-21-
Los chicos se quedaron varios días en casa conmigo, incluso papá se nos unió. Nos divertimos bastante, pero una parte de mí temía que solo se portaran de esa manera por compasión después de mi pequeño ataque. Era como estar en ese mundo secreto al que todos iban y donde eran felices y me gustaba ser parte de ello; pero, si solo lo hacían para alegrarme, ¿llegaría un momento en el que no podría ser parte de eso? De verdad quería sentir ese amor siempre, me hacía estar en paz y olvidarme de mis "singularidades".
Miré a mi hermano, era más cercano a Lile ahora y, extrañamente, a Ethan parecía no importarle. No tenía sus habituales ataques de celos y sobreprotección. Era extraño. Quizá solo era más blando por la situación y en unos días estaría de nuevo hablando sobre su deber de proteger a su hermana.
—Le pedí una cita— dijo mi Edward llegando a mi lado.
—¿Qué respondió?
—Aceptó— lo vi hacer una media sonrisa—. También hablé con Ethan. Le pedí darme una oportunidad sin interferir. Me amenazó con romperme la cara si lastimaba a su hermanita— rió y me uní a sus risas. Eso explicaba todo.
—Yo también lo haría. Adoro a Lile y, aunque seas mi hermano, te patearía el trasero si la hicieras llorar.
—¿Cuándo le dirás a Ethan?
Mordí mi labio—. Sabe que tengo sentimientos por él.
—Me refería a cuándo le dirás que estás lista.
—No sé si lo estoy.
—Si lo que te preocupa es que todo esto se acabe— señaló a mis amigos que hablaban animadamente al otro lado de la sala—, no lo hará, créeme. Esta es tu vida si la quieres— dijo y se levantó para unirse a los chicos. Papá estaba en la cocina con el tío Gabriel.
***
Lile se probaba el vestido número 500,042 –había perdido la cuenta después del décimo, pero sabía que eran muchos– mientras yo descansaba en un sofá pidiendo mentalmente que esa tortura terminara pronto. Había aceptado salir de compras con ella, pero, después de la primera hora, estaba más que lista para huir. Ella apenas comenzaba con su búsqueda y a mí me dolían los pies terriblemente. Ethan era el que solía acompañarla en esas situaciones. Ambos disfrutaban de la moda y las compras, yo no.
Tonta tarde de chicos. Sabía que Edward lo había hecho a propósito. No rechisté porque imaginé que necesitaba un tiempo a solas con Eth, después de todo, era una noche especial.
—¿Qué tal este? — preguntó Lile saliendo del probador. Antes de que pudiera contestar, ella se respondió a sí misma—. No. Los detalles no me gustan. Me probaré el otro.
Tomé mi teléfono pensando en quién podía contactar para no aburrirme. Mis contactos eran, en su mayoría, chicos con los que había salido. Algunos aún me hablaban a veces, pero no tenía ganas de hacer conversación con alguno. Preferí jugar un juego, pero me aburrí después de 5 minutos.
—¿Qué te parece este? — escuché y levanté la vista para ver a mi amiga. Se veía preciosa. Definitivamente, ese vestido era el correcto.
—¡Me encanta!
—¿Verdad que está hermoso?
—Bastante— dije y sonreí. Era un vestido muy bonito color azul, algo largo, con detalles de piedras en forma de grecas y ramas. Parecía un hada.
—Me llevaré este— volvió a entrar al vestidor y rápidamente, mandé un mensaje a mi hermano con el color del vestido. Él quería vestirse acorde, así que me había hecho prometer que le daría esa pequeña información en cuanto la tuviera. Me había contado sus planes y me moría de la emoción imaginando todo. Si Lile no aceptaba ser su novia, estaría muy loca.
Mi teléfono sonó de nuevo. Era un mensaje de Ethan.
El General me acaba de pedir que pase la noche contigo. Estará de guardia. ¿Quieres que consiga algunas películas y helado?
Un mensaje de papá llegó antes de que pudiera contestar.
Tendré guardia esta noche. Ethan se hará cargo de ti. Cuídense. Te veré mañana por la tarde. Te quiero. Sé buena.
Reí y contesté ambos mensajes justo cuando Lile salía del probador. Fuimos a pagar y casi me suicido cuando dijo que era hora de buscar zapatos y accesorios. "Sé una buena amiga", me repetía. Lile valía todo el sufrimiento.
—Te quiero, rubia— dije abrazándola mientras salíamos de la tienda.
—Yo también te quiero, castaña— correspondió mi abrazo.
***
Pasé el resto de la tarde en casa de mi amiga ayudándola a alistarse para su cita. Ambas estábamos muy emocionadas.
Edward llegó por ella en un carruaje que él mismo conducía. Morí de risa, pero, a la vez, sentí el orgullo en mi pecho. Mi hermanito era todo un hombre. Un gran hombre.
Extrañamente, la emoción de la cita de mi hermano me había dejado en una sensación de flotar entre nubes, lo cual era gracioso porque, en Old Haven, llamábamos "nubes" a las secciones de la ciudad, así que siempre estábamos "flotando entre nubes".
Me puse a cantar y tararear en todo el camino a casa. Me sentía feliz.
Encontré a Ethan en mi casa discutiendo con el televisor por algún programa deportivo del Centro de Estudios Superiores. También había transmisiones deportivas del Centro de Estudios Medios, pero todos preferían ver los primeros, decían que eran más profesionales.
Me acerqué a él, deposité un beso en su mejilla y caminé hacia la cocina.
—¿Quieres palomitas de maíz?
—¿Tienes maíz? — preguntó siguiéndome. Edward, que había cumplido con sus exámenes para ser guardián hacía un tiempo y me había traído varias cosas en sus viajes a la Tierra. El maíz fue uno de ellos. Algunos ángeles que habían ido con él habían regresado con ideas que propusieron en La Oficina. No todas se habían implementado, como las cafeterías, pero todos sabíamos que, en un tiempo, terminarían por aceptarlas. Por el momento, todos cubrían esos pequeños deseos trayendo raciones desde la Tierra.
—Edward me trajo una bolsa. ¿Quieres?
—Claro— dijo sonriendo mientras tomaba asiento en una butaca de la encimera.
Tarareé mientras cocinaba. Lo escuché reír en algunas ocasiones.
En un momento, se levantó de su lugar y me tomó en brazos. Bailamos con la melodía de nuestra música falsa. Casi lo besaba de nuevo, pero sentí un olor a quemado y me separé de él para apagar la estufa.
***
—Entonces, ¿no llegaste a dormir a tu casa? — pregunté de nuevo. ¿Lile pasando la noche con un chico? Eso era nuevo.
—No— rió nerviosamente—. Nos quedamos en la casa de la playa.
—Dime que usaste protección.
—¡Ivanna! ¡Yo no hago esas cosas!
Reí fuertemente. Podía percibir el sonrojo de sus mejillas a través del teléfono—. Lo harás en algún momento.
—¿Cómo está Ethan? — cambió el tema.
—Durmiendo como un tronco. No se levantó ni cuando preparé el desayuno.
—¿Estás segura de que sigue vivo?
—Sí. Ya lo revisé por milésima vez. No tiene fiebre. Está vivo. Solo duerme.
—¿Estás totalmente segura?
Lo miré—. Luce dormido.
La escuché reír—. ¿Está haciendo pucheros?
—Eso creo. Así ha estado toda la mañana. ¿Por qué?
Su risa se intensificó—. Quiere que lo despiertes con un besito.
—¿Qué?
—Solo dale amor.
—Te llamo luego— colgué y me acerqué a Ethan.
—¿Quieres que te dé amor? — pregunté suavemente. Su puchero se hizo más definido.
Tomé el vaso de la cómoda que había a un lado. Mojé mi mano y dejé que el agua escurriera en su rostro.
—¡Ivanna! — exclamó sentándose. Me reí—. Eso no es dar amor— volvió a hacer su puchero. Seguí riendo—. ¡No, señor monstruo de las cosquillas! ¡No cobres venganza!
Salí corriendo de la habitación con él siguiéndome. Bajé las escaleras y, cuando pasé por el sofá, me atrapó. Caímos sobre él y comenzó a hacerme cosquillas.
—¡Basta, Eth! — gritaba entre risas.
—El monstruo quiere venganza— decía con su voz fingida.
—¡No más, señor monstruo!
—¿Darás amor?
—¡Sí, sí! ¡Te daré amor, pero basta! — las cosquillas cesaron y lo vi señalar su mejilla.
Acerqué mis labios y, justo cuando rozaba su piel, giró el rostro y tomó el mío entre sus manos para no dejarme escapar de su beso. Lo abracé para mantener sus labios junto a los míos.
Sentí un calor extraño recorrer mi cuerpo y lo abracé con mis piernas queriendo sentirlo más cerca. Él interrumpió el beso y se separó un poco.
—No, Iv. Quiero que, si hacemos esto, sea porque nos amamos y estamos seguros de que lo queremos, no porque tenemos un ataque de hormonas— acarició mi mejilla—. Quiero amarte de verdad, Ivanna. No solo un momento. No solo unos días o unas semanas. Quiero hacerlo por el tiempo que dure mi existencia.
***
Miré a mi hermano. Era gracioso verlo. Llevaba unas semanas saliendo con Lile y se deshacía con detalles para ella. Intentaba complacerla de mil maneras diferentes. Me alegraba mucho verlos juntos.
Papá había conseguido permiso para dejarnos hacer una pequeña fiesta en un lago que estaba en una de las zonas seguras del bosque, cerca del territorio de la tribu. Planeábamos acampar y pasar ahí toda la noche.
Me acerqué a la orilla del lago y me lavé quitando todo rastro de sangre. Había sentido necesidad de cazar y, después de avisar que me ausentaría unos momentos, me había ido. Cuando mis ansias calmaron, pensé en cazar algún animal para la cena, Ethan lo estaba preparando en ese momento.
Quité mi ropa quedando solo en traje de baño y entré a nadar. Edward se acercó unos momentos después, mientras descansaba sobre unas rocas en la orilla.
—¿Te ha pedido salir?
Suspiré—. No. Aún no.
—¿Le has pedido salir?
Reí—. Creí que eso era trabajo de los chicos.
—No lo es cuando la chica te dice que le des un tiempo. No es un vidente, Iv, debes decirle si quieres que haga algo.
—Lo quiero, pero no me siento lista.
—Hermanita, no van a casarse, solo acordarán tener una relación sentimental.
Mordí mi labio. No era eso a lo que me refería. Sus ojos se abrieron en entendimiento—. ¡Ivanna!
Sentí la sangre acumularse en mis mejillas—. ¿Qué?, ¿acaso tú no lo has hecho?
Suspiró—. Te recomendaría que primero comiences con una relación sentimental, pero si quieres ir directo a eso, entonces tendrás que hablarlo con él porque no creo que acepte solo ser cosa de una noche.
—No quiero que lo sea.
—¿Entonces?
—Cuando quiero decirle que lo amo, no salen las palabras, solo pienso en abrazarlo o darle un beso en la mejilla.
—Vamos, Iv, yo sé que puedes. Me lo has dicho a mí y a Lile. Puedes decírselo a él también.
Vi que Lile hacía señas para acercarnos. Era hora de cenar.
Al inicio, creí que era mi imaginación, pero, cuando Lile propuso que compartiera una casa de campaña con Ethan, supe que ella y Edward tramaban algo. Y ese algo me incluía. Ambos juraron que solo querían pasar tiempo juntos, pero yo sabía que no era así. Ethan solo rió.
Cuando fue hora de dormir, descubrí que nos habían dejado solo un saco para dormir. Me acurruqué dentro y esperé a que Eth llegara. Volvió a reír cuando me vio. Parecía que la situación solo me fastidiaba a mí.
Se acurrucó junto a mí y me abrazó todo lo que nuestro reducido espacio le permitió.
—¿Te dijeron qué traman? — susurró.
—No. ¿A ti? — contesté susurrando también.
—No. Solo me guiñaron el ojo— rió.
Suspiré. Era hora—. Eth, quiero preguntarte algo.
—¿Qué sucede, preciosa? — acarició mi cabello.
—¿Te gusta la idea de ser mi novio? — mordí mi labio.
Sonrió—. ¿Estás proponiéndome algo?
—¡Eth! Hablo en serio. ¿Te parece una buena idea?
Lo vi calmar su risa—. Sí. Me parece una muy buena idea. Me encanta esa idea.
—¿Por qué no me has pedido que sea tu novia?
—Has pasado por muchas cosas y sabía que necesitabas un tiempo para ti. ¿Quieres que lo haga?
Mordí mi labio de nuevo—. Sí.
Lo vi sonreír—. Entonces lo haré— dijo y beso mi frente. Esperé unos segundos, pero no añadió nada.
—¿No vas a preguntarlo?
—No ahora.
—¡Ethan!
Volvió a reír—. Quiero hacerlo de una forma especial.
—No me importa cómo lo hagas. Solo hazlo.
—Está bien. Está bien— su risa cesó—. Ivanna Halo, ¿me harías el honor de ser mi novia?
Sonreí—. No.
—¿Qué?
—Lo pensé mejor y me agrada lo de hacerlo especial.
—El monstruo de las cosquillas no está feliz— dijo fingiendo la voz.
—No, Eth. El monstruo no— pedí sonriendo.
—El monstruo te quiere a ti— dijo y comenzó a hacerme cosquillas.
—¡No! ¡Basta! — decía entre risas. Paró después de unos momentos y me vio a los ojos.
—Te amo, Ivanna. Te he amado desde la primera vez que te vi. Realmente quiero que seas mi novia.
—También te amo, Eth— dije. Vi sus ojos brillar y lo besé.
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