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Capítulo 10; {Seducción de la pesadilla}

¡Maratón!

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Que despertasen los poderes en alguien híbrido como resultaba Dipper Pines le facilitaba mucho las cosas. Él era el demonio de las pesadillas y la mala fortuna, uno de categoría extraña y oscura, tal como Bill Cipher, otro maniático con problemas psicológicos, pero no es como que siendo un demonio eso importase. Realmente solo veía con delicia como su presa caía cada vez más dominado por aquellos poderes que él buscaba.

¡Qué magnífica oportunidad le presentó sin quererlo Neir! Oh bueno, sus manos actuando debajo de la realidad para que la bruja errase su pócima. ¿Cómo no? ¡Pines era el único que no moriría convirtiéndose en el primer híbrido! Él más poderoso. La naturaleza egoísta, avariciosa y curiosa de un humano, juntándose con capacidad de inventar, crear, retorcer o maniobrar todo sin límites alguno era una tentación y la peor mezcla. Los ángeles creían en su salvación, pero ellos, los demonios, existían, convivían con los humanos todo el tiempo. Esto pasaría, y él estaba más que gustoso de ser quién lo causara.

—Me encantará tenerte entre mis manos, Dipper... —murmuró, relamiéndose los labios. La pequeña gota de sangre fue absorbida por su lengua, volviéndose loco por ese exquisito sabor. Todo estaba meticulosamente planeado, todo para que incluyendo los sádicos tritones hicieran perder el balance a un Bill que sin duda despertaría ese potencial que él quería ver en Pines. No podía esperar más, su inexistente cordura volvía a ratos para gritarle que debía ser rápido.

El único problema era el ministerio de los demonios.

Un humano sin morir no podía obtener magnitud de poderes sin consentimiento o pareja. Qué preciosa oportunidad. La copa de cristal se quebró entre sus dedos, mientras él se levantaba con retorcida sonrisa en sus labios. Sus resquebrajadas alas de murciélago se dejaron ver, pero él chasqueó sus dedos para desaparecer.



Lo último que vieron sus siervos era aquellos ojos rubí con esa acostumbrada malicia.

Sus manos apretaron su cabeza, con el dolor puntiagudo tratando de dejarlo inconsciente. Su estado físico deplorable, pero sus características de demonio solo iban en aumento, colorando su piel, su cabello, sus ojos y resto de facciones. Le había cedido el control a la ira, frustración, decepción y enojo. No podía hacer reparo de ello, no sentía nada que lo reconfortase de tales emociones, pero no podía perder su humanidad. Los árboles se prendían llamas a su alrededor, mientras él se lanzaba de rodillas contra el suelo, aterrado, en pánico, con lágrimas furiosas cayendo por sus mejillas.

Dime qué no es verdad. Su consciencia racional se separaba de las ganas de que todo desapareciera, compitiendo entre sí por quien ganaba la consciencia de Dipper, con el castaño retorciéndose de dolor por esa batalla que llevaba a cabo consigo mismo.

Dos cortes aparecieron en sus brazos, en un vano intento por despertar en la pesadilla en que se sumía. Otra vez, imágenes borrosas, lúgubres y cadáveres con múltiples escenas sanguinarias rodeando todo el paisaje que veía. Quince años que no le servían para soportar esa presión mental. La sombra de algo en su espalda crecía, plumas se deslizaban hasta caer al suelo, con un azabache color que empezaba a darle aspecto tenebroso, pero no era más que una sombra que fomentaba su claridad mientras más caía en desesperación.

Las imágenes de sus sueños recorrían sus pensamientos a velocidad impresionante. Su débil y delgado cuerpo temblaba, su piel recuperaba su color solo para quedarse pálida. El resto de facciones obtenidas permanecían con él, incrementándose, con líneas que poco a poco empezaban a formar un tatuaje dejándose ver en los brazos al descubierto del chico, perdiéndose en la espalda.

Casi asumía su forma como demonio completamente. Casi.

La sombra de aquellas alas que parecía irían a aparecer en su espalda desapareció, con un demonio rubio enterrando su rostro en el cuello de Dipper, quién casi al instante, con gran sorpresa, paró su llanto. Además, la nueva presencia había detenido totalmente el dolor antes sentido, dando paso a una paz que le dejaba respirar tranquilo. Bill tenía con una mano rodeándole el pecho, mientras que la otra subía el hombro, jalándolo hacia sí.

—¡Pinetree! —su voz le regañaba, pero el moreno no levantaba su rostro para dar cara al castaño, manteniéndose enterrada en ese cuello que desprendía tantos aromas para su gusto.

Quería ocultar lo que estaba pensando ahora mismo. Problemático.

—¿B-bill? —Dipper tartamudeó. Su asombro era notable ¿qué sucedía? Hace menos de cuatro horas se había despertado siendo abandonado por el rubio demonio, pero ahora, este parecía necesitado mientras lo aferraba.

—Y-yo... —el hombre, pese a su gran edad no sabía cómo expresar en palabras una disculpa decente en la que no se sintiese humillado. —Dipper... Lo siento, no debía dejarte.

El castaño atrapó las manos que le aferraban con las suyas, con una dulce sonrisa. Como adoraba esta fase de Bill que nunca había visto. —¿Podemos hablar? —pidió avergonzado, volteándose solo un poco para encontrarse con el rubio cabello de Bill haciéndole cosquillas. Rio un poco, sus mejillas en un tenue rosa que indicaba la recuperación de su color natural de piel, aquel precioso trigueño.

—Sí. —el rubio jaló de su mano, sin dejar que Dipper viese su rostro una vez más, ocultando aquellas expresiones que sacaba a relucir al ver al menor, mientras lo alejaba de aquel lugar que pese a estar incinerado, recuperaba rápidamente el color al recuperar un estado de ánimo estable en Pines.

Ambos se adentran a una dirección para el castaño desconocida. Él no lo sabía, no sabía a qué estaba caminando.



Gruñó cuando su figura física no apareció donde debería ser. Caminó alrededor del círculo que no le dejaba pasar más allá, enfurruñado, desesperado. Daba vueltas tratando de encontrarle explicaciones, pues la energía que rodeaba era la suficiente para dejarle fuera, lo cual no solía ocurrir, era un demonio de alta categoría, esto no debería estar sucediendo. ¡Y justo cuando estaba más preocupado!

—¿Qué haces? ¿Con quién estás? —murmuró, sus dorados ojos esperanzados mirando al interior.

Cuánto se arrepentía de haberlo dejado solo. No te metas más en problemas, Dipper. Mordió una de sus largas uñas, y tan pronto como el impedimento para entrar desapareció, a sus sentidos llegó aquella presencia, junto a la imagen que esta le mostraba, solo para presumirle al chico Pines. Un nombre apareció entre sus dientes. Su ojo se tornó carmín, pero el resto de su cuerpo se mantuvo en su color rubio. Esta vez sí estaba enojado. Y ahora si sabía la razón de esto.

—No voy a permitir que te lleves a Pinetree —su voz rugió con una sonrisa maniática asomándose en sus labios. Sus pies caminaban con lentitud, siguiendo con sigilo la estela descuidada que dejó aquel otro que estaba suplantándolo.

Qué estaba llevándose a Dipper.



—¿Tan malo es para ti? —el supuesto Bill rió, de reojo mirando el castaño quién con la respiración dificultosa, se apoyaba contra el tronco de un árbol.

—Bill, no lo entenderías... —regañó la voz del menor, con una leve sonrisa. Esta se borró de su rostro cuando debió presionar su pecho. Su cuerpo siempre había sido insuficiente, pero su falta para respirar con regularidad comenzaba a asustarlo. —Soy un humano.

—Dipper... —la voz del otro se oyó comprensiva —Podrías usar tus poderes para algo bueno, ¿sabes? No por tener el título todo debería ser malo.

El pequeño castaño lo pensó un momento. Ser un demonio era malo para él por el simple de hecho del peligro que podía correr, el rechazo que sufriría por parte de su familia, suficiente con su marginalidad social, pero si lo pensaba con detenimiento ¿Qué de malo podía tener? Es decir, podía desarrollarse muchísimo, tenía sus ventajas, pero intervenía en la dimensión como más gustaba. Todo un sueño para alguien como él, con su naturaleza y costumbres curiosas, queriendo saber todo.

—No lo había pensado de esa forma... —murmuró el chico, con rostro pensativo.

No estaba entendiéndolo. No sabía que ese falso Bill le inducía a querer aceptar su nueva naturaleza demoníaca, una conveniencia y rapidez para él que facilitaría su trabajo y el llevárselo.

—¿Lo ves? ¡Podrías hacer cosas de tu gusto incluso! —animó el rubio. Por algunos segundos el destello del verdadero color de sus ojos se presentó, pero lo disimuló bastante bien.

—Es cierto... —convencido, Dipper sonreía. Ahora la idea no le parecía mala en lo absoluto, como si no estuviese considerando sus desventajas— Soy... pu-puedo ser un...



La morena chica miró al interior, en el reflejo del agua lo que sucedía. Mordía su lengua, impaciente, rogando que el castaño alcanzara a darse cuenta antes de que las Pesadillas se lo llevaran con ese demonio, pero parecía no darse cuenta del bajo truco en el que estaba cayendo. Tenía sus uñas mordidas, dividiéndose entre mirar a Dipper con aquel, o a Bill que caminaba furioso al lugar, imposibilitado de transportarse como hacía.

Sin embargo, nada de ello servía.

Su cuerpo se vio envuelto en cadenas destellantes, que la arrastraron lejos del reflejo de agua que observaba, obligándola a dar cara a sus visitantes. Tragó con dureza al darse cuenta de quiénes se trataba. No eran quiénes quería ver, pero su mala suerte la perseguía. Frente a ella, agentes de la policía del tiempo y del ministerio de demonios la esperaban, con sarcásticas sonrisas y una libreta donde estaba segura decía el crimen por la que la colocaban bajo arresto.

Supo que dolería cuando la maniática sonrisa de los demonios se descontroló. No era la primera vez que los trataba, solía meterse en problemas con el ministerio, pero las golpizas no eran su fuerte.

—Neir. —comenzó a recitar el agente de la policía del tiempo. —Puesta en custodia por la sospecha de intervención de la vida originalmente marcada de un ser humano. Tendrás que acompañarnos.

Ni siquiera le importaban las palizas que estaban dándole los demonios, su mente solo divaga en como haría para zafarse de la situación. Si no encontraba una excusa justa y rápida, creíble y eficiente, la matarían a ella y de paso a Dipper por ser al que transformó sin permiso del ministerio.

Por favor, date cuenta. Haz algo. Fue lo último que rogó. Una golpiza nubló su vista y cayó en la inconsciencia.

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¡MARATÓN! DDDD:

Bueno, esto en realidad es gracias a las más de 2,8K de lecturas! (Seguramente como este capítulo lo guardo antes, para cuando vean han vuelto a subir uwu) En el capítulo anterior dije que haría uno por las 2,4K, pero para cuando estaba preparando esto me aumentaron las lecturas D': Así que pos bueno, no será de 2,4K si no de +2,8K!<3. La maratón tendrá tres partes. Tres capítulos publicados en un mismo día. Debido a que actualmente estoy asistiendo a clases, regularmente publico solo uno por cada fin de semana, ya sea el viernes por la tarde o durante el sábado o domingo. Así que este es mi regalo para ustedes♥

Gracias nuevamente por sus lecturas y votos♥. Leerles y saber que la historia está siendo apoyada anima, pero en fin. Planeaba que se viniese esta parte del fanfic, pero opps</3, ya veremos como se desarrolla*-* Bueno, en pocos minutos tendrán la siguiente parte de la maratón y así. Quizá las suba con un poco de diferencia para que puedan (si están conectadas/os o no), leerlos continuamente.

Entonces, nos vemos en un rato~ ¡Hasta luego!

Sum~

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