Capítulo 13; {Encerrado}
—¿Por qué Bill Cipher tiene cuerpo humano? —la voz de Ford se alzó entre la del resto, asustando un poco al castaño quién fue puesto en la espalda del anciano, con este asegurándose de que algo raro tramaba Neir para tener a Cipher ahí junto a su sobrino.
¿Cómo sabía? Fácil. Su obsesión con Cipher le había llevado a hacer diversos aparatos en intentos de localizarlo, pues ahora había dado frutos, aparte de la similar imagen, la energía que emanaba era idéntica, y el rubio no se había molestado en ocultarla porque no había puesto atención a que Stanford venía. Un descuido de su parte.
—N-no es lo que parece... —la voz temblorosa de Neir se interpuso entre ambos, evitando que pudieran verse, pero aun así nada surgía en su cabeza cómo para mentirle.
Bill observó el teñido azabache del cabello de Dipper y mordió su labio inferior, chasqueando sus dedos para devolverle su apariencia humana. No quería que el chico tuviese más problemas.
—¡Neir! —regañó, retrocediendo lentamente, aunque Bill ni siquiera movía un dedo con intención de atacarles —¿Has estado haciendo convivir a mi sobrino con ese engreído demonio? —su voz se oía temblorosa, el brillo de sus pupilas perdiéndose. No podía. No iba a soportar semejante situación, no cuando podía haber perdido a su sobrino.
—Tío Ford... —esta vez Dipper habló, tratando de llamar la atención de su tío que seguía mirando con ferocidad a Bill, cómo si este le fuese a atacar en cualquier momento. Volvió a llamarle, jalándole la gabardina para que por fin le pudiese colocar atención.
Neir solo esperaba que la situación no empeorase más.
—Bill no ha... —iba a defenderle, pero se silenció al ver la mirada espantada de su tío, quién también le tapó los labios apretándolo con rudeza, casi enojado al darse cuenta de las intenciones de Dipper.
Algo dentro del Cipher le molestó al ver que el chico Pines era tratado de forma brusca por su propio tío. Nada dijo, pero sus puños cerrados le temblaban.
—Silencio. —sentenció con frialdad, arrastrando al menor devuelta a la Cabaña del Misterio. ¡Casi cinco días desde que no veía a su sobrino, lo viene a buscar con Neir y se encuentra con que este está a punto de defender a Bill Cipher! Eso no lo permitirá.
—¡PineTree! —llamó el rubio, preocupado, pero Neir le detuvo negándole con la cabeza. No era buena idea seguirle ahora.
Dipper volteó a verle, pero pese a que Ford era ya viejo, seguía siendo más fuerte con él. Estoy en problemas. Estaba consciente de ello, no sabía cómo inventaría tantas mentiras para que su tío no supiese la verdad de la historia, pero algo tenía qué hacer. Además, seguramente le encerrarían, justo ahora cuando quería saber y estar más con Bill.
La mala suerte le acompaña.
No sabía hasta qué punto eso era cierto. No tenía idea.
Hace dos días estaba ahí, aburriéndose. Se negaba a ayudar a Stanley, o hablar con Ford, escondiéndose todo el día bajo sus mantas y recolectando cosas que le pudiesen entretener. Por la noche, se asomaba a mirar por la ventana, tratando de encontrar en la oscuridad, sin admitirlo realmente, a Bill. Extrañaba la compañía de este, mirándolo desde la cama de Mabel a veces molestándolo y otras veces solo preciándole.
No se sentía tan solo.
Su estómago gruñía nuevamente y era hora de bajar silenciosamente a la cocina. Llevaba haciéndolo tratando siempre de evitar las constantes preguntas de Ford, que parecía obsesionado con saber más acerca del cuerpo humano de Bill, él realmente no sabía mucho. Es decir, es un demonio todo poderoso y creó un cuerpo humano, no le hallaba más lógica que investigar, eso y que se había acostumbrado a esa forma.
Caminó a tientas, de puntas bajando escalón por escalón, para encontrarse en soledad al estar en el salón. Recorrió este para llegar a la cocina, comenzando a sacar rápido ingredientes lanzándolos con descuido sobre un pan de por ahí. Realmente el hambre estaba ganándole. Y con las emociones fuera, cosas malas ocurrían.
¿Qué estará haciendo Bill? Su rostro adoptó un ligero sonrojo, no sabía porque se lo preguntaba cómo si estuviese preocupado. El rubio podía cuidarse por sí solo.
—Me está afectando... —ocultó su rostro de, ahora tonos carmín, tras las palmas de sus manos, tratando de recuperar su cordura, o al menos, la pizca que le quedaba de ella antes de preguntarse por Bill.
—Dipper... —la voz de Ford insistió a su lado, de brazos cruzados mirándole.
El chico castaño tomó rápidamente su comida, dando zancadas para volver a subir la escalera y alejarse de su tío, a quién por cierto guardaba cierto rencor por encerrarle y prohibirle salir de casa, colocando incluso un campo anti-magia para que Cipher no llegase con él.
Una semana. Se volvía loco, no por pesadillas, si no del mismísimo aburrimiento. Había probado tratar de escaparse, pero dentro de los límites ni él mismo era capaz de ejecutar alguno de sus poderes, lo cual era bueno, así estaba seguro de que en todo momento permanecía con apariencia humana, pero por cualquier duda, mantenía un espejo en su mesa de noche. Pasaba la mayor parte del tiempo en su cama, repasando sus lecturas pues ya había terminado de leer todos los libros que allí estaban y por la madrugada volvía al primer piso para robar comida, cosa difícil, Ford estaba cada vez más insistente y Dipper ya estaba hartándose.
¿Qué tenía su tío Stanford con el dorito ese?
Dorito Iluminati que, por cierto, le besó...
Hubiera sido mejor no recordárselo. Otra vez estaba esa constante duda en la que caía horas sin darse absoluta cuenta de su alrededor. Le había dicho que era para no morir, o al menos es algo de lo que entendió de la rara situación en la que estaba hace días, pero no cuadraba con las sensaciones que se llevó con ese apasionado beso. Más que algo superficial, le parecía ardiente y asfixiante, como si hubiese esperado tanto tiempo por este.
Tampoco podía negar lo delicioso que sabía. El experto de Cipher hizo de aquel beso francés uno perfecto para memorar. ¡El primer beso que había tenido con un chico! Exceptuando a Marmando, eso fue para salvarle la vida... Espera, ¿qué no era parecido? Aunque con el tritón no hubo lengua ni deseo, sólo fue por Mabel.
¿Había deseo?
¡Nada lo tenía claro! Lo que si sabía es que ansiaba más. Quería volver a probar aquella delicia, sólo para saber a qué realmente tenían sabor, grabárselo en la memoria.
—¡Dipper! ¡No puedes evitarme toda tú vida! —reclamó desde el otro lado, golpeando con poca suavidad la puerta del menor.
Este, enfadado por sacarle de sus pensamientos, solo volteó mirando la pared y colocó la almohada sobre sus oídos.
—¡Puedo! ¡Y lo haré! —respondió con el mismo tono, apretando sus dientes. No le parecía justo el castigo que Ford le impuso, más que nada porque le parecía aburrido. —¡Cipher no me ha hecho nada y no tengo nada que decirte acerca de él! ¡Quiero salir!
Al otro lado de la puerta, Ford suspiró. —Dipper, es Bill Cipher. Él jamás tiene buenas intenciones. —dijo, obviando la situación que él veía. No confiaba absolutamente en ese rubio y no lo haría ahora, mucho menos si pretendía acerca a su sobrino. Algo le daba mala espina.
—¡Pues me salvó! —gritó ya con enfado, colocándose de pie frente a la puerta, sin atreverse a abrirla para dar cara a su tío. Sus instintos desafiaban su humanidad, pero dentro de los límites de la cabaña eso solo lo debilitaba. —¡Ese estúpido rubio al que tanto odias me ha dejado dormir con tranquilidad por las noches sin hacerme absolutamente nada!
Las llamas en las manos de Dipper eran pequeñas estelas que se encendían para rápidamente perder fuerza. Mientras más cediese a su lado demonio, más débil estaría al interior del lugar que estaba provisto por Stanford para evitar presencias mágicas o sobrenaturales.
—¿Salvarte de qué...? —el mayor estaba aguantándose las ganas de derribar la puerta y golpear a su sobrino por asumir esa mentalidad. Por dios, hablábamos del demonio estafador, no podía ser cierto que Dipper confiase en él.
—¡De todo!
—¿Qué se supone que harás? —la bruja cruzaba sus piernas en diferentes posiciones, aburrida. Hace días no podía trabajar en sus pócimas con tranquilidad, Bill no había abandonado su vivienda desde que Ford encerró a Dipper.
—No lo sé. —el rubio jugaba con una esquina de su gabardina, concentrado en ese mínimo detalle. Llevaba días en la misma posición y su cuerpo humano no daba más con el peso de sus músculos. —No puedo ir allí.
—Él tampoco debería estar ahí —suspiró Neir, levantándose por fin para quedar de frente al Cipher —Mientras más libere o deje salir su parte demonio, peor le hará. Lo único por lo que permanece aún estable, imagino, es por su mitad humana. —la chica dice, mira de reojo el caldero tras de ella y después vuelve su vista al demonio —Aunque ahora mismo está perdiéndola nuevamente.
Bill chasqueó la lengua, con sus dedos temblando de ansiedad. Quería ir.
—No puedo entrar... —se dijo a sí mismo el rubio, convenciéndose de tratar de calmar sus ánimos y desespero por tratar de entrar en esa Cabaña. Durante la semana, secretamente lo había intentado, sin éxito.
Bill. Una vez, eran ya bastantes durante la semana, pero era el primer llamado del día. Miró a todos lados tratando de averiguar quién era el de suficiente fuerza para llegar hasta él invadiendo su mente. Bill. No le encontraba dirección, pero poco a poco la voz se iba aclarando, haciéndose conocida. Sus dorados ojos inspeccionaban el lugar, jugando a su vez con una flama azul en su dedo índice, flama que al llamado reaccionó tomando la mano del Cipher completa. Bill... Oh, por fin sabía quién era el muchacho que le llamaba y no pudo más que sonreír.
—¡Oh, my PineTree!~ —canturreó risueño, de un salto hallándose de pie.
Chasqueando sus dedos, había desaparecido y dejado a la bruja sola, quién sonrió. Por fin el presunto humano hacía algo de interés más que lamentarse silenciosamente.
El mayor no escuchó más. La puerta frente a Dipper se había caído, dejando ver a la terrorífica presencia de Stanford enojado. El castaño le miró con cierto temor, escondiendo de forma inmediata sus manos tras la espalda, solo por precaución que llegase a ver sus flamas. El mayor se encaminó hasta él con paso decidido, cegado por el odio que le tenía a Cipher, con la intención de hacer entrar en razón a su sobrino.
Pinetree~. El menor oyó tan solo una vez y sabía quién le buscaba. El miedo desapareció y corrió hasta la ventana, alejándose de Ford quién estuvo a milésimas de alcanzarle hasta de verle huir por aquel hueco.
—¡Lo siento, tío Ford! —exclamó este lanzándose por el techo que hacían de rampas para su caída. Apenas tocó suelo, acompañado de una rapidez casi anormal, se perdió entre los árboles.
El mayor gruñó audiblemente, arremangándose la gabardina, dándose media vuelta para, con paso calmo, perseguir al imprudente chico.
Dipper, por el contrario, se tardó apenas dos segundos en encontrar al demonio rubio en su camino, que se colocó frente a él causando un freno inmediato para el castaño, que se aferró al cuerpo del mayor en un abrazo. Cipher sonreía, diferente a sus sonrisas anteriores, esta de alguna forma parecía sincera.
—¡PineTree! —dijo este, estrechándole en sus brazos. La diferencia de altura era clara, pero ya no era un enano que le llegaría hasta la cintura si aún tuviese doce años. Le alzó un poco el mentón, obligándole a mirarle. —¿E-estás bien? —le sorprendió su propia preocupación, causando una pequeña risa del menor.
—Sí, estoy bien. —respondió este, subiendo sus manos desde el torso hasta la nuca del moreno, dejando sus frentes unidas. Le parecía cómodo, ni siquiera estaba claro del porqué lo hacía, solo había pasado demasiado tiempo desde que se veían y era casi por instinto su reacción.
Casi. De no ser por los sentimientos que no querían aceptar que estaban mostrándose.
—Es... genial. Pensé que no te vería en mucho tiempo más. —admitió Bill, abriendo tan solo un poco su ojo izquierdo para mirarle. Se notaba que había estado alterado.
—Me escapé. Ford quería regañarme por confiar en ti. —respondió el chico, respirando agitado por su reciente fuga, en la que necesitó de sus débiles piernas que apenas daban para caminar.
—¿Confías en mí? —le sorprendió, no se lo esperaba. Hasta hace algunos días, seguían odiándose, cometiendo estupidez tras estupidez que hacía a ambos enfadar. Ya ni siquiera recordaban ellos, estaban inmersos en esa atmósfera romántica que se había creado de la pura necesidad de verse.
—Por eso estoy aquí... —el chico evitó la mirada del rubio, sonrojado de tener que aceptar que estaba confiando ciegamente en su mayor enemigo.
Bill dio una pequeña risa, enternecido por la expresión sonrojada del chico Pines, acariciando suavemente los cabellos de este. Tenía la sensación de reconforte, cómo si el solo verle sirviese para reparar todas sus energías. Porque había que admitir, que le extrañó, que durante toda esa semana pensar en tener que esperar más lo estaba enloqueciendo.
Miró el rostro del menor, que intentaba ocultarse de él para que no le viese con ese carmín. No podía aguantar, ya había pasado demasiado. Necesitaba más.
Y le besó.
________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
Well, well, well...
¡Por fin pude terminar esto D':! Quería terminarlo ayer, pero no... Me quedé dormida escuchando música; -; En fin~ ¡Terminado el capítulo 13 de Demon Sir! Al menos ya pude hacerlo><, y bueno, la dedicación. Ya sabe♥, yo no la conozco mucho pero igual va con hamor; -; La quiero señorita y como ahora no tengo sueño, me iré a mirar sus historias♥ que son muy buenas, o al menos a mí me encanta leer uwu~. ¡Por eso quería terminar el capítulo antes D:! Pero bueno, como solo ahora se me ha quitado el sueño (Muy bien de mi parte, se me quita el sueño en plena madrugada .___.) pos ahora era.
Diría algo más para usted, pero creo que no podría hacerlo como es debido si lo hiciera, en alguna ocasión lo haré </3. Para ti este capítulo de Demon Sir~
¡Bye, Bye!
Sum~
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro