-20-
Observé a mi hermano por varios minutos sin que se diera cuenta. Estaba mirando a Lile desde la cocina. Era tan indeciso, que me daban ganas de golpearlo y encerrarlos durante algunas horas. La única razón por la que no lo hacía era porque yo estaba en la misma situación.
—Existen las fotografías, ¿sabías?
—No es lo mismo.
Recargué mi cabeza en su hombro y seguí su mirada. Lile e Ethan jugaban con la nueva mascota de Lile, una perrita llamada Puchiry—. ¿Por qué no la invitas a salir?
Suspiró—. Tengo miedo. Tú y yo tenemos una historia más pesada de lo que creíamos corriendo en nuestras venas.
—Tus porcentajes son mejores que los míos. Podrías pasar por un ángel si quisieras.
—No significa que mi otro lado no sea poderoso.
—Llevo mucho lidiando con lo que soy, Ed. ¿Sabes qué he aprendido de eso?
—¿Qué?
—Que somos jodidamente, geniales y no importa si tenemos sangre mixta o alas grises. Nada de eso importa. Somos quienes queremos ser y punto.
—¿Por eso dejas a Ethan intentar conquistarte? — sentí la sangre acumularse en mis mejillas.
—Aún estoy lidiando con eso. Mi punto es que tú tienes mejores oportunidades de camuflagearte. Tus diferencias no se notan. Tus alas son blancas, no cazas ni tienes gustos "excéntricos". Lile te querrá. Sabrá ver lo bello que eres.
—No es eso lo que me preocupa en realidad.
—¿Entonces?
—Me preocupa que aún tenga sentimientos por Jacob. Me vería como un tonto si le digo lo que siento y me rechaza por eso. Y si intento ser un consuelo, pareceré un oportunista.
Rodé los ojos—. Terminaron hace meses. Créeme, Lile ya lo superó de mil maneras diferentes. Deberías intentarlo.
Vi una media sonrisa curvar sus labios—. Lo haré si tú lo intentas con Ethan.
—Vamos, Ed, sabes que quieres estar con ella. No necesitamos pasar por esto.
—Son mis condiciones— dijo saliendo de la cocina.
Observé a mis amigos unos segundos más. Parecían la pareja perfecta, pero era absurdo incluso pensar que podrían estar juntos de una manera romántica. Eran como hermanos, a pesar de que muchas personas hacían comentarios tontos diciendo lo contrario. Yo los conocía muy bien. Algunas veces, quería ser como ellos. Verlos era como ver un perfecto escenario de felicidad. Era embriagante.
Mis dientes comenzaron a cosquillear y suspiré exasperada. No sería como ellos nunca, solo podía ser yo.
Me dirigí a la entrada principal de la casa de Lile y, sin anunciarle a nadie mi salida, me fui. Caminé todo lo que pude hasta que fue necesario correr. Quería rehusarme a volar y ver mis alas. No quería ser una bestia ni un monstruo.
Llegué al bosque y comencé a internarme poco a poco buscando apoyo en los árboles. Podía controlar esto. Podía controlar y decidir quién quería ser. No necesitaba cazar.
Mi cuerpo se convulsionaba y sentía mis dientes listos para atacar, pero no quería ceder. Mi olfato se agudizó y encontré varias presas potenciales cerca. No podía ceder. No podía.
Mi cabeza dolía muy fuerte. Comencé a llorar del dolor y la frustración. Debía seguir caminando, un zorro estaba cerca. Me aferré al árbol que tenía en mis manos. No lo haría. No sería eso. Podía ser quien yo quisiera.
Mordí mi mano en un intento por aguantar. No ayudó mucho, la sangre me desquició. Cacé al zorro y a otros dos animales. Los devoré como nunca antes. Bañarme en su líquido rojo se sentía asombroso.
No regresé a casa cuando terminé. Ni unas horas después. La noche cayó, pero no me moví del lugar donde me había sentado. Sabía que los chicos me buscarían. Avisarían a papá y, junto al tío Gabriel y algunos soldados, se uniría a la búsqueda. No importaba cuántas personas llegaran, no me encontrarían. Me había escondido en la copa de un árbol, ni siquiera sobrevolando el bosque me verían.
Miré el cielo y las estrellas. No quería regresar aún...
—¡Ivanna Halo, sal de donde estés ahora mismo! — escuché la voz de papá a través de un parlante. Estaba preocupado. Todos lo estaban, podía sentirlo. Pero no quería irme aún. Quería disfrutar del refugio que daba el bosque unos momentos más.
—Iv, por favor— escuché la voz de Ethan. Estaba cerca. Quizá, en la base del árbol que yo había elegido.
Mi vista se dirigió al suelo. Los divisé. Edward abrazaba a Lile resguardándola del frío. Debía estar helada.
—Señor, han pasado varias horas. Ya revisamos cada rincón. Puede que esta vez en serio se haya ido.
—No. Sigue aquí, estoy seguro. Sigan buscando.
Mi vista estaba tan desarrollada en esos momentos, que podía ver el vaho saliendo de sus bocas. Yo no sentía frío en lo absoluto, mi cuerpo emanaba un calor anormal que ayudaba a lidiar con la temperatura del ambiente.
¿Debía bajar y hacerles saber que estaba bien?
—¿Revisaron las copas? — preguntó Ethan a uno de los soldados.
—Sí. Desde arriba y abajo.
Lo vi desplegando sus alas—No hemos revisado bien. Tenemos que recorrer cada centímetro su longitud, si es posible.
—Volar aquí es imposible.
—Hagan lo que el chico dice— ordenó papá desplegando sus alas. Todos lo imitaron y se dirigieron en diferentes direcciones. ¿Cómo ese chico lograba leer mi mente?
Me acurruqué más entre las hojas. Les tomaría un tiempo llegar a donde estaba. Pensé en despistarlos, pero Ethan se daría cuenta. Después de todo, tomábamos el mismo entrenamiento en el bosque. Solo podía quedarme ahí y esperar a que no me encontraran.
Escuché un aullido a los lejos. Era Jacob. Quizá le habían avisado y se había unido a la búsqueda. O estaba haciendo su guardia.
Podía esconderme en la cabaña de la manada. No. Tenían el perímetro cubierto. No podía hacer nada, salvo esperar.
Pasaron alrededor 10 minutos hasta que escuché alguien acercarse.
—Iv, sé dónde estás. No te forzaré a salir si no quieres. Solo queremos saber que estás bien. Estamos muy preocupados. Debes tener frío— vi a Ethan quitarse su chaqueta y ponerla cerca de mi escondite—. Vamos, preciosa, regresa a casa. No sé qué sucedió, pero prometo que podemos resolverlo—. Se acercó y no me alejé. Poco a poco, alejó las hojas que me cubrían y avanzó hacia mí—. Ven. Vamos a casa. Prometo ayudar a limpiarte y quedarme contigo toda la noche.
Lo observé en silencio. No me negué cuando tomó mi mano y me sacó de mi escondite, ni cuando me cubrió con su chaqueta y me cargó. Solo lo observé con la mente completamente en blanco.
Papá y los demás estaban esperando en los límites del bosque cuando llegamos. Yo seguía en brazos de Ethan. No me soltó hasta que tuve que entrar a la ducha.
Lile preparó la bañera y Ed la ayudó a desvestirme solo dejándome en ropa interior, luego mi hermano me cargó y me depositó en la bañera. Ethan quitó su playera y tomó una esponja.
—¿Puedes quitarte el sostén o prefieres quedarte así? — no respondí—. Está bien. Lo dejaremos ahí. Pero Lile tendrá que cambiarlo—. Podía cambiarme yo sola, así que lo hice cuando Ethan terminó de lavarme.
Papá llegó a cepillarme el cabello. Dijo muchas cosas. Me abrazó, me dio besos y agradeció porque decidí regresar. Todos pasaron la noche ahí.
Me mantuve en silencio por dos días.
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