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-9-

Cuando Ivanna logró sacarse a Elliot y Roger de encima, salió del Starbucks dispuesta a comenzar su trabajo de investigación. Necesitaba conocer más sobre Ethan antes de elaborar algún plan.

Se cubrió con su chaqueta de cuero y caminó por la calle. Roger y Elliot le dijeron que se mantendrían cerca y eso la irritaba, pero no dejaría que estropearan sus planes ni su diversión.

Caminó sin un rumbo definido hasta que logró percibir ángeles cerca. Giró su vista discretamente en todas direcciones hasta visualizarlos entrando de un edificio empresarial. ¡Bingo!

Vio a un hombre saliendo del lugar y decidió acercarse a conseguir información. Solo necesitaría tocarlo un poco y lo convencería de que le dijera todo lo que quisiera. Se aproximó hacia él, puso su mano sobre su brazo e, inmediatamente, el humano perdió poder sobre sí mismo.

—¿Cómo te llamas?

—George Eagle.

—¿Ethan Partmane trabaja contigo?

—Sí.

—¿A qué se dedica?

—Mercadotecnia. Está a la cabeza equipo creativo. Realiza comerciales, campañas de publicidad y demás proyectos que le asignan. Es uno de los favoritos del jefe.

—Interesante. ¿Te llevas bien con él?

—No somos muy cercanos, pero diría que sí.

—¿Conoces a su prometida?

—No. Solo he oído hablar de ella algunas veces.

—¿Cómo se llama?

—Emma. No sé su apellido.

—¿Sabes dónde vive?

—Solo sé que vive con Ethan en su departamento, pero nunca he estado ahí.

—¿Qué tengo que hacer para poder trabajar aquí?

—Necesitarías hacer una cita con el jefe de recursos humanos para que te dé una entrevista, pero ahora no hay vacantes disponibles.

—¿En qué piso trabaja Ethan?

—En el séptimo piso junto a Edward y Lile, sus amigos cercanos.

—¿Así se llaman la chica y el chico que siempre están con él?

—Sí. Son amigos desde pequeños.

—¿En qué piso está la oficina de tu jefe?

—En el séptimo.

—¿A qué te dedicas tú y en qué piso trabajas?

—Soy el abogado de la empresa. Realizo contratos con los clientes. Me encargo de que cumplan con sus expectativas, pero sin afectar las nuestras. Mi oficina está alado de la de Jack, el jefe.

—¿Solo eso?

—Sí. Suelo acudir a las citas y reuniones con los nuevos clientes y me aseguro de que todo esté en orden.

—Perfecto. Ve a la oficina de tu jefe y dile que renuncias por problemas familiares, luego recomienda a una mujer llamada Ivanna Halo para el puesto y le dirás que llegará mañana para la entrevista. No dejes que nadie te haga cambiar de opinión.

—De acuerdo.

—Una cosa más. Quiero que me enseñes cualquier papel o documento que haya contribuido en tu contratación y me des una lista de los que debo darle a tu jefe para que me contrate.

—Los traeré en unos minutos.

Poco después, el hombre regresó con una caja llena de papeles que entregó a Ivanna.

Había sido un gran asombro para su jefe que pidiera su renuncia, especialmente porque sabía que George no tenía familia, pero no pudo convencerlo de lo contrario por más que intentó. Incluso había ofrecido aumentar su sueldo.

Ivanna usó sus poderes para hacer un duplicado exacto de la caja y su contenido, luego se fue a su departamento dejando a George en medio de su ajetreo urbano. Si tenía suerte, algún transeúnte descuidado lo empujaría hacia un auto y moriría.

Había tenido buenos resultados. Los humanos hacían todo tan fácil, que sus proezas perdían su encanto.

Ethan llegó a su departamento donde Emma lo esperaba, igual que siempre, después de salir de su trabajo en una pequeña editorial. Se quitó la corbata y se dejó caer en el sofá. Tenía un nuevo proyecto y no dejaba de matarse la cabeza pensando en ideas.

Emma salió de la cocina y se acercó a él—. ¿Cómo te fue, cariño?

—Bien. Nos asignaron un nuevo proyecto.

—Eso es estupendo, pero luces muy cansado.

—Lo estoy. Estuve planeando y organizando todo para comenzar a trabajar la propuesta mañana.

Emma se acercó al chico y comenzó a darle un masaje en los hombros—. Eres un hombre muy capaz y con mucha creatividad. El proyecto será un éxito, estoy segura.

—Eso espero.

Esa noche tuvo un sueño. La mujer de las cicatrices estaba en él.

Ambos estaban sentados en una fuente de cemento blanco. La mujer era la misma solo que, esta vez, su tez era blanca; su cabello, castaño claro; y sus ojos, chocolates, por momentos, color miel. Tenían las manos entrelazadas y sonreían mientras hablaban. No podía escuchar nada, pero veía todo claramente.

Sentía algo salir de su espalda, como alas, pero no lograba verlas. Su vista estaba fija en ella y en nada más. Leyó en sus labios un "Te amo" y sintió cómo sus labios se movían respondiendo "Yo también te amo". La imagen desapareció, pero quedó guardada en su mente, como si ahí perteneciera.

Otro sueño llegó, pero esta vez no veía, solo escuchaba. Tenía los ojos cerrados, podía sentirlo. Estaba recostado en algo realmente suave y cómodo. Escuchaba sonidos de un día normal a lo lejos. Sintió algo entre sus brazos. Sonrió. Abrió poco a poco los ojos y encontró a la misma mujer con la apariencia de su sueño anterior.

Recorrió el lugar con la vista. Estaba en una habitación con paredes de mármol ligeramente celeste, el suelo era de un material que no reconocía en color azul marino. Los muebles eran de roble y las sábanas eran de seda blanca. Era un lugar muy acogedor y vagamente familiar.

Regresó su vista hacia la mujer y observó cómo poco a poco abría los ojos.

—Buenos días— dijo.

La mujer sonrió—. Buenos días. ¿Cómo dormiste?

—Después de lo de anoche... Muy, pero muy estupendamente bien— contestó con una sonrisa.

En ese instante, la imagen comenzó a desvanecerse mientras escuchaba a lo lejos la voz de Emma llamándolo.

Despertó con la sensación de haber vivido un doble dejà-vu.

Ivanna no había dormido. Esa noche, después de modificar y cambiar un poco los papeles de la caja de George, se fue a la cama. Cerró los ojos y comenzó su viaje al mundo de los sueños; sin embargo, unos segundos después, abrió los ojos de súbito cuando una imagen, que había durado menos de dos segundos, apareció en su cabeza. Había una chica idéntica a ella, pero con aspecto y ropa muy diferente a la que solía usar. Ethan Partmane, en su forma de ángel, estaba frente a ella y se estaban besando. Sentía alas en su espalda. Abrió los ojos justo cuando la sensación de algo etéreo fundiéndose con su cuerpo, la invadió. ¿Qué demonios era eso?

Llegó la mañana y se dirigió a la regadera para tomar una ducha. Normalmente solo chasqueaba los dedos y estaba lista, pero tenía curiosidad, desde que había descubierto el baño, en saber cómo sería usarlo igual que los humanos.

Se desvistió y encendió la regadera. El agua cayendo sobre su piel la reconfortaba de una manera extraordinaria.

Elliot y Roger escucharon el sonido de la regadera desde la cocina del departamento y se alarmaron. Ivanna descubriría las cicatrices y podría recordar si las tocaba. Tenían que pensar en algo. El moreno se levantó de un salto y corrió hasta la habitación. Se recargó a un lado de la puerta abierta del baño abierta y adoptó un aire sereno.

—¿Ahora tomas duchas? — preguntó.

—¡Qué demonios haces aquí! ¡Fuera!

Elliot rió—. En serio, Ivanna, ¿piensas quedarte en la Tierra y vivir como mortal?

Ivanna chasqueó los dedos y la regadera se apagó. Apareció completamente vestida frente a Elliot—. Claro que no, solo tenía curiosidad.

—Las duchas son una pérdida de tiempo. Por eso tienes poderes.

—Solo tenía curiosidad, pero juro que no volveré a hacerlo si planeas entrometerte en mi habitación cada vez que lo haga— dijo caminando a la puerta.

Él la siguió riendo—. Tienes razón. Podría perder el control un día de estos.

Elliot sintió el alivio recorrer cada parte de su cuerpo. Debía ser cuidadoso con Ivanna. No podía dejar que descubriera las cicatrices, aún no.

—¿Qué sucedió? — escuchó una voz pronunciar en su cabeza.

—Nada, padre. Todo está controlado.

—Mantenme informado.

—Lo haré.

Joseph soltó un gruñido. Ivanna no había tenido tiempo de descubrir para qué servía el jabón. Esos demonios iban a ser un problema.

La chica entró en el edificio y captando la atención de todos los presentes. Había investigado un poco acerca del trabajo que tenía que representar y, aunque no era una experta, con sus poderes todo sería muy fácil. Se había creado una historia convincente y había alterado los papeles de George de manera meticulosa. Ahora debía convencer al jefe de contratarla y eso no sería problema.

Ethan, Edward y Lile entraron a la oficina y encontraron a sus compañeros murmurando y lanzando miradas fugaces hacia la oficina de su jefe. Los ángeles reconocieron la presencia detrás de la puerta y no pudieron evitar compartir una mirada de confusión. Ethan también la sintió y, aunque no sabía cómo explicarla, la relacionaba con la mujer de las cicatrices. ¿Era posible que estuviera ahí?

—Oye, Frank, ¿por qué tanta conmoción? — preguntó el castaño.

—Mujer ardiente en la oficina del jefe. Dicen que es el reemplazo de George.

Ethan frunció el ceño—. ¿El reemplazo de George?

—Renunció ayer. La dejó recomendada después de presentar su renuncia.

—¿Saben algo de ella?

—Aparte de que se cae de buena, no.

—Me pregunto cómo Margareth aún no se ha divorciado de ti— dijo divertido.

—Mirar no es lo mismo que engañar.

—¿Y qué hay de "Tú eres todo lo que ven mis ojos"?

—Tú eres el único anticuado que aún dice esas cosas. Por cierto, ¿cómo van las cosas con...? —desvió su vista de la puerta de su jefe a su colega—, ¿cómo se llamaba?

—Emma. Van estupendamente. Gracias por preguntar.

—¿Qué tal van con los preparativos para la boda?

—Aún no hemos comenzado. Tenemos que decirle a sus padres primero.

—Oh sí, la parte de los suegros. Suerte con eso. Ojalá tu suegro no invite su escopeta a la reunión.

Ethan rió—. Espero que no.

La puerta de Jack Hunner, el jefe, se abrió de manera abrupta cesando los murmullos y miradas. Una mujer con traje y tacones negros salió de ella. Llevaba el mismo labial rojo, imposible de ignorar, que tenía cuando Ethan la conoció. El dueño de Hunner Publicity la acompañaba.

—Déjeme darle un recorrido para que se comience a familiarizar con las instalaciones. Mañana mismo podrá incorporarse al equipo.

—Quedamos que nada de formalidades, Jack. No estoy tan vieja para que me hables de usted.

El hombre cuarentón rió—. Me disculpo. Entonces comencemos el recorrido, Ivanna. George vació su oficina ayer, puedes comenzar a traer tus cosas más tarde.

—Llamaré a unos amigos. Les alegrará poder ayudarme a comenzar con mi trabajo lo más pronto posible.

—Esa es la actitud— su mirada reparó en Ethan—. Oh, Ethan, ahí estás.

Edward y Lile se acercaron al chico de inmediato manteniendo la guardia en alto. No entendían por qué Ivanna había decidido trabajar ahí, no tenía mucho sentido considerando su calidad actual de demonio. ¿Qué se traía entre manos?, ¿era parte del plan de los demonios?, ¿se aprovecharían de cualquier situación en la que ellos bajaran la guardia?

—Ivanna, querida, déjame presentarte a Ethan Partmane, uno de los mejores trabajadores que encontrarás en Hunner Publicity. Ethan, ella es Ivanna Halo, la nueva integrante del equipo.

—Es un gusto, Ethan— dijo la chica estirando su mano con una media sonrisa.

Ethan tragó saliva discretamente y la estrechó—. El gusto es mío.

—Y por aquí tenemos a Edward Hallow y Lile Morton, otros de mis mejores trabajadores y fieles colegas de Ethan. Son mi equipo estrella.

—Es un gusto Edward y Lile— dijo con su mejor sonrisa. Prefería no tocar a los ángeles, no traía desinfectante consigo.

—El gusto es mío.

—Igualmente. Bienvenida a la empresa— comentó Lile.

—Gracias. Espero que podamos llevarnos bien. Ya saben, tener una relación más allá de solo colegas. Me gustaría ser una amiga más— rió internamente al ver la reacción de los chicos.

—Me encanta tu actitud— puntualizó Jack—. Bueno, será mejor que comencemos el recorrido.

—Fue un placer, Edward y Lile. Hasta luego, Ethan— se despidió y se alejó con Jack.

Sonrió. Manipular a su "jefe" era muy fácil y podía llegar a ser divertido. Tenía una mente muy débil. Lo observó mientras hablaba. Su plan estaba comenzando. Era hora de la diversión.

Joseph frunció el ceño. Eso no se lo esperaba. Tener a Ivanna y sus demonios tan cerca suponía un riesgo para Ethan y los demás. Necesitaba consultar su siguiente decisión. Abrió sus alas y emprendió vuelo.

Una pluma cayó sin que Joseph la notara. Voló arrastrada por el aire y quedó atorada en el marco de una ventana, lista para ser olvidada.

***

Roger y Elliot cargaban las pesadas cajas que Ivanna les había pedido llevar a su nueva oficina. Estaban seguros de que había usado sus poderes para hacerlas más pesadas de lo normal. Muy maduro de su parte. Había aprovechado a escabullirse mientras ellos se rompían la espalda. Primero, su caminata kilométrica. Ahora, esto. La Tierra no parecía un lugar muy agradable.

Ivanna sonrió. Era su primer día de trabajo y, después de salir de su departamento, había ido al Starbucks en el que había discutido con Elliot y Roger. Jack, mediante su manipulación, le contó que Ethan y los otros dos ángeles siempre pasaban por esa cafetería antes del trabajo. Dio un sorbo a su capuchino light mientras simulaba estar leyendo sus papeles y esperaba.

Lile y Edward se congelaron al verla en su cafetería de confianza. ¿Qué hacía ahí? Suficiente tenían con el peligro que significaba tenerla en el trabajo.

Muy en el fondo, ambos querían sentarse junto a ella, abrazarla y platicar como en los viejos tiempos, pero debían aceptar que la Ivanna que conocieron no era la de ahora y no podían simplemente pretender que nada había pasado.

Tomaron a Ethan y lo guiaron hacia el lado contrario del Starbucks. Aunque les dolía, mandaron una señal a su mente ordenándole comprar su café y salir sin reparar en nadie. El plan que tenían era bueno y dejarlo ir con ella sin saber en concreto sus intenciones, era peligroso.

Ethan sintió como si algo trepara por su cerebro, queriendo invadirlo y controlarlo. Se dirigió al mostrador y pidió su café. Masajeó el puente de su nariz mientras cerraba los ojos y se concentraba. Escarbó en su mente lo más que pudo hasta encontrar lo que parecía una niebla. Pensó en que quería hacerla desaparecer y, de inmediato, la niebla comenzó a dar paso a una imagen.

—Aquí tiene su capuchino regular, señor.

Abrió los ojos sin poder dar tiempo a que la imagen cobrara forma—. Gracias— dijo y tomó su café.

Se giró hacia Edward y Lile justo cuando un olor llenó a sus fosas nasales, hipnotizándolo. Era el capuchino. La imagen anterior terminó de formarse frente a sus ojos, nublando su vista.

—¿No es delicioso? — preguntó la misma chica de sus sueños.

—Tienes razón. No sé por qué no tenemos de esto aquí. ¿Cómo dijiste que se llamaba?

—Capuchino. Mi hermano lo probó en su último viaje a la Tierra y le encantó, así que me trajo un poco.

—Mmm... Deberíamos conseguir permiso para tener una de esas máquinas de capuchino aquí.

La chica rió. Una risa cantarina y alegre que amó desde ese momento. —No creo que se pueda. Necesitaríamos cultivos de café y muchas cosas más.

—Bueno. Siempre tendremos al buen Edward a nuestra disposición.

—Seguro. En especial porque Edward te ama.

—Claro que me ama. Soy su cuñado favorito— dijo abrazando a la chica por la cintura. Ella rió nuevamente.

—Eres el único que tiene.

—Por eso soy su favorito. Me alegra que no tenga más hermanas. Si no hay más cuñados, no tengo que pelear por su amor.

—Ni aunque ganaras serías su favorito. Edward te odia, pero estoy segura que, por dentro, te ama mucho.

—Bueno, yo estaría igual si tú fueras mi hermana y un guapísimo ángel como yo fuera tu novio.

—Calma tu ego. Nos va a dejar sin espacio aquí.

—Es la verdad.

—Yo soy mucho más bella que tú— dijo y le sacó la lengua.

—Eres el ángel más hermoso de todo Old Haven— coincidió Ethan con adoración y la besó.

El chico sintió cómo alguien lo zarandeaba y la imagen comenzó a desaparecer poco a poco. Esos sueños estaban comenzando a asustarlo. Esta vez ni siquiera estaba dormido cuando la imagen apareció. Fue como si el olor hubiera traído un recuerdo a su memoria, pero eso no podía ser posible. ¿Un ángel?, ¿la mujer de las cicatrices su novia?, ¿Edward su cuñado? Si todo era un recuerdo, entonces ¿qué era lo que no sabía?, ¿quién y qué eran en realidad?, ¿cómo habían terminado siendo lo que eran?

Su lógica no dejaba de repetir que todo había sido una alucinación, pero no había razones para ello. Tantas veces de pequeño le dijeron que siguiera su corazón. Bien, eso haría. Sus "sueños" eran demasiado detallados y raros para ser una simple ilusión. Era loco, pero su instinto estaba de acuerdo. Se aferraría a ese sentimiento con todas sus fuerzas. Tenía que descubrir qué era lo que sucedía.

La sensación de la niebla no terminaba de disiparse en su cerebro. Se concentró volviendo a pensar que quería quitarla y esta vez, lo logró por completo. "Ivanna" escuchó en un susurro. La sentía cerca. Se giró hacia su derecha y la vio. Estaba frente a un vaso humeante de café y varios papeles, con los ojos cerrados.

Lile posó su mano en su hombro al darse cuenta de lo que ocurría.

—Creo que deberíamos irnos ya. No te ves bien.

—Deberíamos acercarnos y ver si necesita algo.

—Seguramente está muy ocupada. Vámonos a la oficina y dejémosla trabajar— lo tomó del brazo y lo guió a la salida.

Edward se quedó estoico en su lugar observando a Ivanna. Sabían lo que había pasado: Ethan e Ivanna habían compartido un recuerdo. De alguna manera, se habían comunicado.

Se le ocurrió una idea. Era algo loca y tal vez Lile lo mataría si se enteraba, pero, si su teoría era cierta y el olor a capuchino había provocado eso, debía intentarlo.

¿Qué había sucedido?, ¿por qué vio otra imagen de ese ángel y ella? Y ahora el tal Edward resultaba ser su hermano. Seguramente los ángeles estaban metiendo esos pensamientos en su mente para manipularla y hacerla creer lo contrario. Era estúpido. Además, ¿cómo habían conseguido entrar a su cerebro? Frunció el entrecejo. Lo que fuera que estaban planeando, lo estropearía. No se burlarían ni de ella ni de su especie.



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