-18-
Ivanna escuchó alguien llamar a la puerta de su oficina y sonrió. Seguro era Ethan. Un momento, ¿desde cuándo la ponía feliz que él quisiera a verla? Esa no era ella. ¿Sonreír cuando llaman a la puerta?, ¿sonrojarse como adolescente? El sueño de verdad la estaba afectando.
Abrió la puerta y su corazón se aceleró. Se reprendió mentalmente antes de salir de su oficina y cerrar la puerta tras de sí.
—Te ves hermosa— dijo el castaño casi enternecido.
—Me viste hace poco.
—Pues a mí me parece que te pusiste más hermosa— ofreció su brazo e Ivanna lo entrelazó con el suyo.
—Solo han pasado unas horas.
—A mí me han parecido décadas. Largas y duras décadas.
—Estás actuando un poco extraño— rió—. ¿Iremos al restaurante hindú de la otra vez?
—Iremos donde sea que quieras ir— respondió él sonriendo.
Julie y Emma iban riendo por la calle. Habían visto un vestido muy extravagante en un aparador y Julie había dicho que parecía hecho exclusivamente para Lady Gaga e incluso había imitado a la cantante recibiendo un premio usándolo.
Llegaron a la recepción del restaurante y pidieron una mesa para dos. Las condujeron a su mesa y ambas tomaron asiento aún afectadas por la risa.
Emma vio cómo la pelirroja dejaba de reír abruptamente y se ponía pálida. Siguió su mirada para ver qué era lo que la había sorprendido tanto y su corazón se rompió en mil pedazos. Ethan estaba besando a una mujer de piel morena y cabello negro. Seguro era la dichosa Ivanna.
Sintió cómo las lágrimas bajaban por sus mejillas. Julie se levantó dispuesta a dirigirse hacia él, pero ella la detuvo inmediatamente.
—No vayas.
—¡No puede estar haciéndote esto! ¡Voy a ir a decirle unas cosas!
—No. Por favor, Julie, solo vámonos a otro lugar— pidió llorando. La pelirroja la abrazó.
—Lo lamento tanto, Em. No debí haberte traído.
—No fue tu culpa. Llamaré a mis padres hoy.
—Esta vez no lo dejes retenerte— pidió separándose.
—No. Ya no dejaré que siga usándome.
Ivanna estaba desconcertada por el beso. La había tomado desprevenida, pero decidió seguirlo porque había visto entrar a la misma mujer de la otra vez unos segundos antes. Era hora de ganar esa apuesta.
Los labios de Ethan comenzaron a separarse de los suyos y un nuevo miedo la embargó. Posó sus manos alrededor de su cuello y lo atrajo hacia ella. Sintió cómo el chico sonreía sobre sus labios. Unos segundos, después se separaron.
—No creo que sea necesaria mi disculpa— dijo el castaño sonriendo.
Se acomodaron en sus asientos cuando el que el camarero llegó a tomar su orden. Ivanna pudo ver cómo la pelirroja salía del lugar junto a su acompañante, que parecía estar llorando. Seguramente era la prometida de Ethan. Un pájaro menos.
Había ganado la apuesta. Podía regresar al infierno y reclamar a sus esclavos, pero quería quedarse un poco más para averiguar qué se traían todos entre manos y cobrar venganza de ser necesario.
Después de regresar de la cita, Ethan dejó a Ivanna en su oficina y se dirigió a la suya. Sonrió al cerrar la puerta tras de sí. La había besado. Después de décadas sin ella, la había besado.
Cuando Joseph le devolvió sus recuerdos sintió un horrible dolor de cabeza mientras su cerebro procesaba toda la nueva información. Jacob había usado sus poderes para disminuir el dolor lo mejor que había podido, pero no se había ido por completo. Una vez recuperado, abrazó a todos uno por uno con mucha fuerza.
Su sonrisa desapareció en el momento en el que recordó a Emma. La había engañado. Estaba consciente de que la estaba engañando. Suspiró. Tenía que encontrar una forma de separarse de ella y no lastimarla en el proceso. Quería recuperar a Ivanna, pero no quería que Emma saliera lastimada, no era justo.
Salió de su transe en el momento en que Joseph aparecía en su oficina.
—Tienes suerte de que recuerde todo, si no, te aseguro que me hubieras producido un infarto. No puedes estar apareciéndote de la nada.
—Los humanos no pueden verme. Técnicamente nadie, excepto tú, puede verme en este preciso momento. Tengo que hablar contigo.
—¿Sobre Ivanna?
—Exacto. Se supone que debo hacerla recordar también.
—¡Y por qué no lo has hecho!
—No es tan sencillo. Sus recuerdos están guardados en una caja obscura custodiada por los guardianes de las tinieblas. Además, con esos demonios cerca, es difícil hacer algo. He estado intentando hacerla recordar por medio de recuerdos compartidos y sueños. Los olores han resultado bastante útiles.
—¿Olores?
—Sí. Muchas veces, cuando pierdes la memoria, tu cerebro suele reaccionar favorablemente con olores relacionados a tus recuerdos.
—¿Sucede lo mismo con el sentido del tacto?, ¿también reacciona con los recuerdos?
—No estoy muy seguro. No lo he intentado. ¿Por qué?
Ethan sonrió—. Creo que es hora de intentarlo.
—Ethan, sé que has extrañado a Ivanna y la quieres junto a ti, pero no olvides a la humana con la que te comprometiste. No es justo para ella que sigas con esto mientras tengan una relación.
—¿Nos viste?
—Tengo que vigilarlos, es parte de mi misión.
—Yo también he pensado en eso, pero no se me ocurre cómo separarme de ella sin lastimarla.
—Créeme. Ya está más que lastimada.
El castaño frunció el ceño—. ¿A qué te refieres?
—Tengo que irme. Tenemos compañía— dijo y desapareció.
Ivanna seguía pensando en el beso. Si ellos realmente estuvieron juntos y perdieron sus recuerdos, su corazón debía recordarlo. Y los corazones no mienten, de eso estaba segura. Su hermano lo decía siempre... Espera, ¿hermano?
—Tenemos que irnos— anunció Elliot entrando de improvisto a su oficina—. Roger está punto de explotar. Una pequeña intentó jugar con él en la calle. Necesito de tu ayuda. Necesitamos llevarlo lejos de aquí antes de que algún ángel aparezca y lo de ayer se repita. No me he recuperado del todo y no creo tener fuerzas suficientes para volver a pelear.
—¿Acaso Roger piensa aniquilarla? —se levantó disipando sus pensamientos—. De verdad debe aprender a controlar su temperamento.
Justo cuando estuvo cerca de Elliot, éste la rozó y la dejó inconsciente. La tomó en brazos y cerró la puerta con seguro detrás de él.
—La tengo, padre.
—Perfecto. Tráela inmediatamente. Edward mantendrá a los demás ángeles lejos.
—¿Qué pasará después?
—Recuperará sus recuerdos. Debes quedarte cerca. Ni Roger ni Shemihaza pueden enterarse, ¿me entendiste?
—¿Y si vienen por ella?
—Finge una pelea. Debemos mantener un perfil bajo hasta que llegue el momento.
—Está bien, padre.
—Cuídense.
Elliot cerró los ojos y desapareció de la oficina con su hermana en brazos.
El castaño llegó a su departamento sintiendo el cansancio ganando fuerza con cada paso que daba. Había sido un día duro, no solo porque Joseph le había devuelto sus recuerdos, Jack lo estaba presionando con el proyecto. Tenían que terminarlo antes de la próxima semana y aún debían ajustar varios detalles.
Entró a su hogar y encontró tres cajas rotuladas y unas maletas en la sala. ¿Acaso Emma quería dejarlo otra vez? Fue hacia la habitación para hablar con ella. Debía dejarla ser feliz.
—Emma, ¿qué significan las cajas y las maletas que están en la sala?
—Te dejo— dijo mirándolo fijamente. Tenía los ojos húmedos y rojos—. Te vi besándote con otra. Fui con Julie al restaurant hindú del que siempre hablas y te vi. Seguramente esa es la famosa Ivanna.
—Déjame explicarte...
—¿Por qué no simplemente, me lo dijiste? Te hubiera comprendido. Si no eras feliz conmigo, debiste decírmelo.
El chico se acercó a ella queriendo hacer contacto físico, pero ella lo rechazó—. Claro que soy feliz contigo. Eres asombrosa.
—¿Entonces por qué me engañas?
—No lo sé. No te engañaba, te lo juro. Hoy fue la primera vez que sucede.
—¿Me engañaste porque ella es más atractiva, o porque yo no quiero tener intimidad con nadie hasta que me case? — preguntó con lágrimas cayendo por su rostro.
—No. No fue por nada de eso— reprimió las ganas de limpiar sus lágrimas. No quería incomodarla—. Eres hermosa y tu promesa me parece increíble.
—¿Entonces?
Ethan suspiró—. Con ella tengo una conexión más antigua, de mucho antes de conocerte. En serio lo lamento tanto, Emma. Lo último que quería hacer era herirte.
—Me iré con mis padres.
—Lo entiendo. ¿Quieres que te acompañe?
Desvió su mirada hacia otro lado. Ya no podía seguir viéndolo—. No. Necesito tiempo para aclarar mis ideas.
—En serio lo lamento. Eres una mujer asombrosa, pero creo que no soy yo a quien le corresponde tenerte.
—Esto es tuyo— dijo entregándole el anillo de compromiso que le había dado unas semanas antes mientras tomaba su bolso.
—Gracias por todo, de verdad. Me hiciste un hombre muy feliz. Ojalá puedas serlo también, con la persona indicada.
—Igual tú— salió evitando su mirada. Julie la estaba esperando en su auto. Había albergado la esperanza de que el chico intentara retenerla. Habría sentido que su amor fue real si lo hubiera hecho, pero él solo la dejó ir.
El castaño tenía un sabor agridulce. Se sentía culpable, pero a la vez feliz. No había esperado que las cosas sucedieran de esa manera y tan repentinamente.
Sonrió. Al parecer, estaba recibiendo una pequeña ayudadita desde arriba.
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