Es hermosa. Muchas veces es muy dura consigo misma debido a lo que la gente de Old Haven dice. Quizá le afecta tanto por lo dulce que es en su interior.

Sé que es fuerte, pero a veces quisiera que lo fuera un poco más para que no le afectaran los comentarios. Podía protegerla de todo, menos de ella misma y de sus miedos.

Por eso perdí la cabeza cuando la raptaron.

Intenté de todo para rescatarla. Usé técnicas que había aprendido con la manada para borrar mi rastro y atravesar el bosque, pero de alguna manera, siempre me atrapaban y me hacían regresar.

No podía dormir. Me la pasaba encerrado en mi casa abrazando la almohada que aún olía a ella. La idea de lo que podían estar haciéndole me destrozaba y, algunas veces, el pánico me dejaba sin aliento. Quería rescatarla a cualquier precio.

—¡No me importa terminar convertido en demonio! Quiero estar con ella.

—Estás siendo muy egoísta. ¿Has pensado en los demás, en cómo tu decisión los afectaría? — reñía el hombre de la barba blanca.

—Lo único que quiero es estar de nuevo con ella— pedí con los ojos llenos de lágrimas. La manada había hecho un cerco de seguridad para impedir mis intentos de escape. Prácticamente me habían vetado del bosque.

—Pero debes pensar mejor las cosas antes de actuar. Si te precipitas, la podrías perder para siempre— ya se sentía así—. Piensa en esto, ¿recuerdas a la pequeña que te mostré hace algunos años?

—La recuerdo. Tuve una visión con ella.

—¿Qué sentiste cuando la viste?

Una sensación de calidez me invadió, haciéndome sentir paz por unos momentos—. Sentí ganas de estrecharla en mis brazos y jugar con ella, hacerle cosquillas, llenarla de besos y decirle que la quería.

—Esa niña aún no nace. Pero lo hará. Si te precipitas, puedes poner en riesgo su futuro también.

—Estoy seguro de que a Ivanna le gustaría conocerla— dije con una media sonrisa viendo a la pequeña riendo en mi mente.

Esa noche, cuando todos en Old Haven descansaban, escapé. Me rompía el corazón pensar en que Ivanna no pudiera conocer a nuestra pequeña. Sabía que estaría muy feliz de verla y comenzaría a hacer planes con Lile sobre lo que harían cuando naciera. No podía arriesgarme a que ese futuro desapareciera.

Logré despistar y pasar a la manada por primera vez en todo este tiempo. Por alguna razón, estaban esparcidos por el bosque, rastreando. Era algo a mi favor, así que no me importaba mucho la razón.

Llegué al límite con la aldea donde conocí a Ivanna y Lile de niños. A pesar de los años, el olor a quemado seguía estando presente. Caminé cauteloso sabiendo que la zona era peligrosa. Solo debía atravesar el área y estaría oficialmente fuera de Old Haven.

Una rama crujió cerca, haciéndome entrar en alerta.

No recuerdo mucho de lo que pasó después. Era como si un animal salvaje me arrastrara por todos lados. No podía defenderme por más que lo intentaba. El dolor que sentía era tan grande, que perdí la consciencia después de un rato.

—¡En qué estabas pensando! — me reprendió mi padre cuando desperté. Estaba en El Hospital. Rompí en llanto. No aguantaba más. Mi padre suspiró intentando calmarse—. Sé que duele, pero debes detenerte. No vas a conseguir nada así.

—Solo quería enseñársela— señalé la hoja de papel arrugada donde había hecho un boceto de la pequeña—. Quería que la conociera. Lo siento— dije sintiendo a mi padre abrazarme.

No volví a intentar escapar. Necesitaba un mejor plan para recuperarla.