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-16-

Después de tomar el desayuno con Emma, se fue al Starbucks de siempre para encontrarse con Lile y Edward. Al llegar, vio al primo de Lile sentado junto a los demás. Se percató del brillo que adoptaron sus ojos al verlo y, por un momento pasó por su cabeza la idea de que el chico tal vez sentía algo por él.

—Hola, Ethan. Espero que no te moleste, pero invité a mi primo.

—No me molesta en lo absoluto. Hola a todos.

—¿Sucedió algo? Te ves decaído— preguntó Edward.

Ethan suspiró—. Emma estuvo a punto de dejarme hoy. Creyó que la estaba engañando.

—¿Y por qué creyó eso? — cuestionó Lile frunciendo el ceño. Estúpido.

—Por...

Ethan no pudo terminar la oración, ya que algo captó su atención. Los demás ángeles sintieron la presencia de los demonios y siguieron su mirada para encontrarlos.

Elliot, Roger e Ivanna estaban entrando a la cafetería. Elliot venía alardeando algo que los aburría terriblemente, así que no le estaban prestando mucha atención. Roger sintió la vista de los ángeles sobre ellos y se giró en su dirección en actitud defensiva. Ethan saludó a Ivanna y ésta le correspondió el saludo sin problema.

—Creo que deberíamos irnos— susurró Roger en el oído de la chica.

—No creo que haya problema en que nos quedemos. Les incomodaremos más a ellos que ellos a nosotros.

—Solo te advierto que, si uno se me acerca, las cosas se pondrán mal.

—Calma, Roger— dijo tomándolo del brazo—. No gastes tus energías en ellos. Solo déjame ganar la apuesta y nos iremos de la Tierra. Ahora vamos por un capuchino.

Los ángeles vieron cómo los demonios se acercaban al mostrador. Elliot seguía alardeando. Ni siquiera se había inmutado ante la presencia de los ángeles.

Ivanna sintió a Roger ponerse cada vez más tenso y decidió que era hora de irse. Eran más ángeles de los que un demonio como Roger podía soportar.

Ethan se levantó de su asiento y fue en dirección a Ivanna. Sentía una fuerte sensación de peligro, pero también sentía que era descortés de su parte no saludarla.

Los demás ángeles se alarmaron. Sentían la tensión que Roger estaba irradiando. Edward y Lile intentaron detenerlo, pero fue muy tarde. Jacob se levantó de su asiento preparándose para lo que viniera. Si era necesario, utilizarían sus poderes para inmovilizar al grandulón.

Joseph llegó a tiempo para presenciar la escena. Decidió dejar a los otros lidiar con ello por ahora. Si las cosas se ponían mal, entonces tomaría cartas en el asunto. Congelaría el tiempo, se aproximaría a Roger y usaría sus poderes mentales para hacerlo desistir. No sería un problema. Quizá la interacción ayudaría a los tórtolos a liberar sus recuerdos.

—Hola, Ivanna.

—Hola, Ethan.

—Tienes buena compañía últimamente— un dejo de celo sobresaliendo.

Ivanna rió—. Comenzando por un castaño de ojos miel que me invitó a un restaurante hindú. Realmente, me gustaría repetir.

—Claro. Podemos repetir cuando quieras.

—¿Qué tal hoy?

—De hecho, hoy ya tenía un compromiso— dijo con una mueca.

—Entonces será otro día.

—Puedo posponerlo...

—No, no. Podemos dejarlo para otro día, en serio.

—¿Está bien mañana?

—Claro— aceptó con una sonrisa.

—Vámonos ya— pidió Roger con los dientes apretados.

—Oye, amigo, ¿estás bien? Estás temblando— Ethan intentó tocarlo. Temía que algo le sucediera a Ivanna estando junto a él.

El demonio no pudo contenerse más y explotó, transformándose en una bestia de al menos 2 metros de altura. La forma original.

Edward y Jacob lo embistieron mientras Lile se posicionaba frente a Ethan, lista para protegerlo. Elliot los observó atónito, no había tenido tiempo de reaccionar.

Joseph actuó rápido. Congeló el tiempo, dejando a los humanos ajenos a la escena. Había esperado que los demonios y los ángeles también se congelaran, pero no lo hicieron. Ellos no eran mortales y el tiempo mortal parecía no afectarlos. Se dio cuenta de que tampoco Ethan se había congelado, seguramente por su esencia de ángel. Esto no era bueno.

Jacob y Edward se abalanzaron hacia Roger cuando intentó aproximarse a Ethan nuevamente. Elliot intentó sacarlos de en medio, pero Edward lo tacleó impidiendo que liberara a Roger.

Ivanna estaba inmóvil y en shock, igual que el castaño. La escena debería ser algo normal para la chica, había visto a los demonios perder el control miles de veces; pero, por alguna razón, justo en ese momento sentía miedo.

Lile había intentado llevarse al chico, pero parecía tener los pies pegados al suelo. Vio a Roger intentar acercarse a él nuevamente y desplegó sus alas, lanzando un resplandor enorme como un mecanismo de defensa. El brillo lastimó los ojos de los Roger, haciéndolo tambalear.

Elliot se aproximó a Ivanna parpadeando para ver mejor. El brillo lo afectaba un poco también.

—¿Piensas quedarte parada? — gritó el moreno tomando su brazo.

Ivanna salió del shock. Una sensación cálida había recorrido su cuerpo cuando el brillo comenzó, pero el toque de Elliot lo disipó por completo y, sin pensarlo mucho, ella también se transformó.

Los ángeles quedaron atónitos. No sabían exactamente qué era lo que Shemihaza le había hecho a Ivanna cuando la raptó... hasta ahora.

***

Ethan despertó en un sillón un poco desorientado. Tenía un trapo húmedo en la frente. Su cabeza dolía un poco.

—Despertaste. Nos diste un buen susto— comentó Jacob.

—¿Dónde estoy?

—En mi departamento— contestó Lile—. Te desmayaste y te golpeaste la cabeza.

—Un doctor te revisó y dijo que no tenías nada grave y que debías descansar mejor— añadió Edward.

—¿Qué pasó con Ivanna? — preguntó incorporándose.

—Se asustó un poco, pero le aseguramos que estarías bien, así que fue a trabajar— lo calmó Lile.

—¿Desayunaste algo esta mañana?

—Claro que sí. Emma preparó el desayuno, como todos los días.

Una imagen pasó por su mente nublando su vista. No podía moverse o escuchar a sus amigos, estaba en transe.

Vio cómo los demonios se abalanzaron sobre los ángeles nuevamente. La bestia en la que Ivanna se había convertido comenzó a arrancar algunas plumas de las alas de Lile, que se convertían en cenizas cuando las arrojaba al viento. Edward la veía estoico. No sabía qué hacer.

—¡Edward! ¡Ayuda a Lile! — le gritó Jacob peleando con Roger y Elliot, que no se había transformado y fingía debilidad.

Edward salió de su transe y, con lágrimas en los ojos, se abalanzó sobre su hermana, sacándola de encima de Lile. La rubia se recuperó un poco y se unió a Edward. Ambos lastimaron un poco el brazo izquierdo de Ivanna para alejarla.

Lile se dirigió inmediatamente hacia Ethan y lo abrazó elevándose en el aire. Vio cómo Jacob arrojaba a Roger a una esquina e Ivanna arrojaba a Edward contra una pared.

—¡Vámonos! — les gritó.

Los ángeles se apresuraron a seguir a Lile e Ethan pudo ver cómo Elliot se acercaba a comprobar a Ivanna, que poco a poco regresaba a su forma normal.

Una vez lejos del alcance de los demonios, los ángeles se dieron cuenta de que el tiempo terrenal estaba detenido.

—Ethan, ¿estás bien? — escuchó la voz de Lile y la imagen comenzó a disiparse.

—¿Eh? Sí.

—¿En qué pensabas?

—Tuve un sueño muy extraño. Ustedes eran ángeles y estaban peleando con Ivanna y sus otros acompañantes, que eran demonios.

Jacob rió—Fue un golpe duro.

—Eso creo— no sentía que fuera un buen momento para exponer sus dudas—. ¿Qué hora es?

—Es hora del almuerzo— contestó Lile.

—¿No fueron a trabajar?

—Hablamos con Jack. Dijo que esperaba que te recuperaras pronto y nos dio el día libre.

—¡Demonios!

—¿Qué sucede? — preguntó Edward alarmado.

—Se supone que iría por Emma y la llevaría a comer.

Ethan llegó corriendo a la editorial en la que trabajaba Emma. La vio junto a Julie, visiblemente triste. Se aproximó a ella.

—Cariño, lamento el retraso. Tuve un pequeño percance.

—La hora de comer ya pasó. Será mejor que regreses a trabajar— dijo seria.

—En serio lo lamento, cariño.

—Te di otra oportunidad porque creí en lo que me dijiste, pero sigo siendo una tonta ingenua que no se da cuenta de la realidad. Mejor regresa con la tal Ivanna y deja que yo me vaya con mis padres.

—No digas eso, mi amor— dijo tomando sus manos entre las suyas—. Te juro que quería llegar a tiempo, pero tuve un pequeño percance...

—¿Por qué no simplemente dices la verdad? — pidió con las lágrimas resbalando por su rostro—. Te comprendería si me dijeras que ya no me amas y que quieres a otra. Te dejaría libre si solo me dijeras la verdad. No quiero que sigas jugando conmigo. Me siento como una estúpida.

—No estoy jugando contigo, jamás lo haría— suspiró—. No quería decirte la verdad porque no quería preocuparte, pero llegué a esta hora porque me desmayé en el Starbucks temprano y me golpeé la cabeza. Desperté en el departamento de Lile hace unos minutos y vine corriendo a verte.

—¡Oh por Dios! ¿Estás bien?

—Sí. Un doctor me revisó y dijo que no tenía nada grave. No tienes de qué preocuparte. Mi jefe me dio el día, así que, ¿por qué no me quedo contigo y vamos a comer cuando salgas? Quiero compensarte.

—Está bien— aceptó ella con una media sonrisa. Tenía razones muy válidas, no podía seguir enojada con él.

El celular de Ethan sonó y éste se disculpó mientras se alejaba para contestar. Julie aprovechó ese momento para acercarse a Emma.

—No sé tú, pero yo no veo ninguna venda ni nada que indique que se golpeó la cabeza.

—Tal vez no se lastimó.

—Si estuvo inconsciente desde la mañana, no creo que hubiera sido simple golpe. Su dúo de minions no lo habría dejado pararse si fuera así.

—¿Piensas que miente?

—Antes lo apreciaba por el amor que te tenía. Ahora lo creo capaz de todo.

Emma dirigió una mirada decepcionada hacia Ethan. Había cambiado mucho últimamente.



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