IMÁGENES
Un mes había pasado desde que el profesor McGonagall había llegado a Hogsmeade y ya estaba instalado en la casa que había pertenecido a su tía.
Había sido acondicionada para recibirlo ya que él sería uno de los profesores que podrían vivir fuera de los terrenos de Hogwarts. Por decisión de su tía solo estarían en el colegio, fuera del horario escolar, en los momentos de sus rondas nocturnas, extendiendo para entonces su horario por dos horas más una vez finalizada la cena.
Hermione como cada mañana se dirigía muy temprano hacia los terrenos del colegio, su trabajo de restauración de los libros, había empezado hace mucho tiempo y recién había terminado con un ala de la biblioteca, su santuario, contando con la ayuda desinteresada de los elfos que habían decidido seguir en el castillo. Entonces esa mañana transitaba por los senderos que serpentea entre el bosque cuando de repente una oscura figura se interpuso en su camino e hizo detener su marcha.
-¡por Merlín Malfoy!, ¿por qué te apareces de esa manera?- gritó llevándose la mano al pecho.
-¿qué se supone que haces con todo ese......montón de hierro retorcido?- habló él frunciendo el ceño y señalando el artefacto que Hermione tenía entre sus piernas.
-¿No sabes lo que es?- la castaña se sorprendió mucho más que Draco
-por supuesto que sé lo que es Granger, ¿te pregunto por qué lo usas para venir al colegio, acaso no eres una bruja?- preguntó irónico- ¿sabes?, los magos o gente mágica, usamos escobas, aparecemos, polvo flu, thestral, o cualquier criatura mágica que puede transportarnos.
-No seas insolente Draco Malfoy- refutó Hermione muy molesta- y quítate de mi camino que me estás demorando- él la miró desafiante- si no lo haces te paso por encima- amenazó pero él no se corrió ni un centímetro- te lo avisé- anunció y emprendió su marcha otra vez, al rubio no le quedó más que hacerse a un lado de un salto para que la castaña no lo atropellara con su bicicleta roja.
-Me las vas a pagar Granger, lo juro- susurró para sí mismo y se giró para seguir su camino hacia el bosque oscuro en busca de hierbas y hongos que utilizaría para impartir clases en unos meses.
Hermione llegó riendo a carcajadas a las puertas del colegio, ver brincar a Draco sin su elegancia habitual era una imagen que quería guardar para siempre en su memoria. Redujo su amada bicicleta y se dirigió tranquila hacia su refugio y la guardó bajo su escritorio.
Cerca del mediodía estaba tan compenetrada en sus labores, ubicando libros en las estanterías, catalogándolos, dejando los que no estaban en buenas condiciones de lado, que no había reparado en la presencia de Malcolm tras ella y cuando giró de golpe con su codo derribó una botella de agua que había en una de las mesas, rodó hacia el borde pero no llegó al suelo pues en un movimiento rápido el nuevo profesor sacó su varita y transfiguró el delicado recipiente de vidrio en una pelota de goma que rebotó y regresó a las manos de Hermione al instante.
-¡Qué torpe soy!– se lamentó avergonzada- Profesor McGonagall menos mal que está aquí - agradeció ella mirando ruborizada la pelota multicolor que tenía entre sus manos.
-Hermione, ¿insistes en llamarme así?, quedamos en que sería por el nombre, recuérdalo- le dijo el rubio, ella confirmó sonriendo y se dirigieron hacia la salida pues como cada día desde hace una semana almorzaban con la nueva directora.
La hora que ella disponía para hacerlo le permitía despejar un poco su mente y recordar anécdotas divertidas, ya que Minerva les tenía prohibido hablar de temas laborales, solo eras dos amigas compartiendo y el sobrino de una de ellas como testigo voluntario.
Un rato después en sala de profesores hizo su aparición Draco, se topó con tal cuadro familiar de risas compartidas y sintió una piedra en el estómago.
-perdón, no quise interrumpir- habló serio y se giró para salir.
-profesor Malfoy, por favor acérquese no interrumpe nada en absoluto- fue esta vez Malcolm quien había hablado- estaba escuchando una anécdota muy graciosa que estas damas contaron sobre cierto alumno que había sido transfigurado en un hurón albino hace mucho tiempo y ahora quiero saber quién era.
Malcolm hablaba tan entusiasmado que no se había percatado de las miradas que le lanzaba Minerva, su tía, pero sí entendió cuando la bibliotecaria lo pateó debajo de la mesa- auchhh- se quejó de dolor y se giró hacia ella- ¿por qué....lo hiciste...?- se calló de repente porque había captado la mirada de la castaña.
-Era yo, ese hurón albino era yo- respondió Draco sin ningún atisbo de vergüenza o desagrado- confieso que entonces me lo merecía- y con una sonrisa de medio lado agregó- con su permiso, no los interrumpo más- y salió raudamente sin dar tiempo a una disculpa.
Hermione no se levantó de repente ni salió tras él para disculparse, aunque le hubiera gustado hacerlo pero la vergüenza que sentía y, sobre todo, el silencio que se hizo luego que el rubio se había marchado la inmovilizó, mutismo que fue interrumpido por Minerva- qué bochorno, no debimos reírnos así, y sigo sin comulgar con ese tipo de castigo.
-pero fue una anécdota divertida tía, y el mismo sonrió al recordarla y confesó que había sido el hurón albino- comentó Malcolm.
-es lo mismo, eso pasó hace mucho tiempo, en tiempos muy oscuros y él fue una víctima de la situación.
-¿te refieres a que no debía recibir ese escarmiento?
-quiero decir que Draco Malfoy no merecía tener la vida que tuvo desde niño- habló Hermione- y sus acciones durante la adolescencia fueron consecuencia de los errores de su crianza.
-oh por favor, no van a defenderlo ahora, según tengo entendido durante su juventud él tomó la marca.
-estás equivocado Malcolm- Hermione se molestó por el comentario del nuevo profesor- él fue obligado a tomar esa marca- dejó su servilleta en la mesa, no le gustaba la sensación de incomodidad que la había invadido en ese instante- debo volver a mis libros, con su permiso- corrió la silla y salió de esa habitación. El almuerzo de repente le había caído muy mal.
O0O0O0O
La tarde la pasó intentando catalogar artículos de revistas de actualización. Aunque una y mil veces intentó hacerlo no lo logró, no había podido sacar de su mente la imagen de Draco sonriendo ante el recuerdo vergonzoso de su incidente con el falso Moody y era muy frustrante, nunca se había abstraído antes de esa manera. Sentía que había sido por la sorpresa de encontrarlos riéndose de él, la culpa no la dejaba concentrarse, bufó y decidió darse un descanso. Salió de la biblioteca y se encaminó hacia el lago.
La primavera ya estaba llegando y el verde se estaba abriendo camino. Atrás habían quedado los desnudos árboles víctimas de un invierno inclemente. En cambio esa tarde se percató que entre la fresca brisa y los tibios rayos del sol, los jazmines silvestres pugnaban por florecer.
-Espero que hayan pasado un momento agradable con esa anécdota- habló Draco desde la copa del añejo roble donde se había posado Hermione.
Ella que no se había percatado de su presencia se sobresaltó, por segunda vez en el día. Detuvo el exabrupto en la punta de la lengua, también otra vez.
- Merlín Malfoy, me asustaste- le recriminó mirando hacia arriba, buscándolo.
-No era mi intención...... o sí- respondió indiferente mientras observaba el paisaje de las montañas reflejadas en el tranquilo lago.
Silencio. Incómodo. Espeso.
-Perdón- soltó la castaña logrando que el rubio la mirara por unos instantes.
-Como dije, me lo merecía- saltó con una distinción que parecía un felino en sus movimientos- no hay nada que perdonar Granger- arregló tu saco y se volteó hacia el castillo.
-espera- gritó ella y lo seguía de cerca- por supuesto que debes disculparme al menos, no debí reírme de eso-hablaba agitada- ¿por favor puedes detenerte?- quiso sostenerlo de la manga del saco pero tomó su mano, entonces él sí se paró.
-No me molesta el que se hayan reído –la miró serio- de verdad te lo digo Hermione- habló acercándose a ella y sin soltarla- pero me gustaría que la próxima vez cuando recuerdes anécdotas de tus compañeros, te rías conmigo y no de mí- explicó mirándola a los ojos.
Ella incómoda por la intensidad de su mirada no se atrevió a responder, solo asintió.
Draco besó su mano y se alejó. Esta vez no intentó detenerlo. No podía hacerlo.
O0O0O0O
Al caer el atardecer cuando Hermione salía del castillo rumbo a su departamento encontró a Draco recogiendo extrañamente algunas flores de amarillas que abundaban por el sendero que llevaba a la salida de los terrenos.
-¿Dientes de león?- preguntó Hermione apoyando su bicicleta en su cadera- ¿necesitas ayuda?
-son las últimas, gracias- respondió Draco secamente poniendo la última en un saco pequeño de piel.
-¿para que las usas o para qué vas a utilizarlas?- repreguntó intrigada.
-para mejorar la poción regeneradora de tejidos- respondió sin mirarla, se había entretenido con el nudo del saco contenedor, aún permanecía en cuclillas, sin embargo ella guardó silencio esperando que continuara pero Draco se incorporó y dijo sarcástico- hasta mañana Granger, que sueñes con unicornios y haditas bebés- y se giró a paso seguro dejando a Hermione sin poder reaccionar.
Bufó molesta- tenías que ser Malfoy, ya me extrañaba que no habías mostrado esta actitud antes- hablaba para sí, sin notar que Draco había sacado su varita y susurró un hechizo en dirección a la castaña. Ante la mirada incrédula de Hermione su bicicleta cambió de color, ahora un verde muy conocido para ella resplandecía y unas líneas plateadas de daban un acabado elegante.
-Malfoy!!!!!- chilló pero Draco ya había desaparecido- maldito, maldito, maldito- seguía vociferando, sacó su varita e intentó varios contrahechizos conocidos pero ninguno funcionó, no pudo regresar el antiguo color a su preciado medio de movilidad. Esto la molestó mucho más. Y una leona fastidiosa era peligrosa para cierta serpiente en particular.
O0O0O0O
La mañana siguiente Hermione se había levantado de mejor humor, había decidido no darle el gusto a Malfoy. Ese día ella iría a su trabajo.... caminando.
Dos horas después ya se encontraba rodeada de pergaminos antiguos que habían sido encontrados ocultos durante la reconstrucción del castillo y a los que Minerva había elegido conservar en el castillo, eran los planos originales de Hogwarts. Ahora Hermione los debía organizar en una gran carpeta prolijamente ornamentada, con sumo cuidado. Se había puesto unos guantes de látex aunque había cometido un error, había dejado su cabello suelto lo que dificultaba su trabajo, pues a cada momento debía intentar poner algunos mechones tras las orejas sin usar las manos, sin contar además que sudaba mucho.
-Lo primero que haré es cortarme el cabello, lo juro- habló en voz alta.
-Eso sería un error que no debes cometer.
La suave voz de Draco le llegó cerca de su oído, su perfume tantas veces percibido la envolvió como nunca antes, Hermione se quedó quieta con la mirada perdida en el pergamino entre sus dedos. Entonces otros dedos, blancos, largos, tibios, desnudos, recorrieron su cuello, lentamente llevando en su camino sus rebeldes rizos castaños hacia atrás.
-te quedaste callada- susurró Draco- no temas no voy a cortarlos.
-lo sé.......no tengo miedo.
-no me agrada la idea de verte sin ellos- siguió hablando mientras Hermione era testigo de la transformación de un pequeño tintero de plata que tenía en la mesa en un elegante broche para el cabello- sin tu mata de pelo, solo pasarías a ser una chica más con pelo corto, perderías tu sello, Granger- y colocó el broche firme.
-yo pensé que mi sello era mi inteligencia- respondió incómoda buscándolo con la mirada.
-para los demás si, para mí son tus rizos- reveló seguro -...¿puedes indicarme dónde están las últimas actualizaciones de Pociones sanadoras?- preguntó mientras se alejaba hacia el escritorio de la castaña- debieron llegar en estos días.
-en el primer cajón de la derecha, están en un sobre grande- explicó mientras se levantaba para indicarle mejor- si, es ese- afirmó cuando Draco le mostró o que había encontrado.
-¿Qué ocurrió que llegaste caminando hoy? ¿Y tu bicicleta?
Hermione recién recordó lo sucedido la tarde anterior y frunció el ceño- ¿cómo le regreso el color original?
-¿qué pasa Granger?....quedó mucho mejor que el original, más elegante, casi exclusivo- habló irónico.
-mira Malfoy, no estoy para bromas infantiles.....-respiró profundamente.
-pero si solo te hice un favor, ahora puedes decir que estás arriba de algo de Slytherin- comentó burlándose.
-no me interesa tener nada de Slytherin debajo mío....
-¿no?- se acercó a ella lentamente- lo pasarías muy bien, tendrías el control de la situación, arriba tú controlarías lo que ocurriera abajo- le susurró cerca, muy cerca.
Decir que Hermione estaba sofocada es poco, todos los colores habían mudado hacia su rostro, un extraño calambre apareció debajo de su ombligo y amenazaba con invadir su cuerpo. Tenía la boca abierta, el labio inferior le temblaba pero no sabía qué responder. Lo miraba fijamente a los ojos y la invadió una serie de imágenes que la involucraban junto al rubio que estaba parado frente a ella.
Pero ese rubio tenía esa sonrisa que demuestra que sabe lo que ella estaba pensando.
-Granger...estábamos hablando de tu bicicleta- murmuró acariciando su tembloroso labio y sin más se giró con el sobre en la mano dejándola sola con sus pensamientos.
Cuando el perfume de Draco solo era un recuerdo en la biblioteca Hermione reaccionó- ¿¿cómo pude ser tan tonta??
Había olvidado que el profesor de Pociones era un experto Legeremen.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro