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-15-

Elliot caminaba a través del bosque. Había dejado a Roger a cargo de Ivanna con la excusa de que necesitaba avisar al rey de la llegada del otro ángel. El demonio aceptó, quería mantenerse alejado de la ira del rey.

Para su suerte, había podido ahorrarse la caminata kilométrica. Los ángeles ya sabían de ellos, así que un poco de poderes de vez en cuando no era un problema.

—¿Ya llegaste? — escuchó en su mente.

—No, padre. Pero estoy cerca.

—¿Hay más ángeles?

—No siento a ninguno. La zona está limpia, como prometió.

—Recuerda mantener un perfil bajo.

—Eso hago, padre.

Caminó unos metros más hasta divisar al castaño de rulos y ojos verdes. Estaba solo.

—¿Alguno de tus amigos sabe que estás aquí? — preguntó.

—No. Inventé una excusa. ¿Qué hay de tu amigo?

—No sabe nada.

—¿Es cierto?

Elliot frunció el ceño—. ¿Cómo sé que puedo confiar en ti?

—Quizá porque soy tu hermano y ambos queremos proteger a Ivanna. ¿Es cierto?, ¿estás encubierto con los demonios?

—Sí. Cuando destruyeron Old Haven la estaban buscando a ella. Sabía que no cesarían hasta tenerla. Nuestro padre se encargó personalmente de que escapara sin ser vista, luego ambos regresamos al infierno.

—¿Por qué? Pudieron haber ido con nosotros. Hubiera sido de más utilidad.

—Claro que no. Lo mejor que podíamos hacer era separarnos.

—¿Por qué no hicieron nada para impedir el rapto?

—Necesitábamos tener su confianza. Mira, Edward, hay muchas cosas que hicimos que no alcanzas a comprender aún. Dijiste que tú y la rubia tenían un plan y necesitabas mi ayuda. Deja de rodeos y vayamos al grano.

—¿Dónde está él? — cuestionó Edward enojado.

Elliot suspiró y mandó un mensaje mental a su padre. En unos segundos, el hombre de aspecto imponente se erigía frente a ellos.

—Cooperaremos. Elliot procurará mantener a los demonios lejos de Ivanna para que ustedes puedan acercarse. Solo, por favor, deja esta actitud infantil a un lado. La vida de tu hermana está en peligro.

—¿Dónde está mi madre? — preguntó con los ojos llenos de lágrimas y rabia contenida.

—¡Suficiente! ¡No puedes seguir comportándote como un niño después de todos estos años!

—¡Querer saber sobre mi madre no tiene nada que ver con madurar!

—Tu hermana te necesita. Nos necesita. Es lo único que debes saber— dijo el hombre dando media vuelta.

—Dejaste que la mataran, ¿verdad?

El hombre se detuvo poniéndose visiblemente, rígido—. Lo que ella haya decidido fue su responsabilidad, no la mía. Vamos, Elliot. Es hora de irnos.

Ambos hombres desaparecieron dejando a Edward luchando con la rabia y las lágrimas.

—¡Eres un cobarde! ¡Cobarde! ¡Me avergüenzo de que seas mi padre! — gritó a la nada.

—Ella huyó— escuchó la voz de Elliot susurrar en su mente.

—¿Qué?, ¿dónde está?, ¿qué pasó con ella? — no obtuvo respuesta—. ¡Elliot, dime dónde está! — gritó, pero nadie respondió. Estaba solo otra vez.

Suspiró profundamente, secando sus lágrimas. "Todo a su tiempo" se dijo. Ahora su hermana era su prioridad. Debía regresar con los demás.

Gruñó. Había dejado a Lile sola con Jacob. No lo había muy bien. Menudo imbécil.

***

Ethan se despidió de los chicos y fue a su casa. Había sido un día agotador. Últimamente estaba saliendo un poco más tarde de lo usual debido al nuevo proyecto. Y obviamente más cansado.

Había frío esa noche, pero, por suerte, su abrigo le brindaba la protección necesaria. Caminó hasta el edificio, entró y tomó el ascensor. Lo único que quería hacer en ese momento era tirarse a dormir, ni siquiera pensaba desvestirse. Simplemente se arrojaría encima de la cama, así como estaba.

Abrió la puerta de su departamento y las dos chicas que estaban dentro cesaron su conversación al verlo. Julie estaba ahí. No había dado señales de haberle contado a Emma sobre el incidente del restaurante, pero estaba seguro de que lo haría en cualquier momento.

—Hola, chicas.

—Hola, Ethan— saludó Julie cortante.

—¿Cómo te fue hoy, cariño?

—Bien— contestó quitándose el abrigo—. Un poco cansado. Las dejaré solas. Vengo muerto y quiero dormir. Hasta luego, Julie— dijo y caminó hacia su habitación.

—Tienes que enfrentarlo. No puedes dejar que te haga esto— reprimió la pelirroja cuando Ethan desapareció.

—Es que no creo que Ethan sea capaz de engañarme. Él me ama y yo lo amo a él.

—Amiga, créeme que jamás intentaría hacer algo que te perjudicara. Yo lo vi coqueteando con esa mujer. La iba a besar, pero el camarero los interrumpió. Quien sabe qué habrán hecho después de que me fui.

—No entiendo por qué lo hace— las lágrimas comenzaban a bañar sus ojos.

—Perdón que te diga esto, Em, pero los hombres tienen necesidades. Sé que tú aún eres virgen y planeas serlo hasta el matrimonio. A mí me parece asombroso, pero no a todos los hombres les parece bien.

—Ethan siempre estuvo de acuerdo con ello.

—Haber, dime, ¿acaso él es virgen?

—No.

—¿Ves? Es más fácil que sepa de qué se está perdiendo. Los vírgenes se pueden aguantar sin problemas porque no saben bien cómo se siente, pero los no vírgenes necesitan estar activos, es su naturaleza.

—Ethan no es así. Él es distinto.

—Pongámoslo así: Ethan te pidió que fueras su esposa y están comprometidos, pero prefiere ir a comer con una mujer que podría volver loco al mismísimo Papa en vez de comer contigo. Eres una gran persona y mujer, pero, Em, quizá él no es con quien debes estar. Habla con él. Aún estás a tiempo para darte cuenta de si en realidad quieres pasar el resto de tus días a su lado.

Emma suspiró—. Lo haré. Gracias, Julie.

—De nada, amiga— contestó dándole un abrazo.

Julie se quedó unos minutos más y luego se fue. Emma seguía preguntándose si Ethan de verdad la podría engañar. Se miró en el espejo del pasillo. No estaba mal. Era muy hermosa y más de una vez le habían dicho que sería un ama de casa perfecta. Era muy servicial, ordenada, sabía cocinar y atender bien un hogar. ¿Acaso Ethan solo la quería por eso?

Sacudió la cabeza y se dirigió a la habitación que compartían desde hacía unos meses. Lo encontró tirado boca abajo en la cama, durmiendo. Ni siquiera se había quitado los zapatos. Sonrió tiernamente y se acercó a él. Comenzó a desatarle las agujetas cuidando no despertarlo. Le quitó los zapatos, calcetines y el cinturón del pantalón. Le pondría pijama para que estuviera más cómodo. Estaba tan dormido que ni siquiera se inmutó. Justo cuando iba a comenzar a desabotonarle la camisa, habló entre sueños.

—Ivanna, hermosa... ven aquí y bésame. Quiero hacerte mía.

Los ojos de Emma se llenaron rápidamente de lágrimas. No podía creerlo. Julie tenía razón, Ethan la engañaba. Terminó de ponerle el pijama con el rostro lleno de lágrimas. Lo arropó y se fue a la sala a llorar en silencio. Ella creía que Ethan era su príncipe, ese que había esperado desde pequeña, pero, al parecer, era solo un sapo más. Qué tonta e ingenua había sido.

Ethan despertó sintiéndose casi mareado. Había soñado con Ivanna, con su versión actual, no su versión angelical de las veces anteriores. Estaba empezando a sentir una fuerte atracción hacia ella.

Se percató de la ausencia de Emma y frunció el ceño. "Debe estar en la cocina" pensó y se metió al baño a darse una ducha. Se alistó y fue a la cocina para buscar a su prometida.

Unas maletas yacían en la sala.

—¿Emma?

—Buenos días— saludó la chica saliendo por un pasillo.

—Buenos días. ¿De quién son estas maletas?, ¿acaso tu madre vino de visita?

Emma suspiró—. Ethan...—

—Cariño, ¿estuviste llorando? — dijo tomándola suavemente, por el mentón—. ¿Qué sucedió?

Sus ojos se llenaron de lágrimas—. Creo que debemos separarnos, Ethan.

—¿Por qué dices eso, mi amor?

—Porque es lo correcto. Tú no me amas y no quiero que pases el resto de tu vida siendo infeliz junto a mí.

Ethan limpió las lágrimas de Emma con su pulgar. La comprensión y la culpa le pegaron en el rostro—. Eso no es verdad, cariño. Yo te amo. ¿Crees que si no te amara no te hubiera pedido que te casaras conmigo?

—Si me amaras, no me engañarías con otra.

—¿Cómo puedes si quiera pensar eso? Yo no te engaño con nadie— lo cual era cierto, no había hecho nada con Ivanna—. Tú eres la única en mi vida— eso no era tan cierto.

—Entonces, ¿quién es Ivanna?

Ethan frunció el ceño— ¿Dónde escuchaste ese nombre?

—Anoche hablaste dormido. Dijiste "Ivanna, hermosa... ven aquí y bésame. Quiero hacerte mía". Además, Julie te vio muy cariñoso con una mujer.

El pánico lo atrapó y, por primera vez en su vida, le mintió. Mintió de una manera tan repugnante, que le hizo sentir asco de sí mismo—. Ivanna es solo una compañera de trabajo. Me pidió que la ayudara a sacarse a su ex novio de encima. Él estaba en el restaurante.

—Julie dijo que la ibas a besar, pero no lo hiciste porque el camarero los interrumpió.

—Le pedimos que nos ayudara— ¿qué estaba haciendo?, ¿por qué seguía con la mentira? Lo menos que Emma merecía era que fuera honesto—. El tipo está obsesionado con ella y no sabía qué hacer, por eso me pidió ayuda.

—¿Y cómo explicas lo que dijiste mientras dormías? — cuestionó llorando—. ¿Acaso su ex novio también estaba en tu sueño?

—Claro que no. Supongo que fue algo inconsciente. Ya sabes, vives algo y se recrea un sueño relacionado con eso. Te juro por mi vida que jamás te he sido infiel.

—Tú no me ves como una esposa, solo como alguien que limpia el departamento y te da de comer.

—Eso no es cierto, mi amor— la abrazó fuerte esperando que no escuchara lo rápido que latía su corazón.

—Si en serio me vieras como una esposa, al menos saldrías conmigo a la hora de la comida.

—Jamás lo hice porque creía que sería muy complicado alejarte de tu trabajo. Debiste decírmelo antes. No te vayas, cariño. Yo te amo.

—Yo también te amo, pero no sé si esto sea lo correcto.

—Lo es. Te probaré que es lo correcto— prometió besando sus manos. —¿Qué dices si hoy comemos juntos?

Emma esbozó una media sonrisa—. ¿En serio?

—Claro que sí. Iré por ti para llevarte a comer, ¿de acuerdo?

—De acuerdo— aceptó la chica.

Ethan sabía que estaba mal, pero, extrañamente, se sentía bien ocultando lo que sentía por Ivanna. No quería perder a Emma y luego darse cuenta de que ella era la indicada. Sí, Ivanna le gustaba y mucho, pero aún tenía que arreglar la olla de grillos que era su cabeza antes de tomar una decisión.



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