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-23-

—Su majestad, tengo malas noticias— decía Patrick hecho un manojo de nervios.

—¿Qué sucede ahora?

—Los ángeles lograron reconstruir los recuerdos de Ivanna. Está de su lado otra vez.

—¡Qué! ¡Dijiste que no sería posible lograrlo!

—No lo era, señor. No sé cómo sucedió...

—¡Eres un inútil!

—Hay algo más, su majestad.

—¿Más? — preguntó el rey con la mandíbula tensa. Patrick tragó saliva antes de continuar.

—Elliot y Roger fueron capturados. Están encadenados en las prisiones abismales. Los arcángeles los custodian.

—¡Esto es el colmo! — gritó y todo en el infierno tembló.

—Con todo respeto, su majestad, yo me ofrezco como voluntario para ir a la Tierra y regresar a Ivanna al infierno.

—No hace falta. Aunque tenga sus recuerdos, nunca dejará de ser una de nosotros. No podrá recuperar sus alas, ni volver a Old Haven mientras tenga una parte de mí dentro de ella. La única forma de sacarla es repitiendo el procedimiento que tú conoces muy bien.

—Claro. Yo fui quién realizó el trasplante. Solo un ángel con habilidades excepcionales podría revertirlo y, aún entonces, sería muy difícil que lo logre. Ivanna podría morir en el proceso.

—Y yo sé quién es ese ángel. Patrick, creo que tengo una misión para ti.

***

Ethan yacía inconsciente en el sillón de su departamento. Lile lo habían puesto ahí justo después de que se desmayara. Había sido complicado, pero después de arrastrarlo un poco y usar sus poderes, lo había logrado. Joseph le había dicho que llegaría a darles noticias cuando todo terminara, pero aún no llegaba y ya era algo tarde. Estaba comenzando a ponerse nerviosa, pero, por suerte, una figura se materializó frente a ellos.

—¿Aún no despierta? — preguntó Joseph.

—No. ¿Cómo salió todo?

—Justo como esperábamos.

—¿Qué hay de Edward y Jacob?

—Jacob está custodiando a Ivanna. Edward está ocultando Elliot.

—¿Puedo verla?

—La verás por la mañana.

Lile frunció el ceño. Algo andaba mal, podía notarlo—. ¿Qué sucede?

Joseph suspiró—. Me preocupa la parte de Shemihaza que hay dentro de Ivanna. Puede que tenga sus recuerdos otra vez, pero, mientras esa parte siga ahí, no podrá regresar a Old Haven. Su porcentaje de ángel se redujo considerablemente, le será muy difícil adaptarse, más que antes.

—¿Hay alguna forma de quitarla?

—Sí. Mientras estuve infiltrado en el infierno aprendí el procedimiento.

—¿Y qué esperas para hacerlo?

—No es tan sencillo. El implante está en su corazón. Podría morir si no lo hago bien.

Por la mañana, Jacob y Lile llevaron a Ivanna y a Ethan a una casa a las afueras de la ciudad, en el lado opuesto a la entrada al infierno. Era la casa en la que solían reunirse para recibir instrucciones de Old Haven desde hacía unos años, y en la que ahora vivía Jacob.

Ivanna vio primero a su hermano, por lo que corrió a tirarse en sus brazos y decirle lo mucho que lo había extrañado. El chico soltó un suspiro. Al fin.

Ethan se dirigió hacia Jacob y, una vez comprobó que estaba sano y salvo, lo abrazó fuertemente. No se perdonaría nunca perderlo.

Después de que se separaran de sus respectivos hermanos, Ivanna e Ethan cruzaron miradas por unos segundos. Caminaron hacia el otro y juntaron sus labios en un tierno beso.

—Te extrañé— susurró Ethan.

—Yo también te extrañé— añadió susurrando Ivanna.

—No me gusta ser aguafiestas, tortolitos, pero tenemos un proyecto que terminar en Hunner Publicity. Puede que hayan recuperado sus recuerdos, pero aún tienen un compromiso con Jack— puntualizó Lile.

—Es verdad.

—Será mejor que nos apresuremos o se nos hará tarde y odio llegar tarde— pidió el castaño de rulos.

—Adelántense. Los alcanzaremos después— dijo Ethan miró a Ivanna. Edward se puso entre ellos para separarlos.

—Lo siento, pero no los podemos dejar solos— frunció el ceño.

—Podrán amarse todo lo que quieran después, ahora vámonos— declaró la rubia.

***

Patrick se sentó en la cornisa del edificio de Hunner Publicity y sacó una hamburguesa de una bolsa de papel con el logo de McDonald's impreso en el frente. Le dio una gran mordida mientras observaba la ciudad. Ser inmortal tenía sus ventajas. Y tenía muchas más ventajas ser el demonio con las mejores habilidades mentales de todo el infierno. No tan poderoso como los ángeles, pero muy poderoso.

Dirigió su vista a su derecha y divisó una pluma atrapada en la cornisa de una ventana. Estaba muy desgastada y casi había perdido su apariencia original. Sonrió.

Tomó la pluma en sus manos con cuidado y la acarició. El pequeño roce mandó la imagen a su cerebro de un ángel: el ángel que se había infiltrado en el infierno usando el cuerpo de Jane. Con que él era el dueño de esa pluma. Comenzó a reír fuertemente. Sería pan comido controlarlo. Una pluma. El peor descuido de los ángeles. Normalmente de desintegraban una vez que se caían de sus alas, pero esta había permanecido casi intacta.

Terminó su hamburguesa y se levantó. Era hora de poner manos a la obra, antes de que los ángeles se le adelantaran.

Guardó la pluma en su chaqueta y abrió los brazos formando una cruz. Dirigió una sonrisa a la nada y se arrojó del edificio. Quince pisos de alto. Siempre le había gustado hacer eso.

***

Ethan tocó la puerta de la oficina de Ivanna y, tras escuchar un "pase" entró y cerró la puerta tras de él.

—Sé que los chicos dijeron que debíamos actuar como siempre, pero no te he tenido en mis brazos en décadas y muero por hacerlo— dijo acercándose a la chica. Ella rió y se puso de pie.

—Yo también te extrañé mucho. En serio me hubiera gustado que ambos hubiéramos recordado todo cuando nos encontramos aquí por primera vez. Fue un gran desperdicio de tiempo— arrugó la nariz.

—Yo no lo veo así— dijo abrazándola por la cintura.

—¿Entonces?

—Lo veo como un regalo. Aunque no te recordaba, ni tú a mí, nuestras esencias lo hacían, al igual que nuestros corazones. Recordábamos, pero muy en el fondo. Nos reencontramos y estuvimos juntos de nuevo, eso es lo que cuenta. ¿Acaso tus décadas como demonio hicieron olvidar que todo es un regalo, incluso las desgracias?

—No me recuerdes eso— pidió con una mueca.

—¿Qué cosa?, ¿que fuiste un demonio? — recalcó Ethan divertido.

—Sí. Mi nueva apariencia es recordatorio suficiente. Se supone que ya soy un ángel de nuevo y aún luzco como un demonio. Ni siquiera cuando estábamos en Old Haven lucía así. Es frustrante— resopló.

—Sé paciente, mi amor. Verás tu antigua apariencia regresará poco a poco. Todo acabará pronto— prometió y depositó un beso en los labios de su amada.

Joseph sonrió al ver el beso. Le alegraba que los chicos estuvieran juntos de nuevo. Aún debían regresar a Old Haven, pero por ahora esto era suficiente.

Sintió una presencia anormal y giró su cabeza a todos lados para intentar identificar el origen de ese aura tan maligno. No había nada.

***

Ethan sonrió al abrir la puerta y encontrarse con la chica de cabello negro. Jacob y Edward iban cargando unas maletas y cajas con sus cosas, ya que, durante el día, le había pedido que se mudara de nuevo con él. Lile iba junto a ellos, pero se había limitado a conversar con la chica durante el camino.

