-26-
Los demonios eran mayoría y los ángeles no lograban darse abasto con ellos. Sabían que era una lucha perdida, pero tenían que proteger a Ivanna y a su bebé.
Se escuchó cómo una de las puertas se abría de golpe y, acto seguido, una luz muy brillante cegó a todos los demonios acompañado del sonido de alas abatiéndose. Los ángeles sabían de quién se trataba. Huyeron de ahí lo más rápido que pudieron, la luz los quemaba. Era una luz diferente a la de los demás ángeles. Penetrante y eléctrica.
Patrick echó una última mirada a la casa antes de subirse, junto a los demás demonios, en un cuivel y alejarse de ahí.
La luz fue apagándose poco a poco e Ivanna comenzó a aterrizar hasta quedar recostada sobre el suelo, inconsciente. Elliot sostuvo su cabeza y, cuando se aseguró de que todo estaba bien, desapareció.
Ivanna había utilizado todas las energías que le quedaban después de la transformación para ayudar a sus amigos. No podía dejarlos solos.
Joseph corrió rápidamente hacia ella y comenzó a revisarla.
—Está muy débil.
—Llevémosla a la cama.
—¡Espera! — ordenó Joseph palpando su vientre.
—¿Qué sucede? — preguntó Lile.
—No siento el pulso del bebé.
—¿Qué? Revisa bien— pidió Jacob.
—No siento nada... Esperen... Sí, sigue así, amiguito.
—¿Qué sucede?
—El bebé está recuperando su pulso. Les dije que no debíamos subestimarlo... Logró canalizar su energía para iluminar por completo a Ivanna.
—¿Y qué hay de Ethan? — preguntó Lile.
Todos se quedaron callados ante esa pregunta. Nadie sabía qué contestar. Sabían la respuesta. Ahora su mayor problema sería decírselo a Ivanna.
***
Patrick caminó alrededor de Ethan, observándolo de pies a cabeza. Jane había hecho un buen trabajo.
—Me sorprendes, Jane. Para ser una novata, has sobrepasado las expectativas.
—Obviamente. ¿Qué hacemos con la humana?
—Libérala y mándala de vuelta con sus padres. Ya no nos sirve de nada.
Jane chasqueó los dedos y el cuerpo inconsciente de Emma desapareció. La idea del rey había sido grandiosa. Ethan, perdido en la confusión, había bajado la guardia—. Listo. Ahora, ¿qué haremos con él?
—Le demostraremos a los angelitos que no deben jugar con nosotros. Él les dará el golpe más bajo de todos: matará a su amada junto con esa aberración que llama "hijo".
—¿Cuándo comenzaremos?
—Calma, Jane. La paciencia es una virtud. A estas alturas, Ivanna tiene alrededor de 5 o 6 meses. Esperemos unos días más. Estarán más vulnerables cuando dé a luz. Qué lástima que Ethan solo verá a su hijo mientras esté destrozando su cuello.
***
Ivanna yacía acurrucada en su cama acariciado su abultado abdomen. Hacía casi una semana que los demonios habían tomado a Ethan en su poder y ella seguía intentando encontrar una manera de rescatarlo. Sabía que era inútil, pero no podía soportar la idea de haberlo perdido por segunda vez y menos ahora que iban a tener un hijo.
—Hola, Ivanna. Vine a ver cómo están— anunció Joseph entrando en la habitación.
—Joseph, ¿existe alguna manera de rescatar a Ethan? — preguntó sentándose con ayuda de su amigo.
—La única forma de rescatarlo es consiguiendo una de sus plumas para iluminarla— respondió y comenzó a palpar su vientre.
—Tiene que haber otra manera. Es imposible conseguir una pluma ahora. No lo hemos visto en días.
—Sé paciente. Verás que, al final, todo saldrá bien.
—¿Cómo está mi bebé?
—Está enorme y muy saludable— dijo Joseph con una sonrisa mientras se reincorporaba—. Probablemente, estarás lista para dar a luz en una semana. ¿Quieres que te traiga algo de comer?
—No, gracias. Tal vez después. Lile dijo que vendría en un rato.
—Está bien. Descansa— se despidió y salió de la habitación.
Ivanna se acurrucó de nuevo en la cama, en la misma posición en la que estaba antes de que Joseph llegara. Se sentía tan sola y abandonada sin Ethan.
Las lágrimas salieron de sus ojos sin avisar y comenzó a emitir pequeños sollozos que solo fueron interrumpidos por una pequeña patada en su vientre. Bajó su mirada y acarició su barriga agradeciéndole a su pequeño por hacerle saber que no estaba sola, que lo tenía a él.
Cuando Joseph se unió a los demás en la planta baja de la casa, Elliot apareció en la sala desconcertando a todos.
—Hay problemas— informó.
Edward frunció el ceño—. Dile a Azael que no la tocarán. Con o sin su ayuda, la protegeremos.
—Edward...— intervino Lile.
—Él no me mandó. Están juntando un ejército para atacar dentro de los próximos días. Quiero ayudar, pero debo quedarme con nuestro padre en el infierno. Si necesitan algo, por favor, no duden en llamarme. Puedo serles de ayuda.
—Destruye a Shemihaza por mí— pidió Edward.
Elliot lo miró serio—. No solo será por ti— dijo y desapareció.
***
Los demonios observaron desde lejos la casa de dos pisos que se alzaba unos metros delante de ellos. Había alrededor de 30 demonios repartidos en 2 cuiveles, y uno que otro que iba caminando. Eran suficientes por el momento. Si necesitaban refuerzos, el rey los enviaría. Jane y Patrick iban a la cabeza junto a Ethan, o lo que quedaba de él ahora que estaba siendo consumido por el poder de los demonios.
—Muy bien. Nosotros nos encargaremos de los ángeles; mientras, tú te encargarás de matar a ese bebé. Su madre estará muy débil después de haberlo dado a luz y no opondrá resistencia.
—Está bien— dijo Ethan con una voz grave y profunda.
—Recuerda que debes matarlo a toda costa. Destruye a quien se oponga.
—Lo entiendo.
—¿Qué estamos esperando? — preguntó Jane ansiosa.
—Que Ivanna dé a luz. No falta mucho.
Ivanna yacía en su cama sosteniendo la mano de Edward. Los demás estaban ahí también esperando a que fuera hora de que el bebé naciera.
Lile se acercó a Joseph y susurró algo en su oído haciendo que éste se tensara inmediatamente. Mandó un mensaje mental a Edward y salieron al pasillo a hablar.
Jacob y Edward se quedaron en la habitación con Ivanna. Tenía que dilatar unos centímetros más para poder dar a luz. Mientras, estaba lidiando con las contracciones.
—¿Qué sucede?
—Puedo sentir presencias anormales.
—¿Qué son?
—Varios demonios y dos cuiveles. Ethan está con ellos— la chica sintió su corazón estrujarse al pronunciar esas palabras.
—¿Dónde están?
—A 200 metros de aquí.
—Vienen por el bebé. Tenemos que defenderlo a toda costa. Aseguraré las entradas. Avísale a Edward. Jacob tiene que quedarse con Ivanna.
—No podremos defenderlo nosotros solos. Tenemos que comunicarnos a Old Haven y pedir refuerzos.
—No hay tiempo.
—No podremos detenerlos. Debemos pedir ayuda, Joseph.
—De acuerdo.
Lile entró de nuevo a la habitación justo a tiempo para ver a Ivanna comenzar a pujar.
—Ya está naciendo— anunció Edward.
Patrick abrió los ojos saliendo de su transe. La aberración estaba naciendo. Sonrió y avisó a todos que era hora de aproximarse a la casa. La Lucha por la Supervivencia había comenzado.
Lile y Edward observaron cómo Ivanna pujaba para dar a luz a su bebé animada por las palabras de Jacob diciéndole que ya faltaba poco y que lo estaba haciendo muy bien.
Dejó escapar un gran grito, que solo fue opacado por el primer llanto del pequeño. Se escuchó un estruendo en la primera planta y Lile supo que los demonios ya estaban ahí. Sacó a Edward de la habitación consciente de que tenían que defender a su amiga y su bebé.
Jacob envolvió al pequeño en una sábana y lo puso junto a su madre, que tenía el rostro cubierto de sudor y lágrimas. Escuchó otro estruendo en la planta baja y entendió lo que estaba sucediendo. Un bullicio se desató en la entrada.
