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Capítulo 19; {¿Ser humano?}

Se notaba la tensión el ambiente desde que habían llegado todos los demonios a la reunión. Sí, Cipher les había dejado tranquilos con esa demostración tan indecente frente a toda la Corte, pero ahora habían pasado ya muchísimos días como para que un demonio no lo hubiese marcado. Las sospechas se habían levantado para el ministerio de demonios, y si no fuese que Dipper había despertado como un tipo de demonio bastante poderoso, no le darían más importancia que dejarlo pasar. Sin embargo, les tenía que importar si era Cipher, y sí el chico con el que estaba era un demonio de tan alta categoría.

—¿Qué decide la corte? —preguntó uno de ellos aproximándose al cristal del centro, por el cual todos miraban atentamente las acciones de Cipher.

—Se ordena investigar a Bill Cipher. De habernos mentido, es una orden legítima el matar a Dipper Pines. —decretó uno de ellos. Una nebulosa negra los desapareció y el círculo quedó vacío, más que con una demonio en el fondo que observaba aún el cristal.

Sonrió maliciosa.



Estaba ansiosa de irles a contar a Cipher y Pines su avance con la poción, pero antes de poder siquiera pegar un grito para despertarles, la imagen le enterneció. Se encontraba Dipper mirando a un lado de la pared con Cipher agarrándole la cintura por detrás, aparte de torsos desnudos y sábanas a la mitad. Podía detallar todos los tatuajes del demonio, e incluso, podía ver los que decoraban la espalda propia de Dipper, que, mirándolo bien, tenían una simbología bastante extraña...

—Neir —la voz del demonio rubio se alzó aún a ojos cerrados —¿Qué haces mirándonos? ¿Algo raro entre nosotros? ¿O repentinamente te empezó a gustar Pino?

—Estúpido demonio. —refunfuñó la bruja, alejándose del marco de la puerta para quedar a sus espaldas. A favor de no despertar a Dipper, Bill habló con ella sin mirarla. —Tengo avances en la poción de reversión, creo que es la primera versión que no matará a Dipper que he podido obtener.

¿Qué? Se había olvidado que aún seguían viviendo en ese lugar únicamente porque Dipper debía volver a ser completamente humano. Realmente, la naturaleza rara ya había dejado de ser un obstáculo para él.

—Neir... Sinceramente, ¿será bueno decírselo? Aún si es tu mejor versión, Dipper ya se ha acostumbrado... O al menos, eso creo. —rápidamente se dirigió a la extraña forma que le envolvía a la que ni siquiera había reaccionado, ni pedido un encanto para ocultarle haciéndolo parecer humano.

—No sé si sea bueno o no, —consideró la bruja, consternada —Lo que me preocupa en realidad, y me apuro con esto es debido al Ministerio de Demonios. Tú sabes muy bien, Cipher, que no lo dejarán en paz. ¡Dios, es un demonio de ilusión! Tú has pasado milenios y sabes perfectamente cómo tratan a los humanos con categorías tan altas... —la bruja suspiró, dejando ver también aquellas ojeras que la acompañaban. En este momento podía despreciar a Stanford, pero se le estaba haciendo muy querido Dipper.

—Eso es verdad... —Cipher aceptó con un suspiro. Él tenía claro que la única manera que pudiera salvar su forma demonio, evitando ponerlo en peligro era quizá marcarlo. Y eso no sucedería, al menos, no próximamente. —Me preocupa de todas maneras, es demasiado el riesgo, pero ya verá él que dice.

La mirada del rubio se posó fijamente en el menor que aún dormía pacífico, sus mielosos ojos poseían únicamente seriedad, preocupándose. Su ojo cubierto le llamaba a mirar más allá de la luz visible humana, pero probablemente se encontraría con los espectros que desde ahora estaban vigilando a Dipper, y no tenía ánimos de asesinar hoy. Se recostó sobre el sofá, mientras la bruja se sentaba al lado de la cama dónde el estuvo durmiendo hacía unos ratos, golpeándole la mejilla al demonio menor para despertarle sin asustarlo demasiado.

A los pocos segundos, el castaño logró despertar, sentándose sobre la cama, mirando a Neir con un tilde de enfado no suficiente para hacerlo sentir completamente de mal humor.

—¿Neir? ¿Qué pasa? —el joven castaño miró a la bruja, para luego dirigirse a Cipher, a quién rápidamente le desvió la mirada, acordándose de lo sucedido el día anterior, no había sido nada fuera de lo normal, pero después de todo, él había aceptado que le quería.

—Bueno, ¿recuerdas el motivo principal por el que estás aquí y Cipher es tu maestro? —Neir quería comenzar lo más suave posible. Dipper asintió —Te prometí que encontraría la forma de volverte humano, y por fin tengo una pócima medianamente decente.

El demonio, Cipher, parecía incluso molesto, sin darle alcance a Dipper de verle su ojo. No entendía la razón de su disgusto.

—El ministerio de Demonios no dejará de perseguirte —Neir continuó —Al menos no mientras permanezcas cómo demonio. Un demonio no puede tener activa su forma física, ninguna, debe renunciar a ella. La única forma de escaparse de eso es ser la pareja definitiva y marcada de un demonio de alto rango. —ella explicó, algo avergonzada. Explicarle esto a un pequeño como él, que, aunque ya era adolescente y conocedor del tema, ella tenía miles de años en comparación.

El chico se quedó en silencio, pesando bien la situación. Si, recordaba que continuaba ahí porque no era humano, porque debía ser enseñado por Bill Cipher, pero ¿qué sucedía si volvía a ser humano? Tendría que regresar a la Cabaña del Misterio, y despedirse de Bill también...

—¿Qué riesgo hay de tomar la pócima? —preguntó. Todavía no estaba seguro de nada, ni siquiera sabía si de verdad quería volver a ser humano, no después de todo lo sucedido con su tío Ford.

—En realidad, el riesgo es bastante alto. Casi la mitad de que no se complete y mueras, o, por el contrario, que vuelvas a ser humano con normalidad. —explicó la bruja —Mi apuro con esto, y es algo que Bill también mencionó, es que tú, pese a que él te defendió como su pareja en el Ministerio, al no tener su marca, sigues siendo todo un peligro.

Dipper quería saber qué opinaba de todo esto Cipher, más este no le volteaba a ver ni de reojo. ¿Qué pasa? ¿Qué había hecho? No entendía porque estaba tan molesto.

—No lo sé... —el chico dudó —Tendré que pensarlo, Neir.

—No tengo problemas con eso, pero no tienes mucho tiempo, Dipper.



—¿Todavía sigues obsesionado con él? —la joven se paseaba alrededor del lugar dónde se hallaba el demonio de pesadillas. Finalmente, ella solo estaba ahí para burlarse de él.

—No podría dejarlo ir, por más que se niegue. —suspiró el otro, cansado. Ambos entendían la razón por la que no pudiesen dejar ir un demonio de tan alta categoría, mucho más si aquello ayudaba a que Bill Cipher perdiese poder.

La súcubo se colocó tras de él, sonriéndole, con una suave caricia a su pecho.

—Sabes perfectamente lo mucho que puedo ayudarte... —la mujer parecía cada vez más ofrecida, incluso sentándose sobre las piernas del otro demonio, que sonrió ladino.

Claro que sabía para que servía esa súcubo. Después de todo, lo único que ella quería obtener de él por medio de esto, era quedarse con el demonio más caótico de todos, el predilecto de los sueños, Bill Cipher. —Está bien, pero no puedes quedarte con nada de Pines. —acabó aceptando, sentándola bien entre sus piernas. La mujer solo se rió, aunque para los sensibles oídos del otro fuese un chillido desagradable.



—Bill... —era la enésima vez que Dipper se animaba a alzar la voz para llamarle, pero el chico no le ponía ni la más mínima atención. —¡Bill! ¿Podrías decirme qué hice? —su tono bajo y notable tristeza llamaron la atención del otro, que finalmente le miró.

—No has hecho nada, Pino —contestó el rubio, acercándose hasta él y melosamente envolviéndole en sus brazos.

—¿Y por qué me ignoras Bill? —el chico se había dejado envolver, pero aún lucía triste.

—No te ignoraba, Pino... Estaba pensando, discúlpame. —sus brazos le rodeaban cariñosamente, besándole el cuello causándole una suave y dulce risa al otro. —Desde que Neir dijo eso, me ensimismé, además tienes que pensar que harás...

—Lo sé. —el chico dio un suspiro —Sinceramente no sé qué hacer. Es decir, no sé si quiero volver a ser humano, pero estuve todo este tiempo intentándolo... No lo sé.

—Dipper... —el demonio le abrazaba por la espalda. Repentinamente, su voz se oía quebrada, asustándolo. —No quiero que te vayas de mi lado... No ahora —rogó, sollozando, escondiendo su rostro en el hombro del menor. —No quiero perderte...

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¡Capítulo 19 publicado!

Aprovecho de darles unas felices fiestas Navideñas y de Año Nuevo, y aunque sea corto, espero les haya gustado>< ¡Gracias por leer!

¡Hasta la próxima!

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