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Capítulo 2

Las clases ya habían concluido y ahora mi vista recorre todo el recinto con detenimiento, tratando de enfocarme en los posibles lugares donde se pudiese encontrar, pero es prácticamente imposible debido a que la amplitud de la universidad es tan vasta que solo consigo confundirme.

Antes de marcharme devuelta a mi habitación casi claustrofóbica, recibí un mensaje de voz de Jungkook, en el cual me comunicaba que estaría cerca de la entrada esperándome para irnos juntos. Sin embargo, ni siquiera se encuentra en dicha ubicación y eso me impacienta por unos instantes breves.

—Yeseo.

De forma premeditada, vuelco mi atención hacia donde proviene aquella voz que sé reconocer al instante y entonces, esbozo una sonrisa al verlo postrado a solo centímetros de mi anatomía. El castaño por su parte me devuelve aquel simpático gesto, mostrando una hilera de dientes perfectos mientras sus manos yacen ocupadas sosteniendo dos vasos cuyo envase y logotipo no me es ajeno en absoluto.

Él no tarda en extenderme uno de los productos que acepto gustosa como ya es costumbre —: Jungkook hola, muchas gracias. —contesto al recibir entre mis dedos el objeto. La sonrisa que cuelga de sus labios se extiende un poco más mientras le doy un sorbo al café humeante que abriga mis palmas gélidas, dándoles un reconfortante calor. Finalmente, él realiza un movimiento con la cabeza que me incita a dar los primeros pasos hacia la salida.

— ¿Qué tal? —su brazo libre se envuelve por encima de mis hombros y siento el calor de su cuerpo cuando me aproxima a él —. Si me permites decirlo, luces fatal. —giro el rostro para elevarlo unos centímetros y cruzarme con su gesto de picardía que no tarda en desvanecerse una vez comprueba mi expresión carente de emoción. Entonces, se aparta un poco.

—Oh bueno, gracias por notarlo. —digo, rodando los ojos —. Tú no te ves precisamente atractivo hoy.

— ¿Eso quiere decir que los demás días sí? —no me molesto es responder esa pregunta y en cambio, expulso un suspiro abatido con la esperanza de que no prosiga con sus burlas —. Era broma linda, pero en serio no te ves muy bien. —coloco un mechón de cabello detrás de mi oreja, viendo como su ceño se frunce con el pasar de los segundos al percibir un evidente deje de incomodidad en mi rostro.

— ¿No lo recuerdas? —le regalo una mirada cargada de pesar —. Se aproxima la fecha. —sé que no necesito explicar más pues noto como su radiante gesto se desvanece y el conflicto haciéndose presente en sus facciones me hace sentir aún peor.

—Joder, lo siento. —su tono juguetón ha desaparecido —. No quería...

—Déjalo. —lo interrumpo —. Sabes que no es de mi agrado tocar el tema tampoco. —a pesar del calor peligroso que emana el café, bebo un gran sorbo de este sin que me importe el dolor agudo que siento.

—Lo sé. —no insiste más, a la par que imita mi acción anterior — ¿Hay algo que pueda hacer por ti?, ¿tal vez ir a algún lugar para distraernos? —cambia el rumbo de la conversación con rapidez y su insinuación me llama la atención —. Verás, un amigo que no veo hace tiempo me invitó el viernes en la noche a una fiesta. Sería la ocasión ideal.

Examino con la vista todo el espacio de manera lenta durante algunos segundos hasta que localizo a la rubia —: No te preocupes Jungkook. Mejor ve e invita a tu chica. —el aludido frunce el ceño ante mi señalización y posa sus ojos justo en dónde está —. Hablo de Mari, parece que va a matarme en cualquier momento.

Él suspira, sacudiendo la cabeza en un gesto negativo. Luciendo en verdad fastidiado por la sola mención de ella —: No es mi chica. —aclara indignado, bebiendo otro poco de su café y desviando la mirada al suelo — ¿Sabes? Es como un jodido parásito, no puedo sacármela de encima. —las palabras salen de su boca mientras no despega la vista del asfalto —. Solo porque tuvimos sexo un par de veces ya quiere manejar mi vida a su antojo.

Hago una mueca de desagrado al escuchar la sinceridad en su discurso —: Demasiada información. —bromeo, y una risa carente de humor lo asalta. La verdad es que no me gusta indagar mucho en la vida privada de Jungkook, aunque a estas alturas lo conozco lo suficiente para llamarlo amigo, pero al tratarse de chicas esporádicas en su vida prefiero mantenerme al margen. Sin embargo, Mari ha resultado ser una persona de la cual es imposible no hablar —. Si no quieres nada serio con ella, deberías imponer límites y aclararle las cosas. —aconsejo —. Tal vez se ha ilusionado contigo.

—Supongo que tienes razón. —susurra, pero tengo la impresión de que habla para sí mismo —. En fin, dejándola de lado, deberíamos asistir a esa fiesta. Ya sabes, para divertirnos. —insiste, pero noto como se prepara para mi típico rechazo. Quiero negarme, sin embargo, no hallo las palabras adecuadas para emplearlas sin sonar grosera o similar. He rechazado variadas invitaciones que el castaño con toda su buena voluntad me ha ofrecido, y hacerlo por enésima vez sin duda es denigrante y triste — ¿Entonces? —inquiere, sacándome de mis cavilaciones a la vez que nos detenemos afuera de la universidad.

—Yo... No lo sé. —espeto, bebiendo el último sorbo del líquido oscuro que pasa a través de mi garganta, mermando mis nervios un porcentaje considerable — ¿Me permites pensarlo? —suelto como último recurso ante sus grandes ojos expectantes. Las cejas de Jungkook se alzan al cielo y no tarda en soltar una risa nasal, incrédulo.

—Ese "pensar" me suena a que me vas a dejar colgado. —declama, reflejando que no he logrado convencerlo en absoluto —. Claro, pero te daré hasta mañana para que decidas. —masculla, pero no hay reproche en su tono y lo agradezco.

—Trato hecho. —estrechamos las manos mientras reímos brevemente. A continuación, arrojamos al tiesto de basura reciclada nuestros envases vacíos que se encuentran en las cercanías y procedemos a avanzar lejos de la institución.

—Mientras vamos a comer algo, muero de hambre. —sugiere y yo asiento rápido.

— ¡Jungkook!

Ambos dejamos en segundo plano nuestra caminata predeterminada para detenernos y voltear confundidos en dirección a donde ha provenido aquella voz femenina. Giro sobre mis talones y la observo aproximarse a toda velocidad hacia nosotros con un gesto para nada agradable dibujado en su pequeño rostro.

Una vez nos tiene lo suficientemente cerca, se postra delante y cruza los brazos por encima de su pecho. Ojos marrones, tan claros como los vestigios de un otoño, me miran con detenimiento y eso consigue ponerme en aprietos para nada confortables. No llego a concebir porque esa muchacha parece detestarme cuando nunca hemos cruzado palabra más allá de un saludo "cortés" y breve que pretende armonizar los inevitables encuentros que tenemos dentro de la universidad.

Choi Mari. Una prestigiosa estudiante de derecho que ha sabido ganarse una merecida popularidad a lo largo del tiempo entre sus futuros colegas y otras facultades ajenas a la suya. Es la viva imagen del prototipo de persona que todos aspiran o desean ser alguna vez en su vida, no solo en el ámbito estudiantil, sino también fuera del mismo pues contiene la combinación perfecta para el éxito; es extrovertida, sociable, participativa, inteligente y bonita.

Virtudes que eran opacadas por su evidente carácter explosivo, personalidad egocéntrica y complejo de superioridad.

Oh no, sé lo que se avecina ahora mismo y no sé si quiera permanecer aquí por más tiempo.

— ¿¡Por qué rayos no contestas mis mensajes!? —lanza la inquisitiva, esta vez, encarando a mi acompañante mientras adopta una postura erguida y firme —. Te esperé fuera de tu salón y cuando saliste ni siquiera fuiste capaz de saludar.

Ante la repentina aparición de Mari, que no puede traer nada positivo, opto por observar fugaz al castaño, quien se limita a mirar detenidamente a la contraria —: No estoy de humor para tus berrinches. —sisea, tras un largo y tenso momento de silencio. Su voz se ha enronquecido en varios tonos, lo que indica su notable disgusto —. Ya conversaremos en otro momento, cuando logres calmarte. —ante la respuesta seca y poco alentadora que recibe, ella expulsa un gruñido y bufa hastiada.

— ¡No, Jeon Jungkook! —exclama con tanta brusquedad que doy unos pasos atrás. Sus manos se trasforman en pequeños puños que mantiene a cada lado de su cuerpo —. No puedes dejarme así, ¿acaso se debe a ella?

Trago duro, suplicando para mis adentros que esto no se salga de control. Detesto ser el centro de atención en dramas que no me pertenecen y no me incumben en absoluto, por lo que es preferible echarme a andar lejos antes de que todo estalle.

Me toma unos momentos armarme de valor, respirar hondo y musitar con voz arrastrada —: Creo que será mejor irme. —pretendo darme la vuelta y desconozco si he sido escuchada, pero mis sospechas quedan esclarecidas cuando la mano de Jungkook se envuelve alrededor de mi antebrazo en un fuerte agarre que me impide moverme. Por milésima vez yazco postrada en un lugar que no me corresponde y miro desde mi posición la apretada mandíbula de él, indicándome en verdad se ha enfadado.

Oigo como la muchacha ríe irónica al notar ese gesto cómplice entre nosotros, acomodándose un mechón rebelde detrás de la oreja —: ¿Acaso te gusta? —una de sus bien definidas cejas es arqueada en mi dirección, recorriendo con su vista mi anatomía de pies a cabeza mientras reprime una sonrisa burlona. Un nudo no tarda en instalarse en la parte posterior de mi garganta al notar sin filtro alguno la burla y crueldad detrás de su análisis despectivo — ¿O te la llevas a un hotel para follarla igual que a mí? —la humillación detrás de esa sugerencia sabe amarga, cala profunda y me bombardea sin piedad. Cientos de sensaciones vertiginosas se arremolinan en la boca de mi estómago y me llevan al límite de lo insoportable.

Abro la boca para enfrentarla como es debido y porque no pretendo darle pase libre a que especule cosas que no son por muy dolida que esté, pero entonces, soy interrumpida de golpe.

— ¡Basta ya!

Mis ojos se posan por una fracción de segundo en el hombre que todavía sostiene mi antebrazo y me percato de la rabia, la impotencia y el coraje que funge como una máscara dibujada en sus bien definidas facciones. Parece amenazante, capaz incluso de fragmentarse en diminutos trozos si no consigue liberarse.

El repentino exalto del castaño ha conseguido llamar la atención de los escasos estudiantes que transitan por los alrededores, pues estos voltean entre confundidos, curiosos y algo molestos para luego continuar su camino. El calor producido por el aumento de la vergüenza navega desde la planta de mis pies hasta instalarse en mi cara, volviéndolo una sensación sofocante.

La mueca burlona de la chica se borra al instante y genuina impresión la invade mientras observa profundamente a Jungkook —: Colmaste mi jodida paciencia. En verdad quise ser amable contigo, pero ya no te soporto. —responde, con toda la calma que puede imprimir, pero hay un filo aniquilador que se transparenta en su confesión —. No voy a permitir que te entrometas en mis asuntos, así que hazme el gran favor de no dirigirme la palabra nunca más. —me asombra la firmeza con la que musita aquello. Y de pronto, Mari luce como si hubiese sido golpeada por una fuerza arrebatadora e invisible, y sin que pueda evitarlo, me permito saborear unos instantes su expresión atormentada.

Sé que no debo sentirme así. Sé que es incorrecto. Sé que debería empatizar con su sufrimiento de alguna manera, sin embargo, recuerdo el desprecio que me tiene por interpretar erróneamente mi relación con Jeon, el odio que trasmiten sus ojos al cruzarse con los míos, así que puedo darme el lujo de abandonar mi humanidad. Al menos cuando se trata de ella.

—Esto se acabó. —pronuncia, y la muchacha se tensa al escucharlo. La mirada aterrorizada que le brinda me deja sin aliento y toda la carne se me pone de gallina al presenciar cuán asustada luce. La vulnerabilidad toma posesión de su anatomía y ya no me es posible vislumbrar esa coraza hecha de confianza y egolatría que tanto la caracteriza —. No me jodas más con tus escenas y celos sin asunto. —advierte con la voz enronquecida. Percibo como su tibio tacto se desliza hasta alcanzar mi mano para entrelazar sus dedos con los míos y obligarme a dar unos pasos atrás, lejos de la presencia destruida de Mari.






Después de un agradable y muy ameno almuerzo en compañía de Jungkook, estoy lista para ir de vuelta al complejo habitacional, más o menos alrededor de las dos de la tarde retomo el camino a ese destino

Después de un agradable y muy ameno almuerzo en compañía de Jungkook, estoy lista para ir de vuelta al complejo habitacional, más o menos alrededor de las dos de la tarde retomo el camino a ese destino. Ha sido una instancia de lo más fructífera, un encuentro perfecto que nos sirvió para compartir y en lo que a mí respecta, dejar en segundo plano mis alteradas preocupaciones. Sin embargo, emocionalmente ha resultado ser un fiasco debido al esporádico ataque verbal de Mari a las afueras de la universidad, así que lo único que anhelo en este instante es recostarme en la cama y dormir hasta donde el cuerpo me lo permita.

El trayecto es lento, pausado y carente de prisas. El edificio, al estar apartado de la calle principal, -donde se concentra la mayor parte del tráfico y tránsito vehicular- me obliga a caminar unos cuantos metros adicionales, así que prefiero guardar energía suficiente para acabar empleando la susodicha en subir las escaleras del lugar donde resido.

Una vez estoy lo suficientemente cerca, rebusco en mi bolsillo las llaves que necesito para abrir la puerta. Al encontrarlas con éxito, las extraigo de su escondite sólo para detenerme en seco.

Su figura aparece en mi campo de visión al encontrarse justo frente a mí, de pie postrado en la entrada del edificio con las manos hundidas dentro de su saco color negro. Su mirada está fija en un punto del suelo no tarda en cruzar miradas conmigo y no me pasa desapercibido el cambio de semblante que ha adoptado, palidece tan pronto como me ve dar los primeros pasos, dubitativa y con el ceño fruncido en una confusión que sé ocultar tras una media sonrisa.

—Jimin, que sorpresa. —soy la primera en hablar. El pelinegro luce en extremo preocupado, da la impresión de que estuviera a punto de vomitar y eso me inquieta — ¿Cómo estás?, ¿llevas rato esperando? —otra sonrisa tira de las comisuras de mis labios en un intento vago de aminorar la tensión en el ambiente ante su silencio sepulcral.

Debo admitir que su presencia aquí me saca de balance, él nunca viene a visitarme sin dar algún tipo de aviso con anticipación, así que deduzco que se trata de algo de suma urgencia. Mi amigo se aclara la garganta antes de lanzar una mirada fugaz detrás de mí —: Hola. —responde casi en un susurro —. En realidad, un poco. Pensé que salías a las doce.

—Así es, pero quedé de comer con alguien y se nos pasó el tiempo. —argumento sin dar mayores detalles —. Pero dime, ¿a qué se debe tu visita?

— ¿Te parece si vamos a mi auto? —pide, en un tono áspero y ronco, señalando su vehículo estacionado en un pequeño espacio a solo metros de nosotros —. Allí tendremos más privacidad. —afirma, y me limito a asentir aún confundida mientras acato su orden, siguiéndole el paso.

Cuando finalmente nos montamos en las sillas delanteras, él se limita a observar la ventana polarizada que se ubica a su lado y yo lo miro ansiosa por saber que tiene para decir. Desconozco qué pasa por su mente, pero ya no puedo aplazar más esta curiosidad.

— ¿Te ocurre algo? —la pregunta lo saca de sus cavilaciones con brusquedad, pues voltea enseguida —. Estás más serio que de costumbre. —bromeo, en un penoso intento de otorgar algo de humor a esta situación tan extraña, pero nuevamente dejo mis esfuerzos a un lado al notar la rigidez en su rostro.

—Yeseo. —musita —. De casualidad no te ha ocurrido nada fuera de lo común estos últimos meses, ¿cierto? —la voz de Jimin contiene un deje bastante significativo de preocupación y mi corazón se acelera con violencia ante la ola repentina de recuerdos.

— ¿Nada fuera de lo común? —reitero como una interrogación retórica —. Pues no, esta semana fue sin duda agotadora y espero que la siguiente sea igual. —encojo los hombros, con la idea fija de omitir mi infaltable culpabilidad y otros detalles acerca de la razón —. El nuevo trabajo por otro lado ha sido una carga enorme para mí, ese turno nocturno es algo fastidioso porque me quita horas de sueño, pero me he acostumbrado. —en realidad no me he adaptado en absoluto. Ni espero hacerlo — ¿Por qué la pregunta? —cuestiono, y un suspiro largo y pesado brota desde su interior, desconcertándome aún más.

Su ceño fruncido y rostro contrariado se han relajado notablemente, y ahora solo mira la calle con expresión apacible, pero ni eso parece ser suficiente para quitar ese peso invisible que carga encima —: Eso es un alivio. —declama.

El silencio se extiende entre ambos, pero hay algo que sigue carcomiéndome las entrañas. No se trata de silencio simple y llano...

Es algo más oscuro que eso.

—Vamos Jimin, ¿por qué tanto misterio?, ¿es por lo que me tienes que decir? —digo, angustiada por tantos rodeos, por su cuestionante y su presencia vacilante.

—Yo... —apenas puede hablar. Lo noto pasar saliva a través del movimiento que realiza su tráquea al tragar, se moja ligeramente los labios e inspira profundo antes de proseguir —. Estuve reflexionando sobre si debía contarte. No quería ni quiero alterarte, pero siento que debes estar al tanto. —sus facciones se han ensombrecido y su piel ha palidecido en varios tonos. Sus ojos oscuros e intranquilos me observan con fijeza y siento un escalofrío recorrerme la espina dorsal porque percibo algo aterrador en su expresión.

Aún con la carne de gallina, me obligo a hilar palabras que me permitan expresar perfectamente la revolución de emociones que soy capaz de soportar —: Por Dios Park, dilo ya. Me estás poniendo de los nervios. —suelto con impaciencia, mi voz sonando una octava más aguda debido a la exasperación y el creciente mal presentimiento que me ocasiona su inquietante semblante.

—Yeseo. —pronuncia mi nombre de forma monótona y mecánica —. Él ha vuelto.

Todo mi cuerpo se tensa en ese instante, el pánico arraiga mi sistema, y de pronto, me cuesta respirar.

Mi mente trabaja a una velocidad de vértigo y todo pierde sentido.

Es imposible.

Es imposible que detrás de esa sugerente afirmación se esconda lo que creo que es.

Pero...

—Hablo de Min Yoongi. —termina por completar y lágrimas se agolpan en mis ojos al oírlo —. Está libre.

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