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-7-


Ivanna llegó a la torre en la que se ubicaba su departamento. No había investigado mucho sobre el lugar, simplemente lo eligió porque fue el primero que encontró y, debido a que su tiempo para preparar todo era corto, tuvo que conformarse.

Entró al edificio y subió por el elevador hasta la última planta, donde se encontraba su departamento. Los humanos lo llamaban "el ático" y decían que era el más costoso del hotel, pero no importaba. Ella podía hacer aparecer muchos billetes con un chasquido. Al entrar, se alegró de su elección. Era perfecto para ella.

Sus maletas y cosas aún estaban empacadas, así que, con un chasquido, acomodó todo en su lugar.

Se dirigió hacia su nueva cocina y abrió el refrigerador para sacar algo de tomar. La despensa se había llenado a la par del chasquido, lo cual era útil porque estaba sedienta.

Los tres chicos vinieron a su mente e hicieron que un nuevo desconcierto la embargara. Sentía que los conocía, pero eso era absurdo tomando en cuenta que había pasado toda su vida en el infierno. Jamás había visto ángeles en persona, estaba segura.

Miró las marcas de sus muñecas. Su padre decía que eran de nacimiento. Lucían como marcas de cadena, lo cual las hacía más intrigantes. Sabía que las marcas de nacimiento podían tener formas extrañas, pero nada como eso. Lo sabía, pero no quería creer que su padre pudo haberle hecho daño siendo más joven. Había visto los castigos a los que sometía a sus súbditos y sabía de lo que era capaz. Era un hombre de corazón duro y frío, sádico y adicto a la perfección.

Dejó su vaso en el lavabo y se dirigió a su habitación. Había hecho un largo viaje y había sido un largo día, necesitaba tomar un descanso y olvidarse de todo.

⊹˚₊‧───────────‧₊˚⊹

—¿Alguien sabe dónde está Ivanna? — exigió saber Shemihaza llegando a la estancia donde Jane y Patrick habían retado a Ivanna el día anterior.

Jane se levantó de un brinco hecha un manojo de nervios—. Ella... Ella... Ella fue a la Tierra, su majestad.

—No estoy para jueguitos— replicó el rey exasperado mientras ensanchaba las aletas nasales. Jane tragó saliva.

—Es verdad, su majestad. Ivanna fue a la Tierra— recalcó Patrick impasible.

—¡Quién carajo la dejó salir!

—Usó uno de los pasajes que están a las afueras de Atlanta— contestó Jane nerviosa.

—¿Y se puede saber qué rayos se supone que pretende hacer allá?

Patrick permaneció inmutable—. Juegos de adolescentes. Hablaba de separar a una pareja comprometida por diversión. Nada de qué preocuparse, señor.

—Son unos idiotas— pronunció apretando los dientes. Una vena en su sien estaba comenzando a hincharse—. ¡Todos aquí son unos idiotas! ¿Acaso nadie sabía que Ethan Partmane está en Atlanta? ¡Son una bola de ineptos! ¡Lo único que debíamos hacer era mantener a Ivanna en el infierno hasta que estuviera lista para luchar! ¿Era eso tan difícil? ¡Han puesto en riesgo nuestra supervivencia! ¡Todo lo que hemos hecho hasta ahora se irá a la basura!

—Podemos ir por ella— sugirió Roger, uno de los soldados predilectos de Shemihaza, que había llegado junto a él.

—¡Es inútil! Seguramente Ethan Partmane ya comenzó su acercamiento. Debemos pensar en algo más...

—Pero Ethan no recuerda nada— dijo Jane sin analizar muy bien sus palabras.

—¿Qué dijiste?

Jane miró a Shemihaza con cierto miedo—. Los recuerdos de Ethan fueron guardados en una caja sagrada que ahora está custodiada por un arcángel. Ethan está en la Tierra como simple mortal.

Shemihaza sonrió—. Eso es interesante.

—¿Nos da alguna ventaja? — preguntó Elliot, otro de los soldados de Shemihaza.

—No lo creo— contestó Patrick. —Pero nos brinda un equilibrio favorable.

—De hecho, estamos en desventaja— puntualizó Jane con una mueca—. El viejo barbón envió a dos ángeles junto con Ethan.

—Ese malnacido... Tendré que enviar a mis mejores demonios para que se encarguen de ellos. Roger y Elliot, ustedes irán a la Tierra. Encuentren a Ivanna y no se separen de ella, mucho menos cuando esos ángeles estén cerca. Tenemos que ganar la maldita lucha a toda costa.

—Será un placer, su majestad— Elliot realizó una reverencia.

—Recuerden que deben hacer hasta lo imposible para que Ivanna no tenga contacto con objetos que propicien una re-materialización de sus recuerdos. Puede que los ángeles intenten usar eso a su favor.

—No tiene por qué preocuparse, majestad— intervino Patrick orgulloso de sí—. Yo mismo me aseguré de que su cerebro no pudiera re materializar sus recuerdos nunca más. Ningún objeto o persona de su pasado, por muy encantado que esté, podrá recrearlos.

—No los subestimes. Los poderes de manipulación mental comenzaron arriba. Ellos podrían hacerla recuperar sus recuerdos con solo tocar su cabeza.

—No se preocupe, majestad. Nos encargaremos de ello— prometió Elliot.

—No fallaremos— convino Roger.

—Si es necesario matarla, háganlo. Denle sus recuerdos y mátenla frente a él. Quizá lo ayude a refrescar la memoria— sonrió.

—¿Y si los ángeles intentan impedirlo?

—Mátenlos. Maten a todo el que se ponga en su camino.

—Como ordene, su majestad.

—¿No cree que Ivanna se sentirá traicionada? Después de todo ese cariño que usted le dio y todo el aprecio que se supone que le teníamos todos. Elliot incluso salió con ella un par de veces—. Todas las miradas de la habitación se posaron sobre Jane.

—Los ángeles son muy ingenuos. Todo ese "afecto" era una táctica para controlarla.

—Y mis salidas no tuvieron nada que ver en ello— intervino Elliot—. No salimos. Solo coincidimos en algunas ocasiones. Nada de aspecto romántico. Soy un soldado fiel a mi rey— dijo e hizo una pequeña reverencia a Shemihaza.

Patrick frunció el ceño hacia Elliot—. ¿Te involucraste con un ángel?

—Claro que no. Insisto en que nuestras salidas no tuvieron ningún tipo de interés implícito. Fueron casualidad.

Elliot suspiró tranquilamente. No había forma de que levantara sospechas. Además, Shemihaza parecía más entretenido observando a Jane que analizando los motivos de sus acercamientos con Ivanna. La chica se ponía cada vez más nerviosa bajo el escrutinio del rey. Frunció el ceño.

—¿Sabes, Jane? Últimamente, he notado que te has comportado de una forma muy... sensible.

Jane miró a Patrick con el ceño fruncido—. No me mires a mí— se defendió el chico. —Las paredes hablan.

—¿Te creías muy listo, verdad? — Shemihaza miraba a la chica con ira. —¿Creíste que esclavizar a mis súbditos para que fueran tus espías sería provechoso? — abrió los ojos como platos—. ¡Tú hiciste que Ivanna fuera a la Tierra! ¡Tú lo planeaste todo! ¡Manipulaste a mis súbditos! ¡Infectaste a uno de ellos para que fuera tu chivo expiatorio! ¿Creías que no lo notaría? Pues te equivocaste, estúpido barbón.

Jane esbozó una media sonrisa—. Sigues siendo muy perspicaz, Shemihaza.

—¡Mátenla! — ordenó colérico.

Desde Old Haven, el hombre de barba blanca observaba la escena.

Los demonios se aproximaron hacia Jane como su rey les había ordenado. Arrancó al ángel que habitaba dentro de la chica, dejando a ésta sin fuerzas tirada sobre el suelo. Los demonios se abalanzaron contra el ángel, quien extendió sus alas e irradió un brillo tan potente, que cegó a todos los presentes. Lo último que oyeron fue el abatimiento de unas alas y luego el ángel, junto con su brillo, desapareció.



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