Los demonios estaban a punto de cernirse sobre Lile, Joseph y Edward. Eran 30 contra 3, un número nada justo. Antes de que hicieran algún movimiento, uno de los demonios apuntó al cielo a través del agujero que solía ser la fachada de la casa. Todos giraron su vista para encontrarse con varios ángeles que se acercaban volando a toda velocidad.
—¡No se queden parados! ¡Atáquenlos!
Los demonios se abalanzaron sobre los ángeles que acababan de aterrizar mientras otros más se quedaban peleando con los ángeles que estaban dentro de la casa.
Patrick dio órdenes a Ethan de ir a cumplir su misión y luego se ocupó de distraer a los demás ángeles para que no lo vieran pasar.
Ivanna abrazó a su bebé fuertemente, contra sí, cayendo en cuenta de lo que estaba sucediendo. Jacob se mantuvo frente a la puerta en guardia, listo para enfrentar a quien quisiera entrar. Comenzaron a escuchar pasos en la escalera y la chica se levantó débilmente de la cama. Sabía que tenía que salir de ahí. Puso a su bebé en un moisés que había alado de la cama, que Edward había hecho para ella, y, justo en ese momento la puerta se abrió de golpe.
El resplandor de la luz hizo que se cubriera los ojos por reflejo.
—¿Ethan? — preguntó Jacob.
Ivanna miró sorprendida a la figura en la puerta. Ethan estaba de regreso. Iba a dirigirse hacia él, pero sintió una manita atrapando su dedo. Giró la vista. Su bebé sostenía su pulgar. Escuchó un gruñido y volteó justo a tiempo para ver cómo Ethan levantaba a Jacob agarrándolo del cuello. El chico intentaba liberarse, pero no podía. Ethan era demasiado fuerte. Intentó mandar órdenes a su cerebro de cesar, pero tampoco dio resultado.
Ethan escuchó el llanto de un bebé y giró su vista hacia donde Ivanna estaba parada, cubriendo protectoramente el moisés que servía de cuna. Arrojó a Jacob al otro lado de la habitación y comenzó a aproximarse recordando cuál era su misión. Tenía que matarlo. Tenía que matar a todo el que se interpusiera.
Jacob se levantó y extendió sus alas, provocando que éstas soltaran un resplandor que cegó a Ethan momentáneamente, impidiéndole avanzar. Era un mecanismo de defensa que tenían los ángeles y solo se liberaba cuando se sentían amenazados o cuando estaban muy enojados y, en ese momento, él cumplía con ambas condiciones.
Se abalanzó sobre el aún cegado Ethan mientras se transformaba. Sabía que tenía que arrancarle una pluma para poder liberarlo del poder de los demonios, pero, justo antes de que pudiera tocarlo, éste giró y lo golpeó fuertemente, haciéndolo salir volando a través la pared.
Ivanna soltó un grito horrorizada. Ese no era su Eth. Lo observó girar la cabeza bruscamente en su dirección y cubrió su boca con sus manos al ver, por primera vez, su apariencia de demonio. Lágrimas de impotencia bañaban su rostro. Estaba muy débil para luchar, además, no podía luchar contra él. Podía enfrentarse a cualquier otro, menos él.
Observó temerosa y triste cómo su novio se acercaba y giró su vista fugazmente al agujero por el que había salido volando Jacob, pidiendo que regresara, pero, seguramente ahora estaba ocupado luchando con algún otro demonio.
Ethan llegó frente a ella y, con un movimiento brusco, la aparó provocando que cayera en el suelo a un metro de distancia. Sintió una punzada de dolor en su vientre y no pudo hacer más que llorar. El dolor no la dejaba moverse. No podía hacer nada para impedir que mataran a su hijo. Gritó con todas sus fuerzas, intentando forzar a su cuerpo a actuar, pero no lo logró.
Ethan la vio caer y doblarse de dolor. No lo molestaría más. Se asomó en el moisés y encontró con un pequeño bebé de cabello castaño, piel blanca como la nieve, labios rosados en forma de corazón y ojos cafés claros, casi mieles, que se iluminaron al verlo. Acercó su mano a él, escuchando cómo en su cabeza se repetía la orden que Patrick le había dado.
El bebé envolvió una de sus pequeñas manitas en uno de sus ahora morenos dedos y sonrió. Ethan vio cómo la manita comenzaba a iluminarse. Intentó alejarse, pero no pudo. Todo el cuerpecito se iluminó, llenando el ambiente de luz, paz y risas.
La mirada de Ethan se nubló e imágenes de su vida comenzaron a pasar por su mente.
Ivanna levantó la vista percatándose del resplandor que iluminaba la habitación. Pudo ver cómo el cuerpo de Ethan comenzaba a perder su color bronceado y volvía a ser, poco a poco, blanco como la nieve. Las profundas ojeras debajo de sus ojos comenzaron a desaparecer y su cabello comenzaba a aclararse. En su rostro hubo una expresión de sorpresa en todo momento. Cerró los ojos por dos segundos y, cuando los abrió, habían vuelto a ser mieles.
Lo observó dejar salir un grito de dolor justo unos segundos antes de que el resplandor desapareciera y cayera de rodillas en el suelo.
Intentó levantarse para ir con él, pero sintió un dolor penetrante en su vientre, como una cuchillada. Volvió a doblarse de dolor.
***
Shemihaza observó horrorizado y enojado cómo sus demonios corrían de un lado a otro intentando esquivar los trozos de piedras y fuego que caían del techo. Su reino estaba destruyéndose.
Sintió una mano posarse en su hombro. Volteó para encontrarse a su hermano parado a un lado de él. Elliot estaba detrás.
—Llegó tu hora, Shemihaza— dijo Azael.
Justo después, Elliot lo tomó de los hombros con una fuerza extraordinaria. Azael destrozó su cuello para evitar que escapara y lo arrojaron al fuego que había detrás de él, justo como el hombre de la barba blanca les había dicho que debían hacer. Lo vieron desintegrarse y supieron que todo había terminado, al fin.
—Es hora de buscar a Rose— anunció el hombre.
—Pero, padre, ella...
—Lo sé.
***
Los ángeles que peleaban con los demonios observaron cómo el suelo comenzaba a agrietarse y supieron que la hora del juicio había llegado. Todos los demonios vieron horrorizados el suelo partido que les indicaba la muerte de su rey. Era su hora de ser juzgados.
Varios demonios intentaron escapar, pero más ángeles bajaron del cielo y lo impidieron. Arrojaron a todos, más los 2 cuiveles que estaban con ellos, al fuego y los observaron desintegrarse.
Patrick observó todo atónito. Vio cómo Jane colgaba de una orilla y pedía que la ayudara a salir, pero simplemente se dio la vuelta y comenzó a correr, esquivando a todos los ángeles que veía. Sin embargo, cuando creyó que había escapado, chocó de frente con Jacob transformado.
—¿A dónde crees que vas? — dijo en una voz bestial—. Es hora de que acompañes a tus hermanos.
Dicho esto, tomó a Patrick de los hombros con sus dientes y lo llevó hasta la grieta. Lo arrojó y vio caer con el rostro bañado de terror.
Ethan e Ivanna sintieron una mano posarse en sus hombros, acompañada de las risas de su bebé. El dolor que sentían se esfumó inmediatamente y sus energías regresaron poco a poco. Se levantaron del suelo y encontraron al hombre de la barba blanca cargando a su hijo.
—Todo ha terminado. Has hecho un buen trabajo, pequeño— dijo mirando al bebé en sus brazos—. ¿Quieres conocer a tu padre?— preguntó con una sonrisa y entregó el bebé a Ethan. Éste lo abrazó torpemente, y depositó un beso en su frente—. Una nueva era comienza y ustedes formarán parte de ella. Podrán criar a su hijo y ver a su familia crecer por el resto de la eternidad. Cierren los ojos. Cuando los abran, estarán en su hogar, donde pertenecen.
***
Azael vio a las dos mujeres que conversaban alegres frente a él. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero ellas no lo podían ver.
—La pequeña está enorme— comentó Elliot.
—Sí, lo está.
—Padre...— comenzó poniendo una mano sobre su hombro—. No serán mortales por siempre. Cuando termine su tiempo sobre la Tierra, volverán.
—Lo sé.
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