Capítulo 3; {Aprendiz de demonio}
Maldecía en voz baja mientras regresaba a su habitación, fingiendo cojear siendo ayudado esta vez por Ford. Agradecía sin embargo que Bill no se hubiese atrevido a quedarse con él, porque no necesitaba del imprudente y pesado demonio molestándolo, suficiente con que su tío tarde o temprano comenzaría a sospechar. Incluso ahora, le era difícil fingir su supuesto cojeo, puesto que Neir le explicó que como demonio su regeneración era mucho más rápida, ¡era estúpido fingir estar herido! Sin embargo, facilitaría las cosas, pues estaría más tiempo solo y podría escapar más rápido para las próximas prácticas que desde ahora debía tomar con Cipher.
Stanford le recostó sobre la cama, dándole una pequeña sonrisa antes de abandonar la habitación. Visitaría a la bruja más tarde.
—¡Por fin!—una muy molesta voz exclamó, a lo que Dipper rodó los ojos, estresado.—¡Joder, Pinetree! Sixer es muy sobreprotector contigo—rió el demonio, con su forma de dorito mientras se sentaba en la cama que antes perteneció a Mabel, que ahora no estaba.
—¿Qué se supone qué haces aquí?—masculló Dipper, cubriéndose el rostro. Se sentía extraño, el sentir las cosas era diferente, ya no sentía esa insuficiencia y cansancio constante en su cuerpo.
—¡Tranquilo, tranquilo, Pino!—dijo este, sus pequeñas manos haciendo como si fueran a pelear, riendo burlón—Culpa a la bruja si quieres, estoy obligado a estar contigo, enseñarte y cuidarte, básicamente.
—¿Es enserio? ¿De verdad aceptaste esas condiciones?—suspiró Dipper, volteándose sobre la cama para mirar la pared. Realmente no tenía ninguna dificultad física, pero mentalmente estaba teniendo muchos problemas.
—En realidad, sólo porque es ella lo acepté—el demonio declaró sin ningún problema.—¡Es una buena oportunidad para molestarte!
¿Le gusta ella? Dipper inmediatamente asumió, pero se recordó que no le interesaba la vida del triángulo maniático, así que lo dejó. Tenía ganas de dormir, pues no encontraba solución alguna, además de tener que esperar a que una bruja extraña para volver a ser humano, y entre tanto, oh sí, ¡lidiar con Bill Cipher!
—Ajá, me parece perfecto, pero deseo dormir, Bill.—murmuró con malhumor, controlando sus fogosas emociones. El relajarse o enojarse aumentaba en su nueva condición, todavía ni siquiera lograba dominarse a sí mismo.
—¡Hey! No lo necesitas—reclamó Bill, acercándose a Dipper para flotar alrededor de él. La piel volvía a ser grisácea, y la silueta de los cuernos crecían sobre la cabeza del chico. Él no podía controlar eso por mucho tiempo, sería realmente una molestia si los Stans se enteraban de la nueva naturaleza del Pines menor, por eso estaba preocupado.
—Lo haré por placer, eso sigue valiéndome—se encogió de hombros, con curiosidad admirándose de la flama negra encendida en su dedo índice. Era curiosa, pero a la vez le recordaba su no humanidad, lo qué le hacía en cierto modo, sentir mal.
—Bueno, pero yo estaré aquí—rió con malicia, estirándose sobre la cama de Mabel manteniendo su ojo en Dipper.
El castaño se cubrió completo con las cobijas y cerró sus ojos. Era fácil dormir cuando se hallaba estresado.
Otra vez. Comenzaba a ahogarse, a faltarle el aire debido a que dentro de sus sueños nuevamente se asfixiaba. Rasgó su cuello, tratando de recuperar su respiración, pero solo embarró sus manos de sangre. La herida de la que no se percató manchaba el resto de su ropa. Su cabeza daba vueltas, encontrándose rápidamente con sus conocidos a través de la escena. Más allá de lo que sus ojos alcanzaban estaba Mabel, acorralada por grandes figuras que no reconocía. Intentó ir a por ella, pero recién se dio cuenta de las cadenas en sus muñecas, que estaban apretando en demasía.
