27: La amistad
Jack se encontró frente a él a una empapada Lilith. El pelo le caía chorreando a la espalda, escurriendo agua por su largo abrigo. Jack había abierto la puerta esperando encontrar al repartidor de su restaurante de confianza, nunca a la mujer pelirroja que le revolvía la vida.
—¿Qué haces aquí? —últimamente parecía que no sabía utilizar otra frase.
—¿Quieres que me vaya? —Lilith contestó con otra pregunta.
Jack negó y la dejó entrar a su casa, resguardándose de la tormenta.
Lilith tenía claro porque había ido allí, cuál había sido su motivo para caminar bajo la lluvia hasta encontrarse frente a la puerta de esa casa. Pero, ahora que lo tenía delante, las palabras no salían de su boca. Era incapaz de expresar en voz alta las dudas que tenía, esas que solo podía resolverle él.
Se quitó el abrigo, Esperaba que el movimiento rompiera la tensión que imperaba en la estancia. El agua había calado la pesada prenda, mojando también el jersey negro y los vaqueros que llevaba debajo.
—Tienes que quitarte esa ropa —La voz ronca de Jack atrajo la mirada espantada de Lilith —. Cambiarte, para no enfermarte —explicó Jack. Por sus mentes habían pasado imágenes de la noche que pasaron juntos. Un jersey parecido, frases similares y ropa volando por aquella habitación de hotel.
Jack le quitó el abrigo de las manos y le hizo un gesto a Lilith para que lo siguiera, escaleras arriba. Lilith nunca había estado en esa zona de la casa, por dentro no era igual que la de su amiga.
Entraron a la habitación principal. Los ojos de Lilith se engancharon en la gran cama, con un cabecero tapizado en color blanco y diversos cojines del mismo color. Las mesillas de noche estaban ocupadas por lámparas gemelas. No se encontraban fotos, como las que tenía en el aparador de abajo cuando Lilith visitó la casa por primera vez. Se preguntó si habrían desaparecido por la ruptura de Jack y Sasha.
Junto a la cama. Al otro lado de donde se encontraba ella, al lado de la puerta de entrada, se veía una cristalera que se habría a un balcón que daba al jardín exterior, donde la lluvia seguía cayendo con fuerza.
Jack salió del vestidor en el que había entrado mientras Lilith inspeccionaba la habitación. Le entregó unas prendas de deporte. Jack señaló la puerta del baño, por si ella quería entrar allí a cambiarse, o podía hacerlo en la habitación. Él la esperaría abajo, en el salón.
Lilith se sentó en el banco a los pies de la cama, frente a la tele que colgaba de un muro, construido para separar la estancia, detrás se encontraba el vestidor. Se quitó su ropa mojada. Entró al baño, donde Jack le había dicho que había toallas limpias. Se secó el cuerpo y envolvió su pelo en una toalla, antes de volver a la habitación y utilizar la ropa seca que Jack le había dado. Lilith se miró en el espejo de cuerpo entero, al otro lado del muro. Los pantalones deportivos le llegaban un poco más abajo de las rodillas. En la parte superior aparecía el escudo del león, sobre el número diez. Igual que en el pecho de la camiseta blanca.
Colgó su ropa mojada en la mampara de la ducha.
El corazón de Jack se encogió al verla aparecer, frotándose el pelo con la toalla.
—Ahora que estás en otro equipo, ¿no está feo que uses esta ropa? —preguntó Lilith.
Jack le dedicó la sonrisa, esa que sin que él se diera cuenta hacía que el pecho de Lilith revoloteara.
—Por eso no la utilizo.
—¿Solo la tienes para presentarla a las visitas inesperadas? —Lilith se sentó en el sofá junto a Jack. Dejando suficiente espacio entre ellos para no tocarse.
—No para todas. —Para ninguna, en realidad, pensó él.
Lilith apartó la vista ante la intensidad de la mirada de Jack. Centró su vista en las cajas de comida china que había en la mesa, esperando que su corazón dejase de latir demasiado rápido. No era así como tenía que desarrollarse su visita en la casa. Ella había venido con una idea, hacer las preguntas que le confirmaran lo que creía y volver a su casa, a ver una película con su madre.
—¿A cuánta gente has invitado a tu casa? —preguntó Lilith.
—A nadie —dijo Jack con extrañeza.
—¿Y toda esta comida? —Lilith señaló las seis cajas de la mesa.
—Era mi cena —Jack se rio —. Me gusta comer bien después de los partidos.
Lilith lo miró incrédula. Por los abdominales que ella sabía qué había bajo su camiseta, nadie pensaría que era capaz de ingerir esa cantidad de comida.
Jack destapó una de las cajas, dejando al descubierto un plato de arroz al curry. Olfateó satisfecho.
—Hoy la comparto contigo —Jack le entregó a Lilith un par de palillos.
Lilith observó como tras destapar todos los contenedores de comida, Jack cogía un poco de cada y lo iba mezclando todo en su plato. Curvó los labios en una mueca de asco.
—Está bueno —dijo Jack viendo esa expresión.
—Seguro —Lilith no lo creía. Ella se sirvió el pollo a la sal que había sobrado y arroz frito.
Comieron en un silencio solo roto por el sonido de la televisión.
Jack se recostó en el respaldo del sofá, dándose golpecitos satisfechos en la barriga, que seguía tan plana como antes de comerse un plato rebosante de comida.
Lilith le dio un trago a su vaso de agua. El último trozo de comida se le había quedado atascado en la garganta, debido a los nervios. Hablar con él de Alison era un paso que no sabía si estaba preparada para dar.
—Gracias por compartir la cena. Estaba muy buena —dijo para romper el hielo.
—Y eso que no la has probado bien —las arrugas alrededor de los ojos de Jack hicieron aparición junto a su sonrisa.
Lilith sacudió la cabeza. Se habría perdido en esa sonrisa y en la charla amistosa. Pero no podía echarse atrás, había ido hasta allí con otro propósito.
—¿Eran amigas? —preguntó Lilith sin introducción.
La sonrisa de Jack se borró. Sabía de quién hablaba. Lo estaba esperando desde que la vio en el cementerio.
—Sí.
—¿Cómo de amigas? —Lilith creía conocer la respuesta.
—Era su mejor amiga. Vivían puerta con puerta. Siempre estaban juntas, desde niñas.
—¿Y qué pasó? —En algún momento su amistad se había roto, eso Lilith lo sabía, Alison nunca le habló de Sasha, necesitaba saber el porqué.
—Yo —dijo Jack con pesar —. Su relación se empezó a enfriar cuando Ali y yo empezamos a salir, hasta que un día de pronto dejaron de hablarse por completo y Sasha dejó de formar parte de nuestra vida.
—¿Así, sin más? ¿Dejaron de hablarse sin que pasara nada entre ellas?
—Eso creía yo, luego Sasha me contó lo que pasó. Ali creía que Sasha sentía algo por mí y decidió echarla de mi vida, aunque eso significase echarla de la suya también.
—Y tenía razón, ¿no? —A Lilith le había molestado la forma en la que había dicho que Ali creía eso, como si su amiga fuera una loca celosa, y él no hubiera estado tres años saliendo con la chica en cuestión —. Era Sasha quien estaba contigo la noche del accidente.
—Sí, pero solo porque era mi amiga, no pasó nada entre nosotros. Sasha es demasiado buena para eso. —Las mejillas de Lilith enrojecieron —. Lo siento —Jack puso una mano en la rodilla de ella —. Yo no...
Lilith observó esa mano, el contacto con su piel le provocaba un hormigueo que no debía sentir. Estaban hablando de su amiga, de aquella a la que había pertenecido ese hombre, a la que había tocado cientos de veces antes.
—No pasa nada —dijo Lilith palmeando la mano de Jack —. No necesito que tú lo digas para saber la clase de persona que soy. —Lilith no podía sentirse ofendida, ella ya pensaba de sí misma cosas horribles cuando recordaba lo que había pasado entre ellos. Por Alison, y por Sasha.
Él, en contra de su voluntad, dejó de tocarla.
—No eres mala persona. Hicimos las cosas mal, pero eso no nos convierte en malas personas, y menos a tí.
—Da igual, de verdad —Lilith no había venido a hablar de lo que había pasado entre ellos. No se sentía capaz de hacerlo, no aún. Eso significaba enfrentar los nuevos sentimientos que estaban creciendo en su interior, y no podía hacerlo.
Lilith había ido allí para tratar de entender mejor las partes de Alison que se le escapaban, y ya lo hacía. Era por Sasha por lo que nunca quiso que ella conociera a Jack. Tenía miedo de acabar perdiéndola, como le había pasado con su mejor amiga de la infancia.
—Yo no quería que pasara eso entre ellas —Jack se frotó los ojos —. Y tampoco entre Kendall y tú. He hablado con ella, pero no me hace caso.
Lilith vio el dolor real en los ojos de Jack, por primera vez desde que lo conocía no dudó de la sinceridad de sus palabras.
—No es tu culpa lo que ha pasado entre nosotras. Y tampoco somos ellas.
Nunca pensó que estaría en casa de Jack Grealish, vestida con su ropa, consolándolo.
—Pero por lo que pasó entre nosotros dos te ha echado de su vida, igual que Alison, aunque no sean los mismos motivos el resultado sí y también soy yo quien está en medio, quien lo ha provocado.
—No lo has provocado tú —Lilith quitó las manos con las que Jack se había tapado la cara —. Son mis actos, y los de Ken los que nos han llevado aquí, tú solo eres el detonante. Además, se arreglará, quizá no hoy, ni mañana, pero lo arreglaremos al final. Nunca dejaría que Kendall se vaya de mi vida para siempre. Y ella tampoco.
—Te echó de su casa en navidad —Jack entrelazó sus dedos con los de Lilith.
—No me echó. Me fui yo —dijo Lilith con una sonrisa triste —. No he dicho que vaya a ser fácil o pronto, pero confío en que volveremos, cuando las dos estemos preparadas para escuchar y para perdonar, por ahora ninguna de las dos lo estamos.
—Pero yo...
—Tú nada, egocéntrico —Lilith le dio un empujón. El insulto no había sonado como tal —. No te metas. Esto es cosa de ella y mía.
Jack no siguió insistiendo, no era tonto. Se daba cuenta de que Lilith no quería seguir hablando del tema.
—Me confundes —dijo, por su parte. Nunca sabía qué esperar de ella.
—A mí también. Serán mis tres personalidades peleando entre ellas.
—¿Tres?
—Laila, Angie y Lilith. Luchan para ver cuál toma el control de mi vida.
—Laila ya no existe —Jack volvió a acariciar la rodilla desnuda de la chica, no podía evitarlo, aunque fuera una caricia inocente, ya era suficiente para él, por ahora. —Y espero que Lilith gane, creo que es la que más me gusta.
—Ya, a mí también —Lilith fijó la atención en los dedos que se deslizaban sobre su piel, provocándole escalofríos por todo el cuerpo.
—Te llevo a casa —dijo Jack. Lilith iba a huir pronto, era fácil darse cuenta, mejor acompañarla antes de que lo hiciera, así al menos podría estar a su lado un rato más.
—Gracias —Permanecer más tiempo en esa casa le resultaba peligroso.
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