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—Hic rhodos hic salta—. Ivanna leía y releía esa frase en latín. "Demuestra lo que eres capaz" significaba. Llevaba ya dos semanas ahí y todo estaba saliendo de maravilla. Tenía a su jefe en la palma de su mano y pronto comenzaría a trabajar con Ethan para esclarecer los lineamientos legales de la campaña, después de todo, ella estaba encargada de presentar el proyecto a los clientes, claro, junto a otras personalidades de la empresa, pero ya estaba deshaciéndose de ellos.

Al llegar a su oficina, había descubierto un jarrón azul con tulipanes amarillos sobre su escritorio. Tenían una tarjeta que decía "Hic rhodos hic salta". Una brisa corrió por su oficina y golpeó su rostro suavemente, haciéndola cerrar los ojos. "Edward" decía un susurro. Su vista comenzó a nublarse mientras una nueva imagen aparecía frente a sus ojos. Intentó luchar contra ella, pero no pudo. Se tambaleó un poco y se apoyó en una de las sillas de su oficina.

—Ivanna, hermana, ¿puedo pasar? — preguntaba Edward después de tocar la puerta. Escuchaba su llanto a través de ella.

—No, déjame sola. Quiero estar sola.

—Vamos, hermanita, dime qué te sucede.

—Sucede que soy un fracaso.

—¿Por qué dices eso?

—Porque es la verdad. Catherine sigue siendo mejor guerrera que yo, por eso la eligieron a ella como guardiana para bajar a la Tierra.

—Eso no es verdad. Tú eres mucho mejor guerrera que Catherine y las demás.

—Entonces ¿por qué ni siquiera me dejaron participar en las pruebas? Dijeron que yo no podía participar porque no estaba al nivel de un ángel guardián.

—Claro que no estás al nivel de una guardiana. ¡Están muy por encima! No te dejaron participar porque tienen algo mejor destinado para ti.

—No sirve de nada ir a todos los entrenamientos y clases extracurriculares a las que me obligan a ir. Jamás tendré el nivel suficiente para bajar a la Tierra. O para encajar aquí.

—No es verdad.

—Todos tienen un lugar asignado, menos yo. Y ahora ni siquiera puedo ir a la Tierra.

—Es muy precipitado. La Tierra aún es joven, espera unos años más. Puedes intentar entrar en algún programa de estudios, como Ethan y Lile. Quizá encuentres algo que te guste de verdad como ellos con la Medicina. Vamos, abre la puerta.

—¿Para qué?, ¿para que veas el fracaso de hermana que tienes?

Edward rió—. No. Tengo algo para ti.

Ivanna abrió la puerta—¿Qué es eso?

—Se llaman tulipanes. Son para ti. Los traje de mi último viaje a la Tierra— dijo entregando el jarrón.

—Hic rhodos hic salta— pronunció la chica leyendo la pequeña tarjeta que venía incluida.

—Demuestra lo que eres capaz, hermanita.

—Gracias, Edward. Te quiero mucho, hermano— agradeció y lo abrazó.

—Y yo a ti.

La imagen comenzó a desaparecer y, poco a poco, Edward volvió a Hunner Publicity. Había funcionado. Sabía que su hermana había visto lo mismo que él. En verdad había olvidado todo, estaba seguro de ello. Y ahora sabía que podía hacer que sus recuerdos regresaran. Podrían recuperarla.

—Edward, ¿qué haces aquí? — preguntó Lile sobresaltándolo. Había esperado junto a la puerta de Ivanna a que la imagen llegara.

—Yo... Nada. Pasaba por aquí.

—¿Acaso estás loco? — dijo bajando la voz—. Sé que estabas espiando a Ivanna. Recuerda que tenemos un plan y no vamos a sacrificar todo lo que hemos logrado. Puedes poner en riesgo a Ethan y a todos nosotros.

—Lo sé. Lo sé. Pero descubrí algo y quería probar si funcionaría. Hay una forma de hacer que ambos recuperen sus recuerdos, Lile. Podemos recuperarla.

Lile suspiró—. Ed, te comprendo perfectamente, pero no podemos actuar de manera precipitada y sin hablar antes de tomar una decisión.

—Ya no necesitamos el plan. Solo haremos que Ivanna recuerde y la llevamos de regreso a casa junto con Ethan. Luego, le pedimos a Gabriel que le devuelva sus recuerdos y podrán ser felices otra vez. El rapto quedará en el pasado en un santiamén.

—Si los demonios se dan cuenta de lo que quieres hacer, se la llevarán de nuevo y no la dejarán regresar. Nos costó mucho hacer que viniera a la Tierra. Incluso tuvimos que buscar a una mujer que se pareciera a ella para que se comprometiera con Ethan y ambos odiamos eso con todas nuestras fuerzas, pero funcionó. Sé que haberla visto te alteró, pero debemos ser cuidadosos y seguir con el plan.

—¿Y esperar a que la dejen de vigilar? Eso jamás pasará, a menos que...

—¿A menos que...?

¿Por qué no lo había pensado antes? Si lo había salvado antes, podría cooperar con el plan. Su padre siempre les hablaba de proteger a su hermana, quizá eso era lo que hacía después de todo. ¡Menudo imbécil! Pudo haberle contado. Tenía que buscar la forma de hablar con él a solas.

—¡Eres una genio, Lile!

—¿Qué mosco te picó?

—Seguiremos con tu plan. ¡Tengo una idea increíble!

—Edward, por favor, deja de pensar en formas para...

—No. No. Esta vez no es nada de eso. Te contaré, pero no por ahora.

—Por favor, no te metas en problemas. No nos metas en problemas.

—Confía en mí. Todo saldrá bien— aseguró el chico alejándose de la oficina de Ivanna junto a Lile.

A pesar de que parecía que su hermano Elliot los odiaba, fue él quien lo protegió cuando los demonios llegaron a su casa e intentaron matarlo.

—Vete al bosque y no me hagas arrepentirme de haberte salvado— le dijo severamente, mirándolo a los ojos. Él no entendía nada y solo lloraba.

Su madre y su hermana no estaban, y su padre había salido a buscarlas en cuanto el caos se desató. Elliot, que era 13 años mayor que él, llegó unos minutos después. Empacó una pequeña mochila para él y, cuando los demonios llegaron por él, los despachó y no dejó que se le acercaran. Incluso le cubrió los ojos con su sudadera para que no viera la masacre. Jamás imaginó que su hermano haría algo así por él. Era lo más parecido a una muestra de afecto que había recibido de él en sus cortos 4 años. Siempre parecía harto y hastiado de ellos. Ivanna solía abrazarlo solo para incomodarlo, pero él no se atrevía a hacerlo ni en esas condiciones.

—Pero Ivanna no está y...

—¡Que te vayas! — le ordenó Elliot y lo empujó a la parte trasera de la casa, que colindaba con el bosque. Corrió con todas sus fuerzas y nunca lo volvió a ver.

Que estuviera con Ivanna no era coincidencia, estaba seguro de eso, y lo usaría a su favor costara lo que costara. Después de todo, eran hermanos, ¿no?

Ivanna miró los tulipanes una vez más. ¿Acaso intentaban jugar con ella? Porque, si era así, estaban comenzando a acabar con su paciencia.

Dirigió su vista a las marcas de nacimiento que tanto la intrigaban, acercando sus dedos para tocarlas en serio por primera vez en su vida, necesitaba disipar la sensación de duda que le había embargado.

Jack llamó a su puerta antes de poder hacerlo, haciéndola refunfuñar. Necesitaba ponerle horarios en la mente a ese hombre.

***

Ethan había logrado olvidarse del asunto de los sueños ocupándose de la campaña publicitaria para la nueva marca de perfume que unos empresarios independientes planeaban lanzar.

Se había encontrado un par de veces con Ivanna en el edificio, pero nunca pasaban del "Hola" antes de que Edward o Lile aparecieran y se lo llevaran para revisar algún detalle de la campaña. A pesar de eso, ni el trabajo, ni Edward o Lile, ni siquiera Emma lograban hacer que la sacara de su cabeza. Había llegado a ocupar sus pensamientos casi las 24 horas del día y cada vez le resultaba más difícil evitarlo. La imagen del sueño donde le decía que lo amaba era la más recurrente. Estaba comprometido y amaba profundamente a Emma, pero, desde que Ivanna y todas las extrañas imágenes llegaron a su vida, sus sentimientos comenzaban a flanquear.

Caminó por los pasillos de Hunner Publicity hacia la oficina de Lile. Necesitaba su opinión acerca de unas ideas que había pensado añadir a la campaña. Tocó la puerta antes de percatarse que había alguien más dentro. Era raro. Los únicos que visitaban a Lile en su oficina eran él, Edward y Jack, ella prefería estar sola cuando trabajaba y se ponía de mal humor si alguien más la interrumpía.

La puerta se abrió y un hombre rubio, de cabello corto, misma altura que él y ojos azules, le devolvió la mirada.

Jacob no creía lo que veía. Su hermano estaba frente a él. Después de 28 años terrestres, lo tenía en persona otra vez. La última vez que habían estado frente a frente fue cuando se despidió de él antes de que le quitaran sus recuerdos y lo enviaran a la Tierra. Tenía la oportunidad de verlo por el portal, pero no lo hacía. Sabía que la melancolía se apoderaría de él. Prefería preguntarle a Lile cómo le iba y ella siempre lo mantenía informado.

Sintió el impulso de abrazarlo, pero la voz de la rubia lo trajo a la realidad.

—Ethan, ¿alguna vez te hablé de mi primo Jacob Pavoski, el del padre polaco?

Ethan sonrió amablemente—. Creo que olvidaste mencionarlo.

—¿Tantos años de amistad y jamás le contaste de mí? Debí haber sabido que no era tan importante para ti— se quejó el rubio con fingido dolor. Quería disipar las emociones que comenzaban a inundarlo y una pequeña broma con Lile siempre lo distraía.

Lile rió disimulando sus ganas de golpearlo. Sabía lo que intentaba hacer—. Lo lamento. Mi error. Jacob y yo éramos inseparables, hasta tuvo que mudarse y los conocí a ustedes— percibió el enojo en el rostro de Edward, pero lo ignoró. No estaba de humor para lidiar con él y sus celos.

—Es un gusto— Ethan ofreció su mano al chico.

—Igualmente.

—El primo de Lile se quedara un tiempo aquí— anunció Edward a regañadientes.

—¿En serio?

—Sí. Pensaba mudarme aquí. Siempre me gustó Atlanta.

—Será un gusto tenerte con nosotros.

Jacob sonrió amablemente. Debía alejarse antes de que las emociones afloraran de nuevo—. Si me disculpan, tengo una entrevista de trabajo. Solo pasaba a saludar a mi prima. Nos veremos luego.

—Te acompaño— sugirió Lile siguiéndolo a la puerta.

—Hasta luego— se despidió Ethan.

—¿Qué sucede, Jacob? — preguntó la chica cuando estuvieron lejos. El rubio parecía lastimado.

—No creí... No creí que sería tan difícil volverlo a ver.

Lile puso una mano en su hombro para reconfortarlo—. Lo sé. Fue difícil para mí también. Pero tranquilo, todo terminará pronto.

El rubio suspiró—. Lo sé.

El día del incendio, un ángel de uniforme azul, llamado Gabriel, con la ayuda de algunos ciudadanos que habían tomado partido en la lucha, lo llevó a él y a otros niños a uno de los campamentos que habían implementado en el bosque, donde los habían atendido, alimentado y cambiado de ropa antes de cruzar hacia Old Haven.

Al llegar a La Oficina, suprimieron sus recuerdos y lo asignaron al cuidado de una mujer amorosa y amable llamada Adele, que había abandonado su puesto como médico para dedicarse a criarlo. Algo similar sucedió con los demás niños, y no fue hasta que estuvo mayor que le devolvieron sus recuerdos.

Había conocido a Ethan poco después de llegar con Adele y habían sido amigos desde entonces. Solían pasar tiempo juntos cuando Ivanna acaparaba a Lile y dejaban al castaño a un lado, se consideraban hermanos.

Suspiró. Ya casi terminaba todo. Ya casi.



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