Quería gritar. Un cielo rojo, el suelo lleno de manchas carmesí y ellos. Todos sus conocidos eran desmembrados frente a él. Tampoco le permitían llorar, nada, estaba ahí, en shock, desangrándose el mismo sin poder evitar que el resto pasara la misma situación. Qué inútil.
Una gran risa se oía a lo lejos, macabra, siniestra, odiosa. No era Bill Cipher quién reía, no distinguía a quién pertenecía esa voz que lo aterrorizaba con estas imágenes en sueños.
Despertó, sudoroso y sobresaltado, sentándose rápidamente en la cama para comprobar su cuello. Nada estaba chorreando sangre, pero en su cuello había un dolor punzante. Aliviado de poder respirar, tapó su rostro con ambas manos con las lágrimas derramándose en sus mejillas. Otra vez. Nada se había solucionado, seguía con aquellas pesadillas que lo hacían temblar. Golpeó con el puño cerrado el colchón, ansiando dejar de recordar, no daba resultado, con su cuerpo desobedeciéndole.
Ignorando el hecho de que Bill Cipher yacía en la cama de su lado mirándolo, él corrió fuera de la habitación en medio de la madrugada. Aire fresco, su único deseo. Llegó a la azotea, sentándose sobre la fría madera y recostándose allí. No volvería a dormir, no al menos que realmente se sintiera cansado, solo para tratar de no pensar en los riesgos traumáticos que quedaban en él cada vez que dormía acompañándose de esas pesadillas.
Abrazó sus piernas utilizando sus rodillas para ocultarse en el espacio que dejaba. No sentía frío, al menos no el suficiente para alarmarse y volver a la habitación a abrigarse, todo el ambiente se hallaba tibio, lo que en este momento le relajaba.
Observó la cubeta llena de piedras, sonriendo al ver la diana a metros más adelante. Le parecía bien jugar siempre y cuando pudiera distraerse.
Bueno, realmente solo le traía buenos recuerdos de su primer verano, su diversión cuando subía allí junto a Wendy y Mabel y pasaban horas rompiendo ventanas a la automóvil de Stan aún si perfectamente podían llegar a la Diana.
Cómo ahora. Su primera piedra tocó con facilidad el centro de esta, plantándose una sonrisa en sus labios. Como anhelaba volver a esos días, donde aún actuaba como tonto enamorado con Wendy y disfrutaba de sus aventuras en el bosque. Ahora todo era más monótono, como si el color de diversión de las cosas hubiese desaparecido.
—¡Pino!—su alegría se drenó en cuanto escuchó la voz del triángulo.
Se olvidó completamente de que Bill le dijo que se quedaría.
—¿Qué quieres ahora, Cipher?—habló de mala gana, volviendo a sentarse a la orilla del techo, al borde de caer.
El dorito fingió sentarse a su lado, con su figura aun flotando para alcanzar la altura de Dipper.
—Nada, ¿qué no puedo perseguirte ahora?—respondió cínico, mofándose como acostumbraba del Pines.
—¿De verdad tengo que respondértelo? ¡Claro que no deberías!—suspiró Dipper, con enojo ante la falta de conocimiento de las cosas comunes para los humanos. ¡Esto no era parte de ellas!
—Lo siento, Pino, después de que gritarás mientras dormías quise saber qué hacías aquí—el demonio se "encogió" de hombros, mirando con su único ojo en dirección a la cubeta con piedrecitas, desde donde hizo flotar una hasta él y la lanzó sin cuidado hacía el auto de Stan.
Dipper cogió un ligero sonrojo, avergonzado de pensar que gritaba en sus sueños siendo presenciado por al que se le denominaba por éstos. No le sentaba cómodo que Bill lo hubiese oído.
—Haz el favor de no quedarme mirándome mientras duermo—expresó, casi a gritos—Estúpido dorito acosador.
—¡Hey, hey, cálmate, niño!—el demonio se hartaba con rapidez de la actitud de Dipper, pero a su vez, era su encanto sacarlo de cabales—Te acosaré todo lo que yo quiera, desde ahora.
El castaño lo miró enojado, causando la sonora risa de Bill. En su dimensión era todo aburrido, realmente sería su gran entretención molestar a Dipper Pines mientras pudiera. Aún si el resto de demonios se enteraba de las acciones de Neir, buscarían al más pequeño para matarlo, a él y a la bruja. Por ahora, disfrutaba su entretención a cambio del trabajo, al menos no estaría en soledad como acostumbraba.
