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Capítulo 2; {Maestro; Bill Cipher}


La esclerótica, aquella parte del ojo blanca se volvió negra. El iris comenzaba rojo, para acabar con la pupila negra, sin ningún tipo de brillo en ellos, como antes eran los ojos de Dipper Pines. La piel del chico palideció, tornándose casi blanca y la ropa se ha rasgado en varios sectores, incluida su espalda, donde han aparecido símbolos y figuras que no deberían estar allí. Él no sabe que sucede, mientras toca su cuerpo buscando las anormalidades, pues aparecieron muchas.

—¿Qué hiciste?—expresó Dipper, con la voz temblando y los nervios aumentando en él—¡¿Qué me has hecho?!—más horrorizado que nunca, su voz resuena por el pequeño lugar, causando un temblor en la vivienda. Miró sus manos, aumentando su pánico por cada anomalía más que encontraba en sí mismo.

La bruja retrocedió, aterrada. No podía creerse el gran error que cometió. Tomó la pócima que libera los poderes de los demonios, ¡pero jamás se la había dado a un humano! Esas pócimas servían cuando a los demonios o deidades le habían sellado los poderes, no pensó jamás en darlo a un humano y mucho menos que este despertase nuevos poderes, como al parecer estaba sucediendo con Dipper Pines y esa mano envuelta en flama negra que parecía amenazarla. Iba a soltar un chillido, pero se dio cuenta de que el transformado chico no estaba de humor.

—¡Lo siento!—rogó, tirándose con dramatismo al suelo mientras se sujetaba de la pantorrilla del menor—¡Escogí mal la pócima!

—¡Devuélveme como era antes!—gritó, tocándose el mismo cuerpo con la mano envuelta en flamas, comprobando que esta no le hacía daño. ¿Por qué no le hacía daño? ¡Era fuego!

No. No quería ser un demonio. ¡Esto no podía estar pasándole!

—N-no pu-puedo—respondió temerosa, ocultándose tras uno de los estantes al hablar—Yo nunca antes ví que un humano despertase vivo los poderes de un demonio con esa pócima. No sé cómo revertirlo—admitió resignada, recordándose que en realidad, era casi imposible que un humano, vivo aún haya obtenido poderes a tal grado, se muere en el instante. Es demasiada la fuerza cómo para resistirla.

—¡¿QUÉ?!—el color castaño abandonó el pelo del Pines menor, tornándose azabache, con los ojos abriéndose, mostrando más el torno negro. Neir sí estaba atemorizada, ¡Un demonio recién despertado y encima furioso con ella, cómo no!

—¡Ha-haré algo!—se excusó la bruja, mientras corría a otro de sus libreros—¡Investigaré para repararlo, no te preocupes, Dipper Pines!—anunció, corriendo a ver entre sus libros y resto de pócimas e ingredientes.

—¡Hazlo ya! ¡No puedo volver a la cabaña así!—exclamó, interrumpiendo a la bruja, tomándola por los hombros, a lo que ella negó repetidamente.

—Y-yo... tar-tardaré—aclaró con dificultad, soltándose del agarre—No te preocupes, no te preocupes, ya se me ocurrirá algo—dijo, apresurada, mirando la habitación paseándose de esta forma, como si espera que la luz divina llegase con respuestas para ella.

Dipper deseaba ahorcarla.

—¡Te enseñaré!—exclamó esta, acercándose rápidamente al demonio primerizo—Bueno, haré que alguien te enseñe—suspiró, mientras sacaba uno de los miles de libros que aparecían en estantes al rincón de la nada—Él puede enseñarte mucho, incluso cómo mantener una apariencia totalmente humana, nadie sospechará mientras yo busco una solución...—Habló rápido, sin dar tiempo a que sus palabras se hicieran entendibles, aunque con los adquiridos poderes, los sentidos del chico Pines eran capaces de comprender los balbuceos de la bruja.

—¡¿Qué?! ¿A qué te refieres? ¿Quién me enseñará?—Dipper la miró sin comprender, aunque al menos ello le ha dado una esperanza, así al menos no deberá presentarse con esa mitad-demoníaca apariencia que asumió. No deseaba que Ford lo matase con las incontables armas que había creado para acabar con Bill Cipher.

