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—¿Cree que sea buena idea? Edward y Jacob no se llevan muy bien— hizo una mueca—. Quizá no sea muy favorable que estén juntos dadas las circunstancias. Y menos teniendo a Lile de por medio.
El hombre de la barba blanca sonrió apacible—. No tienes que preocuparte por ese par. Aún están aprendiendo a lidiar con su historia. Sabrán manejarlo, igual que Lile. Además, será favorable que Jacob esté cerca de su hermano, igual que Edward con Ivanna.
—¿De verdad? Me preocupa cómo afectará a Lile.
—Es una chica fuerte, muy fuerte. Puede manejarlos bien. Confío en ella.
—¿Y qué hay de Shemihaza? Los demonios se darán cuenta de que hay más ángeles. Podrían replegarse y llevar a Ivanna con ellos.
Una cálida risa escapó de los labios del hombre mayor—. No tienes de qué preocuparte. Poco a poco, nuestro rol en esta misión será revelado y obtendrás respuesta a todas tus preguntas. Por ahora, solo debemos encargarnos de cumplir con nuestra parte, ¿de acuerdo?
Joseph se sintió como un niño pequeño siendo regañado por sus padres y bajó la cabeza—. De acuerdo. Iré a seguir con mi tarea.
Joseph se fue dejando al hombre de traje blanco con una media sonrisa y un gesto pensativo.
Observó el infierno y descubrió a Shemihaza discutiendo con sus súbditos. Seguramente era ajeno a lo que sucedía en la Tierra. Solía organizar sus prioridades acorde a su ego, lo cual era una ventaja en la mayoría de las ocasiones.
Ubicó a Azael y, después de analizarlo por unos segundos, se comunicó mentalmente, con él.
***
Ivanna miró sus muñecas una vez más. Una imagen pasó por su cabeza y desapareció tan rápido como llegó. Era ella, encadenada y lastimada, rodeada de demonios, guardianes de las tinieblas y su padre. Todos observaban mientras los guardianes arrancaban sus... ¿alas? Sintió el impulso de tocar sus marcas de nacimiento, pero, nuevamente, alguien tocó a su puerta impidiéndoselo. Gruñó.
Se levantó y caminó hacia la puerta. ¿Qué demonios quería probar? Seguramente los ángeles querían confundirla. Después de todo, habían hablado fuera de su puerta sin importarles que los escuchara. Sí, eso debía ser. Todas las tonterías sobre ella, el humano y el supuesto rapto eran para hacerla flaquear. Debía sacarlos de su cabeza.
Abrió la puerta y encontró a Ethan Partmane frente a ella.
—Hola— saludó el castaño.
—Hola. ¿Qué te trae por aquí? — preguntó con una sonrisa entrando en papel—. Tú nunca visitas mi oficina.
Ethan rió ligeramente—. Lo sé y lo siento, pero no se me ha dado la ocasión. Siempre hay algo que me lo impide.
—Me pregunto si ese "algo" en realidad no son dos "alguien".
—Tal vez— rió—. Quería invitarte a comer.
—¿A comer?
—Sí. No he tenido oportunidad de presentarme formalmente, ni de darte la bienvenida a la empresa.
—¿Y piensas darme la "bienvenida" dos semanas después? — inquirió ella arqueando la ceja.
—Mejor tarde que nunca— rieron—. Entonces, ¿aceptas mi invitación? Conozco un restaurante hindú muy bueno.
—Eso suena exótico, pero ¿y tus amigos?
—No te preocupes, ellos no vendrán. El primo de Lile está en la ciudad y creo que querrán pasar un tiempo juntos.
—¿Y qué hay de Edward?
—Supongo que irá con ellos.
Ivanna sonrió—. Está bien. Me convenciste. Solo espero que ese restaurante hindú sea tan bueno como dices.
—Lo es, te lo aseguro.
Ethan se sentía muy cómodo con Ivanna. Era una pena que no hubieran convivido antes. A su lado, solo eran ellos dos y nadie más, como si el mundo desapareciera a su alrededor. Sí, estaba comprometido, pero no iba a traicionar a su prometida invitando a una compañera del trabajo a comer. Solo esperaba que ningún conocido de Emma lo viera, sabía que, en el fondo, lo que hacía no era del todo correcto y podía meterse en problemas por ello.
La pelirroja volteó hacia la puerta del restaurante y casi se atragantó con la comida. Ethan Partmane entraba muy feliz junto a una mujer muy atractiva. No podía creerlo. Ella lo conocía y sabía que él no sería capaz de engañar a Emma, pero esa mujer no actuaba como si fuera solo una "amiga". No quería hacerse ideas erróneas, pero notaba la mirada especial que el chico le dedicaba. Emma era su mejor amiga y no merecía eso. Debía averiguar qué sucedía y disipar o confirmar sus sospechas, todo podía ser un malentendido.
Ivanna sintió la mirada de una mujer sobre ellos y sonrió. Quienquiera que fuera, los miraba con demasiada atención. Era una oportunidad asombrosa para comenzar con su plan. Se acercó más a Ethan, simulando hablar en tono confidente, mientras se excusaba diciendo que el ruido que no le permitía escucharlo bien. Ethan se acercó igualmente creyendo la mentira.
La pelirroja no podía creer lo que veía. ¡Ethan estaba coqueteando con esa mujer! ¿Cómo podía hacerle eso a Emma? Siempre juraba que la amaba y todas esas cosas. ¡Estaban comprometidos! La mujer giró su mirada hacia ella y prefirió no sostenerle la mirada.
La morena se divertía con las expresiones de la pelirroja. Tal vez era la prometida de Ethan y podría culminar su plan ahí. Rozó la mano de Ethan y envió una orden a su cerebro para que la sedujera. Un camarero pasó por detrás de ellos y alcanzó a rozarlo para enviarle la señal de interrumpirlos cuando el castaño quisiera besarla. Sería interesante ver cómo resultaba todo.
Ethan sintió como si algo cálido comenzara a entrar en su cerebro. Era una sensación parecida a la que sintió en el Starbucks, solo que, esta vez, la sensación era más... líquida, totalmente opuesto a la neblina de la primera vez. Miró a Ivanna y colocó su mano sobre la de ella. La chica lo veía divertida y coqueta. Comenzó a hacerle caricias con el pulgar mientras ella hablaba sin prestar mucha atención a su acto. Cuando perdía contacto con sus ojos, miraba sus labios, pensando en el sabor que tendrían.
Un mechón de cabello cayó sobre la mejilla de Ivanna y no pudo evitar subir su mano para ponerlo a su lugar, se sentía hipnotizado por su belleza. Ella siguió el camino que recorrió su mano con la mirada. Acarició su mejilla y comenzó a acercarse dispuesto a besarla. Ella respondió favorablemente, pero, cuando sus labios estaban por rozarse, un camarero se acercó a tomar su orden, trayéndolos de vuelta a la realidad. Cada uno se acomodó en su asiento y comenzaron a ordenar.
La pelirroja se sentía indignada y enojada. ¡Ese maldito estaba engañando a su amiga! Estuvo a punto de levantarse e ir a reclamarle, pero pensó que era mejor dejarle esa tarea a Emma. Pagó la cuenta y comenzó a salir del restaurante con el celular en la mano. "Necesito verte urgentemente. Tengo algo importante que decirte" escribió en el mensaje y lo envió a Emma.
Ivanna sonrió satisfecha. Su plan había funcionado. Quienquiera que fuera esa mujer, tenía alguna relación con Ethan y sabía de su compromiso. No tardaría mucho en destruirlo y podría volver al infierno.
Ethan alcanzó a ver a Julie, la mejor amiga de Emma, saliendo por la puerta del restaurante muy enojada. Demonios. ¿Qué había estado a punto de hacer? Seguramente Julie lo había visto y le diría a Emma. Su prometida no se merecía eso, era una buena mujer. Pero tal vez sus sentimientos hacia ella no eran tan fuertes como creía y era terrible pensar en ello. No quería que la chica pensara que la estaba usando. Tampoco quería contarle a Ivanna sobre su compromiso por temor a perderla, pero era muy probable que se enterara después. Después de que Emma lo dejara, claro. ¡Dios! Estaba echando a perder todo lo que había construido con tanto esfuerzo a lo largo de su vida. Sus valores, sus ideales, su familia... Estaba destruyéndose y no sabía cómo detenerse.
***
Por la noche, Elliot y Roger recogieron a Ivanna en el trabajo. Necesitaban vigilarla y evitar que se siguiera escabullendo de ellos o tendrían graves problemas.
Sintieron ángeles cerca y giraron en su dirección en un acto reflejo. El hermano de Ethan ahora estaba con ellos también, regresándoles la mirada junto a los demás.
Ethan, ajeno a la situación, saludó a Ivanna. Ella correspondió con una sonrisa.
—Trabajas rápido— susurró Elliot en el oído de Ivanna.
—Hago lo necesario para ganar mi apuesta— contestó ella susurrando también.
—¿Y si terminan enamorándose? — preguntó con cierta sorna. No podía evitar sentir ciertos celos fraternales. Era su hermana, después de todo, quería protegerla.
—Sí, claro. ¿Qué te hace pensar que me enamoraré de un ángel?
—Tú no, pero él podría.
—Mejor para mí. Facilitaría las cosas.
Ethan observó la pequeña conversación que Ivanna sostenía con el moreno fornido que la acompañaba. Se preguntó si serían algo más por la forma distraída en que ella se aferraba a su brazo. Ambos voltearon hacia él, le dedicaron una última sonrisa y subieron al Mustang negro descapotable que estaba frente a ellos. Había un chico de complexión más grande que el primer chico, en el asiento del piloto. Arrancó cuando sus acompañantes cerraron la puerta del auto.
¿Quiénes eran ellos?
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