—Cómo quieras—masculló bajo, mirándose esta vez las piernas.
Cerrar sus ojos, aunque sea un segundo; era recordar todas las sanguinarias escenas de sus sueños. No más. Siempre estaba rogando por ello, pero nada funcionaba, y en uno de sus intentos más empeoraba la situación.
—¿Y? ¿Qué has soñado, Pino?—cuestionó, acercándose al espacio personal de Dipper para colocar su triangular figura a escasos centímetros del rostro del otro.
Dipper lo miró con desinterés—Pensé que podías verlo—murmuró, desviando su mirada para no toparse con el ojo de Bill que le inspeccionaba.
—Puedo hacerlo—dijo este, con el castaño que juraría que, si en esa forma tuviese boca, estaría ladeando una sonrisa burlona—pero a Pinetree no le gusta que viole su privacidad mental, así que decidí no hacerlo... a veces.
¿Está respetándome? El menor se encontró confundido, mirando de reojo al demonio de amarillo. Sus actitudes bipolares le sorprendían, especialmente porque en este momento su voz se había oído sincera.
Nueva mañana, Ford fue el primero en levantarse empujando de paso a Stanley que dormía a su lado. Las deliciosas mañanas, primer momento del día donde aprovechaba de vengarse de su gemelo. El otro gruñó levantándose, mientras Ford, con su acostumbrada agilidad corría fuera de la habitación para, desde las escaleras, gritar al muchacho. Estuvo a punto de hacerlo, cuando recordó que su sobrino cojeaba y que bajar las escaleras sería dificultoso para él, por lo que silencioso subió las escaleras hasta el cuarto que el chico años atrás compartía con Mabel.
—No lo necesito de ti—escuchó decir a su sobrino, las voces se oían bajas—pero gracias.
Por un momento pensó que Dipper hablaba por celular, por lo que comenzó a girar la perilla, pero mientras lo hacía, otra voz respondió.
—De nada, Pines—oyó a la perfección.
Ford se mostró sorprendido, pues no reconocía aquella voz, pero para cuándo abrió la puerta y miró a Dipper sentado al borde de su cama, este se hallaba solo con el móvil entre sus manos. Miró a su tío, saludándole con la mano y una débil mueca que intentaba simular una sonrisa. El mayor se encogió de hombros, la tecnología había avanzado demasiado desde sus días, pero entendible considerando sus treinta años de pérdida. Sonrió al menor, mientras se acercaba hasta éste. Dipper recordó su 'caída' y extendió los brazos a Ford, que le cargó apoyándolo a su pecho para bajar con el adolescente hasta la cocina, donde Stan ya preparaba el desayuno.
El castaño respiraba profundo, tratando de calmar sus nervios y mantener su apariencia. Bill le explicó que si no cuidaba sus emociones posiblemente recobraría la apariencia de mitad demonio y todo lo que quería ocultar se iría al carajo, básicamente, pero acababa de salvarse con suerte de Ford. Hablaba con Cipher cuando este sintió la presencia de Seis dedos y le apareció el móvil en manos mientras el triángulo se escondía. Por poco y el demonio debió pagar un nuevo favor a Neir.
Su tío Ford le acomodó en la silla, mientras Stan le colocó el desayuno enfrente. Sonrió mientras comenzaba su comida, ansiando sentir los sabores sobre su paladar. Ambos gemelos mayores se le quedaron mirando, para luego esbozar una sonrisa y seguir en lo suyo.
Hace mucho no veían a Dipper sonreír.
El menor devoró su comida, avergonzándose después de recordar que había comido como un animal. En algo parecido se había convertido, pero un poco más cruel y más extraño. Una sonrisa sarcástica apareció contra sí mismo, a lo que acabó riendo para luego limpiar la comisura de sus labios donde había quedado impregnada las migajas del pan que comió.
Se colocó de pie de un salto, su mente reaccionando rápido al recordar su supuesto cojeo, a lo que fingió, muy bien a su parecer, que aquello dolió y acabó doblando su pierna, sujetándose de la mesa haciendo una mueca de dolor, más falsas que la amabilidad de Bill, o algo así.
—¡Cuidado, chico! Acabarás yendo a un hospital si estás así—le regañó Stan, ayudándolo a recuperar estabilidad.
El menor asintió, mientras desaparecía del lugar aun cojeando. Era molesto fingir que estaba herido cuándo se hallaba perfectamente bien. Al desaparecer de la vista de sus tíos, subió con tranquilidad a su habitación, encontrándose con el triángulo sentando de piernas cruzadas en la cama de Mabel.
—¡Bill!—llamó el castaño, notando como el triángulo iluminati no le ponía siquiera el mínimo de atención, mientras mantenía su ojo cerrado. Ante el llamado a su nombre, recién el demonio abrió su ojo para mirarle.
—¡Oh, Pinetree! ¿Desde hace cuánto estás ahí?—cuestionó el amarillo, sorprendiéndose de la presencia del castaño quién se había plantado en el marco de la puerta.
—Eres un estúpido—a Dipper esto de mascullar al demonio se le estaba haciendo muy común—Ahora, ¿puedes seguir enseñándome en lo quedamos en el bosque ayer?—sus mejillas se tiñeron de rosa al preguntar, avergonzado de pedir ayuda al otro, pero mirándose al espejo para resignarse. Nuevamente su apariencia mitad demonio, según Bill, volvía nuevamente. Los trucos ópticos del Cipher servían por algún rato, después se desvanecían y estaba preocupado de no tener cerca al triángulo iluminati para solucionarlo antes de que alguien supiera.
—¡Claro, claro! Vamos, Pino~—canturreó este, con un chasquido de dedos apareciéndolos a ambos en medio del bosque. No conocía otro lugar tan desolado como ese, las personas tenían que estar dementes o afectadas muy grave psicológicamente para meterse en las entrañas del lugar.
Cipher apareció un espejo frente al menor, dejándolos ver a ambos como humanos, más o menos. Mientras que Bill lucía completamente normal, con demasiada extravagancia de color, demasiado amarillo y negro, Dipper había recobrado su tono de piel gris, con las líneas negras sobresaliendo de sus brazos en aquellos tatuajes simbólicos, además de los cuernos sobre su cabeza y sus ojos tornándose rojos. El castaño podía mantener bajo control su piel, color de cabello y ojos, pero no podía desaparecer los símbolos sobre su piel, ni mucho menos los molestos cuernos de su cabeza, además... ¡uno flotaba!
—Comencemos—suspiró el moreno a su lado, tapando los ojos de Dipper.
La realidad cambiaba sin sentido de la visión, concentrándose únicamente en sí mismo, su cuerpo rápidamente se relajaba y lograba completar las primeras fases, volver a su color normal, o al menos al que poseía como humano, la mayor parte de su cuerpo. Siempre quedando ahí los molestos cuernos que lo hacían parecer... No lo sé, no sé qué parecía, realmente.
—Hasta aquí es fácil—indicó Dipper, para luego quitar las manos de Bill de sus ojos, señalando los cachos sobre su cabeza mirándose al espejo—¡Pero estas malditas cosas siempre están ahí!—gruñó, comenzando a golpearlas.
Mala idea. Ni siquiera golpeó con suficiente fuerza, pero dolía como si estuvieran dándole una puñalada, lo cual era irracional. Se quejó del dolor mientras optaba por no volver a repetir su estupidez, con un dorito riéndose de él. Encontró la parte sensible de su nuevo cuerpo y la golpeaba como si se tratase de cualquier cosa.
—Bueno, serán lo más difícil, señalan que realmente eres un demonio—se encogió de hombros, riendo aún—Así que vamos, la práctica te ayudará.
El rubio tomó las manos de Dipper, extendiéndolas, mientras este volvía a respirar profundo. La imaginación es ilimitada. Los poderes de un demonio debían ser controlados por el querer de quién los maneje, esa es la explicación, debe tener la suficiente fuerza de voluntad para ocultar lo único que lo hará diferente.
—Deséalo—murmuró con suavidad Bill, retrocediendo, mientras miraba al espejo donde el brillo comenzaba a parpadear sobre el cuerpo de Dipper.