La bruja lo miró, como diciéndole, "es obvio". El chico comprendió cierta parte de esto, sintiéndose extrañamente nervioso, pero antes de que pudiese negar, la bruja soltó una exclamación, habiendo encontrado el contacto de quién necesitaba.

—¡Obviamente, un demonio!—añadió lo obvio, mientras por lo bajo lee las palabras escritas en el libro, lo que hace que el ambiente pierda rápidamente color—Además, este es uno experimentado y sabe cómo asumir forma humana sin dejar rastros de características demoníacas. ¡Lo mejor! Será tu maestro, ¿qué te parece?—la mujer se mostró emocionada, con los ojos brillándole mientras ahí aparecía su peor pesadilla.

Sí, esa estúpido y maniático triángulo iluminati.

—¡Neir, cariño! ¿Para qué me llamas a éstas horas?—lentamente el ojo del demonio va abriéndose, para observar a la bruja que le ha llamado—¿Qué se te ofrece?—dijo con amabilidad, mostrándose como todo un caballero.

—¡Bill!—la chica sonrió, dejando qué—extrañamente—el triángulo le abrace—¡Ya sé cuál será tu paga a mi favor!

—Oh, sí—este asintió, dispuesto a escuchar la petición de la joven, pero para Dipper, quién permanece en silencio detrás, su actitud no parece fingida, aunque viniendo de él, nada estaba seguro—¿Qué me pedirás, Neir?

—¡Ser maestro!—chilló de la emoción, apuntando tras del demonio a la presencia de quien no prestó atención. Ahí yacía la misma esencia que reconocería donde fuera, pero estaba manchada, se sentía más imponente. Su ojo se abrió con exageración al darse cuenta de lo sucedido—Este chico necesitará a un maestro, ha sido mi culpa y no puedo permitirle que vuelva así. ¿Podrías ayudarlo? A que aprenda a controlar sus poderes, y a su vez que no tenga problemas para parecer un humano—su voz se oía suplicante, Bill estaba pensando seriamente en regresarse a su dimensión—¡Por favor! ¡Eres el único que puede dominar esos dos ámbitos!

—¡¿Me has traído a Bill Cipher?!—el chico reaccionó, sin dejar que el triángulo hable—¡Por dios, devuélveme a ser humano!—pidió desesperado, hasta cierto punto con temor de que fuese Bill quién le hiciese de maestro. Estábamos hablando de ese Cipher, con él que ya ha tenido encuentros antes. ¡Da miedo!

—¿Pino?—Bill, demonio que casi todo lo sabe, no quería creer que quién estaba ahí, frente a él, con esa esencia que siempre le ha distinguido en realidad sea... él. ¡De qué estamos hablando! ¡El chico ha adquirido poderes de demonio y no ha muerto! ¡Y encima es Pino! ¡Y tendrá que enseñarle!—¡¿En qué pensabas, Neir?!—se abalanzó contra la bruja, zarandeándola—¡No puedes transformarlo! ¡Esta prohibido!

—¡Lo sé, Bill, lo sé!—reclamó la bruja, alejándolo—¡Me equivoqué de pócima! ¡Lo devolveré a ser humano, pero no puedo hacerlo inmediatamente! Por eso te pediré el favor a ti.—rogó nuevamente, mientras se oía un suspiro de parte del triángulo, aunque no sabían de dónde, pues este no poseía boca y rodaba su único ojo, exasperado.

—Neir...—comenzó a decir, como dándole a entender que no deseaba más problemas.

La bruja comprendió rápidamente, otra vez, lanzándose al triángulo iluminati de forma exagerada, para una vez más, rogar.

—¡Por favor, por favor, por favor, por favor...!—decía la morena, con toda la intención de seguir repitiendo aquello. Quería recurrir especialmente al demonio de los sueños, por su gran poder, además, Bill ya conocía a Dipper por lo que era más fácil y estaba segura de que no la acusarían, al menos le dejaría tiempo para reparar su error.—¡Además podrás pasar tiempo con tu figura humana, no será un desperdicio!

—¡Neir!—llamó Dipper, avergonzado de que tuvieran que rogar a Cipher por causa de él—Deja ya de rogarle, si no quiere enseñarme, qué no lo haga—se cruzó de brazos Dipper, habiendo conseguido apagar las flamas oscuras de sus manos.

