Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

6: La mañana siguiente

Kendall entró a la habitación procurando hacer el máximo ruido posible con los pies. Dejó que la puerta se cerrara sola a su espalda, lo que provocó un golpe seco.

Abrió de par en par las puertas correderas que daban a la terraza y depositó sobre la mesa de café la bandeja que llevaba en las manos.

—Kendall, te voy a matar —dijo Lilith tapándose la cara con la almohada.

—Primero te voy a matar yo a ti.

—¿Qué hora es?

—Las doce más o menos.

Lilith gruñó, eso significaba que en Inglaterra serían sobre las diez, suficiente hora para que su artículo hubiera sido publicado ya. Por eso Kendall sonaba enfadada de verdad. Las vacaciones eran zona libre de Laila y ella había incumplido las normas.

—Te he traído el desayuno. Quiero que estés bien despierta para escucharme —instó Kendall.

—No, gracias —Lilith se dio la vuelta bajo las sábanas.

—No es una sugerencia.

Los pasos de Kendall sonaban cada vez más cerca. No la iba a sacar de la cama de forma amable si no salía por sí misma.

Lilith se sentó con los pies apoyados en el suelo. Recalibrando su mente a la posición vertical. El mundo había girado un poco bajo sus pies, pero nada insoportable. La medicina de la noche anterior había funcionado y solo tenía un ligero dolor en las sienes y la boca seca.

Se puso de pie y caminó con lentitud, todavía temiendo la llegada del mareo, sentía un ligero dolor en la herida del pie al andar.

Lilith se bebió una pequeña botella de agua de un trago, casi sin respirar, antes de sentarse a degustar el desayuno que su amiga le había traído.

Mientras comía podía sentir la furiosa mirada de Kendall clavada en su frente. Levantó la vista hacia su amiga, apoyada en la barandilla con los brazos cruzados sobre el pecho.

—¿No piensas decir nada? —preguntó Kendall viendo que Lilith había vuelto a centrar su atención en la comida.

—Creo que tú tienes más que decir.

—Olvídate de los dos meses. Has incumplido el trato.

—¡No! —Lilith dejó la taza, con fuerza, sobre la mesa —Me pediste que fuera amable con él. No que dejara mi trabajo.

—Aquí no pareces muy amable —Kendall puso el móvil frente a la cara de su amiga. La foto tenía baja calidad y se notaba que había sido tomada desde un ángulo extraño, pero aun así se podía apreciar como ella se zafaba con brusquedad del agarre de Jack.

—Me estaba agarrando en contra de mi voluntad —se defendió Lilith. No podía perder sus dos meses de tiempo.

—Por que estabas borracha, y te habías cortado.

—¿Y eso lo sabes, por qué?

—Porque me lo ha contado esta mañana en el desayuno.

—Podría estar mintiendo

—¿Es mentira?

—No —admitió Lilith.

—Sin embargo, tú sí has mentido en tu artículo.

—Eso no lo sabes, quizá pasó algo entre nosotros ayer.

Kendall se echó a reír con cinismo.

—Ese cuento a otra. Jamás tendrías nada con él.

—Es un hombre atractivo —Peligrosamente atractivo, para opinión de Lilith.

—Tengo ojos. También tiene novia, y es Jack Grealish. Nunca te liarías con él. Mentiste y eso no es ser amable.

—Kendall es mi trabajo, no tiene nada que ver lo que haga Laila con Lilith.

—Estamos de vacaciones. No tenías que trabajar.

Ninguna de las dos amigas estaba dispuesta a dar su brazo a torcer. Su amistad era fuerte y con muchos puntos de unión. La testarudez que las caracterizaba a ambas era uno de ellos. Aunque también era en ocasiones uno de los mayores puntos de fricción en su relación.

—¿Y qué pretendías que pasara metiéndolo en mi vida? Sabes a qué me dedico. Sabes lo que siento hacia él y, sin embargo, tú pensaste que era buena idea venir al mismo sitio de vacaciones y obligarme a pasar tiempo con él y que no pasaría nada. Que olvidaría todo el dolor y me haría su amiga.

