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Observé a Lile e Ethan marcharse. Quería salir con ellos, pero debía ir a mi tonta clase con el señor Hicking. Ellos estaban exentos, ya que, al parecer, el profesor no consideraba "seguro" que siguiéramos aprendiendo el tema en cuestión con "mis ataques piro maníacos". Incluso dijo que cambiaría nuestros horarios y me dejaría en una clase sola, de nuevo. Era un tonto. El humo que provoque no fue tan grave. Además, lo hice cesar después. Tenía el control de la situación. Solo me estaba divirtiendo un poco. Seguro él sacó provecho de su "magia" cuando era más joven, pero yo no podía hacerlo. Entonces, ¿por qué me hacían ir a la tonta clase? Hubiera preferido ser porrista (no realmente) a morirme de aburrimiento con él.

Le pediría a papá que me reclutara. Sería más interesante hacer ejercicios físicos.

—No, Ivanna. Aún estás muy joven.

—Pero, papá. Puedo hacerlo.

—Quizá en el campamento de verano, pero no ahora.

—Por favor— dije haciendo puchero.

—Ya tomé mi decisión. Podrás entrar a la academia cuando seas mayor y seas más responsable.

—Soy responsable.

—Ahogar a tus amigos y a tu profesor con humo no es ser responsable.

—Tenía la situación bajo control.

—No es la primera vez que haces algo así, Ivanna.

—Siempre tengo todo bajo control. Los demás son unos aguafiestas— bufé.

—Hija, sé que tus gustos pueden ser excéntricos y no siempre son comprendidos, pero debes aprender a tomar en cuenta a los demás. Que luches por mantener tus ideales es bueno, pero debes ser cuidadosa y no lastimar a nadie. Hay mejores maneras de lograrlo.

—¿Como encerrarme en la base militar para que deje de ser un peligro para la comunidad?

—No, Ivanna. Mejores maneras como respetar tu vida y la los demás. Cuando aprendas eso, podrás entrar a la academia.

Odiaba eso. Sabía que todos me consideraban un bicho raro. Papá no entendía. Solo quería disfrutar de mi vida y ser feliz, como él siempre decía.

Me dirigí a las escaleras y subí para ir directo a mi habitación. Lile e Ethan estaban disfrutando en una fiesta increíble y yo estaba ahí, muriendo de aburrimiento porque papá había decidido castigarme de nuevo.

Tomé mi teléfono y mandé un mensaje a Ethan.

—¿Te diviertes sin mí? Deberías aprovechar para buscar una novia o alguien con quien puedas pasar el rato.

—Sabes que nunca nos divertimos sin ti. No fuimos a la fiesta.

—A-G-U-A-F-I-E-S-T-A-S. Si yo hubiera estado en su lugar, habría ido.

—Así no es cómo funcionan las amistades, Iv.

Arrojé el teléfono a la cama y me tiré sobre ella. Ahí estaba él de nuevo con su sermón. Odiaba que hicieran eso. A veces sentía que ni siquiera con Lile y con él podía ser yo misma. Todos comenzaron a ser así de la noche a la mañana, como si quisieran decirme que ellos descubrieron un lugar grandioso en el mundo adulto al que yo no podía ir. Ya tenía suficiente con que todos los habitantes de este tonto pueblo quisieran encerrarme cada 5 minutos. Ni siquiera en La Oficina me daban respuestas. Lo odiaba.

Tal vez, si me iba a través del bosque, encontraría otros lugares donde fuera aceptada tal como era. El problema es que nadie tenía permitido ir al bosque, lo cual era tonto. A excepción de la tribu del bosque... ¡Ivanna, eres una genio!

Mi celular sonó nuevamente. Había otro mensaje de Ethan. Lo abrí.

—Detén tu tren de ideas. No puedes volver a meterte en problemas— ¿cómo rayos podía leer mis intenciones a distancia?

—Consigue una novia y métete en tus asuntos, Eth.

—¿Cuál es tu plan maestro ahora?, ¿debo prepararme para patear traseros de ebrios? — no dejaba de echarme en cara mi último empleo. Pero no era un delito bailar por las noches en una jaula de algún club nudista. Incluso llegaban clientes muy guapos a veces. Pero, claro, Ethan no había pensado que era tan divertido y había estado ahí todas las noches hasta que se peleó con un cliente que intentó tocarme y nos echaron del lugar. Lile había sido camarera por 2 días y había renunciado porque tampoco le había parecido divertido. Eran un par de aguafiestas.

—Muy gracioso.

—En serio, Iv, ¿qué tramas ahora?

—Nada.

—¿Tengo que ir a tu casa y sacarte la sopa? — algunas veces solía escabullirse por mi ventana para salvarme de mis condenas de aburrimiento; otras veces, yo me escabullía en la suya para molestarlo un rato.

—Si lo haces, gritaré y le diré a papá que te metiste a mi cuarto sin permiso.

—Tu padre acaba de irse a la base.

¿Qué rayos?

Escuché unos golpes en mi ventana y ahí estaba él. Me levanté y abrí para dejarlo entrar. Regresé a mi cama fingiendo fastidio. Me alegraba verlo, pero no se lo diría.

—Entonces, ¿cuál es el plan? — dijo recostándose a mi lado. Tomé mi teléfono para no prestarle atención.

—Ya te dije que no tengo ningún plan.

—Vamos, Iv, te conozco. ¿Tengo que llamar al monstruo de las cosquillas? — arqueó una ceja. No. El tonto monstruo de las cosquillas no.

—Inténtalo y te golpearé.

—¡Oh, no! ¡El monstruo se está apoderando de mi mano!

—¡Ethan!

—¡No, señor monstruo! ¡A Ivanna no! — dijo y comenzó a hacerme cosquillas. No resistí y rompí en risas.

—¡Basta, Ethan!

—El monstruo quiere que le digas tu plan— decía fingiendo la voz de un monstruo.

—¡Me uniré a la tribu bosque! ¡Ese es el plan! ¡Para! — me dolía el estómago de tanto reír. Ethan paró. Me acomodé entre sus brazos recuperando el aliento—. Quiero ir al bosque y es la única manera.

—¿Por qué quieres ir al bosque? — mordí mi labio. Él tomó mi barbilla y me obligó a verlo directo a los ojos—. ¿Por qué, Iv?

—Solo quiero tener un lugar al que pueda escapar de vez en cuando.

—¿Escapar de qué?

—De ser el bicho raro. De las miradas. De todo.

—Ivanna, no eres un bicho raro. Eres una gran chica y todos lo sabemos. Solo hay cosas que no entiendes, como que te amamos demasiado, justo así como eres. Incluso cuando haces tus travesuras suicidas. Te amamos y aceptamos con todo eso. A veces nos incomoda, pero es normal. Ahogarse con humo no es muy lindo que digamos. Pero sabemos por qué lo haces y no tienes razones para creer que debes alejarnos o actuar como si fueras una mala persona. Solo eres especial, pero de una manera positiva. Lile, tu padre, Gabriel, yo y muchas personas más te amamos tremendamente. Te amo tal como eres, princesa.

Sentí la sangre acumularse en mis mejillas. Tonto Ethan—. ¿Piensas quedarte en mi habitación toda la noche?

—El General estará en la base todo el fin de semana, así que pensé acampar aquí unos días— sonrió divertido.

—Puedes acampar en el sofá— dije empujándolo.

—No es tan divertido— me abrazó con todo su cuerpo. No podía moverme.

—¡Ethan! ¡Fuera!

—Estoy cansado— cerró los ojos—. Ya es hora de dormir— me apretó más hacia él y fingió roncar. Reí.

—Tus padres se preocuparán.

—Papá estará en la base también. Mamá sabe dónde estoy. Y si no lo sabe, Lile le dirá.

—Realmente, debemos conseguirte una novia. Te la pasas metido en mi casa o en la de Lile. Las chicas terminarán pensando que no te interesan.

—No me importa. Estoy bien así.

Al día siguiente, después de intentar quitarme a Ethan de encima sin éxito, nos dirigimos al cuartel de la tribu. Estaba cerca del bosque y era lo más lejos que había ido alguna vez. Se sentía bien.

Antes de formar parte de la tribu, tenían que verificar que teníamos al menos una pequeña porción de los genes que les permitían cambiar y transformarse en lobos, así que nos sacaron muestras de sangre y nos llevaron a una pequeña clase introductoria donde explicaron de qué trataba nuestro entrenamiento y cuál era nuestra misión principal.

Después del desastre que habían sufrido hacía unos años, se había decidido que el bosque era un lugar inseguro. Los lobos lo rondaban a todas horas buscando intrusos que significaran un riesgo en la seguridad de Old Haven. Sonaba divertido.

Cuando la clase terminó, un chico rubio salió con una tabla de notas y comenzó a mencionar los nombres de los candidatos que pasarían a la siguiente fase de selección. Ethan no estaba entre ellos, pero habían pedido que se uniera a un grupo especial, ya que, aunque no tenía el gen de cambio, poseía otros genes que lo harían un buen recluta de su grupo de guerreros. Al terminar de mencionar los nombres e indicar dónde debíamos ir para el examen médico, que era la fase dos, el chico se acercó y saludó a Ethan. Los miré extrañada. No sabía que se conocían.

—¿Es tu novia? — inquirió el chico con una mirada divertida.

—Jacob, ella es Ivanna. Ivanna, este es Jacob. Con él pasaba el rato cuando Lile y tú jugaban muñecas— eso explicaba por qué no lo conocía. ¿Lile sabía de él?

—Es más linda de lo que me contaste— Ethan lo miró frunciendo el ceño—. Espero que este troglodita no te dé muchos problemas— me guiñó un ojo y reí. Me agradaba. No era mi tipo, pero conocía a cierta chica a la que le encantaría.

—¿Has conocido a Lile?

Él rió—. No. Ethan es algo sobreprotector con sus chicas. Quizá después.

—Tienes que conocerla. Seguro es tu tipo— le guiñé el ojo y escuché a Ethan gruñir. Jacob reía.

—Deberíamos ir a nuestro examen médico.

—No es necesario. Son amigos. Vengan, los llevaré con el alfa.

El alfa nos aceptó sin rechistar. Nuestro entrenamiento comenzaría la próxima semana. Le diría a papá cuando regresara de su guardia, no se podría negar.

Salimos de ahí y, después de ir a casa de Ethan a recoger ropa limpia, visitamos a Lile. Le conté sobre Jacob con lujo de detalles. Ella parecía algo fastidiada, pero sabía que, en cuanto lo viera, quedaría flechada por él. Ethan procuraba desviarnos del tema de vez en cuando, pero no lo dejaría salirse con la suya.

—Iv, ya no quiero hablar de él— dijo Lile.

—Entonces ven conmigo al entrenamiento para que lo conozcas.

—No tiene por qué conocerlo. No le gustará. No es su tipo.

Lile rodó los ojos—. Puedo tener novio cuando yo quiera, Ethan. Pero será cuando yo quiera— en la última frase me miró severamente.

Nos fuimos a casa después de un rato. Ethan preparó la cena mientras yo tomaba una ducha. Terminamos y fue su turno en el baño. Yo me entretuve lavando los platos.

Papá sabía que Ethan llegaba a quedarse de vez en cuando. También Lile lo hacía. O yo me quedaba en casa de alguno de ellos. Confiaba en nosotros, pero le daba ciertos celos cuando Eth y yo estábamos solos. Pensé en avisarle, pero no quería que se preocupara o dijera que no podía quedarse porque estaba castigada. Era divertido estar con él, aunque a veces me pusiera los pelos de punta. Solo serían dos noches, además de la anterior. Papá regresaría el lunes al mediodía.

A veces, me sentía muy nerviosa estando a solas con él. Era como si me intimidara, lo cual era tonto. Yo era toda una temeraria, su testosterona no tenía poder sobre mí.

—¿Ivanna? — me sobresalté y dejé caer el plato que tenía entre manos—. Lo siento. Solo venía a preguntar si tenías más jabón. ¿Quieres que te ayude a limpiar?

—No. Yo lo haré. Hay más en la repisa del closet— evité mirarlo y me concentré en levantar los trozos de vidrio. Sabía que estaba mojado y solo en toalla. Mis nervios no aguantarían verlo.

—Ten cuidado con eso. Te ayudaré.

—Ve a ducharte. Estaré bien— obedeció y se fue.

Terminé y tomé mi teléfono. Tenía que llamar a Lile. Ella no era una experta en amoríos (yo había tenido muchos novios más que ella) pero siempre sabía qué decirme cuando tenía esos ataques.

—¿Qué pasó? — preguntó después del primer tono.

—Muero de nervios otra vez.

Suspiró—. Ivanna, solo bésalo. Te gusta desde hace mucho. Tienes que aceptarlo ya.

—Está bañándose. Vino en toalla a preguntarme por jabón— la escuché reír. —¡No te rías! Me puso más nerviosa de lo que estaba.

—Se llaman "hormonas", amiga.

—¿Qué rayos hago?

—Ámalo. Bésalo. Yo que sé. Solo deja que tus sentimientos afloren y déjate amar.

—Me dejo amar.

—No es cierto. Vamos, Iv, solo respira y tranquilízate. Bésalo si quieres. Escucha a tu corazón.

—Mi corazón dice que está latiendo muy rápido.

—Se llama "estar enamorado". Ethan te ama. Y tú sientes lo mismo. Deja que las cosas se den. No tengas miedo. Y si hacen algo, usa protección.

—Chistosa.

Rió de nuevo—. Te quiero, Iv.

—Yo también te quiero. Te hablo luego— dije y colgué.

Terminé de lavar los trastes y decidí subir. Debía ser valiente. Lile tenía razón, merecía amor de verdad. Merecía todo lo que yo quisiera. Ethan no era como los demás. Podía hacerlo.

Subí las escaleras y me dirigí a mi habitación. Ethan estaba de espaldas secando su cabello. No tenía camiseta, solo bóxer. No dormiría tranquila con él así. Tragué saliva. Debía ser valiente. Debía ser valiente.



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