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El jardín que tenían al frente parecía casi irreal. Se escuchaba el leve sonido del agua de una fuente y suaves cantos de pájaros, aunque no se lograba visualizar a ninguno de ellos. Lo único que se podía ver era un camino de piedras blanquecinas que te sumergía hacia una frondosa colección de plantas perfectamente blancas. Jacob se cuestionaba muy seguido lo escalofriante del blanco que los rodeaba. Algunas veces incluso pensaba que las flores eran pintadas a mano igual que en los cuentos infantiles de la Tierra. No solía entrar mucho ahí, no era necesario; pero, cuando lo hacía, su mente se sumergía en una paz inmensa, eliminando todas las preguntas que tenía sobre el lugar.

—¿No cree que fue muy arriesgado mandar a Ethan como señuelo? — preguntó Jacob al hombre de barba blanca, casi tan blanca como su habitual traje. Nadie lo había visto usando otra ropa u otros zapatos. Algunos jugaban con ello diciendo que quizá nunca tomaba un baño, pero siempre lucía pulcro y olía como las flores blancas de su jardín.

—No es un señuelo. Él es el único que puede traer a Ivanna de vuelta. Además, él pidió llevar a cabo esta misión. Tengo confianza en que podrá culminarla con éxito— esbozó una media sonrisa, orgulloso. Todos ahí eran, de alguna manera, como hijos para él y tanto sus logros como sus fracasos le calaban profundamente.

—¿Y si se enamora de esa mortal?

—Ella no está destinada a quedarse con él. Su propósito es ayudar a llevar a cabo esta misión. Ninguno se enamorará más de lo que está previsto porque no es así como deben ser las cosas.

—Tampoco se suponía que Ivanna fuera raptada por Shemihaza y se convirtiera en demonio, pero pasó.

—Eso estaba destinado a suceder. La Lucha por la Supervivencia estaba prevista desde hace mucho tiempo.

—¿La qué?

El hombre lo ignoró y continuó—. Esta misión en realidad es el comienzo de ella— levantó una mano hacia el jardín y una abeja se posó en su dedo índice. Jacob quiso preguntar de dónde había salido, pero tenía prioridades.

—¿La supervivencia de quién?

—De las criaturas de las tinieblas y de las criaturas de Old Haven.

—¿Ósea que todo esto es solo parte de la absurda obsesión de Shemihaza por tener todo en su poder? ¡Es ridículo! Todos sabemos que eso jamás pasará, ni siquiera tiene oportunidad contra nosotros.

—No lo subestimes. Recuerda que fue un arcángel y conoce muy bien cómo funciona todo aquí y en la Tierra.

—Lo sé. Lo sé. Pero los sacamos de Old Haven una vez, podemos sacarlos de donde sea cuando queramos.

El hombre de barba rió y la abeja emprendió vuelo—. Así no funcionan las cosas, Jacob. Incluso ellos tienen derecho a vivir y habitar cualquier lugar del universo. Además, cuando sucedió el desalojo de esa zona, ellos decidieron irse por su cuenta. Nosotros reforzamos los límites porque era imprescindible que mantuviéramos a salvo esta zona, pero no significa que nos pertenezca. Con esta lucha podremos calmar su revuelta y evitar más tragedias como el incendio.

Suspiró—. Lo sé—. Recordaba el incendio, había estado ahí.

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—Te ves hermosa, mi amor. No puedo esperar a que nos declaren marido y mujer— Ethan sonrió al ver a su prometida.

Emma se acercó a él y puso sus manos alrededor de su cuello—. Te amo tanto, mi vida. Seremos la pareja más envidiada de todos.

—No me interesa ser la envidia de todos. Lo que me interesa es casarme contigo, tener muchos hijos y envejecer despertando a tu lado todas las mañanas— dijo poniendo sus manos en la cintura de la chica.

—¿Interrumpo algo? — Edward, amigo de Ethan, los observaba desde la puerta abierta. Sus amigos tenían llave de su departamento y usualmente no solían llegar sin avisar, pero desde el compromiso era como si quisieran interrumpirlos en cada oportunidad posible. No era algo que le molestara porque lo consideraba una forma de demostrar que no querían ser dejados a un lado después de que se casara.

Ethan se alejó de Emma y lo saludó—. Ed, hermano, ¿qué te trae por aquí?

—Estaba pensando que podíamos salir hoy Lile, tú y yo a recordar los viejos tiempos. Hace mucho que no vamos al bar.

—Creo que he tenido muy ocupado a Ethan últimamente— la chica rió—. Deberías salir con Edward, mi amor.

—¿Eso está bien para ti?

—Claro que sí.

—Te espero en el auto, Ethan. Hasta luego, Emma— dijo Edward dando la vuelta, dispuesto a irse.

—Cuidas bien a mi Ethan, ¿eh? — agregó la chica con una sonrisa, pero el chico de rulos no le tomó importancia.

—Ajá— respondió y se fue.

Un gruñido escapó de la garganta de la morena—. No entiendo por qué Edward se comporta así. No le he hecho nada y siempre se comporta como si yo fuera una piedra en su zapato.

—No te lo tomes personal, cariño. Edward es así. Ninguna de mis novias le ha agradado nunca. Ni a él ni a Lile.

—Pero al menos Lile intenta fingir que sí le agrado. No lo hace muy bien, pero lo intenta. Edward solo me ignora o hace caso omiso a mis palabras— bajó la mirada visiblemente triste.

—Hablaré con ellos, ¿sí? En unos meses serás mi esposa y tendrán que aceptarte.

—Está bien. Ahora ve a divertirte, guapo.

Ethan sonrió y depositó un beso en sus labios—. Eso haré. Te veo luego.

El castaño salió de su departamento con un remordimiento enorme. Le dolía que sus amigos trataran así a Emma. Las cosas eran diferentes, ya no se trataba de amoríos juveniles, sino de una propuesta de matrimonio que se culminaría en unos meses con una mujer asombrosa esperándolo en el altar, tenían que aceptarla tarde o temprano.

—Ethan bajará en unos minutos. ¿Estás segura de lo que dices? — cuestionó Edward entrando a su auto.

—Claro que sí. Ayer Jacob me avisó que Ivanna vendrá a la Tierra. Quiere romper el compromiso de Ethan.

—¿Crees que aún lo recuerde?

—Probablemente solo sea algún juego de los demonios.

—Pero ¿y si no lo es?, ¿y si nos recuerda a todos?

—Si así fuera, no la dejarían salir del infierno, Ed. Seguramente, solo quieren divertirse un poco en la Tierra.

Edward suspiró. Su mente divagó unos segundos y los recuerdos del incendio, el momento en que su familia se separó, comenzaron a llegar a él.

—La recuperaremos— dijo la rubia apretando su hombro desde el asiento trasero, cortando de raíz los recuerdos. Tenía el don de saber cuándo entrometerse—. Esta misión es para eso y no planeamos fallar. Además, tenemos a Ethan con nosotros. Ambos sabrán encontrarse.

—Pero Ethan no recuerda nada. E insiste en salir con esa chica que me pone los pelos de punta.

—No es su culpa y lo sabes. Él ama a Ivanna con todas sus fuerzas, solo que ahora no lo recuerda. Todo esto terminará en algún momento, es solo cuestión de tiempo.

—Me harté de esperar al tiempo. Estoy seguro de que cuando vea a Ethan o a nosotros, lo recordará todo. Tengo fe de que así sea. Ya hemos esperado suficiente.

—La fe no es más que una hormiga en este campo de guerra— suspiró melancólica.

—¿Sabes? Aún sigo odiándome por ese día. Debí haber estado más atento, pude haber hecho algo— Lile sintió que su pecho dolía con sus palabras. El día del rapto ellos estaban en una cita. Probablemente, la cita más importante de su existencia. Y ella no la renegaba en absoluto.

—Todos pudimos haber hecho algo, pero no sabíamos lo que sucedería. Somos ángeles, no videntes.

—Las cosas pudieron haber sido diferentes si al menos uno de nosotros hubiera estado atento.

—Deja de seguir viviendo en ese recuerdo, Ed. Tenemos que enfocarnos en el ahora y en lo que venga.

Ethan subió al auto de Edward terminando con su conversación. —Lamento haberlos hecho esperar. Hola, Lile.

—Hola, Eth. ¿Listo para divertirnos?

—Más que listo— contestó el castaño sonriendo divertido. Incluso en la Tierra, y sin recuerdos, había notado el enamoramiento de la rubia por Edward. Llevaba años intentando persuadirla de salir con él, pero no había tenido éxito—. Chicos, quería hablar con ustedes— dijo con un semblante más serio.

—¿Sobre qué? — preguntó Lile alejando sus pensamientos. No era momento de ponerse a recordar.

—Sobre Emma.

Edward rodó los ojos visiblemente fastidiado mientras ponía el auto en marcha y se adentraba al tráfico urbano—. ¿Qué sucede con ella?

—Chicos, no entiendo por qué la tratan así. Emma es mi prometida y pronto será mi esposa. No me gusta la forma en que se comportan, la hacen sentir mal.

—Lo sentimos, pero es que ella no nos agrada mucho— Lile hizo una mueca.

—Tampoco les agradaba Sara, Leila, Vanessa, ni ninguna de mis otras novias. Jamás entendí por qué. Al comienzo, pensé que eran ellas, así que salí con todo tipo de chicas para ver cuál creían que era la más adecuada para mí, pero nadie les agradaba, así entendí que ellas no eran el problema, sino ustedes. Podía llegar a salir con la chica más dulce y adorable del mundo y a ustedes no les agradaba ni un ápice.

—¡Es porque ninguna de ellas era...!

—¡Edward! ¡El alto! — exclamó Lile estirando la mano con la palma abierta.

El auto se detuvo inmediatamente, provocando que las llantas chirriaran y sus cuerpos se impulsaran hacia el frente. Por suerte, los cinturones de seguridad los mantuvieron en sus asientos. La calle estaba despejada, por lo que ningún auto los había impactado por detrás.

Ethan estaba desconcertado. No porque casi se pasaban un alto, sino porque podía haber jurado que el semáforo acababa de ponerse en verde y cambió en el momento en el que Lile estiró la mano. "Quizá fue una falla técnica", pensó. Mientras, entre Lile y Edward se llevaba a cabo una pelea telepática.

Sí, Lile había tenido que exponer sus poderes y cambiar el semáforo, pero no podía dejar que Edward revelara nada sobre Ivanna, debía controlar sus impulsos. Habían sacrificado mucho para llegar donde estaban y no dejaría que sus berrinches lo arruinaran todo. Ella extrañaba a Ivanna tanto como él, pero Ethan no podía entrarse de la verdad aún.

El semáforo volvió a cambiar y Edward volvió a poner el auto en marcha. Lile ya había terminado de reprenderlo cuando Ethan logró volver en sí.

—Eso fue un poco extraño.

—¿Extraño? A mí me pareció que fue una imprudencia, ¿no, Edward? — lo reprendió con la mirada a través del espejo retrovisor. Él solo gruñó.

—No me refiero a eso. Puedo jurar haber visto el semáforo cambiar a verde unos segundos antes de que tú levantaras la mano y cambiara de nuevo a rojo.

Lile rió disimulando su nerviosismo. Era muy mala para mentir—. ¿Insinúas que yo lo hice cambiar?, ¿ahora soy Súper Lile?

Ethan se unió a sus risas—. Claro que no. Simplemente, fue algo extraño.

—Seguramente está descompuesto— sugirió Edward.

—Sí, debe ser eso— aceptó el castaño y nadie volvió a hablar del tema.

Siguieron el camino hacia el bar de siempre, tratando de olvidar lo que acababa de suceder. Ethan se convencía de que el semáforo tuvo una falla técnica. "Fue solo una coincidencia", se repetía. Sin embargo, una pequeña espinita que le decía que todo era una mentira. Edward y Lile lo sabían, pero confiaban en que su lógica mortal tomaría partido y todo sería olvidado. Después de todo, ser humano era su primera naturaleza.

La historia de Ethan no comenzó en Old Haven, sino en la Tierra.

Jeremiah, su padre, había visitado la Tierra en la época de la Revolución Francesa en forma de ángel guardián disfrazado de soldado, ahí conoció a Émilie, esposa de un hombre alcohólico y golpeador del que nunca quiso saber nada, ni su nombre.

Cada cierto tiempo debía regresar a Old Haven, pero siempre terminaba ofreciéndose como voluntario­ para poder bajar y verla otra vez. Sus amigos le habían dicho que dejara a la mujer seguir su vida y la olvidara, pero no pudo. Consiguió la manera de acercarse a ella, la cortejó por un tiempo y la conquistó.

Cuando su esposo supo de su embarazo, la golpeó de una forma tan brutal, que casi la mató. Jeremiah pidió que la dejaran subir. Ofreció su vida a cambio de salvarla a ella y a su hijo. Podían incluso expulsarlo, estaba dispuesto a vivir una vida en la Tierra con ellos de ser necesario, solo necesitaba que estuvieran a salvo en ese momento. El hombre de barba blanca accedió y permitió que los 3 vivieran tranquilamente en Old Haven, sin sacrificios ni pagos de por medio.

Al llegar a su encuentro, junto con los otros ángeles encargados de la transición, su pulso era casi nulo, pero su hijo estaba intacto. Ella lo había protegido todo lo que había podido.

—No podemos asegurar que él aguante la transición— indicó el designado como médico.

—Lo hará, sé que lo hará. Por favor, solo sálvenlos.

Jeremiah se concentró en el pequeño feto de 5 meses que habitaba el vientre de su amada. Mentalmente, le expresó todo su amor. Le pidió que luchara por mantenerse vivo y le prometió amarlo incluso si no podía.

Los demás ángeles se concentraron y, en unos minutos, Émilie estaba envuelta en un resplandor azul. Sus heridas, internas y externas, se curaban frente a sus ojos en cuestión de segundos. Su pulso recuperaba fuerzas y su cuerpo cambiaba su constitución.

Al terminar, todos quedaron atentos esperando escuchar los pequeños latidos del cuerpecito que luchaba por sobrevivir y, al cabo de unos inquietantes segundos, ahí estaban. Su cambio tomó más tiempo que el de su madre, pero superó todo sin problemas: la transición de su madre, el ascenso hacia su nuevo hogar y su propia transición. Su fortaleza era como ninguna, y todos sentían cierto respeto y admiración hacia él por ello. En ocasiones, le decían que su origen era su súper poder. Y justo ahora, definitivamente lo era.



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