—¡Yo no hice eso! —Las orejas de Kendall se estaban poniendo rojas. Lilith había dado casi en el clavo en cuál era su plan, pero no era tan retorcido —. No sabía que ellos estarían aquí.

—Ya. Seguro, resulta que sois superamiguitos, pero nos hemos encontrado de casualidad en esta isla griega y nunca habíais hablado sobre las vacaciones.

—Si. Fue casualidad —La ira de Kendall iba en aumento. Ella podría ser muchas cosas, pero no era una mentirosa.

Lilith hizo un gesto de desdén. Le era muy difícil creer las palabras de su amiga. Antes habría confiado en cualquier cosa que le dijera, pero con Jack implicado no era capaz.

Se levantó y caminó al interior de la habitación.

—Dile a Sasha que lo siento si lo que ha salido publicado ha perturbado su tranquilidad. Aunque espero que sepas ser leal y no me delates.

Las palabras de Lilith se clavaron en Kendall como dagas.

—¿Me estás acusando a mí de no ser leal? A mí que llevo años guardando tu secreto. Mintiéndole a la persona a la que amo y con la que me voy a casar.

—Sí, a ti que de entre todas las personas del mundo decidiste hacerte amiga de la peor.

—No lo conoces, no es como tú crees —Las palabras de Kendall rebotaron contra la puerta cerrada del baño, donde Lilith se encerró.

Kendall salió de la habitación frustrada y dolida. El día que conoció a Jack su intención era no cruzar más palabras de las necesarias con él. Llevaba años escuchando las historias de Lilith sobre él, sobre la persona horrible que era y el daño que dejaba a su alrededor. Sin embargo, a ella no le pareció ese monstruo, aquel día parecía un niño perdido y no pudo evitar sentir compasión y acercarse a él. Después de eso le había demostrado día tras día que no era la persona que ella pensaba. Y quería ayudar a Lilith a verlo y que fuese capaz de dejar el odio atrás, no que la odiara a ella también.

Lilith dejó que el agua fría callera sobre ella hasta empaparla. Había sido infantil al meterse en el baño y cortar la conversación. Pero también se conocía lo suficiente para saber que seguir en la dinámica de discusión que Kendall y ella estaban manteniendo solo las habría llevado a algo peor. Mejor un portazo a tiempo que pronunciar palabras de las que luego se arrepentiría. Si es que no lo había hecho ya con las últimas frases que le había dicho a su mejor amiga. En el fondo sabía que nunca contaría nada, nunca la traicionaría de esa forma. Sin embargo la había traicionado de otra, y tampoco nunca pensó que lo haría.

Activó el grifo del agua caliente. El líquido se mezcló con el rojo de la sangre que ahora brotaba de la herida del pie. Como la noche anterior. Podía sentir el tacto abrasador de su mano en su tobillo, acariciando el empeine. Los ásperos dedos acariciando sus gemelos, subiendo por sus piernas, deteniéndose en la cicatriz que surcaba la cara interna de su muslo.

Lilith negó con la cabeza. Eso no había pasado, nunca pasó y nunca pasaría.

Giró el grifo con brusquedad, el agua volvía a salir fría, helada.

Salió de la ducha con una intención clara, disfrutaría de la compañía de la que los acontecimientos de la noche anterior la privaron.

Bajó al restaurante, donde las mesas del desayuno ya habían sido convertidas en las mesas del almuerzo. Oteó en busca del camarero guapo de la noche anterior, si lo encontraba tendría que preguntarle su nombre. No era capaz de localizarlo entre las personas de uniforme blanco, quizá ya se había ido a casa, o podría tener día libre.

—¿A quién buscas, pelirroja? —dijo una voz con acento griego a sus espaldas.

Lilith se dio la vuelta. Vestía una camiseta negra de manga corta, que dejaba ver unos bíceps torneados. Uno de ellos lucía dibujos en tinta negra, desde la muñeca hasta perderse por la manga. Y unos pantalones cortos de sport, Lilith se fijó en uno de sus gemelos, en el que también se podía ver un tatuaje. Se mordió los labios. Lo encontraba aún más sexy que con el aburrido uniforme de camarero.

—No sabría decirlo, ¿Cómo te llamas?

—Kostas.

—Buscaba a Kostas. Ayer me prometió compañía autóctona, sobre las doce. —Lilith decidió las doce horas de diferencia entre unas doce y otras. Y costas también.

—¿Quieres ir a la preciosa playa del hotel? —la voz de Kostas destilaba burla —. ¿O te enseño la parte de Mykonos auténtica?

—Si fuera tu jefa, no estaría muy contenta por la forma en la que vendes las virtudes del hotel. Me quedo con la experiencia autóctona completa, si no hay que andar mucho, ayer tuve un pequeño accidente —Lilith señaló el apósito con el que había cubierto la herida.

—Algo he escuchado.

—Dios qué vergüenza. Espero que tus compañeros no me odien.

—Rompiste un vaso, hemos limpiado cosas mucho peores en ese bar. Te lo aseguro —dijo Kostas riendo.

Lilith agarró la mano que el chico le tendía. La promesa de un día fuera de ese hotel, lejos del drama que estaba arrasando con su vida.

—Antes hay que pasar por la playa —dijo Lilith a regañadientes —. Tengo que avisar a mi amiga.

No podía salir todo el día sin decirle nada a Kendall, aunque estuvieran enfadadas se preocuparía por ella. Además, estaba en un país extranjero con un hombre al que no conocía, siempre era bueno que alguien supiera con quién estaba.

No fue difícil de localizar. Se encontraba en las mismas hamacas del primer día, con la misma compañía, que compartía la otra tumbona.

Dejó a Kostas esperándola a una distancia prudencial antes de saludar al grupo sin mucho entusiasmo.

Jack, sin darse cuenta, retiró el brazo con el que rodeaba a su novia.

—Voy a pasar el día fuera —dijo Lilith. No quería alargar más la conversación.

—¿Fuera, sola? —Kendall se incorporó quedando sentada.

—No.

—¿Con quién entonces? —Jack no pudo contenerse.

Lilith iba a contestarle que no era asunto suyo, pero recordó su trato, que ya pendía de un hilo, eso lo terminaría de romper.

—Con él —Señaló a Kostas.

Cuatro cabezas giraron hacia el chico moreno que les devolvió una sonrisa y un saludo con la mano.

—Es guapo —dijo Sasha alegremente.

—Si. —Convino su novio.

—Ten cuidado —aconsejó Kendall.

—Siempre lo tengo.

Lilith se despidió del grupo y volvió junto al chico que la esperaba. Agarró su mano y esta vez se dejó guiar sin objeciones.

Se pararon frente a una moto negra, de la que Kostas sacó dos cascos. Le entregó uno de ellos a Lilith.

—Siempre vas preparado —bromeó Lilith.

—Nunca se sabe cuando llevarás compañía.

—Tú sí que sabes hacer sentir especial a una mujer —Era liberador para Lilith poder ser ella misma, decir lo que quisiera sin estar cohibida por la tensión que le provocaba tener a Jack cerca.

Montó detrás de Kostas, agarrándose a su cintura.

No conducía a alta velocidad. Lilith giró la cabeza para poder observar la inmensidad azul. Pensó en ella, a Alisson le habría encantado. El chico tatuado que la llevaba en moto hacia un lugar desconocido, aunque Ali habría querido que fuera más rápido, sentir la adrenalina y el viento cortando su piel. En vez de la agradable brisa marina de la que Lilith estaba disfrutando.

Kostas salió de la carretera y condujo unos minutos por un camino de tierra, hasta frenar en un acantilado. Lilith se bajó y se quitó el casco.

Se acercó al borde del acantilado mientras el chico colocaba la moto y guardaba los cascos.

Bajo ellos había una pequeña cala, de aguas cristalinas, a la que parecía imposible acceder, rodeada por ambos lados por la inmensa pared del acantilado.

—¿Dónde vamos? —preguntó Lilith cuando Kostas se situó a su lado, con una manta entre las manos.

—Ahí —El chico señaló con la cabeza la playa de abajo. Lilith enarcó las cejas, no pensaba tirarse por un barranco —. Hay un camino.

Kostas la agarró de la mano riendo. Anduvieron lateralmente unos metros, sobre una superficie cada vez más estrecha, encuadrada entre una montaña y el precipicio. Cuando Lilith empezaba a temer haber salido con un asesino en serie, Kostas apartó con cuidado unos arbustos espinosos que dejaban ver un pequeño camino, hecho por cientos de pies que había recorrido esa zona antes que ellos. Lilith pasó por debajo de las ramas que el chico sujetaba.

—Espero que valga la pena, porque de donde yo vengo no llamamos a esto andar poco.

—Te puedo llevar en brazos. No tengo los gemelos de tu amigo, pero puedo aguantar —Había un brillo divertido en los ojos del hombre.

—No me lo menciones. Andaré, por ahora.

—Es corto, no te preocupes —dijo Kostas endulzando la voz.

No mentía, el camino, aunque escarpado y estrecho, no duró mucho. En seguida estaban pisando arena.

Lilith se deshizo de las sandalias. Echó a correr hacia el agua, retando a su acompañante, que no dudó en seguirla, deshaciéndose por el camino de la manta y la camiseta. Lilith había abandonado el vestido unos metros más adelante y se introducía en el agua. Kostas la agarró por la cintura arrancándole un chillido. Los brazos del chico estaban calientes, en contraste con el agua fría que la cubría hasta el pecho. Se dejó mecer por las olas, sostenida por los fuertes brazos que la rodeaban.

Fijó sus ojos en los labios del hombre que se encontraban húmedos y entreabiertos ante ella. No dudó ni un segundo en acotar la distancia y besarlo. Rodeó la cintura de Kostas con sus piernas. El beso era pasión, lo que ambos buscaban en el otro. Las manos de Lilith recorrían las finas líneas que adornaban el pecho del hombre, bajando por su estómago hasta la cinturilla del bañador. Kostas agarró las manos de Lilith, impidiendo que se colaran dentro.

Salió del agua con ella encaramada a su cintura. Lilith besando el bronceado cuello del chico.

Se tumbaron juntos en la abandonada manta, sobre la arena. Kostas apartó la tela del bikini que cubría los pechos de Lilith. Acariciando y besando, provocando en Lilith oleadas de placer y deseo.

Sensaciones que eran correspondidos por el hombre.

Ambos sabían lo que estaban haciendo, querían lo mismo y nada les impidió acabar lo que habían empezado en el agua.

❀~✿ ❀~✿ ❀~✿ ❀~✿

En la boca de Lilith asomaba una amplia sonrisa. Tenía la cabeza apoyada sobre el pecho desnudo de Kostas, que la rodeaba con un brazo. Ella repasaba con los dedos cada detalle de los dibujos del pecho y el otro brazo del chico. Él imitó el gesto pasando los dedos por las letras que marcaban una de las costillas de la chica, justo debajo de las finas tiras del bikini que había vuelto a ser colocado en su posición.

—Es una larga historia —Lilith respondió a una pregunta que no había sido formulada. Estaba acostumbrada, quienes veían el tatuaje siempre hacían la misma pregunta.

—No iba a preguntar. Tengo tatuajes, sé lo incómodo que es que la gente siempre pregunte lo que significan. Y está claro lo que significa <<Demon>> —Las cejas de costas subiendo y bajando hicieron reír a Lilith.

—¿Cómo es criarse en un lugar como este? —preguntó observando el mar azul que se extendía frente a ellos. Adoraba Manchester, era su hogar y no lo cambiaría por nada, pero la belleza de este sitio era incomparable a las frías y grises calles de su ciudad natal.

—Tiene sus cosas buenas —Abarcó la playa en la que se encontraban —. Pero también sus cosas malas. Es difícil encontrar trabajo si quieres dedicarte a algo más que el turismo. Y es duro ver cómo año a año las grandes cadenas hoteleras destrozan lo auténtico y lo convierten en atracciones para los turistas. —Lilith se sintió culpable, ella era una de esas turistas que venía a disfrutar de las bellezas de las islas griegas sin pensar en las vidas de las personas que vivían aquí —. A mí me gusta. Me quedé y disfruto de las ventajas de las turistas —. Le quitó hierro al asunto con la última frase.

Lilith dio un golpe juguetón en el pecho del chico.

—¿Eso soy, una simple turista de la que te olvidarás mañana? —Fingió estar ofendida.

—Eres la guapa mujer que pasa un buen rato con el guapo griego en el que no volverá a pensar cuando vuelva a su aburrida vida, en su aburrida ciudad, trabajando en la empresa de papá.

Lilith lo mira entre ofendida y divertida.

—Que prejuicioso. Y malísimo calando a la gente, no has dado ni una.

—¿No? —Enarcó las cejas —¿Tu padre no tiene una empresa?

—Si. Pero no trabajo en ella, mi hermano pequeño sí.

—He acertado a medias, entonces, ¿Y no eres de una gran ciudad?

—Si —Lilith se rió —pero Manchester no es aburrida, me encanta mi ciudad y mi vida no es nada aburrida. —dijo antes de que él volviera a preguntarle.

—Ahí tienes razón, no es eso lo que te ha llevado a acostarte conmigo.

—¿Y qué ha sido?

—¿En qué trabajas? —Kostas ignoró la pregunta. No era su estilo meterse en los problemas sentimentales de los demás.

—¿No vas a contestar a mi pregunta?

—¿Y tú a la mía?

Lilith pellizcó con los dedos el pezón del chico, provocando que este se retorciera riendo. No era la tortura que esperaba, y no consiguió sacarle la información deseada. Al final fue ella la que respondió.

—No es algo de lo que pueda hablar.

—¿Eres espía? Eso sí que no me lo esperaba —Kostas le hizo cosquillas en el cuello.

—Muy gracioso. Soy periodista.

—Te dedicas a la prensa del corazón. — Lilith asintió —¿Te gusta?

—Supongo. No era en lo que pensaba cuando decidí estudiar periodismo, pero no está mal. Escribo con un seudónimo, así que puedo hacer lo que quiera.

—Tiene sentido.

—¿Tú crees? Hay quien opina que es cobarde, que debería dar la cara.

—Si lo hicieras no podrías tener amigos famosos, y es más difícil escribir sobre ellos si no puedes acceder a sus círculos.

—No son mis amigos. Mi mejor amiga se va a casar con uno de ellos, y yo me veo obligada a convivir. Pero sí, si supieran quien soy estaría vetada y sería muy difícil.

—La gente famosa es complicada. —Fue lo único que dijo Kostas. Aunque había más en su cabeza.

❀~✿ ❀~✿ ❀~✿ ❀~✿

Cuando Lilith volvió a casa aquella noche. Después de pasar el resto del día en casa de Kostas, disfrutando de una comida casera griega y de un griego. Kendall ya estaba durmiendo, Lilith se dio una ducha y se metió junto a ella en la cama.

—Te quiero. Y lo siento. —dijo tras darle un beso en el pelo a su amiga durmiente.

—Yo también. Los días que quedan de vacaciones seremos solo tú y yo, como debía ser, lo prometo.

Kendall se dio la vuelta y abrazó el cuerpo de su amiga. Lilith inspiró el olor a rosas que desprendía la negra cabellera, ahora mezclado con el aroma del mar. El olor del hogar. La rodeó con sus brazos antes de sumirse en un tranquilo sueño.
Al final del día nada era más fuerte que su amistad.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro