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Capítulo 17; {No más}

Ya no más.

A veces solo quería rendirse a que todo simplemente sucediese. Otras veces deseaba volver al pasado, quedarse tranquilo en la cabaña sin saber nada más de demonios, pero no. Todo se arruinó por un error, uno que le estaba condenando y él no pretendía continuar así. No soportaba más ser la marioneta y el juguete del resto, de ser la burla y objeto de compasión del resto, no quería más relación con Bill Cipher, con Neir, con nadie. Solo necesitaba tranquilidad y soledad. No estaba consciente de nada y le gustaría continuar así por más tiempo, pero sospechaba que en poco despertaría. ¿No puedo ser normal? Ni siquiera tenía ánimos de responderse a sí mismo. No le gustaría la respuesta.


—Gracias por traerlo, Dot —el rubio junto a la bruja agradecían casi arrodillados ante el otro demonio, quién solo se rió.

—No hay de qué. —una leve reverencia galante, con ese extraño mostacho haciendo alarde de su estilo, su bastón apareció acompañándole —Pensaba llevármelo sinceramente, pero creo que aún tiene que aprender contigo, Cipher. —le miró de reojo, con clara amenaza, ese fuego azul en sus oscuros ojos.

—Eso intentaré. —suspiró resignado el demonio, un poco incómodo. Nada se había solucionado todavía con Dipper, simplemente no quería continuar de esa forma con el medio-demonio.

Dot Pixies se despidió con el sombrero, y desapareció. Neir dirigió su mirada con regaño al demonio rubio. El Bill Cipher arrogante y egocéntrico ya casi no existía, rindiéndose siempre a los regaños del resto que tenían mucha razón. Inclusive ahora, solo se resignaba a escucharlos, por ahora, lo más que quería era únicamente tratar de quedar mejor con Pines.

—Supongo que ya sabes qué hacer... —Neir le miró con malicia, acabando con la media reverencia y retirándose al interior de la vivienda.

El demonio suspiró audiblemente, asintiendo, se adentró al lugar resignado junto a Neir. Claro que sabía lo que tenía qué hacer... Hablar con Dipper.

Con paso lento y desganado, caminó hasta la nueva habitación del chico. Ahí dentro, yacía él durmiendo, casi parecía plácido. Se acostó a su lado dejándose llevar por aquella comodidad, la calidez del pequeño. No podía ni quería alejarse de él... No quería estar enojado con él. Estaba comenzando a darle igual los sentimientos humanos, mientras Dipper no le mirase con ese rencor nada le importaría.

Se quedó dormido, finalmente, abrazando al otro por la cintura.

Para cuando despertó, Dipper le miraba atentamente, esperando alguna explicación de su parte. Sintió sus mejillas arder al ver con los ojos azules del menor mirándole, mientras él recién era capaz de despertar. Se alejó instintivamente, pero no le soltó del abrazo en que lo mantenía.

—¿Me lo explicas? —Dipper preguntó primero, señalando la cercanía.

—Ah... —no sabía cómo explicárselo, ni siquiera cómo empezar. Quizá hubiese sido mejor si esperaba en otro lugar a que Pines despertase, pero no, tenía que quedarse con él.

—Cipher, rápido ¿quieres? —suspiró el castaño, algo cansado. Se levantó, separándose bruscamente del demonio. Caminó hasta el armario, buscando algo que usar mientras el rubio ideaba qué decirle.

Bajó la mirada, hasta apenado por verse así. Pareciera que el arrogante era en verdad Dipper y no él —Ponme atención... —susurró por lo bajo, al ver como el castaño se movía de un lado a otro sin prestarle siquiera algo de atención. Acabó levantándose, caminando hasta él y deteniéndole por el hombro. —Escúchame. —ordenó, pero sus ojos se veían tranquilos y serenos.

Un ligero sonrojo apareció en las mejillas del Pines, pero rápidamente desapareció. Asintiendo, le indicó a Bill que continuase.

—Hey... solo... perdóname ¿sí? —los ojos del demonio rubio estaban escondidos de los escrutadores del otro, avergonzado. —Sinceramente... No eres un juego para mí. —suspiró, al fin encontrándose con el rostro de Dipper que aflojaba cada vez más su expresión —Dame tiempo... Yo todavía no sé lidiar con esto.

Dipper se echó a reír. Y asintió.



Un poco cansada de la situación, desvelada y con notorias ojeras, Neir añadía ingredientes a una extraña poción de coloración violeta, de la que desprendían gases de distinta procedencia y algunos aromas... Insoportables. Dipper miraba sin interés desde el otro extremo de la sala, viendo como la bruja nombraba a ciertos objetos que introducía rápidamente, aunque casi cayéndose al caldero, medio despertaba para dirigir su mirada a dónde él estaba y continuar. Se le veía incluso de pésimo humor, Pines no entendía el porqué, pero algo interesante debiera ser para tenerla tan mala de estado. Igualmente, Cipher reía mirándola.

La miró largo rato, hasta que la morena bruja retiró con un vaso algo del interior del caldero, con esa extraña coloración fosforescente, entregándosela al rubio de mala gana. El castaño rió, viendo como Cipher se colocaba nerviosa tratando de tomar correctamente la poción sin que se derramase el líquido interior, pues notaba este ácido contra la piel del rubio.

—Dipper, acompáñale. —se acercó hasta el Pines, le acarició la mejilla y con mirada dulce le suplicó. —Ya sabes a dónde ir, Bill. —expresó al otro que asintió.

Sin decir nada más, Bill Cipher caminó hacia el exterior con el paso de Dipper siguiéndole, aunque este alcanzó a ver cuándo la bruja se lanzó sobre uno de los sofás y cayó dormida al segundo.

Caminaron largo rato en silencio, pero en uno bastante cómodo, ayudándose a subir entre extrañas ramas, disfrutando la caminata. Por primera vez, Bill no quería hacer el camino más corto y echarse a volar, le parecía divertido explorar un poco más y experimentar las dificultades pisando la Tierra. Pasándose entre árboles, a veces le resultaba divertido perseguir a Dipper después de alguna travesura de esta. Esto es demasiado infantil. Y aunque no podía dejar de pensar que así fuese, no quería detenerse, con ese pequeño sonrojo perlado sobre sus morenas mejillas.

—¿A dónde vamos, por cierto? —cuestionó, lanzándose de un pequeño risco, mientras Cipher caminaba entre enormes hojas adentrándose cada vez más en el nebuloso bosque.

Comenzaba a aterrarle el lugar, hasta cierto punto, este lugar lo habían descrito los diarios, como un camino de oscuridad perdido, lleno de criaturas hostiles, según Ford.

—¿Sabes qué es un licántropo, Dipper? —la sonrisa del demonio era casi burlesca. Dipper asintió algo exaltado. —Ahora conocerás a uno de frente.

Empalideció totalmente, pero para cuando fue consciente y deseó huir, el demonio se hallaba ante una puerta maltratada y mal disimulada entre árboles, de la que salió un joven de oscura piel, pero apariencia totalmente humana. El chico tenía unos preciosos ojos verdes, que parecía que hasta sus pestañas lo fuesen, y le sonrió a Cipher amistosamente, abrazándole y tomándole la poción de entre las manos sin decir nada.

—¡Armin! —el rubio se elevó algunos centímetros del suelo, para volar sobre la cabeza del supuesto licántropo y levantarle las ojeras escondidas en el azabache cabello que poseía. —¿A qué vas? Cada día más humano y menos animal. —rió, acompañándose del licántropo.

—Bueno, para eso está Neir. —bebió la pócima sin contemplaciones, sus ojos brillaron un segundo y después volvió a la normalidad. —¡Hey! ¿Quién es el nuevo qué te hace compañía?

Se sintió de pronto el centro de atención, sudándole las manos. Saludó con un débil gesto, acercándose hasta el rubio, con algo de timidez. Parecía que esos clarísimos ojos verdes le persiguiesen constantemente, algo que llegaba casi a aterrarle.

—Dipper Pines. El aprendiz de Neir. —sonrió Bill, revolviéndole el cabello. El licántropo le guiñó el ojo y pronto se estuvieron marchando nuevamente a la cabaña de la bruja.



Le encantaba muchas veces el relajo y aire fresco del bosque, así como la vista desde su ventana hacía el exterior, mirándola por largo rato, con esa luna encendida que no dejaba de parecerle cautivadora. A su lado, Bill se dejaba caer en el borde del marco, dejándose llevar también por la belleza del cielo nocturno. Quizá volvían a hablarse, pero Cipher no se sentía capaz de volverle a tocar, no mientras Dipper no le diese un indicio de que así lo quería.

Era... extraño.

Todas las cosas estaban dando un giro bastante extraño, para la vida de ambos. Muchas personas habían pasado por la vida de Bill Cipher, y tan solo un par por la vida de Dipper, pero nunca ninguna los movía tanto como ahora, haciéndolos cambiar de opinión, cediendo a cosas que no creían que alguna vez cederían, y... Todo. Era algo nuevo, e inexplorado. No quería volver a cometer los mismos errores, alejarse, aquello que solo parecía hacer mal, aunque para ello, aún faltase mucho.

—Oye Bill, vamos a dormir... —suspiró el castaño, alejándose de la ventana para tirarse de a la cama, dónde, envolviéndose en mantas, se dejó estar de cara contra la almohada.

Cipher sonrió, enternecido. Iba a retirarse de la habitación para dejarle dormir, pero el mismo chico le llamó la atención;

—Duerme aquí, conmigo —le ofreció, extendiéndole una mano. El rubio la tomó luego de unos segundos que le tomó despertar de la sorpresa, siendo jalado sin contemplaciones para acompañarle. Dipper, quién le abrazó cerró rápidamente los ojos quedándose dormido, mientras el demonio le observaba, admirándose.

Quizá... solo quizá... Si sentía algo afectivo por él.

—Me confundes tanto... —se tapó el rostro, algo avergonzado, decidiéndose a dormir.


Mientras se desperezaba, observó aquellos cabellos castaños todos desordenados que descansaban sin darle la cara. Podía delinear toda la espalda del muchacho, esa piel nívea, ese cuerpo tan pequeño que estaba acurrucado sobre sí mismo, de no ser por Neir, él estaría encantado de haberse quedado toda la mañana observándole, pero la bruja insistía en que bajasen lo más rápido que podían. Le movió con dulzura y suavidad, pero con insistencia hasta finalmente despertarle. Este ese restregó un ojo, a lo que Cipher no evitó caer encantado, con un chasquido de Bill, Dipper se encontró totalmente vestido.

—¿Eh? —Pines no entendía, mirándose aún somnoliento —¿Qué pasó?

—Neir lleva llamándonos un rato —señaló la puerta, con gran sonrisa —Insiste en que bajemos lo antes posible. ¿Quieres venir, mi dama?

—Idiota —rió, empujándole suavemente, para después salir primero, seguido de Bill —¡Ya vamos!

En el salón improvisado de muchos sofás de Neir, se hallaba ella moviendo los dedos, nerviosa, mirando a quién se encontraba enfrente. La bruja no parecía muy cómoda con el otro, quién se entretenía con una sonrisa casi sarcástica. Bill afiló la mirada, colocándose al lado de Dipper, quién tomo asiento al frente de la persona y al lado de la morena bruja. Miraba casi con desinterés y rencor, la misma mirada que tenía Cipher.

—¿Qué haces aquí? —Pines fue el que comenzó. —¿Por qué vuelves a venir?

—Regresarás.

—No lo haré, tío Ford. —Dipper era casi imponente, incluso con su pequeña figura parecía muy superior... Y Bill, a su lado, era como un guardia inaccesible, o al menos, esa imagen quedaba a ojos de Stanford.

—¡Dipper! —su voz era fuerte, regañándolo —¡No te mandas tú solo! ¡Volverás a la Mistery Shack y te enviaré devuelta a California! —ahora se hallaba de pie, inclinado hacía el joven castaño.

—¡No lo haré! ¡No volveré ni ahí, ni a California! —pese a su voz altiva, permanecía impasible, sin colocarse de pie ni alterarse.

—¿Qué eres? ¿Qué te sucede? —Ford miró de repente, como su máquina analítica vibraba agitadamente, y no era exactamente por la presencia de Cipher.

Era Dipper.

—No te preocupes por eso, Stanford. No tendrás que preocuparte de mí nunca más, porque no volveré. —esta vez si que se colocó de pie, enfrentándole.

—Demonio. —pronunció tan lento y tan bajo, que de no ser porque no eran humanos normales, no lo habrían escuchado. Fue tan solo un instante, un corto momento que lo definió todo. De su gabardina, Ford había sacado un cuchillo que estuvo a punto de enterrar en el pecho de Dipper, pero no le alcanzó. En cambio, Cipher fue quién recibió la pequeña estocada, y al instante, Neir le había lanzado contra la pared contraria del salón, alejándolo de Dipper y Bill.

—¡Maldito seas, Stanford! ¡Es TÚ sobrino! —Neir le gritó, manteniéndole lejos gracias a su potencial como bruja.

—¿Esa cosa? ¿Mi sobrino? —su voz se oía sarcástica, incluso estando asfixiado por la fuerza que le mantenía suspendido y pegado a la pared —¡Mi sobrino es humano! ¡No es una extraña criatura malévola! ¡Mucho menos alguien que confiaría en Cipher! —seguía diciendo, con los ojos exorbitados, como desesperado y perdiendo la cordura.

Neir lo azotó contra la pared. —Tú no recuerdas ¿eh? —ella era incluso peor que él —¿Quién te crees que eres y con qué cara te crees que puedes decírselo? —ella subió su mirada, acercándose a él con sus ojos turquesas encendidos en ira. —Vete rápido, o habrás deseado no conocerme, Sixer.

Sin darle siquiera oportunidad de responder, mágicamente la puerta se abrió, y con aquella misma fuerza misteriosa proveniente de Neir, Stanford fue pateado bruscamente fuera, cerrándose la puerta sin cuidado.

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¡Capítulo 17! Por fin... Sinceramente, solo estoy esperando las vacaciones, ya no puedo más D: pero bueno, ¡Aquí el nuevo capítulo de Demon Sir! Espero haya sido de su agrado, y si es así... ¡Ya vendrá el próximo! Por suerte, me inspiré a último momento y lo dejé medio escrito, espero no demorarme demasiado uwu. Gracias por sus comentarios y votos, ustedes son lo mejor♥

¡Y bueno, hoy es 31! Realmente, quería hacer algo por Halloween, pero finalmente no supe que hacer... Y aquí estoy u////u.

En fin, nos veremos en el siguiente capítulo, gracias♥  

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