El castaño les dejó el paso libre y luego capturó los labios de su novia con los suyos.

—Si no te importa, Ethan, te agradecería que alejaras tus labios de los de mi hermana— dijo Edward separándolos.

—Edward, no seas celoso— dijo Ivanna riendo. —Creí que te llevabas mejor con Ethan después de tantas décadas de convivencia.

—Pudieron haber sido siglos, pero sigues siendo mi hermana y mi deber sigue siendo protegerte.

—Vamos, Edward, deja a los tortolitos tener su momento— Jacob lo empujó ligeramente. El castaño de rulos frunció el ceño hacia él.

—No han estado juntos en décadas. Déjalos compensar el tiempo— apoyó Lile.

—¿Acaso este es un complot? — cuestionó mirando a ambos. Lile le tapó la boca con su mano antes de que dijera algo tonto y comenzó a dirigir a Edward hacia la puerta.

—Vamos, Edward. Regresemos dentro de una hora o dos.

—Cuídala, campeón— dijo Jacob a Ethan antes de salir junto a los otros y cerrar la puerta detrás de él.

Ethan e Ivanna sonrieron. Separaron la distancia que quedaba entre ellos y volvieron a juntar sus labios tiernamente.

Los ángeles salieron del edificio directo al frío de Atlanta. Edward seguía enojado, pero Lile sabía que no era nada serio, se le pasaría en un rato. Mientras, caminaba a su lado rozando su hombro con el suyo distraídamente.

—Oye, Lile, ¿recuerdas la cita de las velas flotantes? — preguntó Jacob apuntando a un restaurante. Había velas en las mesas que daban un ambiente acogedor.

—¿Cuando caíste al agua y pensaste que una rana era un cocodrilo que quería comerte? — sabía lo que el rubio quería hacer y no lo dejaría.

Jacob rió—. En mi defensa, se veía como un cocodrilo en la obscuridad. ¿Recuerdas el campamento en la montaña?

Lile rodó los ojos—. Sí. ¿Qué tiene?

—Nada. Solo me gusta recordarlo— añadió con una sonrisa burlona. Si no se calmaba, la chica lo golpearía en el rostro—. Escuché que hay una tienda en el centro comercial que puede agradarte.

—¿Tienda de qué? — preguntó irritada.

—Lencería— contestó el rubio sonriendo.

—¡Suficiente! Si sigues...

Edward soltó una risa irónica—. Debí haberlo imaginado. Los dejaré solos para que puedan recordar a gusto— dijo y cruzó al lado opuesto de la calle.

—Ed, espera— pidió la chica. Miró a Jacob con recelo—. Eres un idiota.

Una risa escapó de los labios del chico—. Ve a perseguir a tu bestia, princesa— guiñó un ojo—. Mi trabajo terminó. Te toca a ti atrapar tu felicidad. Los veo luego— anunció y se fue dejándola desconcertada.

¿Todas las veces que la molestaba frente a Edward eran un intento por juntarlos?, ¿había llevado su relación a un decline para dejarle estar con él? Reaccionó después de unos segundos y fue detrás del chico de rulos.

Jacob sonrió. La amaba, pero había aprendido que amar a alguien también significa dejarlo ir para que sea feliz. Ella merecía eso más que nadie.

—¡Edward! — gritaba Lile siguiéndolo. El chico apresuraba el paso a propósito—. ¡Edward, detente!— lo alcanzó e hizo que girara para verla.

—¡Qué rayos quieres!

—¡Quiero que me escuches! Jacob y yo terminamos hace mucho. Incluso antes de venir aquí, estaba contigo, ¿no lo recuerdas? Te amaba. Te amo.

—Déjame en paz— dijo intentando dar la vuelta para irse, pero Lile se lo impidió.

—¿Por qué no entiendes de una vez por todas que a quien amo eres tú? — dijo exasperada y lo besó. Se separó después de unos segundos—. Eres el único, Ed— esta vez, fue Edward quien terminó con la distancia.



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