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國ᐢㅤ𝐝ㅤ ִֶָ te están buscando

     — ¡Johnny-yah!

El nombrado alzó la vista con sorpresa, para encontrarse con Jun.

— ¿No puedo tener un sábado tranquilo? — dijo, aunque el tono de broma, no le molestaba que esa chica estuviera allí.

— Con lo ocupado que estás dudo que sea así, está tan atestado de clientes— dijo, con una sonrisa falsa, haciendo un ademán al lugar, dónde con suerte llegarían a ser cinco personas haciendo sus compras. Johnny se encogió de hombros.

— ¡JuJu~! — la voz alegre de Jade, aunque rara para Johnny, muy cotidiana para la alfa, hizo que ambos miraran a la sonriente rubia, que llevaba puesto un vestido violeta, del mismo tono que sus uñas, y demasiado corto para el gusto de Johnny.

— Para usar eso porqué no sales desnuda— comentó Johnny, haciendo que la sonrisa en el rostro de Jade desaparezca.

— Calla— sintió un zape en la nuca por parte de Jun, fruncio el ceño, algo molesto —, como si te vistieras tan bien como mi omma Jade— cubrió con un brazo los hombros de la rubia, quién volvió a sonreír.

Johnny rodó los ojos, las chicas decidieron irse y Jun fue la única que se despidió, al menos de lejos, del rubio, alegando que el olor a café le quedaba bastante bien. No le dió mucha importancia a las chicas y volvió a ver las páginas de su libro, aunque no leía. Había pensado toda la mañana en lo que había visto en la televisión, no había terminado de escuchar todo, pero las charlas de los clientes le habían dejado claro que ese tal Jung Jaehyun había dado una descripción de Ten, su altura y peso, color de su pelo y ojos, y lo que llevaba puesto la última vez que lo habían visto; para después describir a su forma de lobo, aunque Johnny creía que se habían equivocado completamente, él mismo había visto lo adorable que era el omega en su forma animal, como un cachorrito de pelaje blanco que parecía de unos pocos meses, mientras que, por lo que había escuchado, Ten cambiaba a un lobo más adulto pero pequeño y algo delgado.

Y para su mala suerte, también habían dicho que el omega tenía más posibilidades de estar en ese mismo barrio.

También se había pedido alerta por si alguien llegaba a sentir el olor a manzanas y caramelo, propio de Ten.

Y cuando escuchó el tema del olor, Johnny supo que estaba bastante jodido.

Con todo su departamento apestado a Ten, que ya de por sí tenía olor fuerte, sumado a que ahora el chico estaba en celo y había incrementado, más que Johnny ni siquiera tenía olor propio para al menos disimularlo, y que cargaba con el aroma del omega todo el día por dormir juntos toda la noche... Nada parecían estar a su favor.

Y por más que no quería tocar el tema, porque sabía que a Ten le provocaba temor, y que a él tampoco le gustaba la idea de que ocurriera, era algo inevitable. Debía hablar con Ten de qué pasaría cuando ya no pudiera esconderse más. Terminó su turno y caminó más apurado de lo normal hacia el departamento, sintiéndose casi perseguido, aunque sabía que sólo están siendo paranoico.

Hacía mucho frío, y por más que tuviera varias capas de ropa, este le llegaba a la piel de su cuello, provocando molestias en su garganta.

Y aunque iba con la cabeza gacha para esconder su cuello en la campera, igual alzaba la vista para ver. Los autos oscuros seguían allí, por cada coche de policía había uno, aunque ahora, esas personas vestidas de traje se veían mucho más amigables que los días anteriores, más sonrientes, desprendiendo olor a confianza.

Creyó ver el mismo hombre del otro día, apoyado a un lado del auto, con un vaso de café en las manos, hablando amenamente con un oficial.

De nuevo, Johnny no se quedó mirándolo demasiado tiempo.

Llegó a su departamento igual de apresurado de cuando salió del supermercado. Pensó que quizás ya parecía un agorafobico para todo el que lo viera andar tan apurado por llegar a su hogar.

—Johnny hyung— miró a Ten, el omega tenía una sonrisa amplia en el rostro, y de nuevo, tal como siempre pasaba cuando estaba con él, el lobo de Johnny volvió, moviendo la cola con alegría al ver al chico.

Johnny sólo sonrió un poco.

— Hola, Ten.

Vió que el chico estaba cocinando, y que la mesa ya estaba acomodada, menos por los cuencos, que estaban a sobre la mesada de la cocina, esperando a ser servidos. El olor a la comida recién hecha y el dulce del omega, aunque no tanto como la noche anterior, lo que le hizo saber a Johnny que el chico había tomado los supresores que le había dado.

No podía evitar estar un poco nervioso por la presencia del lindo omega en celo que tenía escondido veinticuatro siete en su departamento, aunque era más por el hecho de sólo saberlo, porque el chico parecía estar totalmente normal.

Johnny frunció un poco el ceño con curiosidad, acercándose a la olla en la que Ten estaba cocinando.

— ¿Ramen? — preguntó, desde hacía bastante tiempo que no comía un verdadero ramen casero, más específicamente, desde hace más de dos años, cuando su madre cocinaba con todo su corazón tanto para él y su padre, como para Tae Il.

Sin darse cuenta, una sonrisa nostálgica se plantó en su rostro, la cual Ten vió y lo hizo reír un poco.

— ¿En qué está pensando, hyung?

Johnny negó, despejando su mente y borrando su sonrisa.

— Nada, nada...

Johnny alzó una ceja, sabía que no era nada, pero no quiso insistir.

— Vaya a la mesa, hyung, yo llevaré la comida— dijo el omega, haciendo una seña para que se moviera. Johnny obedeció, se sentó algo de lado para poder ver mejor a Ten mientras cocinaba, aunque el omega estaba casi completamente de espaldas a él.

Pensó unos segundos cómo diría lo que había pasado, y cómo harían cuando él ya no pudiera esconderse. En lo que tardó en animarse a hablar, Ten había servido uno de los cuencos.

—Ten, hoy... Un chico habló de ti en la televisión— comenzó, el omega hizo un sonido afirmativo para que siguiera hablando—. Y... Ya dijeron que estás desaparecido, alentaron a la gente para que busquen. Saben que estás por aquí y... Todos te están buscando— habló con lentitud—. También hablaron de tu olor y, pues... Cargo con el todo el día, creo que no pasará mucho antes de que alguien se de cuenta, y voy a estar en problemas...

Ten había detenido sus movimientos con la última parte, y fue cuestión de segundos para que la mano que cargaba el cuenco que estaba sirviendo comenzara a temblar, derramando parte de la sopa sobre la manito del omega. Con su lobo preocupado, Johnny se levantó de la silla, tomando el cuenco y dejándolo sobre la mesada, para luego tomar la mano de Ten con protección.

Vió las lágrimas silenciosas que comenzaban a surcar el rostro del omega. Johnny supo que no iba a ser necesario decir que lo encontrarían pronto.

— Y-yo... Deberia irme... N-no quiero molestarte— dijo Ten, bastante bajo, pero Johnny pudo escucharlo al estar tan cerca.

—Ten, no te apresures— dijo el más rubio, el omega bajo el rostro al suelo y tiró la mano para soltarse del agarre de Johnny.

Eso lo molestó bastante, y un gruñido salió de lo profundo de su pecho, volviendo a tomar la mano de Ten, apretándola un poco más que antes, tomó el rostro del omega con su otra mano y lo forzó a mirarlo.

El miedo del omega se reflejaba también en sus ojos. Como si un balde de agua helada hubiera caído sobre él, el enojo de Johnny desapareció, y se acercó a Ten para envolverlo en sus brazos, el chico acomodó su rostro sobre el hombro del mayor.

— C-creo que... Lo mejor sería que me fuera— dijo Ten, casi susurrando.

Johnny comenzó a negar repetidas veces.

— No, Ten, no, tú-

— Es tal como dice — dijo—. Sólo lo metería en problemas, hyung, no puedo ser tan egoísta.

— El egoísta aquí soy yo, Ten. Yo no quiero que te vayas.

Ten guardó silencio un momento.

—Johnny hyung— Ten se separó un poco del otro, quedando a unos centímetros del rostro del más rubio, quién no dejó de abrazarlo pero aflojó el agarre —. No mienta, por favor. No me mienta, no me haga creer cosas que no son, por favor— Te  intentaba sonreír entre lágrimas, aunque no lo logró—. Usted... No me ve como yo lo veo, hyung, ¿No lo entiende?

Johnny frunció el ceño con confusión.

— Usted es mi predestinado, hyung— dijo —, es mí alfa— Ten notó la expresión de Johnny cambiar con esa última palabra, llevó su pequeña mano hacia la nuca del otro, buscando un poco bajo la remera la marca de la mordida, aunque era una cicatriz, a Johnny le pareció doler ese mínimo tacto —. Esa marca no me importa— Ten comenzó a trazar círculos, como pequeñas caricias, en el cuello de Johnny —. Usted me gusta, hyung— declaró, una una sonrisa.

Johnny se sorprendió un poco ante esas palabras, rápidamente, el rubor subió a sus mejillas, aunque era mucho menos que el que estaba en el rostro de Ten.

— Pero entiendo que yo no le gusto— la sonrisa decayó, dejando una expresión de pena—. Y no hay una razón por la cual usted quisiera que me quede, Y
Johnny hyung. Le pido que no me de ilusione.

Johnny miró unos segundos a los ojos de Ten, mientras estos se ponían cada vez más brillosas por las lágrimas. Su lobo se sentía mal, podía sentir como quería quedarse con Ten, y a su vez, cómo estaba odiando a Johnny por ser tan idiota de no valorar a omega.

— Escucha, Ten— Johnny habló bajo, casi serio, y las lágrimas en los ojos del omega se incrementaron —. Quiero que te quedes, no sabes cuánto enserio quiero que te quedes... Y no sé cómo explicarlo, no sé qué pasa, pero...— tomó bastante aire, nervioso, Ten esperaba con ojos impacientes—. Me encanta llegar a casa y saber que estás esperándome, me encanta cómo te acurrucas contra mí cuando duermes, tu olor me tranquiliza tanto después de un largo día, que me duermo más rápido y con más paz. Me encanta cómo mi lobo vuelve a mí mismo cuando estoy contigo, nadie nunca hizo nada así... Me encanta abrazarte mientras duermo, y lo tibia que es la cama contigo, y luego, cuando me despierto, puedo verte, aún dormido, y eres tan...— Johnny sintió timidez, incluso antes de decir la palabra, Ten lo miraba sin piedad, sonriendo, mordiendo su labio inferior— hermoso, Ten, y eso también me encanta.

Ten no pudo decir nada, bajó la mirada al suelo, se sentía halagado en demasía, la única persona que le había dicho cosas tan lindas era su abuelita, pero no de comparaba el efecto que hacían esas palabras en él al venir de Johnny.

— Tengo muchas razones para que te quedes porque me encantas— Johnny había dicho esas palabras muy bajo, al punto en que Ten tuvo que darse unos segundos para pensar si no las había imaginado.

Luego miró el rostro, totalmente enrojecido de su hyung, su alfa, quién también estaba con una leve sonrisa, casi penosa.

—Johnny hyung— el otro sólo lo miró con atención—, si logro quitarme el collar, ¿usted me marcaría?

A Johnny en serio le tomó por sorpresa esa pregunta.

— Si al marcarme puede quedarse conmigo, ¿lo haría?

Johnny miró un segundo los ojos oscuros de Ten, aquellos que le habían gustado desde que los vió bajo un montón de basura.

— Sí, lo haría— respondió con firmeza.

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