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-19-

Ivanna no dejaba de dar vueltas en la cama bañada en sudor. Cualquiera que la hubiera visto creería que estaba teniendo una pesadilla, pero no era así.

Joseph sabía que la estaba forzando mucho, pero tenía que hacerlo, era hora. Frunció el ceño. Tenía la frente perlada de sudor. Se estaba concentrando como nunca antes. Ivanna luchaba por despertar, pero no podía permitírselo hasta que la proyección que le había mandado terminara. No podía explicar exactamente cómo, pero la caja donde estaban sus recuerdos había sido entregada a Old Haven y el hombre de la barba blanca le había pedido actuar.

Miles de imágenes pasaban por el subconsciente de Ivanna, haciendo que su cabeza doliera. Su cuerpo quería detener esa transmisión, pero le era imposible. Toda una vida, diferente a la que ella conocía, pasaba frente a sus ojos. Imágenes felices, tristes, de disgusto; momentos hermosos, momentos inolvidables. Muchas caras y sonrisas, al igual que lugares y lágrimas.

Logró reconocer, entre todas esas imágenes, la proyección que tuvo en el Starbucks cuando el olor del capuchino inundó sus fosas nasales. También reconoció escenas de ella e Ethan besándose, así como ese sueño que había tenido recientemente. No tenía tiempo de asimilar lo que veía. ¡Estaba pasando todo tan rápido!

Edward y Jacob aparecieron en el vestíbulo del departamento atrayendo la atención de Elliot y Roger. Debían cerciorarse de que los demonios dejaran a Joseph hacer su trabajo.

Roger se abalanzó sobre ellos y Elliot transportó a todos al techo del edificio. Comenzaban a verse claros vestigios de una tormenta naciente.

Los hermanos se vieron el uno al otro. Tenían que pelear, pero no sentían la fortaleza para hacerlo entre ellos, no después de todo lo que habían pasado. Elliot tomó el primer pasó y se abalanzó sobre Jacob dejando a Edward a merced de Roger. El pequeño podría hacerse cargo de él.

Las gotas comenzaron a caer sobre la ciudad acompañadas de truenos. La tormenta se tornaba densa muy rápido.

Ethan despertó sobresaltado. Algo no estaba bien. Giró su vista hacia la ventana y vio la tormenta que caía sobre la ciudad. Su instinto le decía que Ivanna lo necesitaba, debía ir con ella.

Se levantó de la cama, tomó una chaqueta y se dirigió a la puerta de su departamento. Abrió, dispuesto a ir a buscar a Ivanna y protegerla, pero Lile bloqueó su paso.

—¿A dónde se supone que vas con esta tormenta? — lo riñó como si fuera su madre, así como lo hacía siempre.

—Déjame ir, Lile.

—¿Con esta tormenta? Mejor entremos y tomemos un café.

Ethan frunció el ceño—. ¿Qué está sucediendo con Ivanna?

Lile suspiró—. Eth, sabes que yo también quisiera estar ahí, pero no es un buen momento. Podrás verla luego.

—Déjame salir o le diré a Edward que aún amas a Jacob.

—Qué maduro de tu parte. ¿Por qué no le dices también que secretamente acoso a ambos?

—No estoy jugando.

—Yo tampoco. Deja de ser tan terco por una vez en tu existencia.

—Dime qué sucede.

—Te diré, pero solo si prometes no ir.

Ethan suspiró frustrado— Está bien.

—Joseph está intentando regresarle la memoria a Ivanna mientras duerme.

—¿En serio?, ¿y qué hay de los demonios que la custodiaban?, ¿no se darán cuenta?

—Edward y Jacob se están encargando de ellos.

—¿Qué? Tengo que ir y ayudarlos— hizo a la chica a un lado y salió de su departamento.

—No, Eth. Escúchame— lo seguía Lile.

—No dejaré a mi hermano solo. No esta vez.

Justo cuando Ethan salió de su departamento, un rayo cayó a las afueras del edificio, dejándolo inconsciente. Lile lo vio asustada. No quería tener que recurrir eso, pero ese cabeza dura no dejaría que le explicara nada. Se acercó con miedo de haberlo lastimado, pero todo indicaba que seguía sano y salvo. La planta del pasillo había sido quien recibió los daños de la onda expansiva.

Ivanna se despertó con un enorme dolor taladrando su cabeza. Sentía que, si no hacía algo para detenerlo, su cerebro comenzaría a sangrar y terminaría hecho pedazos.

Sintió unas manos posándose en su cabeza justo cuando dejaba escapar un pequeño grito de dolor. Las manos comenzaron a acariciar su cabello, haciendo al dolor disminuir notablemente. En unos segundos, el dolor desapareció.

Levantó su cabeza para ver a su acompañante. Vio la sonrisa del chico y comenzó a recordar todo.

—¿Jacob?

—Hola, Ivanna. ¿Me recuerdas?

—Sí.

—¿Cómo te sientes?

—Extraña.

—¿Recuerdas qué ha pasado? — preguntó Joseph apareciendo junto a Jacob.

—¿Joseph?

—Sí. También yo vine a bendecirte con mi presencia. Dinos, ¿recuerdas qué ha pasado?

—Fui raptada por los demonios, me arrancaron las alas, borraron mis recuerdos y me hicieron creer que era una de ellos. Lo recuerdo todo. ¿Dónde está Ethan?

—Calma, Julieta. Tu Romeo está bien.

—Joseph, tú fuiste quién reconstruyó mis recuerdos, ¿cierto?

—Así es. Debo decirte que fue muy difícil. Sigues siendo una cabeza dura. Peor que Ethan— rió. Ivanna se unió a su risa. No eran amigos muy cercanos, pero se llevaban bien. Cuando no podía hablar directamente con el hombre de la barba blanca, hablaba con él. Era algo así como el segundo a cargo en La Oficina.

—¿Qué sucedió con Elliot y Roger?, ¿y Edward?, ¿dónde están?

—Nos encargamos de ellos. Edward está encerrando a Roger con ayuda de Elliot— respondió Jacob—. Ahora nosotros seremos tus custodios.

—¿Qué hay de Ethan?

—Digamos que él tiene sus propios problemas en este momento. Lo verás por la mañana. Ahora descansa un poco.

Elliot y Edward llegaron a su punto de encuentro en el bosque completamente exhaustos. Habían encerrado a Roger en una prisión abismal a cargo de arcángeles y habían fingido el encierro de Elliot para no levantar sospechas. Era peligroso que supieran sobre su alianza. Debía estar oculto por un tiempo.

Azael, que había estado atento a todo, apareció frente a ellos.

—¿Están bien?

—Sí, padre. Todo ha salido como lo planeamos— contestó Elliot. Edward seguía molesto con él.

—Perfecto. Aún debemos quitarle a Ivanna la parte que Shemihaza implantó en ella. Podrá volver a Old Haven después de eso.

—¿Y qué hay de la lucha?

—¿Qué lucha? — preguntó Edward hablando por primera vez.

Azael lo miró—. Shemihaza no piensa detenerse. Por años ha planeado lo que llama 'La Lucha por la Supervivencia', que no es más que un capricho suyo.

—¿Y cuándo se supone que será esa dichosa lucha?

Azael y Elliot se miraron.



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