Los demonios pueden hacer muchísimas formas, pero es un gran gasto de energía, por eso siempre resulta más fácil poseer cuerpos que no les pertenecen. El menor asintió, aun sintiendo que su cuerpo perdía equilibrio, trató de mantenerse estable. Resultaba difícil considerando su nerviosismo y su abrumo. Él quería ser diferente, deseaba ser fuerte para protegerse y a su familia, pero esto no era lo que quería. Le desagradaba la idea, pero le había dado algo que necesitaba, todavía no era capaz de controlar su propia voluntad, y mientras no pudiera hacerlo, su apariencia se mantendría a la mitad, sin tomar una forma completamente de demonio ni completar su apariencia humana.
Abrió sus ojos. Estaba decepcionado de, una vez más, no lograrlo, mirándose con esa decepción al espejo—N-no puedo hacerlo—murmuró para sí, dejándose caer sobre las piedras.
Bill mantenía su mirada en él—¿Qué te parece si aprendemos algo más?—propuso, extendiéndole una de sus manos, cubierta por el guante negro—Ya sabes, en vez de hacerte intentar controlar tu propio potencial con algo difícil, podría enseñarte a dominar otras cosas—apoyó el rubio, señalando con su índice la mano derecha de Dipper—Como esas flamas rebeldes—concluyó risueño.
Dipper sonrió ladino, aceptando la mano que Bill le extendía para colocarse de pie. De alguna forma, le emocionaba el aprender otras cosas, cosas como las que hacía Cipher.
—¿Con qué te gustaría comenzar?—cuestionó el rubio, mirando la gran cantidad de árbol de pino que se extendían muy arriba sobre sus cabezas.
—¡Con TODO!—chilló de la emoción el menor, dando pequeños saltos.
Stanford miró a su hermano, que yacía echado nuevamente sobre la cama. Maldijo en voz baja a Stanley, lamentándose mientras se tiraba en una de las orillas. No podía dormir en el sofá con comodidad y esta cama le pertenecía, aunque el otro ya se haya adueñado de esta.
—¡Ford!—su gemelo le llamó, dándose vuelta en la cama para encararlo—¿Crees que Dipper esté mejor?
El hombre consideró la pregunta. Lo habían regresado a Gravity Falls para que pudiese desenvolverse más, ya que en su ciudad ya ni siquiera dormía con tranquilidad, sumada al estrés con que el chico vivió los últimos años. Algo de bueno tuvo traerlo, pero debía dar mérito a la bruja, puesto que después de la vuelta de ese lugar el castaño parecía más tranquilo, recuperando un poco algo de esas sonrisas que antes expresaba con tanta facilidad.
—Creo que él está bien—declaró al final, suspirando. Stan sonríe mientras envuelve a su gemelo en un abrazo.
—Oww, Pinetree~, jamás pensé que el dolor es hilarante aplicase en ti—se mofó este, recostándose sobre el aire mientras soltaba fuertes carcajadas, mirando al chico castaño con la cara pegada en el suelo a unos metros de él.
—¡Por que no aplica! ¡Estúpido dorito!—reclamó levantándose, mientras sacudía la tierra de su rostro y ropa.
Aprender a flotar era fácil, mientras no se distrajese por las tonterías de distracción de Bill, como ahora, que había acabado de cara contra el suelo por hacerle caso a los molestos comentarios del rubio.
—¿Entonces te gusta la tierra?—se burló—¡Va muy bien en ti, Pino!
—Muérete, idiota.—escupió este mientras iba dando fuertes pasos para regresarse a la cabaña. Aunque no tenía ni la menor idea de dónde estaba.
________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
Wheje! Terminado el tercer capítulo><. Como siempre, si has llegado hasta aquí, mucho amor para ti<3 por haber leído^^.
¡Bueno! Mañana es San Valentín, día de enamorados, pero... Méh, soy de esas personas que pasarán su día en casa comiendo helado y mucho chocolate sola, así que haré algo de provecho u///u. Me gustaría hacer un especial BillDip, algo así como un OneShot donde se traten con amor, pero exclusivamente para la novela, lo haría siguiendo el hilo de la historia pero aquí estos dos aún todavía se llevan un poco mal:'v, así que va a ser un especial simple>u<. Espero terminarlo para subirlo a tiempo, pero si no, pido paciencia uwu, igual ¡Muchas gracias por los votos! Me animan con los votos y me gustaría que también me dijeran que opinan sobre la novela, en fin...
Well, well, well... ¡Hora de despedirme! ¡Hasta luego♥!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro