Capítulo X
◇
Habían pasado unos días llenos de tranquilidad. Miriam no asistió a clases, descanzaba en paz. Sólo dormía y dormía. Su depresión se desarrollaba paulatinamente. Su papá quería llevarla a un psicólogo, pero su mamá quería bendecir su hogar una vez a la semana.
—Miguel, está claro que algo la está persiguiendo —ratificó.
—No seás ridícula, por favor —gruñó—. ¡Por el amor de Dios! ¿¡Cómo podés creer een esas cosas¡? —Desdeñó un golpe en la mesa de la cocina, donde solían desayunar todas las mañanas cuando Miriam era una joven saludable. Esas mañanas, cuya luz penetraba la ventana y se reflejaba en dicha mesa. Qué paisaje de aquellos días en que Miriam era una señorita universitaria, inteligente y fuerte.
Los aullidos de sus padres llegaban a su habitación. No se trataba de una música agradable. Imaginaba cómo estos discutían y le parecía preocupante. Era su culpa que estuvieran disputando sobre qué acciones deben tomar para mejorar su condición, la cual iba de mal en peor.
Se cubrió de pies a cabeza con las sábanas. Era un día soleado. Su habitación resplandecía. Se compadecía de sí misma cuando -repentinamente- divisó una sombra a través de las sábanas, que se acercaba lentamente desde el ropero. No la había visto salir de allí, estaba muy ocupada sintiendo pena por sí misma. Los mismos pensamientos volvían una y otra vez: ¿Cómo era posible que le estuviera pasando tantas cosas fuera de lo normal? Todo era inexplicable, todo carecía de sentido. Cómo explicarlo, por qué le sucedían estas cosas a ella, qué había hecho; el porqué redundaba en su cabeza, ese porqué que surge cuando de repente nos pasa algo malo, el mismo porqué que nos preguntamos y exigimos respuesta cuando sentimos que la vida nos está tratando de manera injusta. ¿Por qué?
Y entonces su madre ingresó con el almuerzo en una bandeja, todo prolijamente acomodado. Miriam sollozaba. Su mamá quería atenderla de la mejor manera y sacarla adelante poco a poco. Tampoco podía entender lo que Miriam estaba sufriendo. ¿Se trataría de alguna maldición? ¿Mal de ojo? ¿Envidia? Ella también necesitaba saber el qué y el por qué para entender el cómo solucionarlo.
—No llores, hija, sé fuerte. Todo mejorará —le dijo mientras se acercaba. Miriam apuntó su vista hacia el ropero y la sombra ya no estaba ahí. Su mamá se sentó en el borde de la cama y añadió—: Tomá, hija. Te preparé tu plato favorito. —Su actitud la reconfortó y salió de su refugió. Su mamá había espantado a la sombra.
La compañía de su madre le recordó cuando era una adolescente. Tuvo una niñez feliz. Sus papás siempre tuvieron una actitud dócil para tratarla y nunca tuvieron que reprenderla porque siempre fue una persona de bien, sabía discernir y por ello sus decisiones fueron siempre prudentes. Prácticamente, nació con una mente muy sensata.
Solía dibujar y pintar, desarrollar crucigramas, leer todo tipo de libros. Estaba -de repente- trasladada a esos tiempos. Solía hacer todas estas actividades en la galería del patio, donde respiraba aire fresco en el juego de jardín situado allí. Pudo recordar la frescura del aire acariciando sus mejillas, el helado derritiéndose en su boca y la luz del sol que resplandecía en la vegetación del patio, mientras ella lo contemplaba todo desde la galería. Observó sus revistas, libros y el tazón con el helado de cereza que tanto le gustaba, desparramados en la mesita. De regreso a la actualidad, le pidió a su mamá—: Mamá quisiera comer helado de cereza. —Tenía rato que no hablaba y en ese momento de lucidez, su madre (valga la redundancia) la miró enternecida.
—Claro —le respondió—, ahora mismo iré a comprar. —Levantó la bandeja, se alegró al ver que el plato estaba vacío y caminó hasta la salida de la habitación. Contempló a Miriam sentada y tranquila, tenía una mirada sosegada; su atención se concentraba en el exterior de la ventana, a través de la cual, se podía observar el verde del pasto, el azul del cielo y el jugueteo de los pájaros, cuyo cantar era relajante. Éste fue un paisaje apacible que disfrutó mientras cerraba lentamente la puerta. Después tuvo miedo de no poder volverlo a ver.
♡
Ya casi llegamos al clímax.
😜
♡
Queda terminantemente PROHIBIDA la reproducción parcial o total.
♡
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro