-13-
—¿Quieres ver una película antes de dormir? — preguntó deshaciéndose de la toalla.
—Claro. Elige una— dije y me recosté en la cama.
Sentí el instinto urgente de cubrirme. Mi pijama no cumplía muy bien con esa tarea, solo era un short que llegaba a la mitad del muslo y una camiseta de tirantes. Nunca me había sentido incómoda estando así con Ethan. Habíamos crecido juntos, así que conocíamos más de nuestros cuerpos de lo que quisiéramos. Pero esta vez estaba muy nerviosa.
Lo vi poner la película, pero no puse mucha atención a la pantalla. Él se veía ardiente. Tenía un buen trasero.
Lo escuché reír—. ¿Debo considerar esto acoso?
La sangre se acumuló en mis mejillas—. He visto mejores— dije y me mordí la lengua para no decir nada más.
Ethan volvió a reír y, cuando la película comenzó, se acostó a mi lado. Me abrazó con uno de sus fornidos brazos y dio un beso a mi cabeza. Me acurruqué en su pecho con el corazón aún acelerado. Las palabras de Lile se repetían en mi cabeza. ¿Estaba enamorada de Ethan?
—Eth, ¿cómo sabes que estás enamorado de alguien? — pregunté. Ellos dos siempre parecían saber más del amor que yo.
Acarició mi hombro—. Depende de muchas cosas. Que te guste estar con esa persona, que pienses en ella siempre, que te haga sentir muy nervioso, que no puedas imaginar que haya alguien más hermoso que ella, etc. ¿Por qué?, ¿tienes alguna conquista nueva?
Me giré para verlo a los ojos—. No. Solo tenía curiosidad.
Cumplía dos de las condiciones, pero ¿pensar que era hermoso? Era muy guapo. De verdad, muy guapo, pero ¿la persona más hermosa que he visto? Reí.
—¿De qué te ríes? — sonrió.
—No eres hermoso— dije arrugando la nariz. Sentí cómo los nervios se iban por completo y todo volvía a ser como antes. Solo nosotros payaseando.
—¿En serio? — sentí su aliento rozar mis labios. Era hipnotizante. Me acerqué casi inconscientemente.
—Sí— susurré y lo besé. Una explosión de sensaciones recorrió mi cuerpo. No se sentía igual cuando besaba otros chicos. Tampoco se sintió igual la primera vez que lo besé, pero quizá fue porque estábamos muy pequeños.
Sentí su lengua buscar la mía y me perdí en la mismísima gloria. Podría acostumbrarme a eso.
***
Llevaba caminando varios minutos con los ojos vendados. Ethan no me decía a dónde íbamos, solo repetía que era una sorpresa. Sonaba muy emocionado y alegre.
Le había contado a Lile de nuestro beso y de la actitud de Ethan por la mañana y dijo que era normal, que debía disfrutarlo. Ciertamente disfrutaba de su emoción. Me contagiaba y me hacía sentir feliz. Debí haber intentado enamorarme antes, era bastante divertido.
—Ya. Quítate la venda— lo hice y no entendí lo que veía.
—¿Dónde estamos?
—Ya que está prohibido volar en la ciudad, en La Oficina decidieron hacer esto. Es un área de vuelo monitoreada. El punto es caer desde lo alto del edificio hasta los colchones, pero puedes volar un poco alrededor. Quería traerte junto a Lile, pero pensé que podíamos tener una primera cita oficial aprovechando que tu papá no está y puedes salir.
Hice una media sonrisa. De verdad se estaba esforzando—. Está bien. Vamos— dije tomando su mano.
El lugar parecía un pequeño parque de diversiones con el área de vuelo monitoreado como atracción principal.
Vi a las personas en la cima del edificio con las alas extendidas. Imaginaba que la sensación sería asombrosa.
Jamás había extendido mis alas de esa manera. Normalmente las manteníamos en un perfil bajo y nadie las podía ver, pero ahí podías ver las alas de todos sin restricción.
Ethan me dirigió directo al edificio. Tuvimos que esperar unos 15 minutos antes de poder subir. Mientras, nos abrazábamos o hacíamos bromas. Todo era tan diferente. Él era un Ethan diferente y me agradaba mucho.
Entramos a un elevador y subimos al techo del edificio. Nos dividieron en cuatro grupos y asignaron un encargado para cada grupo que nos explicó un poco el mecanismo de nuestras alas y cómo debíamos usarlas para mantenernos en el aire el mayor tiempo posible.
Vi cómo los ángeles del primer grupo desplegaban sus alas. Eran hermosas. Se veían muy blancas y parecían suaves al tacto. Muy suaves. Quería ver las de Ethan y las mías, estaba muy emocionada. Él me observaba sonriendo también emocionado.
Llegó nuestro turno. Nos acercamos al centro del lugar y, tomándonos de las manos sin dejar de vernos, extendimos nuestras alas como nos indicaron. Vi las suyas de inmediato. Eran mucho más hermosas que las que había visto. Miré su rostro y ya no sonreía. Nadie sonreía. Todos me observaban asustados.
Giré mi vista hacia mis alas y mi expresión cambió. Estaban articuladas como las alas de murciélagos, con huesos muy notorios debajo de cortas plumas grises.
Las personas salieron de su shock y comenzaron a murmurar. Me miraban y apuntaban. Mi respiración se aceleró.
—Vámonos de aquí— dijo Ethan abrazándome. No me di cuenta en qué momento había replegado sus alas. Replegué las mías y me aferré a él.
—¿Qué fue eso, Eth?
—No lo sé, pero lo averiguaremos— me dio un beso en la sien y me guió hasta el elevador. Las personas se apartaban del camino y me miraban de maneras diferentes.
No quise volver a salir de casa. Ethan llamó a Lile y ella llegó con un bote de helado, pero tampoco sentía ganas de comer. Era un bicho raro oficialmente. Uno asquerosamente raro. ¿A eso se referían las personas cuando decían que era diferente?
Ethan y Lile me convencieron de ir a La Oficina, pero no nos explicaron nada. Solo nos dijeron que las respuestas comenzarían a llegar pronto. Procuré no quitarme la capucha de mi sudadera cuando regresamos a casa. Lile ofreció quedarse también, pero no cabíamos en la cama, así que terminó yéndose, pero prometió regresar después.
La mañana siguiente dormí hasta que ambos llegaron a despertarme. Sonaban animados y alegres y me hacían cosquillas, pero yo no sentía energía para reír.
—Vamos, Iv, tenemos algo que mostrarte.
—No quiero salir— dije cubriéndome con la sábana.
—Anda, preciosa, te va a encantar.
Después de un rato, los dejé llevarme a donde querían ir. Me cubrieron los ojos con una venda, como Ethan lo había hecho, e hicieron conversación todo el camino para evitar que me diera un ataque de pánico.
Me sentía tan fatal, que de milagro me había cepillado los dientes y quitado el pijama. Lile había cepillado mi cabello. Solo quería regresar a mi cama.
Los sentí detenerse y unos segundos después me quitaron la venda. El pánico comenzó a inundarme. Estábamos de nuevo en el área de vuelo monitoreado. Giré para intentar salir corriendo, pero me detuvieron.
—Mira con atención— dijo Ethan. Respiré hondo y giré de nuevo.
—¿Qué hicieron?
—Ven, te lo mostraremos— Lile me jaló hacia el elevador. Los demás ya no me veían extraño conforme pasaba. Incluso nos dejaron adelantarnos. Al llegar al techo, pude ver mejor a qué se referían—. Las alas de colores son más divertidas— sonrió.
Había alas rojas, verdes, naranjas, amarillas y de muchos otros colores. Algunas incluso eran fosforescentes.
Vi a Lile e Ethan extender sus propias alas y las suyas tampoco eran blancas. Las de Lile eran azul; y las de Ethan, moradas.
—Vamos, Iv, volemos un poco.
Los vi con los ojos llenos de lágrimas. Extendí mis alas poco a poco. Aún eran diferentes, pero ahora pasaban desapercibidas. Nos tomamos de las manos y saltamos. Se sintió mucho mejor de lo que pensé que lo haría, pero sospechaba que no había sido solo el hecho de volar.
***
Tenía razón. Jacob definitivamente era el tipo de Lile. Ambos se habían quedado boquiabiertos al verse. Me llevé a Ethan, a la fuerza, a nuestro entrenamiento para dejarlos solos.
Muchos de los candidatos no habían podido transformarse, así que los cambiaron al grupo especial donde estaba Ethan. Dijeron que los regresarían a las manadas cuando lograran cambiar.
Yo no estaba muy segura de cómo resultaría mi cambio. Me habían asignado a la manada de Jacob, y él personalmente me había explicado todo lo que tenía que saber.
Papá había regresado y no estaba muy contento de que hubiera tomado esa decisión sin su consentimiento, pero no me impidió ir a los entrenamientos. Se había enterado del pequeño percance con mis alas y comprendió que necesitaba un escape de mis diferencias.
De nuevo me aterraban, como cuando era pequeña e hice que me sacaran de la clase de ballet. Sentía que eran como un monstruo en mi interior que un día se apoderaría de mí y me consumiría por completo.
Los chicos, incluyendo Jacob, que había estado acoplándose poco a poco a nuestro pequeño círculo social, decían que debía seguir mi vida como si nada hubiera pasado. Las personas lo olvidarían si yo lo olvidaba, decía, pero era difícil hacerlo.
Jacob y Lile habían estado pasando mucho tiempo juntos, por lo que ahora pasaba más tiempo con Ethan. Se había portado muy dulce conmigo, a pesar de mi falta de entusiasmo. Tampoco me había pedido formalizar algo aún, lo que en serio le agradecía porque no me hacía sentir presionada. Papá nos había dado permiso para pasar juntos las noches que él tuviera que ir a la base a hacer guardias. Incluso le había dado condones a Ethan y nos había llevado con una ginecóloga, lo que fue bastante incómodo para todos. Ahí se enteró de que aún era virgen y casi se le sale el corazón del pecho de felicidad. Yo no me sentí igual, pero al menos así ya no me molestaría con esos temas.
—¿En serio? — preguntaba Lile muriendo de risa mientras le contaba. Estábamos en una banca en un parque conversando. Los chicos tenían planes, así que habíamos decidido tener una tarde de chicas.
—No te rías. Fue incómodo. Creí que Ethan explotaría de vergüenza de lo rojo que estaba.
—¿Lo hizo ir con ustedes?
—Dijo que era importante conocer y cuidar a tu pareja.
Lile estalló en risas. Rodé los ojos sintiendo mis mejillas arder.
Un cosquilleo en mis dientes me distrajo de la vergüenza. Toqué mi boca y sentí cómo mis dientes crecían lentamente. Mi respiración se hizo pesada. Unas ansias terribles se apoderaron de mí. Quería carne. Necesitaba comer carne.
Extendí mis alas y volé lejos de ahí. Escuché a Lile llamarme, pero no me detuve. Mi nariz olfateaba el aire y mis ansias crecían. Carne. Carne. Carne.
Llegué al bosque y vi un coyote. Dentro de mi ansiedad, me aseguré de que no fuera un lobo de la manada antes de dirigirme a él y clavar mis dientes en su cuello. Éxtasis puro recorrió mi cuerpo. Se sentía tan bien.
***
—Quiero respuestas— dije firmemente. El hombre de la barba me observó con esa expresión amigable que siempre tenía.
—Han reportado varios intentos de escape tuyos.
—Quería irme. Pero ahora quiero respuestas.
—Aún no, Ivanna. Hay cosas que debes aprender antes.
—¿Qué cosas? — estaba desesperándome.
—Debes aprender a vivir con ello, a no dejar que afecte tu vida ni afecte tu relación con los demás. ¿Qué sucedió con Ethan? Tu padre dice que has pedido que todos tus amigos se mantengan alejados, en especial, él.
Mordí mi labio—. No quiero lastimarlo.
—¿Por qué lo lastimarías?, ¿por qué piensas que lastimarías a alguien?
—¿No es suficiente lo que hice con el coyote? ¡Lo devoré!
—Lo que yo vi fue a alguien poniendo sus principios por encima de su instinto. No dañaste a nadie. Lograste canalizar tus ansias en un objetivo menor. Es admirable.
—¿Por qué soy así?
—Está en tus genes.
—¿Por qué?
—Te daré una última respuesta. Tendrás que hacer lo que te dije antes de saber más. Tienes esos genes porque tu padre biológico no era un ángel. No eres un caso aislado, hay muchos chicos así viviendo aquí en armonía. Acéptate como eres, Ivanna. Hay belleza en ello.
Salí de ahí más frustrada de lo que estaba. Llegué a casa y papá estaba alistándose para ir a su guardia. No quería que se fuera, pero, a la vez, no quería que se quedara. Dijo que había llamado a Ethan para que pasara el fin de semana conmigo. ¡Lo que me faltaba! Esperé en el sofá viendo televisión. Papá se fue y me quedé sola. Pasó media hora y no había noticias de Ethan. Me enojé con él mucho más de lo que ya estaba.
Subí las escaleras y me desvestí para tomar una ducha. El agua cayendo por mi piel se sentía muy bien. Era como un pequeño escape. Me sentía en otra dimensión. Una donde era como los demás y no tenía genes extraños que me daban alas grises y me hacían destrozar coyotes. No veía belleza en nada de eso. Solo una tremenda diferencia que me hacía peligrosa. Un día podía terminar matando a alguien. Apenas y podía lidiar con la muerte del coyote, no soportaría dañar a nadie, en especial, a mis amigos.
Sentí unas manos en mi cintura y grité. Me giré lista a aventar un golpe y vi a Ethan desnudo. No me di cuenta en qué momento había entrado a la ducha. Ni siquiera había escuchado la puerta principal abrirse.
—¡Qué rayos haces aquí! — tragó saliva y sus ojos se clavaron en los míos.
—Lo siento. No aguanté.
—¿Qué cosa?, ¿entrar a acosarme a mi baño? — estaba furiosa. Ni siquiera mis nervios habituales o mi desnudez podían hacer que mi enojo cesara.
—Princesa...
—No, Ethan. ¿Por qué estás aquí?
—Tu papá me llamó y me pidió que me quedara contigo.
—Aquí. En mi baño. Mientras tomo una ducha.
Lo vi sonrojarse casi tanto como lo hizo en la cita con la ginecóloga—. Lo siento. De verdad. No sé qué me pasó— comenzó a alejarse de la regadera. Mordí mi labio.
—Puedes quedarte si quieres. Ya casi termino.
—No. Esperaré afuera— se envolvió en una toalla y salió del baño.
Suspiré. Odiaba esto de mil maneras diferentes. Necesitaba que alguien decidiera por mí en estos momentos. Quizá Lile sabría qué hacer.
Salí de la ducha, me envolví en una toalla, puse otra en mi cabello y tomé mi teléfono. Lile contestó después de 3 tonos.
—Lile, creo que estoy echando todo a perder— las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos.
—¿Qué pasó, Iv?
—Fui grosera con Ethan. Creo que lo lastimé. Mi vida es un desastre.
—Tranquila, Iv. Tu vida no es un desastre. Sé que lo que pasó fue algo bastante fuerte, pero puedes superarlo. Hay personas contigo que queremos ayudarte a lograrlo.
—No sé si puedo estar con Ethan. No puedo dejar de pensar que voy a lastimarlo.
—Si piensas en hacerlo, lo harás. Inténtalo, así como lo estabas haciendo antes de todo esto. Pero si sientes que no puedes amarlo, sé honesta con él, te comprenderá.
El llanto me había ganado. No podía detenerlo—. No soy la persona perfecta para él.
—No necesitas ser perfecta, Iv, solo ser tú. Él ama eso y es feliz con ello.
—¿Y si me da otro ataque y lo lastimo?
—Iv, debes amarte a ti misma antes de amar a alguien. Si no lo haces, será imposible.
Le dije a Ethan que no quería tener una relación romántica. Lo aceptó sin problemas. Yo quise golpearme a mí misma muy fuerte.
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