del chico—Creo que Fordsie te lo había dicho, no prestes tu ayuda a los peces esos.—finalizó señalando al chico.

—Lo siento, Bill, eso no es posible—respondió—No es mi estilo dejar a los heridos si ya los he visto.

Otra cosa extraña. Declaró el mayor para sí. ¿Cómo lo vio si estaba a casi ochenta metros de distancia? Este pequeño estaba resultando más curioso cada vez, pero debía guardarse ello, ahora no le quedaba más remedio que cuidar del castaño hasta que se dignara a hacerle caso. Rápidamente pasó a su forma humana, sentándose sobre el suelo mientras observaba trabajar al otro. Al parecer el chico despertaba más rápido habilidades si era al preocuparse por alguien o si se trataba de alguien herido, no es como si le sorprendiera, era algo sabido que lo más fácil para manipular a Dipper es interponer su curiosidad por misterios o bien, el bienestar de algún específico, si es familia, más efectivo aún.

—Pino, ese chico hará cosas malas si despierta—advirtió una vez más, recostando su cabeza sobre el bastón. Sabía que no le haría caso, pero al menos después tener el derecho de decir Te lo dije no le iba mal.

El castaño le miró de reojo y terminó con el vendaje, alejándose, limpiando el rastro de sudor. El chico tenía el cabello oscuro, demasiado, pero su morena piel era similar a la de Bill en su forma humana.

—Es posible, pero quiero comprobar que está bien—sentenció el menor, dejándose caer al lado del rubio quién se encogió de hombros desinteresado. Mientras ambos siguiesen en tierra y no en el agua, todo estaba perfecto. Sino, ambos tendrían graves problemas.

—Qué buena gente, Pinetree. Para ser un demonio tienes un alma muy humilde—mencionó, mirando el claro agua a algún metro de él.

Dipper tragó con dureza, clavando su mirada en la fría arena. Eso le ofendió, después de todo él no era un demonio por su voluntad. Internamente, y últimamente un poco más común, algo se removió en Bill, haciéndolo sentir incómodo. No estaba entendiendo del todo los sentimientos, pues estaba claro que él nunca las había sentido todos y mucho menos con la profundidad y sensibilidad del cuerpo humano. Ahora mismo había algo nuevo dentro de él y no lo entendía, lo cual se estaba volviendo lo normal del día a día, quedarse constantemente con dudas respectos a nuevas sensaciones a los que no les conoce respuesta. Como, por ejemplo, el abrazo del día anterior de Dipper.

¿Tenía que disculparse? ¿Dijo o hizo algo mal? Al parecer sí, ofendió a Dipper, pero... ¿Por qué? Eso era lo que no entendía. Para él ser demonio era mil veces mejor a ser un simple humano con muchos problemas y corta vida, además el castaño tenía el beneficio de no haber perdido del todo su humanidad, entonces... ¿En qué le molestó? A punto de disculparse, el castaño lo interrumpió.

—¡Eh, está despertando!—anunció, acercándose al cuerpo del tritón que colocó más cerca del agua para que... ¿respirase?

El azabache abrió sus ojos con lentitud, parpadeando repetidas veces para distinguir su alrededor con claridad. Poseía ojos color esmeralda, que se dirigieron al muchacho humano frente a él. Extendió una sonrisa por sus labios, ¿Estaba tratando con su salvador? Era una pena, porque era tan lindo chico que no dejaría la oportunidad ni aunque le hubiese salvado la vida.

—¿Te encuentras bien?—Dipper preguntó, revisando sus heridas en busca de cualquier anormalidad o herida que tuviese que curar.

—Sí...—susurró, su voz se oía profunda, casi tan melodiosa como la de Bill—Mucho mejor ahora, gracias. ¿Cuál es el nombre de mi salvador?

Dipper se apuntó a sí mismo, confundido—¿Yo? E-eh... Me llamo Dipper.

—Pinetree—llamó Bill tras de él, con mala cara como última advertencia. Quiso ignorarlo, seguía sentido por la ofensa de minutos atrás.

—Entonces—el tritón continuó. De repente, los ojos verdosos del muchacho se hicieron atractivos para Dipper, además de esa tostada piel que estaba pensando seriamente en tocar—¿Cuántos años tienes? Eres lindo—mencionó, con gran sonrisa. Lentamente el castaño iba cayendo, mientras Bill miraba algo un poco más allá en dirección contraria.

Trampa de miel. Las más usadas por la especie del tritón para engañar a la gente y generalmente matarlo ahogándola, convertirla en esclavos sexuales o utilizarlos como ofrendas, en fin, hacían muchas cosas con los atrapados.

—T-tengo dieciséis años—susurró con dificultad Dipper. Sus mejillas se habían colorado y sus ojos grises miraban con atención los ojos ajenos.

—Eres perfecto...—su voz se hacía baja, profunda, para que el rubio no prestase atención. Acarició la mejilla del otro, a lo que Dipper cerró sus ojos encantado por el suave tacto.

Cayó. El cuerpo delicadamente comenzó a arrastrarse por la arena, mientras que el chico alejaba su mano, Dipper en busca de esta continuaba acercándose aún más al agua.

Bill, estaba fijando su vista en una anomalía al otro lado, peligrosa, tendría que revisar más tarde. No se dio cuenta que la trampa de miel de la cual estaba intentando advertir al menor, ya lo atrapó. Mientras miraba el horizonte en dirección contraria, preguntándose qué es lo que podría salir a plena luz del día a molestar un bosque como ese. Escuchó un chapoteo, volteando a ver para encontrarse por milésimas como los pies de su aprendiz desaparecían bajo el agua. Se levantó resignado, pero al instante distinguió un temblor en él. ¿Por qué...? No lo entendía, todo su cuerpo temblaba, el pánico lo estaba inundando y él no sentía que debiese estar así. No estaba asustado, no era más que un tritón, por lo que no entendía las sensaciones. ¿Quizá es por Dipper? Podría ser, es lo único que ha cambiado desde la última vez que enfrentó uno de esos molestos peces. Arregló su corbatín antes de dejarse caer al agua.

—¿Por qué eres tan molesto, Pino?—preguntó frustrado, utilizando su fuerza para nadar siguiendo la luz por la cual desaparecían ambos individuos. Agradecido de que fuese un estúpido tritón, y que el castaño fuese mitad demonio, al menos no estaría ahogándose.

________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Well, well, well...

No creo que a esto pueda llamársele arco, pero es el comienzo de "una" de las tantas aventuras que ojalá estos dos tengan juntos mientras Dipper entrena y descubre más de sí mismo como demonio♥. Esta en específico trata bajo el mar y bueno, ya veremos más en los próximos capítulos, aunque son mini-aventuras, en fin.

Creo que tienen que entrar poco a poco en esto, así que los introduzco como puedo y con tantas discusiones de por medio al ser enemigos u///u. ¡Ojalá les haya gustado el nuevo capítulo! Y bueno, ha sido un placer una vez más, gracias por los votos y comentarios♥ ¡Me hacen feliz!

¡Hora de despedirse! ¡Hasta luego~!

Sum~

*recuerden que las imágenes de multimedia van a sus respectivos autores, esta en específico, a Elentori, siempre hace un gran trabajo!*-*

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro