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Extra 3. El hombre que ella merece: Edward

Cada día, despertaba pensando que todo había sido una pesadilla, pero a la realidad le tomaba solo unos segundos arrojarse sobre mí.

Cada día, lloraba pidiendo que todo fuera un mal sueño, pero cada día mi corazón se rompía más y más al darme cuenta de que mi hermana tal vez jamás regresaría, que nada volvería a ser como antes.

La extrañaba con toda mi alma. Era incapaz de amar otra cosa que no fuera su recuerdo e incluso Lile había pagado por ello.

Lile. Mi Lile.

Terminé con ella un día después del rapto porque, en medio de mi enojo y estupidez, pensaba que era una distracción y había costado la vida de mi hermana. Creía que no tenía derecho a ser feliz por haber dejado que eso pasara. Mi propio error era tan abrumador que necesitaba alejarla, incluso si eso significaba lastimarla.

Cuando éramos niños, ella tomaba mi mano si algo me asustaba, lo cual pasaba casi todo el tiempo. Me amaba y cuidaba de la manera más pura posible, a pesar de que tener la misma edad. Era el tipo de persona que ponía todo de sí para proteger a los que amaba. Lo había sido desde siempre.

Brillaba, y yo quería quedarme siempre cerca de su resplandor. Como un amigo, novio, o el sirviente de su perro. No me importaba.

En mi interior, esperaba que entendiera y que supiera que en realidad no sentía todas las cosas terribles que le había dicho. Que me dijera que había sido un bobo y me diera un beso como lo hacía cuando hacía bromas tontas.

Mi respiración se cortaba al tenerla cerca. La quería conmigo. Quería tocar su piel, hundirme en su amor. ¿Por qué era tan difícil soltar el orgullo?

Quizá, cuando las cosas mejoraran, tendría otra oportunidad.

Quizá, cuando pudiera ser honesto, podríamos avanzar.

Quizá... quizá...

Quizá nunca sería el hombre que ella merece.

Quizá mi estupidez había hecho más daño del que podía reparar.

Quizá ella me odiaba. Oh, Dios. Definitivamente me odiaba.

Quizá era mejor dejarla ser feliz con alguien más.

Quizá debía desaparecer de su vida... Sí, era lo mejor. Debía desaparecer.

—Ed, tenemos un plan para rescatarla— informó Ethan abriendo la puerta de mi habitación de hospital.

Lo vi uno segundos. La resolución teñía su mirada. Era hora de ser un hombre digno—. Cuenta conmigo.





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