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國ᐢㅤ𝐝ㅤ ִֶָ te extrañé

Johnny no pudo evitar reír un poco ante esas palabras.

Colocó sus manos bajo las nalgas de Ten, levantándolo para girar sus cuerpos, apoyando a Ten de espaldas, despacio, lentamente, sin romper sus unidas miradas.

Se deshizo de las blusas de ambos, comenzó a dejar besos por el cuello de Ten, escuchándolo jadear, descendió por su pecho hasta uno de sus pezones, para también besar y succionar mientras pellizcaba el otro, sintiendo al omega retorcerse un poco ante su tacto.

Bajó los pantalones y ropa interior de Ten, aún con sus labios ocupados, separándose únicamente para hacer lo mismo con los propios.

Ya completamente desnudos, Johnny volvió a besar a Ten, primero dejando besos cortos, cariñosos, hasta hacerlos más húmedos, mientras recorría la piel de su omega con sus manos, descendiendo de la cintura del otro, yendo hacia su espalda y tocar su trasero; permitiendo que Ten hiciera lo mismo con él, tocando su pecho, su abdomen, para terminar, rodeando su pecho mientras mantenía una mano en la nuca de su alfa, manteniendo el beso. Sintió a Ten sonreír bajo sus labios, ahogando una risa con sus besos cuando apretó una de sus nalgas de forma juguetona.

Alzó las caderas del omega, apretándolo contra sí, sintiendo el placer de Ten recorrer su abdomen por la fricción, y escuchando un leve gemido que lo hizo recordar lo hermosos que eran.

Ten sentía cómo su lubricante natural comenzaba a gotear hacia su pierna, como si Johnny sintiera cómo la entrada de su pareja estaba necesitada, su mano se movió hacia su entrada, preparando sus dedos.

Ten alzó la cadera, dándole paso, y una nueva fricción sus miembros, ocasionó un gemido bajo por parte de Johnny que lo hizo sonreír, mordiendo sus labios. Sintió el primer dedo entrar en sí y un gemido escapó de su garganta.

Se sorprendió un poco por estar tan sensible.

Johnny continuó moviendo su dedo, sintiendo el placer del omega, hasta que su entrada estuvo dilatada lo suficiente para meter el segundo, escuchando a Ten gemir más fuerte.

Aún con los dedos dentro de omega, penetrándolo, moviéndolos en su interior, Johnny se inclinó hacía su omega, besándolo de forma húmeda.1Mordió un poco el labio inferior del chico, separándose, yendo hasta el oído de Ten.

— Voltéate.

Ten gimió, sintiendo el murmullo, la voz ronca de Johnny en su oído recorriendo todo su cuerpo. El más rubio retiró sus dedos, dejando al omega girarse, alzando su entrada hacia él, con las piernas flexionadas y el pecho apoyado sobre las sábanas.

Johnny acomodó su mano en la cintura de Ten, tomando su miembro con la otra, acomodando su punta en la entrada del omega, sintiendo la necesidad de Ten en entrar en él. Así que vi venir cuando Ten tiró su cuerpo hacia atrás, haciendo que la cabeza del falo de Johnny entrara completamente en él, ocasionando un gemido en los dos.

Johnny se inclinó hacia adelante, Ten comenzó a gemir suave por el movimiento.

El más rubio besó su cuello, cerca de la marca, haciendo sonreír al omega.

Comenzó a moverse más hacia su interior, en movimientos lentos, escuchándolo gemir cada vez más, con respiración errática y apresurada, acelerando el corazón de ambos. Con la mitad de su miembro en el interior del omega, Johnny terminó de meter todo de golpe, sintiendo el éxtasis bajar por su abdomen como una corriente eléctrica.

Ten gimió más fuerte, arqueando su espalda, haciendo que su trasero rozara la pelvis de su alfa, Johnny jadeó ante esto.

Comenzó a mover sus caderas, haciendo que su miembro se moviera en el interior del otro también. Ni si quiera estaban cerca del clímax, pero sentían que sus pechos podrían explotar al llegar, sintiendo el placer, las ganas, del otro y propias.

Johnny se retiró un poco del interior del otro, volviendo a entrar rápidamente, repitiendo lo mismo varias veces, haciendo gemir alto a Ten con cada embestida, y ocasionando jadeos mientras pedía más.

Golpeando en el interior del omega, tocando su punto, los gemidos aumentando el volumen, cada vez más agudos y erráticos.

Johnny comenzó a embestir con fuerza, escuchando aquel sonido característico con cada penetración, confundido por los apresurados gemidos de su omega, saliendo de él completamente, golpeando su punto más dulce al volver a entrar.

Ten apretaba con fuerza las sábanas con sus manos, temblando por el placer, su respiración se agitó aún más, mezclada con sus gemidos, una última ola de éxtasis lo recorrió por completo al acabar.

Johnny sintió lo mismo, tirando su cabeza hacia atrás, sintiendo el orgasmo de Ten, seguido del suyo.

Ten gimió profundamente de nuevo, con su alfa acabando en su interior, llenándolo por completo.

Sintió el pecho de Johnny sobre su espalda, al chico volvió a colocar sus dientes sobre la marca del lazo, volviendo a abrirla, haciendo que Ten jadeara, levemente, todavía no había recuperado el aire.

Respirando pesadamente, aun cargando con el placer de acabar de ambos, el nudo de Johnny se fue, saliendo del omega. Ten se giró de nuevo, sólo para mirar a Johnny y sonreír.

Su alfa se recostó a su lado, acarició sus mejillas, sonriendo. No sabían si era por el agobio de emoción y sensaciones del otro, sumadas a las propias, pero ambos estaban bastante agotados. El omega se acercó más a él, frotando su rostro en el cuello de Johnny.

— Te extrañé— murmuró. Johnny asintió, totalmente de acuerdo.

— Yo también.

— Creo que bautizamos las sábanas— dijo Ten, bajito, mirando lo que habían hecho, Johnny rió, divertido por esas palabras.

— Ese Jung no tendrá problemas para lavarlas, cachorro... O comprar otras. Somos nosotros que tenemos que irnos que aquí antes de nos diga algo al respecto.

Esta vez, fue Ten quién rió.

— Tomemos un baño y vamos— el omega se separó un poco, mirando a Johnny unos centímetros alejado—. Juntos.

Al terminar, ya vestidos, ambos bajaron por las escaleras, tomados de las manos.

Johnny vió el cabello naranja rojizo de su hermano, quién parecía dormir tranquilamente en el sillón de la sala, si bien seguía sentado, su cuerpo estaba ladeado.

Supuso que se había quedado dormido por esperarlos, y le pareció algo tierno y considerado.

— Hyung... — lo llamó, moviéndolo hasta que comenzó a parpadear varias veces, hasta despertarse, sentándose y mirándolo con rostro cansado. Vio las manos unidas de ambos, luego subió hasta el cuello de Ten, viendo un poco la mordida por el amplio cuello de su blusa, junto con marcas de chupetones. Tae Il suspiró, volvió la vista hacia su hermano.

— Quiero hablar contigo— dijo, con la voz cansada del sueño.

— ¿Podríamos hablar en otro lado? Quiero irme de aquí...

Tae Il volvió a suspirar, se inclinó para colocarse sus zapatos, para luego levantarse, tomando su saco y su abrigo, para protegerse del frío de la madrugada invernal.

En un momento, el frente de la mansión de había llenado de cámaras y paparazzi, para intentar obtener algo más de información acerca del porqué Jung Jaehyun ya no marcaría a Lee Ten, pero se habían rendido horas después, cuando nadie se asomó de la casa, dejando al frente despejado, para irse con tranquilidad.

Caminaron hasta el exterior de la casa, donde el auto de Tae Il estaba estacionado, con la pareja sentándose atrás y el dueño del auto al volante.

— Lo voy a decir una sola vez— Tae Il los miró a ambos con seriedad—. Ya hicieron mellizos en la mansión de Jung. No quiero que hagan trillizos en mi auto.

Ambos lo miraron con algo de confusión.

— ¿Qué carajo dices, Tae Il? — habló Johnny—. No salen mellizos o trillizos por la cantidad de veces que-

— ¡Ya lo sé! — lo cortó el pelirrojo—. Pero ya entendieron a lo que me refiero.

Tae Il se volteó, arrancando el auto, saliendo del terreno de Jung y comenzando a andar por la calle. Encendió la pantalla interna del auto, seleccionando el GPS, pidió la dirección de hacia dónde querían ir, con lo que Ten dijo la dirección de su casa. Pasaron varios minutos en silencio, hasta que Tae Il volvió a hablar.

— Me ofenderé mucho si no me pides ser padrino, Johnny.

El otro tardó unos segundos.

— ¿Qué?

— Serás padre y yo seré el padrino, punto.

Se miraron un momento, preguntándose quién le había dicho, aunque ambos negaron.

— ¿Quién te dijo? — preguntó Ten.

Tae Il se lo pensó un momento, no quería comprometer a Jungwoo diciendo lo de su espionaje obsesivo, y que posiblemente el chico los podría haber visto.

— Instintos de tío— respondió simplemente.

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