Capítulo 20; {Tú camino no siempre es el correcto}
Su cabeza estaba sumergida en la idea de volver a su vida normal, sí es que la tenía. Después de la escena de Stanford no estaba tan seguro de a dónde exactamente podía volver, o si la humanidad era algo que le valiese, pero no podía renunciar a ello después de tanto tiempo esperando por aquello. Lo de demonios, sólo fue algo... temporal. Miraba sin ganas hacia el exterior, todavía consumido por sus pensamientos y la decisión. Algo dentro de él le dejaba totalmente intranquilo cuando pensaba que debía volver a ser humano, y estaba bastante claro del qué era exactamente; dejar a Bill Cipher. Aquello era lo que removía tanto su interior que la opción de ser humano dejaba de ser tan tentadora. Sin embargo, el demonio no era su naturaleza. Nunca lo sería.
Bill le miraba desde el marco de la habitación, tratando de leer inútilmente sus gestos faciales, reprimiéndose de invadir su privacidad mental. Estaba avergonzado por sus palabras, aquellas en las que rogaba porque no le dejase, se sentía sucio, no solo por intentar sobornarle, sino porque era la primera vez que se rebaja a ese nivel.
Su mirada se desvió en cuanto el castaño regresó a mirarlo. La mirada lastimera de Dipper hizo que algo dentro de él se quebrase más de lo que ya estaba. Entendía su situación, pero por más que le mirase de esa manera, no podría ayudarle, no era su decisión, era la de él, no podía intervenir, por mucho que todo dentro de él gritase que buscase mil maneras de convencerle de quedarse como demonio. Sentía el tic tac de un reloj en su cabeza molestamente, imposibilitándole todo. Aturdido, se alejó del marco para descender al piso dónde estaba la bruja. No podía seguir mirando a Dipper mientras este seguía en este estado, y aunque le encantaría ayudarle, esta vez quería que él escogiese... Quién era más importante.
Rencor. Llénate de él. Lo odiarás.
—¡Neir! —llamó a la susodicha, que miraba con atención tubos de ensayo encajados en una pequeña caja a su lado. El olor que desprendía ese lugar le mareó, obligándole a sostenerse de lo más próximo con el intento de no caer. Su error fue haberse adentrado de golpe a ese lugar, era demasiado para él.
La bruja rio con su reacción, solo ella estaba acostumbrada a esa habitación y todos sus efectos. —¿Qué se te ofrece, Bill? —cuestionó, acercándose a él. En sus manos sujetaba una de las que una de las pócimas de práctica que había utilizado para acercarse más a la de reversión para Dipper. Bill la miró con curiosidad.
—Maldición... —durante varios minutos no había sido capaz de mascullar nada más que eso. Intentaba comenzar a llevar la conversación, pero no lo lograba. —Neir, sí él escoge su humanidad, yo tendré que irme... —dijo, su voz estaba quebrada y evitaba mirarle directamente.
—Vamos, Bill... No seas tan negativo, podrás verlo y estar con él, aunque no tanto cómo antes... —dijo ella, intentando que Cipher fuese un poco más comprensivo también con la que decisión que tomase Pines.
—No, Neir... —su mirada se dirigió lentamente a la chica, pero sus ojos lucían tristes, casi vacíos. Su voz aún no dejaba esa preocupación y malestar. —Si él la escoge, yo tendré que irme. Para siempre. —declaró, pasando su mano nerviosamente por su nuca. Era claro que la bruja no comprendía porque estaba orillándose a ello.
—¿Por qué? —ella casi había dejado caer su tubo de ensayo, sosteniéndolo apenas el demonio. La bruja no despegada su mirada de impacto sobre él.
—No puedo dejar que la historia se repita... —murmuró apenas, lo que quedase de su corazón dolió en ese cuerpo humano, tanto que una mueca de desagrado escapó de él. —Yo no podré estar aquí, Neir. Y sé que él escogerá ser humano. —una sonrisa dolida se expresó en sus labios, intentaba que luciera más real, pero no podía. —Cuídale.
Chasqueó sus dedos, sin darle la oportunidad a Neir de responderle. Todavía no había huido, no lo haría hasta que Pines le diera la cara y le dijera su decisión, pero estaba claro de cuál sería, solo quería pensar alejado de ese ambiente tan pesado que se había sembrado desde la noticia de la bruja. Desde aquella altura miraba todo a su alrededor, cobijándose en la oscura noche. ¿Por qué? de pronto sus ojos ardían. No entendía que estaba sucediéndole a su cuerpo, su vista cada vez estaba también más borrosa.
Te lo dije. No puedes enamorarte de un débil humano.
No podía contenerse, era tanto el ardor que pronto sintió que un líquido cálido recorría sus mejillas. ¿Estaba llorando? ¿Hace cuánto que no lloraba? Se acurrucó a sí mismo, escogiendo su mirada en sus rodillas, evitando exponerse a la fría noche que él lloraba. Se sentía muy humillado. ¿Por qué justo ahora? ¡Jamás tomaba la decisión correcta! Nunca... Ni una sola vez podía haber acertado una decisión, y ahora esto. Justo cuándo se decidía a amarlo, a querer acompañarlo, Dipper le abandonaría.
Es imposible, acéptalo. Es tú destino, no puedes huir de él.
Sí, lo sabía. La vida jamás le tuvo algo bueno deparado a Cipher, ni siquiera ahora, después de muerto.
No sabía cuánto tiempo había transcurrido desde que empezó a meditar acerca del tema. Mucho había de ser, pues ya estaba inmerso en la noche, con la Luna ayudándole en la oscuridad. Pensó en todo lo bueno que tenía ser demonio, pero encontró desgracias. La incomodidad de sentir que un cuerpo no le pertenecía, una piel grisácea que le hacía sentirse sucio, ¡cuernos, dios, tenía cuernos! Tuvo que estar por buen tiempo con un insoportable Bill Cipher... pero no lo era, ahora no. Se lo había dicho, él también lo quería. De verdad quería a ese moreno rubio, y después pensaba en ser humano, en Mabel, en sus tíos, en lo que habría pasado de él nunca ser un demonio. Podría seguir su vida, perseguir sus metas, no debía renunciar a ellas para volverse el cónyuge por obligación de Cipher, para salvarse el pellejo. Si era humano, podría avanzar por sí mismo.
Se acurrucó una vez más pensando en qué era lo correcto, pero en realidad, su decisión estaba plasmada. Él jamás debió ser un demonio, ni ahora ni nunca. Está quebrándose una parte de sus sentimientos en su interior, pero apostaba por aquella que era la menos dolorosa a cruzar. La que le estuvo destinada desde el inicio. Colocándose de pie, sus motivaciones y decisión se habían desvanecido. Hace no mucho, Bill había estado ahí, rogándole. Y en ese momento, en que Cipher le pedía que no se fuera, él realmente no quería abandonarle. Quería quedarse abrazándole la eternidad, pero no podía. Eso no era lo que él debía hacer. Se había quedado prendado de un demonio, pero estaba arrastrándose demasiado. No se iba a enamorar, no iba a ser una relación para siempre, debía olvidarse de eso.
Sí, eso.
—¿Neir? —había recorrido la casa buscando a la bruja, hallándola en su supuesto laboratorio. Ella se encontraba en el suelo, recogiendo algunos frascos quebrados, al principio todo normal, pero Dipper rápidamente se dio cuenta de que la chica estaba tomando incluso los vidrios sin cuidado, llegando a cortarse. —¡Neir! —advirtiendo la distracción de ésta, se agachó junto a ella para arrebatarle los cristales, pero la escena la asombró aún más. La muchacha de ojos exóticos turquesas derramaba lágrimas que empapaban el suelo aún más de lo que ya habían hecho los líquidos que antes estuvieron en los frascos.
La chica le miró, sintiéndose perdida. Todavía corrían lágrimas por sus mejillas, y se sentía casi incapaz de decir algo sin ahogarse entre su llanto.
—¡Neir! ¿Qué te pasó? —preguntó preocupado el chico, tomándola entre sus brazos para poder levantarla. Ella sacudió su ropa, negándole con la cabeza.
—Nada... Es sólo que... —desvió su mirada. La historia de Cipher no era algo que debiera salir de su boca, sino de la de él. —Recordé algo, no te preocupes, ya estoy mejor. —aseguró, con una pequeña sonrisa explayándose, se miró las manos ensangrentadas y se dirigió al lavatorio para poder quitarse esas manchas que tanto la incomodaban.
—Neir... —Dipper lo dijo sin intención de que lo mirase. No se sentía capaz de verle a la cara —Yo decidí... tomar esa pócima. —su voz al final se hizo un poco más dura, intentando convencerse más a sí mismo que a la bruja de que esa era su decisión final y segura.
La chica quebró el frasco entre sus manos. Luchó contra el deseo de no llorar nuevamente. No podía pedir a Dipper que escogiese el quedarse así solo por el bien de su amigo, era injusto, y Bill también lo había decidido así, por eso no quiso involucrarse más en su decisión, por eso huyó, para no quebrarse ante él otra vez.
—Oh... Es genial que... —ni siquiera se sentía capaz de decirlo. Después de haber escuchado a Cipher por fin tomaba consciencia de todo lo que Bill arrastraba desde hace milenios. Pensó que era un tema olvidado, pero no, el demonio vivía con ese recuerdo a flor de piel. Y para nadie era sano, merecer tampoco ese destino dos veces. —Te hayas decidido... ¿No deberíamos esperar a Bill? Podemos asegurarnos al menos de intentar hacer algo si la transformación resulta mal... —era solo una excusa, independiente de ello, las probabilidad de Dipper de sobrevivir seguían siendo las mismas.
—Sí... —Dipper sentía que su corazón se ahogaría de tener que esperar a Bill para decirle aquella noticia que destrozaría a ambos, pero así estaba bien. Esto jamás hubiera podido ser eterno. No debía dejarse llevar por cosas pasajeras.
No puedes escapar. Estás atrapado.
Rió por la ironía. Pensó durante mucho tiempo que por fin era libre, de hacer y deshacer, de destruir y de crear, pero no era así. Vivía atormentándose, y ahora, cuando la historia estaba repitiéndose, no le quedaba más que reír. Qué estúpido fui. Arrancó la pequeña flor a su lado que hasta hacía unos segundos había acariciado. Como aquella flor rebanada se sentía de él. ¡Después de tanto tiempo! ¿Cuánto tiempo había pasado? MILES DE AÑOS, todo ese tiempo en el que pensó que no amaría, que no se dispondría a dar su vida, pero no, había acabado haciéndolo y terminó igual. ¿Debía acaso vivir con esas historias marcadas en su piel el resto de su vida? ¡¿Por qué justo ahora se le ocurrió aceptar que lo quería?!
Se sentía tan imbécil.
Déjate llevar. Ya lo sabes, ya no debes luchar contra nosotros.
Esas voces le arrastraban a trampas de miel, querían consumirle, querían matarle por segunda vez. Toda su vida, incluso como demonio había sido miserable, y ahora debía seguirlo siendo. Ya no tenía lágrimas que llorar. Las últimas se las dedicó a Dipper, la próxima vez se las dedicaría a sí mismo. ¿Cuánto tiempo más pasaría? ¿Cuánto más debía seguir soportando? ¿No había una forma de acabar con esa asquerosa vida que le había pertenecido en éste tiempo?
Al parecer, no. Y lamentó aún más cuando sintió que su presencia era llamada a la Cabaña de Neir, sabiendo que la decisión estaba tomada, por supuesto, esa decisión no seguía el camino que debía ir con él, sino que le abandonaba a sus aires nuevamente.
Se arrastró a sí mismo, obligándose a poner buena cara mientras chasqueaba sus dedos para reaparecer ante una quebrada Neir, que parecía haberse compadecido de todo su dolor, cómo si ahora por fin abriese los ojos—y así era— sobre lo que él debió vivir. Algo que no quería tener que contar ni memorar con nadie.
El castaño no le dirigió la mirada en ningún momento, y sus peores temores se confirmaron. Como por más ironía, era capaz de imaginarse su corazón siendo destrozado como la última vez, ocultándose bajo una máscara de resignación.
—Así que, Pinetree, ¿esa es tu decisión? —cuestionó solo para confirmar, esperanzado de que realmente le dijese que no.
—Sí... —su voz era un débil murmullo, no quería verle, no ahora. No quería imaginarse el rostro triste de Bill haciéndole pedazos. No podría vivir con ese remordimiento. —Bill... yo lo...
—Bien Neir, eso es todo. —le interrumpió, no necesitaba la compasión del niño, quería acabar rápido con esto. —Dale la pócima. Mi camino ha llegado hasta aquí.
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Sí... Ha pasado muchísimo tiempo. Yo también los extrañé:( pese a todo, quiero que sepan que no abandonaré la historia hasta darle su final, ¡de eso no hay duda! Muchísimas gracias por querer tanto ese trabajo, por fin he podido retomarlo y ahora sí estarán más seguidos (al menos, no les daré esperas de más de dos meses:c para los capítulos ), pero en fin, ¡les vuelvo a agradecer por leer y apoyar! Nunca dejé de leer sus comentarios, me encantó animarme a través de ellos, y motivarme para seguir, supongo que este final de capítulo es para sufrir un poquito <3
¡Nos vemos en el siguiente capítulo de Demon Sir!
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