Bill le miró con atención. Aparte de su grisácea piel, en su cabeza sobresalía, del lado derecho y saliendo directamente de él, un cuerno de quizá, cincuenta centímetros de altura, mientras otro en el lado izquierdo, mucho más pequeño, como de veinte a veinticinco centímetros, flotaba sobre los cabellos del mismo, recordándole a su sombrero de copa, que en este momento, como siempre, no respetaba las leyes de gravedad.

Neir no alcanzó a responder, mirando por última vez a Bill quién asintió.

—Lo haré—contestó, sacando su sombrero, inclinándose hacía el recién convertido demonio—Voy a enseñarte, Pinetree~

—¿Hablas enserio?—lo dijo con sarcasmo, al borde de la pérdida de la cordura con tan sólo unos pocos eventos sucedidos. ¡Pensaba que lo ayudarían, no que arruinarían más su vida!

—¡Claro que sí, Pino!


Ford estaba tirándose los pelos, nervioso a más no poder mientras esperaba impaciente la llegada de Dipper Pines a la residencia. Mientras, el susodicho se hallaba aún en medio del bosque, con todo el lugar descolorido, con un triángulo iluminati que estaba regañándole por cada intento de lo más mínimo que hacía. La bruja, desde la puerta de su pequeña morada, miraba las enseñanzas de su querido amigo, quién inútilmente trataba de enseñarle a Dipper el cómo ocultar características demoníacas. Podía asegurar que en realidad, el chico no había aprendido nada porque no tenía interés de aprender de Bill Cipher, o de otra forma, no le prestaba atención.

—¿Y qué me dices tú? Intentas enseñarme cómo ser humano, pero...—el castaño ríe burlón, acercándose peligrosamente a Bill—sólo eres un triángulo que necesita robar un cuerpo para poder lucir como un humano, ¿no es así, Cipher?

Otra vez, nadie sabía desde dónde salía un suspiro de parte de un triángulo sin boca, pero ahí estaba, con gran resignación y ya cansado de la actitud del menor, que llevaba atacándolo desde que habían comenzado la "clase"—Sí bueno, eso no es así, Pinetree—expresó, con su cuerpo destellando luces que cegaban a los dos observadores—Puedo perfectamente creer una apariencia humana, lo que es mucho más que lo que estás intentando hacer tú y eres tan inútil, que no lo has conseguido—acabó diciendo, con la misma burla y sarcasmo que usó Dipper para tratarle.

Esto era una guerra fría.

Frente a ambos, conocida ya la figura para Neir y desconocida para el menor; se dejó ver un moreno muchacho, que de edad rozaría fácilmente el comienzo de los veinte, alto, con su único ojo visible izquierdo color dorado, mientras el otro se ocultaba tras el parche en forma de triángulo invertido, además; pese al traje elegante que se hacía vestir, resaltaba su candente y bien formado cuerpo, una rubia cabellera con el acostumbrado corbatín en su cuello, el sombrero de copa flotando sobre su cabeza y el bastón que parecía hecho de oro.

—¿A qué es genial mi cuerpo, eh, Pino?—dijo, sonriéndole al menor que se ha quedado mirándolo. La boca de Dipper está que cae al suelo, arrepintiéndose de burlarse del Cipher, quién ahora se muestra como un chico guapo y que claramente se burla de él con esa sonrisa encantadora.

¡¿Qué está pensando?! ¡Sigue siendo Bill Cipher!

—Vamos, Pino, anímate, puedes hacerlo—río, desviando su mirada, encogiéndose de hombros—Quizá—colocó una mano en su cintura, volviéndose retador al chico.

Será un largo día. Lo sabe, pero no puede evitar sonreír, porque pese a que está con el demonio de sus pesadillas, está divirtiéndose. Es extraño, todavía guarda gran resentimiento por él, pero mientras que este demonio cumpla bajo la palabra de Neir, no hacen más que lanzarse indirectas retadoras y malos comentarios disimulados que lo divierten. Desde que Mabel se fue, nada le parecía divertido, pero ahora... Es diferente. Está tratando con un maniático y, por primera vez tiene el nivel suficiente para enfrentársele como más le guste. Sin temer por su vida por cada respuesta imprudente.

Cuándo consiguió que el color de su piel y ojos volviese a la normalidad, pese a la estúpida rivalidad con que estaba tratándose con Cipher, él y la bruja le felicitaron animosos.

No podía creerse lo orgulloso que se sentía de sí mismo, aunque recordándose de que deseaba que esto durase lo menos posible. Él no quiere ser demonio, no quiere ser un monstruo y que Ford le odie por ser un Sobrenatural que por naturaleza se supone 'sin corazón'.

Más tarde, cuando la noche ya había caído y aún realizaba esfuerzos inútiles por ocultar los cuernos que crecieron en su cabeza; ambos fenómenos y uno que no creía en las leyes de gravitación. Observó como Cipher y Neir se despedían. Por un momento pensó en que Bill le dejaría por el día de hoy y él tendría que dormir en algún lugar por no poder volver a la Cabaña del Misterio, en cambio, el demonio desapareció sus galantes ropas, apareciendo ropa similar a la que él vestía, mirándole con diversión.

—¿Qué miras, Pinetree? Volvamos a la cabaña—musitó divertido, viendo el rostro de Dipper que rápidamente formó una mueca en sus labios. No comprendía a qué se refería.

—¡No puedo volver así! ¡Parezco un demonio aún!—se excusó, tocando los cachos de su cabeza que tan incómodos le parecían.

—Oh, tranquilo, Pino—pidió el demonio, y con otro chasquido de dedos ¡puff! su apariencia totalmente humana había vuelto.

Odiaba a este tipo. Si era tan fácil, ¡¿Por qué pasó toda una estúpida tarde practicándolo cuándo para Bill le resultó fácil esconderlo?! ¡De haberlo sabido, dejaba que el demonio hiciese el trabajo por él!

—Oh, no, eso no, Pino—le interrumpió. Dipper murmuró un improperio al darse cuenta de que leía sus pensamientos—Yo te enseñaré, no haré el trabajo más fácil para ti.

Suspiró, tomando la mano que el demonio extendía, atravesando el bosque con el chasquido de dedos de Bill, encontrándose a unos metros de distancia de la cabaña del Misterio. Esperándolo fuera, Stan y Ford miraban por encima los alrededores del bosque, dispuesto a ir por su sobrino si oscurecía un poco más.

Fingió estar cojeando, acercándose a sus tíos con la ayuda de Bill, el maestro del teatro, que ahora había ideado esta fácil estrategia para que ambos Pines se creyesen el cuento de que este ha desaparecido por más tiempo del que debería.

—¡Dipper!—Ford es el primero que corrió hacía el menor, abrazándolo con fuerza, demostrando su alegría por ver nuevamente a su joven preferido—¡¿Cómo estás?! ¡¿Dónde estabas?! ¡¿Qué te pasó?!—asaltó, tomándolo por los hombros con tal de que el chico fijara su mirada en él.

—Estoy bien, tío Ford—anunció con una pequeña sonrisa—Solo caí demasiado fuerte mientras corría y no me podía mover, así que mi amigo aquí presente me ayudó—señaló a Bill, quién les sonreía amistoso.

Oh, maldito demonio y su perfecta forma de actuar.

—Así es, venía en busca de la cabaña y lo oí cerca quejándose—explicó el rubio, con una sonrisa conciliadora a Dipper, haciéndose como si recordaba el momento—Me dijo que le dolía mucho, así que esperé a que el dolor pasara, para traerle devuelta.

—Gracias, chico, no sé qué habría pasado con mi sobrino de no haber estado por ahí tú—fue Ford quién agradeció, mientras Stan le miró con curiosidad.

—¿Qué hacías por ahí, chico?—Stanley se dirige al rubio, quién sonríe con suavidad, a diferencia de todas las sonrisas molestas que enfrentó de ese demonio hoy.

—Yo venía por curiosidad—se encogió de hombros—Hablan maravillas de ustedes en la ciudad.

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Me gustaría no apresurar mucho esto, pero... si has llegado hasta aquí ¡Gracias por leer este segundo capítulo! En el próximo capítulo espero podamos ver más de ellos dos entrenando como demonios, como decía igualmente, todavía no quiero que Bill se integre, porque quiero molestar más a Dipper, pero espero les vaya gustando ;u; 

Well, well, well, ¡es hora de que me despida! ¡Hasta luego!

Sum~

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